domingo, 14 de julio de 2013

1149 - EGIPTO Y SU NUEVA OPORTUNIDAD

HERMANOS MUSULMANES EN LA ENCRUCIJADA

Por EGON FRIEDLER

Desde el punto de vista del Derecho Internacional no hay dudas acerca de la legitimidad del gobierno depuesto en Egipto por más que algunos comentaristas como Daniel Pipes consideren que han sido fraguadas.

Tanto el pueblo egipcio como el mundo las consideró legítimas. Por ello, lo que sucedió hace una semana fue técnicamente un golpe de Estado. Sin embargo, hay una serie de circunstancias que permiten ver esta indiscutible interrupción del proceso democrático, como algo parecido a la implementación de un referéndum popular no refrendado formalmente en las urnas, sino proclamado dramáticamente por los millones de egipcios movilizados en las calles de El Cairo y de otras ciudades egipcias.

Los acontecimientos en Egipto tienen una trascendencia histórica porque por primera vez definen una tendencia clara en los procesos turbulentos en Oriente Medio conocidos por la hoy desprestigiada fórmula «primavera árabe».

Entre la modernidad y la utopía teocrática que pretende imponer en el siglo XXI un estilo de vida del siglo VI, ha triunfado la primera. Internet ganó la pulseada con el Corán.

Las causas de esa gran derrota son evidentes. Mursi y los Hermanos Musulmanes apostaron a hacerse con todo el poder. Utilizaron la democracia para socavarla mediante el intento de imponer un cambio constitucional que crearía un sistema de gobierno autoritario.

Por lo demás, no pudieron equivocarse peor con las prioridades. En lugar de hacer frente a los acuciantes problemas económicos y sociales del país, trataron de imponer su visión reaccionaria de la moral y la organización social a toda la sociedad. Su indiferencia e ineficacia para hacer frente al grave deterioro de la economía, puso en evidencia su pérdida de sentido de la realidad y su inoperancia como equipo de gobierno. Por otra parte, no sólo ignoraron los derechos de las minorías sino que alentaron a la discriminación y la violencia.

Nadie puede estar seguro de cuál será el desarrollo de los acontecimientos en los próximos meses, pero sin duda el golpe del ejército, en apoyo a gigantescas movilizaciones populares, da una clara lección a las fuerzas islamistas en pugna por el poder en Oriente Medio, y en primer lugar al arrogante primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.

Su idea de la democracia como un tren para llegar al poder y del que es posible bajarse una vez alcanzado, ha demostrado ser incompatible con sociedades cada vez más impacientes y menos dispuestas a sufrir regímenes autoritarios insensibles a su bienestar y sus preocupaciones. Asimismo ha demostrado ser una pésima idea la de despreciar a la minoría, aún cuando ésta sea casi la mitad del país.

En una palabra, los pueblos se hartaron de ser eternamente manipulados por gobiernos autoritarios, tengan o no el aval de una elección que han ganado por razones coyunturales.

En Egipto, los Hermanos Musulmanes pretendieron contar con el apoyo de todos los votantes para imponer un regreso a un estilo de vida archi-conservador repudiado por los sectores juveniles y por las fuerzas más dinámicas de la economía. Sin embargo, fue notorio el hecho de que muchos de sus adversarios votaron por ellos sólo porque el otro contendiente con chances de ser electo era un general del equipo del depuesto presidente Mubarak, por lo cual optaron por lo que consideraron el mal menor.

De todos modos, quienes hereden el gobierno no van a tener una vida fácil. Egipto cuenta con un gran territorio, pero la mayor parte del mismo es desierto. Tiene una población de 84 millones de habitantes que alimentar y, con un déficit del 12% del PIB y la necesidad de subvencionar los alimentos esenciales, los herederos de Mursi tendrán que hacer frente a grandes dificultades.

Como para complicar más aún las cosas, Etiopía parece dispuesta a construir una represa en el Nilo que le quitaría a Egipto un considerable caudal de agua. Algunos analistas especularon incluso con la posibilidad de una guerra entre Egipto y Etiopía por este tema. Sin embargo, todo parece indicar que el ejército egipcio, que hasta ahora ha actuado con habilidad y prudencia, no va a lanzarse a una aventura semejante. Pero en Oriente Medio puede ser imprevisible.

Por ahora, lo único evidente es que el islam político ha sufrido una gran derrota. La gran lección egipcia es que no basta con creerse predestinado por Alá para gobernar con éxito. También hay que saber gobernar para el mundo de hoy, lo que significa, en primer lugar, comprender la complejísima realidad actual, mirar hacia el futuro y dejar de inspirarse en un pasado mítico carente de todo significado para el actual mundo globalizado.

Por ahora, todo parece indicar que los Hermanos Musulmanes no han aprendido ni quiere aprender la lección. Por una parte, hay un sector que cree que puede ganar la partida en una eventual guerra civil. Por otra, el movimiento se presenta al mundo como una inocente víctima de un alevoso golpe contra la democracia.

Ver la página web de los Hermanos Musulmanes es encontrarse con una letanía interminable de quejas contra los violadores de la legitimidad institucional.

Pero juzgando el pasado de la organización y su interés en seguir siendo un factor decisivo en la vida política egipcia, lo más probable es que terminen por adoptar una línea pragmática y apuesten a ser reconocidos como un partido con plenos derechos a participar en las elecciones parlamentarias propuestas por el gobierno de transición de Adli Manssur.

Su problema sigue siendo ideológico: tienen a Dios en el bolsillo, lo que significa que son los dueños de una verdad absoluta y divina.

Renunciar a esa verdad sería renunciar a su identidad y su razón de ser.

FUENTE: ISRAELENLINEA-FRIEDLER-EGIPTO-14/07/13

http://www.israelenlinea.com/magazine-de-semana/articulos/oriente-medio/8778-hermanos-musulmanes-en-la-encrucijada.html

REFLEXIÓN:

En Egipto está pasando algo muy importante, el pueblo ha decidido a costa de su propia vida, rebelarse. Sus reclamos es que sus gobiernos los lleve hacia el futuro y no hacia el pasado.

Y es probable que un pueblo que se moviliza de esta manera no se detenga allí, también querrán eficiencia y honestidad. Cuando la gente sale a la calle y arriesga todo es porque ya no tiene demasiado que perder. Lo único que aún conserva es el derecho a expresar su descontento y exigir de sus políticos lo que todavía les deben: libertad y un futuro mejor.

A veces no hay más remedio que protestar abiertamente para ser escuchados. Egipto es un país muy importante, ojalá que éste sea el toque de alerta que todo Medio Oriente necesita para que los gobiernos gobiernen para todos, de cualquier religión, etnia o toda diferencia que actualmente separa a su población.

Es posible que lo que está pasando en Egipto sea el ejemplo que otros países necesitan para que las instituciones cumplan con los objetivos para las que fueron creadas y no estén al servicio del poder de turno.

ANA

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