RELIGIONES: FUENTE Y CORAZA DE LAS CULTURAS
Si aceptáramos que hay un Dios universal que nos protege a todos pero que se relaciona con nosotros de maneras distintas, según cada religión, no habría guerras. La religión no sería utilizada como una excusa para los enfrentamientos que se suceden desde siempre con el propósito de dominar a otros fundamentalmente por motivos económicos, utilizando a quienes sienten que tienen la obligación de divulgar su fe porque creen que es la verdadera mientras que, al hacerlo, coadyuvan al cambio de costumbres y culturas.
Esto ocurrió y sigue ocurriendo con casi todas, hacer adeptos es un mandato para los religiosos que son útiles a quienes persiguen el objetivo de bajar las defensas de otras culturas desde el corazón y la fe. Y parece que esto no tiene remedio porque las religiones han desarrollado culturas, que es lo que verdaderamente nos diferencia por encima de cualquier otra cosa.
Sin embargo, dentro de una misma religión y cultura también se intenta dominar al otro, al diferente y más débil. Esto es lo que está ocurriendo en Siria. El pueblo es musulmán pero de sectas diferentes: chiíes, alawíes y suníes.
En Siria el gobierno es alawí, aceptado como una rama del chiísmo y hasta ahora dominó a un país de mayoría suní. La "primavera siria" no tuvo en principio una connotación sectaria, todos pedían pacíficamente más democracia y libertad, inclusive los kurdos.
Pero los gobiernos árabes se caracterizan por ser dictaduras familiares y/o tribales que se reparten el poder y los beneficios económicos manteniendo a la ciudadanía en otro estadio del que no pueden salir. Por eso se aplastó la rebelión, para no perder sus privilegios. Los sirios no son los únicos, lo mismo ocurre en Egipto, Arabia Saudita y otros países, con distintos grados de dureza.
¿Qué los diferencia?
Los países donde gobiernan los suníes, que son la mayoría, tienen buenas relaciones con países occidentales a quienes proveen de sus bienes, petróleo y gas, en particular, y que los sostienen. Son socios, aunque tengan diferentes religiones y culturas. Pero son dictaduras, en ellos la democracia es sólo una palabra.
Los países donde gobiernan los chiíes también tienen buenos negocios con Occidente pero pretenden tener un sesgo "socialista" y tienen mejores relaciones con Rusia y China, bajo cuyo paraguas enfrentan a Occidente. Es lo que pasa con Irán y Siria. Por eso no se soluciona la guerra ya civil y sectaria de Siria.
La invasión de Irak para "democratizarlo" sólo consiguió que ahora un presidente chií, en funciones, lo esté volcando hacia el eje Siria-Irán, hacia allí se está dirigiendo.
Se puede decir cómo se alinean los gobiernos de la región, Irán-Siria tienen fuerte influencia en Líbano y Gaza, Rusia los ampara, por sus negocios, para que no se repita la historia reciente de Libia y para tener una conexión con el Mediterráneo, que no tenía sin su asociación con Siria-Irán y que no está dispuesto a perder.
Entonces, no son sólo las sectas o religiones las que motorizan a estos gobiernos, también la política y la posibilidad de tener impunidad a la sombra del enfrentamiento entre Oriente y Occidente.
¿Qué pasará en Egipto?
Mubarak cayó pero el poder de los militares se mantiene. No alcanza la influencia de los Hermanos Musulmanes en la población para quitarles las posiciones políticas y económicas que cimentaron durante tantos años. Allí siguen las manifestaciones del mismo modo que seguirán en Siria, pero su dependencia económica y militar de Estados Unidos hace que la represión no sea tan virulenta como en Siria, ésta al amparo de China y Rusia.
Sin embargo, esa represión -que no tiene límites- está obligando a sus protectores a buscar algún medio de detenerla recurriendo a la influencia que Irán ejerce sobre Assad, a quien ha estado ayudando con armas mientras que la oposición siria, aún sin ese apoyo directo sigue resistiendo, aunque no alcanza para impedir que sea masacrada.
Los países occidentales no creen que el aporte de Irán pueda ser útil para detener la violencia "porque es parte del problema y no de la solución", según dicen.
Occidente no ignora nada de todo esto, lo sabe bien, quien parece que no estaba enterado fue Obama que intentó por todos los medios atraer a Siria, sacándolo del Eje Irán, Corea del Norte y sus protegidos en Gaza y Líbano. Hasta antes de esta masacre lo consideró un posible socio para pacificar Medio Oriente.
En otras palabras, su idea de un Medio Oriente pacífico y democrático no tuvo en cuenta el subyacente y permanente desencuentro de culturas entre Oriente y Occidente, sus costumbres e ideologías.
Obama arrulló a los árabes aunque no lo suficiente como para que Arabia Saudita y los países del Golfo dejaran de exigirle que actuara contra la carrera nuclear armamentista de Irán; también lo hizo con Egipto en la era Mubarak, pero lo dejó caer cuando lo sensato hubiera sido colaborar para que el proceso fuera menos traumático y peligroso. Criticó a África como si Occidente no tuviera nada que ver con el sostenimiento de sus dictadores; apañó a la Autoridad Palestina pero tampoco lo suficiente como para tener un franco enfrentamiento con Israel, que no va a permitir otro Gaza en sus acuerdos. Y Obama no actuó solo, tiene muchos asesores que todavía no han entendido lo más importante de todo.
Religión y política, poder y sometimiento, dictaduras y democracias, derechos humanos para todos. Estos son elementos que han hecho lo que Occidente es hoy, y por el que pagó un alto precio, luchas, conquistas, colonización y arrepentimiento.
Pero está a la vista la diferencia: Oriente y Occidente son paralelas y no se tocan.
Pero está a la vista la diferencia: Oriente y Occidente son paralelas y no se tocan.
Israel, un país occidentalizado, es el ejemplo al que los países de Medio Oriente deberían mirar, porque los que quieren tener la oportunidad de una vida mejor no van a Egipto, ni a ninguno de los grandes países que podría albergarlos. Van a Israel, y esto se ha convertido en un problema mayúsculo que exige una solución a corto plazo.
Algunos árabes musulmanes lo saben, también los africanos, un Israel independiente, fuerte y seguro los atrae y, arriesgando sus vidas, huyen hacia él.
El resto parece no darse cuenta que el problema de Medio Oriente no depende de que Israel ceda su seguridad y derechos adquiridos en guerras que no comenzó. No quieren entender que el problema que están sufriendo en sus propios países es el que padecería Israel si se debilitara, amenazado por fanáticos que claman por su destrucción.
El problema es político y cultural, pero es con la religión con la que se embate y son los pueblos los que se apoyan en ella en esta larga lucha entre civilización y barbarie. Israel lo sabe desde siempre, ya lo aprendió en carne propia, lo enseña y espera alerta hasta que el mundo entero lo acompañe.
E impedirá que en el futuro nadie deba volver a arrepentirse.
ANA
VIDEO: Obama accelerates preparations for limited air strike, no-fly zones in Syria - 10/06/12
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