miércoles, 31 de diciembre de 2014

1426 - RECIBIENDO AL AÑO 2015




LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD

Nacemos libres, somos -como vulgarmente se dice- una hoja en blanco, pero naturalmente luchamos desde el primer instante por intentar hacer lo que queremos y gratificarnos, comer y dormir, pero nada está completo si no recibimos la caricia amorosa, los brazos que nos dan el calor imprescindible en el alma.

Una vez leí una historia que me hizo llorar. Un bebé abandonado fue enviado a un hogar donde recogían a niños en su condición. Lo alimentaban y cuidaban pero la salud del bebé se deterioraba cada día hasta que los médicos diagnosticaron que era irrecuperable, que iba a morir esa noche.

Las "damas de rosa" -así se las llama- decidieron que si iba a morir, no podía hacerlo en soledad, y acordaron que se turnarían toda la noche entre varias para tenerlo en brazos hasta su partida.

Parecía que ese era el final de su historia, pero no fue así. Día a día su salud mejoró hasta que se restableció. Era un ser especial que necesitaba algo más que comida para sobrevivir.

Creo que la libertad es al hombre como el amor era para ese bebé. ¿Cuántos mueren porque no pueden sobrevivir sin libertad?

Más, creo que una vida sin libertad no vale la pena. Sin embargo, nos educan para que aceptemos que nuestra libertad depende de la voluntad, designio y enseñanzas de "otros". No nos hacen mejores, nos hacen más dóciles y los mandatos que debemos obedecer no siempre son buenos y se va forjando nuestra personalidad desde el instante en que empezamos a ser verdaderamente personas. Ya no pensamos por nosotros mismos, nuestro pensamiento ya no es libre, ya no podemos elegir, han empezado a domesticarnos según el lugar, la cultura o la religión de quienes nos cuidan, nos aman y, también, nos esclavizan según lo que ellos creen es bueno para nosotros.

Para este 2015, deseo que seamos capaces de cuestionar todo lo que nos han enseñado sin que nos hayan pedido permiso. Que podamos volver a ser esa "hoja en blanco" y que la llenemos con pensamientos propios, que seamos capaces de ver la realidad tal como es, sin mandatos de nadie, que abramos bien los ojos y aprendamos de los mejores, de los que con su ejemplo nos guían hacia una vida más rica, más generosa, más productiva.

Nada se compara cuando la natural gratificación personal es un bien compartido con el resto de nuestros hermanos, la humanidad toda. Nada.

La esclavitud del pensamiento es la peor de las compañías aunque estemos acompañados por millones. Porque ese pensamiento de millones, enseñado, se enfrenta a otro también de millones, pero ninguno ha podido elegir en libertad.

Seamos capaces de ser libres, de elegir cada día, cada instante, qué es lo mejor para todos. No todos somos iguales, no por cómo lucimos, no por lo que sabemos, sino por lo que pensamos. Pensar libremente no debería ser un esfuerzo tan grande si no tuviéramos que desprendernos de todo lo malo aprendido.

Finalmente, pensar en libertad es descubrir, cada día, la maravilla de la vida cuando uno puede vivir en armonía con el resto de los seres humanos que hacen de su libertad una consigna para defender la libertad de los otros.

Si, creo que la libertad es la llave de la felicidad, aprenderíamos que si respetamos al otro y el otro nos respeta, no habría enfrentamientos inventados que nos separaran.

Parece difícil pero puede enseñarse en el hogar, en las escuelas, sólo es imprescindible darle a la libertad el valor que tiene y del que, a mi juicio, dependen todos los demás.

Seamos libres y ayudemos al "otro" a ser tan libre como nosotros. De eso debería tratarse toda la educación que recibimos para ser mejores personas y vivir en un mundo mucho mejor que el que hemos recibido.

¡Feliz 2015!

ANA

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