THE LIBERAL-ISLAMIST ALLIANCE (ESPAÑOL)
LA ALIANZA LIBERAL-ISLAMISTA
Por DANIEL GREENFIELD
(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)
El debate sobre la mezquita de la Zona Cero es sólo la última de una larga serie de incidentes donde los liberales han elegido ponerse del lado de los islamistas, mientras le niegan a sus víctimas ser escuchadas con imparcialidad o no serlo en absoluto. Los opositores de la mezquita han sido retratados como "extremistas islamofóbicos" que representan nada más que fanatismo y odio. Esta es la misma forma en que la elite cultural liberal ha cargado en el "Extremismo Sionista" una culpa de más de mil años de persecución musulmana a los judíos. Mientras que un Corán en malas condiciones se convierte en una historia de portada, la continua persecución de hindúes, zoroastrianos y cristianos en países musulmanes es sólo una nota de pie de página en el informe de derechos humanos del Departamento de Estado.
Este desagradable sesgo es el producto de una alianza política entre liberales e islamistas. Y el costo de esta alianza puede ser el mundo tal como lo conocemos. Esta alianza es la razón del por qué Estados Unidos y Europa atacaron a Yugoslavia a favor de un grupo de separatistas musulmanes en nombre de un genocidio inexistente, mientras se negaban a tomar acción alguna contra el muy verdadero y horrible genocidio musulmán sudanés de los africanos. Por eso es que se ataca a Israel constantemente con una propaganda de odio por parte de la misma izquierda que defendió la soberanía de Saddam en Irak. Los mismos medios de propaganda que defienden a la flotilla favoreciendo al gobierno de Hamás en Gaza, no tienen casi ningún interés en las salas de violación de Saddam, su limpieza étnica de los Marsh árabes, (árabes de los pantanos) o su uso de armas químicas contra los kurdos. Mientras que los medios norteamericanos se enloquecen para que una empleada de Disney ejerza el derecho a usar la hijab o algún otro trivial uso de la ley como arma de guerra islámica (lawfare), casi ningún periódico fuera de "Der Spiegel" ha cubierto las acusaciones de que Turquía puede que esté usando armas químicas contra los kurdos.
Esto es peor que una simple parcialidad. Esto equivale a ignorar el asesinato en masa y el genocidio porque no es conveniente. Esto significa que Estados Unidos entró en una guerra a favor de una organización terrorista musulmana basándose en una mentira ampliamente promovida por los medios de comunicación, que se negaron a pedir una intervención armada en los genocidios reales que tienen lugar en África. Los medios han demonizado con entusiasmo a todos los grupos étnicos y religiosos, debido a la hostilidad islámica hacia esos grupos. La persecución y los ataques de hoy a los judíos de Europa, deben encuadrarse dentro de la etiqueta desfavorable de los medios que se han puesto con energía del lado musulmán y han promovido su odio hacia un grupo minoritario en Europa y en Medio Oriente.
Las excusas hacen agua por todos los costados. En nombre de la lucha contra el racismo los medios han sido racistas sin disculpa alguna. En nombre de la tolerancia han sido perversamente intolerantes. En nombre de impedir la persecución ha hecho la vista gorda a la limpieza étnica y genocidio realizados por los musulmanes, mientras provoca y perpetúa los conflictos separatistas musulmanes en Asia, Europa y Medio Oriente. Engañando a la opinión pública estadounidense con una guerra a favor de un grupo separatista con pretextos falsos. Estos son crímenes. Más que eso, estas son acciones de fanáticos cuyos prejuicios son rígidos y fijos, y que como los nazis, usan una ideología política como fundamento para valorar a algunas vidas menos que a otras, basados en criterios étnicos y religiosos.
Pero la pregunta es por qué. ¿Qué hay de atractivo en los islamistas y su ideología que la izquierda está dispuesta a ir hasta tales horribles extremos para defender su causa? La respuesta puede estar en el punto de vista liberal que considera a la religión como una herramienta de cambio social. La teología detrás de esto está bajo varios nombres de diferentes denominaciones y religiones, desde la Teología de la Liberación, a Justicia Profética o a Tikkun Olam, el común denominador es que ellos secuestran a la religión para que sirva como un vehículo para la justicia social. De hecho, el propio Partido Comunista nació de la Liga de los Justos, una organización cristiana. El común denominador es que la religión se reduce a la letra de La Internacional, su único mandato es elevar el ánimo de los "oprimidos" y marcar el comienzo de una era utópica de igualdad de las masas y hermandad.
Visto desde ese ángulo, no es de extrañar por qué la agenda islamista atrajera a los liberales. Después de todo, la religión también se utiliza como una herramienta de cambio social. Los grupos islamistas son revolucionarios, quieren derribar el orden existente con el fin de construir una sociedad perfecta como se la define en la ley de la Sharia. Ellos operan centros de servicios sociales para sus seguidores y dicen que están luchando por la justicia. Pero lo que los liberales fallan en entender es que, mientras para ellos la religión es un medio, para los islamistas la religión es un fin. Tanto los liberales como los islamistas equiparan la religión con la justicia social. Pero para los liberales, la justicia social equivale a la religión, para los islamistas la religión equivale a la justicia social. Mientras los liberales hablan de religión con el fin de lograr lo que ellos creen que es una sociedad mejor, los islamistas hablan de una sociedad mejor con el fin de imponer su religión a todos los musulmanes y no musulmanes por igual. Si los liberales fueran capaces de entender esto, podrían despertar con el tiempo suficiente como para darse cuenta del acuerdo "con el diablo" que han hecho.
La paradoja de los campeones de la igualdad al aliarse con un culto religioso que pretende imponer la desigualdad de los derechos sobre todos parece absurdo. Sin embargo, esto no es nada nuevo para los liberales, que con frecuencia se han aliado con grupos de liberación de limitado interés como las Panteras Negras o La Raza, que no creen en la igualdad universal, sino que se alimentaron exclusivamente a través de la ira racial o sectaria. La mayoría ha olvidado los orígenes racistas del socialismo, ya se tratara de Jack London al proclamar: "Yo soy un hombre blanco en primer lugar, y sólo entonces un socialista", el despreciativo Marx en "los vagos mexicanos" o Woodrow Wilson y FDR promoviendo la segregación. Los socialistas con frecuencia complacían al racismo, tanto en EE.UU. como en Europa, con el fin de ganar el apoyo de la clase obrera y de la base rural. Luego desecharon esa base por otros, mientras que aún empleaban tácticas racistas.
Durante el transcurso de una generación, los demócratas pasaron de proteger a agitadores racistas blancos a proteger a agitadores racistas negros. No había mucha diferencia para ellos. Habían llegado a pensar de la gente como grupos que podían manipular como si fueran bloques de construcción para las coaliciones políticas. Los socialistas también pasaron de argumentar que se necesitaba urgentemente la solidaridad de la clase obrera para evitar que las minorías raciales y étnicas tomaran los puestos de trabajo de los trabajadores blancos, para defender la guerra racial. Las diferencias no eran tanto filosóficas, como tácticas. De la misma manera, los comunistas rusos estaban a favor de los derechos de las minorías antes de que tomaran el poder, pero se transformaron en nacionalistas rusos una vez que lo obtuvieron y necesitaron consolidar su control del imperio.
Como escribí la semana pasada en Por qué la izquierda odia la democracia (Why the Left Hates Democracy), cuando los liberales hablan de igualdad, ellos se refieren a "La Igualdad Real", no a "La Igualdad Jurídica". Eso significa que la igualdad constitucional o un estado de cosas en la que todos tienen los mismos derechos bajo la ley, no es lo que buscan. Su objetivo es "Igualdad Real", un estado de cosas en el que ellos derrocan todas las estructuras de poder existentes, a fin de construir una sociedad donde ya nadie tiene ventajas con respecto a cualquier otra persona. Así que, naturalmente, los argumentos que indican que el islam es discriminatorio tienen un impacto mínimo. Después de todo, Cuba tiene discriminación racial.
Eso no impidió que los liberales acudieran a besar el anillo de Fidel, no más que las limpiezas étnicas de la URSS impidieron que los socialistas de su tiempo hicieran lo mismo.
Los liberales no se preocupan por el trato que el islam da a las mujeres o a los homosexuales. La descripción de Eldridge Cleaver de sus violaciones seriales como un "acto insurreccional", no disuadió a los liberales de hablar con entusiasmo de los Panteras Negras. La Nación no despidió a Eric Alterman por sus comentarios homófobos. Para los liberales, estas, como todas las demás minorías, son simplemente elementos básicos para su coalición política. No son gente, son elementos de construcción. Ellos todavía piensan de los musulmanes de la misma forma. Y la manera islamista les parece que coincide con su propia agenda de justicia social.
Unir fuerzas con los islamistas ayuda a construir un nuevo consenso de la izquierda en occidente y las revoluciones islámicas en todo Medio Oriente, que derrocarán a los viejos regímenes monárquicos y militares asociados con occidente. De todos modos así es como lo ve la izquierda. Y el creciente poder de los demócratas liberales en el Reino Unido y el ascenso al poder en Estados Unidos de Barack Hussein Obama parecen ser testimonios del poder de la Alianza Liberal-Islamista. El antisemitismo ayuda a sellar el acuerdo y silencia los gritos de dolor de sus primeras víctimas. Lanzar insultos a las tropas les da a los Furiosos Muchachos Musulmanes (Muslim Rage Boys) y a las Furiosas Chicas de la Izquierda algo en común además de sus Keffiyahs.
Un enemigo común para una alianza temporaria.
Tanto liberales como islamistas creen en una revisión obligatoria de la sociedad de arriba a abajo, pero difieren en los detalles y en la cuestión de la autoridad final. Y las colaboraciones anteriores entre ellos en Medio Oriente invariablemente terminaron con los izquierdistas en las celdas de las prisiones y con los mullahs en el trono. La traición liberal al Primer Mundo terminará de la misma manera, según el suficiente tiempo y la libertad de acción que se le dé. Los islamistas alimentan al radicalismo de izquierda y viceversa, pero tal vandalismo político y cultural finalmente se da contra la pared cuando ambas partes han acumulado el poder suficiente como para no necesitar más del otro.
Los socialistas europeos consideran que la inmigración islámica les permitirá el reacomodamiento de sus países de la forma en que lo desean, pero en la realidad ellos descubrirán que la inmigración islámica significa que sus aliados islamistas tienen una base, y que tienen dhimmis y víctimas de violación. Los izquierdistas israelíes piensan que el terrorismo va a llevar al desmantelamiento de Israel en favor de una solución de un estado, tienen razón en eso, pero su papel en ese estado será el mismo que el de los judíos en Irán, y las minorías simbólicas que cualquier régimen genocida muestra es para probar que realmente no es tan monstruoso como sugieren sus acciones. Los liberales estadounidenses piensan que el islam es su última cuña contra el establishment y los derechos y libertades de los estadounidenses comunes, están en lo cierto, pero lo que no han considerado es que cuando se asiente el polvo, ellos estarán firmemente en el fondo.
La alianza liberal-islamista es la sentencia de muerte del mundo libre, una alianza entre una quinta columna y los bárbaros en la entrada.
FUENTE: SULTAN KNISH-ALIANZA-29/08/10
COMENTARIO:
Este artículo nos da una explicación para algo que el hombre común no puede entender y mucho menos el que está más informado. ¿Cómo es posible que la izquierda política pueda asociarse en algún momento de la historia con quienes representan exactamente lo contrario? Creo que lo que más los diferencia es el carácter totalitario y dominante del islamismo que jamás podrá entenderse con ella. No es la primera vez que ocurre, existieron y aún existen dictadores o aspirantes a serlo, que se creen iluminados, capaces de manipular a las masas como si sólo ellos tuvieran la llave que las conducirá a una sociedad más justa e igualitaria y que son apoyados por intelectuales de izquierda de renombre.
Pero la historia enseña, o debería enseñar cuál será el final que les espera; los intelectuales explican y razonan, los dictadores ordenan y acallan todas las voces, esto lo vemos permanentemente.
Pero también vemos que muchos defienden a los prepotentes porque en realidad están defendiendo sus propios derechos, los derechos de los que no lo son, y allí está la falla, porque no son lo mismo. Es decir, los derechos de unos terminan donde comienzan los de los demás, cuando no hay este entendimiento entre diferentes no es posible aceptar a quienes cruzan esa línea que los separa. Y tampoco deberían ser defendidos.
Y la izquierda cree que cuando consiga sus propósitos ninguno la cruzará. Creo que la izquierda de hoy -como nunca antes- ha perdido la chaveta y deberá dar explicaciones a la historia por asociarse con los fanáticos, por no contribuir a polarizar a este mundo entre bárbaros y civilizados, por no defender los derechos de las mujeres en países donde el maltrato es innegable, por no ayudar a evitar enfrentamientos evitables...
Un error imperdonable.
ANA