martes, 1 de julio de 2008

120 - ISLAM E ISLAMISMO


El enemigo tiene nombre

por Daniel Pipes


Si se desconoce cómo se llama el enemigo, ¿cómo se puede derrotarlo? Igual que un médico tiene que identificar la enfermedad antes de curar al paciente, un estratega también tiene que identificar al enemigo antes de ganar una guerra. Aún así los occidentales han demostrado ser reticentes a identificar al enemigo en el conflicto que el gobierno de los Estados Unidos llama diversa (y eufemísticamente) "
la guerra global contra el terror," "la larga guerra," "la guerra global contra el extremismo violento," o incluso "la guerra global por la seguridad y el progreso."

Esta timidez se traduce en una incapacidad a la hora de definir los objetivos de la guerra. Dos circulares oficiales norteamericanas de alto nivel de finales de 2001 tipifican las vagas e ineficaces declaraciones difundidas por los gobiernos occidentales. El Secretario de Defensa
Donald Rumsfeld definía la victoria como establecer "un entorno en el que podamos ejercer realmente y vivir [nuestras] libertades." En contraste, George W. Bush anunciaba un objetivo más definido, "la derrota de la red global del terror" -- cualquiera que pueda ser esa red sin definir.

"Derrotar al terrorismo" ha seguido siendo en la práctica el objetivo básico de la guerra. Por implicación, los terroristas son el enemigo y el contraterrorismo es la principal respuesta.

Pero los observadores han concluido en cantidades cada vez mayores que el terrorismo es simplemente una táctica, no un enemigo.
Bush admitía oficiosamente esto a mediados de 2004, reconociendo que "En realidad nos equivocamos al poner el nombre de guerra contra el terror." En su lugar, él llamaba a la guerra "una lucha contra extremistas ideológicos que no creen en sociedades libres y que resultan utilizar el terror como arma para intentar agitar la consciencia del mundo libre."

Un año más tarde, tras los atentados del transporte público de Londres del 7 de julio, el primer ministro británico
Tony Blair animaba el debate hablando del enemigo como "una ideología religiosa, una variante dentro de la religión mundial del Islam." Poco después, Bush en persona utilizaba los términos "radicalismo islámico," "jihadismo militante," e "islamofascismo." Pero estas palabras suscitaron gran cantidad de críticas y se echó atrás.

Hacia mediados del 2007, Bush había vuelto a hablar acerca de "la gran lucha contra el extremismo que ahora se extiende por Oriente Medio en general." Ahí es donde están las cosas ahora, con l
as agencias del gobierno de los Estados Unidos siendo advertidas de referirse al enemigo en términos tan difusos como "culto a la muerte," "de tintes sectarios," "culto sectario," o "sectarios violentos."

En la práctica, ese enemigo tiene un nombre exacto y conciso: islamismo, una versión utópica radical del islam. Los islamistas, fieles de esta ideología extendida, totalitaria y muy bien financiada, están intentando crear un orden islámico global que aplique de manera integral la ley islámica (la shari‘a).


Definido de esta manera, la respuesta necesaria queda en evidencia. Tiene dos vertientes: derrotar al islamismo y ayudar a los musulmanes a desarrollar una forma alternativa del islam. No es casualidad que este enfoque sea paralelo a grandes rasgos con lo que las potencias Aliadas lograron frente a los dos movimientos utópicos anteriores, el fascismo y el comunismo.

En primer lugar está el engorro de derrotar a un enemigo ideológico. Al igual que en 1945 y 1991, el objetivo tiene que ser marginar y debilitar a un movimiento ideológico coherente y agresivo, de manera que ya no atraiga seguidores ni plantee una amenaza con potencial para agitar el mundo. La Segunda Guerra Mundial, ganada con sangre, acero y bombas atómicas, ofrece un modelo de victoria. La Guerra Fría, con su disuasión, su complejidad y su colapso casi pacífico, ofrece otro muy distinto.

La victoria contra el islamismo, presumiblemente, hará uso de estos dos legados en una variante novel de guerra convencional, contraterrorismo, contrapropaganda y muchas otras estrategias. Por una parte, el esfuerzo bélico condujo al derrocamiento del gobierno Talibán en Afganistán; por otro, exige contrarrestar a los islamistas legalistas que trabajan legítimamente en los escenarios educativo, religioso, mediático, legal y político.

El segundo objetivo implica ayudar a los musulmanes a oponerse a los objetivos islamistas y quiere ofrecer una alternativa a la virulencia del islamismo reconciliando el islam con lo mejor de las costumbres modernas. Pero tales musulmanes son débiles, no siendo sino particulares dispersos que apenas han empezado la difícil labor de investigar, comunicar, organizar, financiar y movilizarse.

Para hacer todo esto más rápida y eficazmente, estos moderados necesitan el estímulo y el patrocinio no musulmán. Al margen de lo poco impresionantes que puedan ser actualmente, los moderados, con el apoyo occidental, tienen el potencial por sí solos de modernizar el islam, y poner fin por tanto a la amenaza del islamismo.

Considerando todos los factores, el islamismo plantea dos desafíos principales a los occidentales: hablar de manera franca, y poner las miras en la victoria. Ninguno de los dos surge de pronto del hombre moderno, que tiende a preferir la corrección política y la resolución de conflictos y hasta el
apaciguamiento. Pero una vez que estos obstáculos son superados, la debilidad del objetivo del enemigo islamista en términos de arsenal, economía y recursos significa que puede ser derrotado puntualmente.

http://es.danielpipes.org/article/5719


COMENTARIO:

Tal como lo explica el Dr. Pipes, costó encontrar la forma de designar al enemigo que realiza ataques terroristas en nombre del islam. Haberlo logrado sirve para definirlo y también para identificarlo e identificándolo se pueden encontrar las formas de combatirlo. Creo que es un texto objetivo, separa a los que están en capacidad hoy de imponer su fanatismo sobre los que seguramente no lo comparten dentro del islam, que también son sus víctimas, y propone ayudarlos como una forma más para vencer al terrorismo que azota a toda la humanidad. Me parece que este artículo aboga en contra de la islamofobia, una consecuencia que debemos reconocer sin culpas y sin vergüenza, porque si bien es comprensible también es injusta. Estoy segura que millones de creyentes musulmanes no son fanáticos terroristas, sólo que no los podemos ver y lo que vemos nos asusta. El objetivo de aterrorizarnos ha tenido éxito y es lógico que generalicemos cuando no podemos escuchar a las millones de voces que no pueden expresarse por un islam que seguramente tiene en sus escrituras lo que es compatible con un mundo moderno, defensor de los derechos humanos. No será fácil combatir a los extremistas, nunca lo ha sido, pero si otras religiones lo han logrado, aunque también subsistan algunos fundamentalistas dentro de ellas, el islam también podrá separar lo negativo que contiene y que ha sido superado por el tiempo. Y debemos hacerlo no sólo por nosotros mismos sino también por ellos, quienes seguramente nos están esperando.


4 comentarios:

  1. Ana, si fueran muchas voces no tendrían miedo de enfrentarse a los fundamentalistas, pero me temo que los que se pueden considerar moderados, actúan tirando la piedra y escondiendo la mano, pero en el fondo no desean cambiar nada, este es el caso de Tariq Ramadan, como el si que hay miles de moderados, es decir hasta donde les permite el Corán, primero ante todo es obedecer y servir Alá.

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  2. Gracias Mónmar por dejar tu comentario, que tiene mucho peso para mi.

    Coincido con vos, lo que decís es cierto, hoy. Leí sobre lo de Turquía que es muy inquietante, otra vez han vuelto a la carga cuando parecía que era posible que pudieran seguir teniendo una democracia laica, creo que eso les impedirá definitivamente su ingreso a la UE. Pero inevitablemente tenemos que considerar algunos aspectos que son muy importantes. Un pueblo puede liberarse más fácilmente de sus cadenas cuando su ideología es solamente política, en ese caso también lleva tiempo aunque sean muchos los que se opongan, pero en política finalmente la razón se impone por sobre la fuerza. Cuando se trata de religión y creencias, con una doctrina escrita hace muchísimo tiempo e interpretada hoy por fanáticos que se imponen dentro del corazón de sus fieles y lo sojuzgan, además, por la fuerza, es difícil saber con certeza qué piensan realmente y cuánto pueden evolucionar. Me resulta muy difícil entender que alguien acepte voluntariamente el padecimiento de las crueles penalidades de la sharía. Yo no sé nada de religiones, pero como las más importantes escribieron su doctrina hace muchísimo tiempo deduzco que todas deben tener algo de brutal, propio de otra época: el deicidio que se achacó a los judíos con la consiguiente judeofobia; la Inquisición, una vergüenza que no se puede olvidar... no puedo citarte mucho más que eso. Yo no espero que una modernización del islam sea algo que se producirá a corto plazo, creo lo contrario, pero estoy convencida que se producirá algún día. De verdad lo creo porque tengo la convicción que nadie puede elegir ser esclavo ni sumiso, ni siquiera a lo que se esgrime como palabra de dios. Me canso de decir que dios no escribe, los hombres escriben. Y los hombres deben entender a la razón y sentir amor y compasión por el prójimo, no pueden permitirse la crueldad, menos en nombre de algún dios.

    Seguramente hay algo dentro del islam (aunque su significado sea sumisión) que le permita elegir y no obligarse ni obligar. Y si tengo que decirte por qué estoy tan convencida es porque creo que la vida no tiene sentido sin libertad, puede ser que los que tienen esta creencia no lo entiendan así por mucho tiempo, pero los que sí lo creemos sabremos no sólo defendernos sino combatirlos cuando nos atacan, en favor de la humanidad toda. Y de esto se trata, saber defenderse y ayudarlos a liberarse. Aunque no sé cuantos son los que nos necesitan, estoy muy convencida que debe haber muchísimos en una población tan inmensa, es cuestión de tiempo. Lo que no se puede permitir es que nos invadan, esto debe ser aprendido y entendido por los más desinformados. Tampoco debemos imponerles nada a ellos, porque creo que se han cometido los más graves crímenes en el nombre de alguna religión que también puede tener picos de fundamentalismo activo.

    Afectuosos saludos.

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  3. Totalmente de acuerdo con Monmar, los moderados no lo son tanto cuando callan ante las ignominias y ofensas, cuando no terrorismo, de sus correligionarios. Es fácil callar y ampararse en el parapeto de los terroristas, para luego decir, con la boca chica, eso si, nosotros somos demócratas. Mentira falaz.
    Saludos Ana

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  4. Hola Iojanan:

    Es cierto, lo más fácil es callarse y decir nosotros somos demócratas; es muy difícil ser y comportarse libremente cuando la amenaza de muerte es tan real. Algunos han pagado con su vida, otros pudieron salvarse huyendo, pero seguramente debe haber muchos que no tienen escape y deben callarse, lo que no sabemos es cuantos son. Creo que esta situación no puede ignorarse, son "dictaduras" religiosas, tanto o más peligrosas porque sus ejércitos son invisibles y muy eficientes. Más de una vez me pregunto cómo es posible que los líderes religiosos no se pronuncien abiertamente en contra de ese fanatismo, creo que son los verdaderamente responsables de que no haya un polo de refugio para los no violentos.

    Saludos afectuosos.

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