jueves, 4 de abril de 2013

1124 - FRIEDMAN ELOGIA A OBAMA


PRECAUCIÓN CON SIRIA

Por THOMAS L. FRIEDMAN

Hay cada vez más informes en el sentido de que Estados Unidos se está involucrando más profundamente en el apoyo a los rebeldes de Siria que intentan derrocar al presidente Bashar al-Assad.

Hay un firme argumento a favor de que todos hagan más para ponerle fin a la guerra civil de Siria antes de que el Estado sirio colapse totalmente y antes de que su veneno sectario y refugiados desestabilicen más a Líbano, Irak y Jordania.

Sin embargo, espero que antes de que el presidente Barack Obama se involucre más profundamente en Siria, obtenga respuestas satisfactorias a las siguientes preguntas: La insurrección en contra de Assad empezó el 15 de marzo de 2011. Desde ese día, su caída ha sido pronosticada cada mes. ¿Por qué ha sido él capaz de mantenerse por tanto tiempo? La ayuda militar de Rusia e Irán ciertamente sirve, pero también el apoyo del que él aún goza en comunidades clave.

La secta minoritaria de los alawitas a la que pertenece Assad, que ha estado gobernando desde 1970 y constituye 12% de los 22 millones de habitantes de Siria, cree que o ellos gobiernan o mueren a manos de la mayoría de musulmanes sunnitas del país (74%).

Los cristianos sirios, quienes representan el 10%, y algunos musulmanes sunnitas de tendencia seglar, particularmente comerciantes, también han jugado su suerte con Assad debido a que creen que si él no gobierna, lo hace el caos. Ninguno de ellos cree que los rebeldes puedan o vayan a erigir una democracia estable y secular, amén de multisectaria, tras Assad. ¿Por qué pensamos nosotros que ellos están equivocados?

¿Cuáles son los objetivos de Qatar y Arabia Saudita? ¿Debemos creer que estas dos monarquías archirrivales de fundamentalismo wahabí, los dos principales patrocinadores y proveedores de armas a la insurrección siria, realmente están interesados en crear una democracia multisectaria y multipartidista en Siria, la que no tolerarían en sus propios países?

Los rebeldes de Siria se dividen en tres grupos: aquellos demócratas que quieren ser libres para ser ciudadanos en un país donde todos tienen los mismos derechos; los que quieren ser libres para ser más islámicos y aquellos que quieren ser libres para ser más sectarios, todos con el fin de que la mayoría sunita de Siria expulse a la minoría alawita gobernante. ¿Quién puede garantizarles a los alawitas o cristianos sirios que tendrán un sitio en Siria después de Assad, si los rebeldes no pueden llevarse bien entre sí?

La guerra civil de Líbano ardió durante 14 años. Se resolvió finalmente con el acuerdo de paz Taif de 1989, con base en el principio «sin triunfador, no hay derrotados». Permitió que la minoría cristiana de Líbano fuera «sobrerrepresentada» para asegurarle que sus intereses estuvieran protegidos en Líbano en el futuro.

Si bien los cristianos integraban probablemente el 35% de la población, les dieron una división 50-50 con musulmanes libaneses en el Parlamento. No se puede esperar que la mayoría sunnita de Siria, decenas de miles de los cuales han sido masacrados por Assad, busquen un acercamiento con los alawitas de la noche a la mañana.

Sin embargo, ¿podemos esperar que, con el tiempo, los rebeldes garanticen un futuro para los alawitas y cristianos en Siria, que es la única forma en que el Estado puede permanecer intacto? ¿O estamos de acuerdo en que los alawitas se forjen su propia patria en Siria, los sunnitas tomen el resto y los cristianos se muden a Canadá?

La lección de Irak, Egipto, Túnez y Libia es que mientras más pronto se restablezca la seguridad, más personas estarán listas para pensar y actuar como ciudadanos en vez de sectas o tribus.

Tras la caída de Assad, ¿quién mediará entre las comunidades y milicias dentro de Siria para llevar el orden? ¿Realmente creemos que Siria, después de Assad, que al parecer no tiene un Nelson Mandela, será capaz de formar por sí solo un gobierno multisectario para gobernar a todo el país sin una fuerza internacional bien armada con botas en el terreno, con la bendición de la ONU o la Liga Árabe que actúe como árbitro? ¿Y quién en la Galaxia de la Vía Láctea quiere ese puesto?

En resumen: sabemos qué tipo de Siria nos gustaría ver surgiendo, y tenemos una buena idea de los terribles costos de no alcanzar eso y que la guerra continúe. Sin embargo, no veo un consenso dentro de Siria -o siquiera dentro de la oposición- para el tipo de Siria multisectaria y democrática a la que aspiramos.

En este tipo de situación, existen tres opciones básicas: nosotros y alguna coalición global podemos invadir Siria, como hicimos en Irak, sentarnos con las partes y forjar el tipo de Siria que queremos. Sin embargo, eso aún no ha tenido éxito en Irak, a un enorme costo, y no hay el más mínimo apoyo hacia ello en Estados Unidos. Olvídenlo.

Podemos tratar de contener el conflicto endureciendo a Turquía, Jordania, Líbano e Israel, esperar a que los partidos sirios se agoten y después tratar de forjar un acuerdo de cese al fuego, enfocado a compartir el poder.

Podemos también permitir que la guerra siga su curso con la certeza de más asesinatos terribles, la probabilidad de que se extienda a estados vecinos y la posibilidad de que conduzca a la fractura de Siria en miniestados sunnita, alawita y kurdo.

Dudo que con sólo armar a los rebeldes «buenos» se va a producir la Siria que queremos; sin embargo, sí podría arrastrarnos a formas que podríamos no querer. Pero, si alguien puede exponer el argumento en cuanto a que armar a rebeldes seculares-nacionalistas incrementa las probabilidades de obligar a Assad y a Rusia a un arreglo, y derrotar a los rebeldes islamistas después de que Assad caiga, estoy listo para escuchar.

Este es un problema infernal. A veces, lo necesario y deseable es imposible, razón por la cual elogio al presidente por su cautela, hasta ahora.


FUENTE:
ISRAELENLINEA-FRIEDMAN-SIRIA-04/04/13

Fuente:
The New York Times

Traducción:
www.israelenlinea.com

REFLEXIÓN:

La cautela de Obama no sirvió más que para permitir que se desatara una guerra civil que deja a Siria destruida y a su población diezmada y con cuentas por saldar entre los oponentes.

Pero no sirve ya llorar por la leche derramada, porque el pasado no se puede corregir. Cuando las partes en conflicto están apoyadas por las grandes potencias, son éstas quienes debían ponerse de acuerdo antes que se produjera este desastre. Pero no lo hicieron, y eso no es para elogiar la cautela de Obama sino para criticar su inoperancia y desconocimiento sobre la cultura de Medio Oriente. Si es que sus planes no eran otros, como la preferencia de que fueran los sunitas quienes derrotaran a un gobierno alawita aliado con Irán. Sólo que esos rebeldes están infiltrados por Al-Qaeda, que es inmanejable.

En Medio Oriente gana el más fuerte, no quien tiene razón. Y para Occidente quien tiene razón no es el más fuerte sino quien respeta la diversidad y la coexistencia entre diferentes, algo que la realidad nos dice que no existe donde hay un islam sunita proporcionalmente dominante y otras sectas menores o religiones. Nunca las respetarán ni las tratarán como a iguales. Y saber esto obligaba a prevenir, ahora ya no se puede curar, como en Irak.

Nada peor que la ignorancia activa.

Claro que hay INTERESES en juego, Rusia e Irán tienen los suyos y Occidente también. Pero era una cuestión de humanidad y conciencia del propio valor y poder para implementar una política previsora y evitar el enfrentamiento. Entre esos factores determinantes figura por encima de todos ellos las armas letales que Siria acopió y que son un problema grave para la región. Pero debía usarse la diplomacia para acordar entre los grandes lo que impidiera la guerra civil, esa de la que tanto habla Obama y que nunca sirvió para nada.

Ahora es muy tarde y habrá que resignarse a que los rebeldes sunitas se hagan cargo de la Siria que quede en pie, aunque no está claro como será su futuro. Pero como se los dejó actuar por su cuenta, son ellos quienes determinarán el futuro de una Siria que seguirá en guerra hasta que una de las partes sea vencida, lo más probable es que sean los restos que queden del gobierno de Asad, quien se refugiará en algún país amigable, como hicieron tantos otros antes que él. Y que se divida en cantones donde cada grupo se gobierne de la manera que quiera.

Parece mentira, ¿es que la historia no enseña? No la antigua sino la reciente, como la del Sha de Irán, el Irak de Saddam y todas las "primaveras árabes" que están peor que antes.

¿Y las peligrosas armas de Assad, a dónde irán a parar?

ANA

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