martes, 8 de febrero de 2011

779 - PARA ENTENDER A ISRAEL


ISRAEL AND ARAB DEMOCRACY (ESPAÑOL)

ISRAEL Y LA DEMOCRACIA ÁRABE

Por CAROLINE B. GLICK


EGIPTO-MANIFESTACIÓN-EL OBSERVADOR GLOBAL


(TRADUCIDO POR ANA)

Ya sean demócratas o autócratas, nosotros tenemos la certeza que ellos continuarán odiándonos.

Durante la semana pasada, Israel ha sido criticado por no haber apoyado lo suficiente el cambio democrático en Egipto. Mientras el Primer Ministro Binyamin Netanyahu fue cuidadoso alabando la causa de la democracia, también advertía contra los peligros de una toma del poder islámico en el Estado árabe más poblado; muchos israelíes no han sido tan diplomáticos.

Para entender por qué, es necesario hacer un pequeño recorrido del mundo árabe.

En medio de la revolución de Túnez del mes pasado, la Agencia Judía se movilizó para evacuar a los miembros de la comunidad judía del país que desearan partir. Hasta el fin del régimen colonial francés en 1956, la comunidad judía de Túnez tenía 100.000 miembros. Pero como todas las comunidades judías del mundo árabe, el advenimiento del nacionalismo árabe a mitad del siglo XX obligó a la inmensa mayoría de los judíos de Túnez a salir del país. Hoy en día, teniendo entre 1.500 y 3.000 miembros, la pequeña comunidad judía de Túnez es una de las más grandes del mundo árabe.

Hasta ahora, seis familias se han ido a Israel. Puede que muchas más las sigan. Hace dos semanas, Daniel Cohen, de la comunidad judía de Túnez le dijo a Haaretz: "Si la situación continúa como hasta ahora, definitivamente tendremos que salir o emigrar a Israel."

Desde entonces, Rached Ghannouchi, el líder del partido islamista Ennahda de Túnez, ha regresado a Túnez después de 22 años de haber estado viviendo en el exilio en Londres. Él fue condenado a cadena perpetua, en ausencia, por cargos de terrorismo, por el régimen del derrocado presidente Zine El Abidine Ben Ali.

Luego, el lunes por la noche, agresores desconocidos prendieron fuego a una sinagoga en la ciudad de Ghabes y quemaron los rollos de la Torá. En una entrevista con la AFP, Trabelsi Perez, presidente de la sinagoga Ghriba, dijo que el crimen era más impactante por el hecho que se había producido estando cerca un policía.

El día después del ataque, Roger Bismuth, presidente de la comunidad judía de Túnez, cuestionó la opinión de que la quema de los rollos de la Torá había tenido algo que ver con el antisemitismo. El hombre encargado de representar a la comunidad judía de Túnez antes del nuevo régimen, le dijo al "Jerusalem Post" que el ataque había sido por culpa de los mismos judíos, "porque ellos dejaron la sinagoga abierta... Este no es un ataque contra la comunidad judía."

El temor que ahora tienen los judíos de Túnez no es sorprendente. Es el mismo miedo que se apoderó de la mucho más pequeña comunidad judía de Irak después que EE.UU. y Gran Bretaña derrocaron al régimen de Saddam Hussein en el 2003. La comunidad iraquí era la más antigua y posiblemente la más exitosa comunidad judía en el mundo árabe hasta la Segunda Guerra Mundial. Sus 150.000 miembros eran empresarios importantes y funcionarios públicos durante el período del dominio británico.

Tras la creación de Israel, el gobierno iraquí revocó la ciudadanía de los judíos del país, los obligó a huir y les robó sus bienes y hasta sus anillos de boda. La propiedad expropiada de los judíos iraquíes está valuada hoy en más de $ 4 mil millones.

Sólo 7.000 judíos permanecieron en Irak después de la aliá masiva de 1951. En el momento en que Saddam fue derrocado en el 2003, sólo quedaban 32 judíos. La mayoría eran ancianos y empobrecidos. Y debido a las amenazas de Al Qaeda y al acoso del gobierno, todos se vieron obligados a huir.

Poco después de haber derrocado a Saddam Hussein, las fuerzas de EE.UU. encontraron archivos de la comunidad judía sumergidos en un sótano inundado de un edificio de la policía secreta en Bagdad. El archivo fue secado y congelado y se lo envió a EE.UU. para su conservación. El año pasado, a pesar del hecho de que la policía secreta de Saddam sólo tenía el archivo porque se lo robó a los judíos, el gobierno iraquí exigió su devolución como un tesoro nacional.

Cuando el asediado presidente egipcio, Hosni Mubarak, comenzó su contraofensiva contra los manifestantes en contra del régimen, sus portavoces comenzaron a alegar que los manifestantes eran incitados por el Mossad.

Por su parte, los manifestantes contra el régimen de Mubarak, afirman que él es un títere de Israel. Los manifestantes enarbolan pancartas con la imagen de Mubarak cubierta con estrellas de David. Una foto de una efigie del recién nombrado vicepresidente y jefe de inteligencia, Omar Suleiman, quemada en la plaza Tahrir. lo mostró como si fuera judío.

La noche del miércoles, el comentarista de asuntos árabes Zvi Yehezkeli del Canal 10 dio un informe deprimente sobre el estado de las tumbas de los sabios judíos enterrados en el mundo musulmán. El informe hizo una crónica de los viajes del rabino Yisrael Gabbai, un rabino ultra-ortodoxo que asumió la responsabilidad de viajar para salvar estos santuarios importantes. Como informó Yehezkeli, la semana pasada Gabbai viajó a Irán y visitó las tumbas de los héroes de Purim, la reina Esther y Mordejai el Judío, y los profetas Daniel y Habakuk.

Él se decidió a viajar a Irán después que el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, ordenara que la tumba de Esther y Mordejai fuera destruida. Los medios de comunicación iraníes hicieron el seguimiento del edicto de Ahmadinejad con una campaña diciendo que Ester y Mordejai fueron responsables por el asesinato de 170.000 iraníes.

Los viajes de Gabbai lo han llevado a Irán, Gaza, Yemen, Siria, Líbano y muchos otros sitios. Y a través de todo el mundo árabe y musulmán, con la disminución de las comunidades judías, los cementerios judíos son blancos de ataques antisemitas. "Estamos hablando de miles de cementerios en todo el mundo árabe. Es el mismo problema en todas partes ", dijo.

Los israelíes hemos sido abrumadoramente francos en nuestra crítica al apoyo occidental a las fuerzas contra el régimen de Egipto, debido a nuestra profunda inquietud de que el régimen actual pueda ser reemplazado por otro dominado por la Hermandad Musulmana.

Representando un mínimo del 30 por ciento de los egipcios, la Hermandad Musulmana es la única fuerza política bien organizada en el país fuera del régimen.

La habilidad de organización de los Hermanos Musulmanes y su voluntad de utilizar la violencia para lograr sus objetivos más bien se demostró a las pocas horas del inicio de los disturbios. Poco después de comenzar las manifestaciones, los activistas de la rama palestina de la Hermandad Musulmana en Gaza -que es Hamas- supieron cruzar la frontera en el Sinaí. Y el jueves pasado, una estación de policía en Suez fue atacada con granadas propulsadas por cohetes y bombas incendiarias.

Hamas tiene una larga historia de operaciones en el Sinaí.

También tiene estrechos vínculos con las pandillas de beduinos de la zona que presuntamente participaron en atacar a otra estación de policía en el norte del Sinaí.

La buena disposición de Occidente -y en particular de Norteamérica- de pretender que la Hermandad Musulmana es otra cosa que un movimiento totalitario ha sido recibida con incredulidad y asombro por los israelíes de todo el espectro político.

Es la probabilidad de que la Hermandad Musulmana tomará el poder, no una aversión a la democracia árabe, lo que ha causado que Israel tema a la revuelta popular contra el régimen de Mubarak. Si la Hermandad Musulmana no fuera un factor en Egipto, Israel probablemente habría sido simplemente indiferente a los acontecimientos que hubo allí, como lo ha sido con respecto al desarrollo de la democracia en Irak y a la revuelta popular en Túnez.

LA INDIFERENCIA DE ISRAEL a la democratización del mundo árabe ha sido motivo de consternación para algunos de sus partidarios tradicionales en los círculos conservadores de EE.UU. y Europa. Los israelíes son acusados de provincianismo. Como ciudadanos de la única democracia en Medio Oriente, se nos amonesta por no apoyar la democracia de nuestros vecinos.

El hecho es que la indiferencia de Israel a las corrientes democráticas en las sociedades árabes no se debe al provincianismo.

Los israelíes son indiferentes porque nos damos cuenta de que ya sea bajo un gobierno autoritario o una democracia, el antisemitismo es el sentimiento unificador del mundo árabe. Fracturadas a lo largo de líneas socioeconómicas, tribales, religiosas, políticas, étnicas y de cualquier otro tipo, el pegamento que une a las sociedades árabes es el odio a los judíos.

Una encuesta de opinión del "Pew Research Center" sobre las actitudes árabes hacia los judíos de junio del 2009 lo deja claro. Noventa y cinco por ciento de los egipcios, 97 % de los jordanos y palestinos y 98 % de los libaneses expresaron opiniones desfavorables sobre los judíos. Tres cuartas partes de los turcos, pakistaníes e indonesios también expresaron opiniones hostiles sobre los judíos.

En todo el mundo árabe y musulmán, la propaganda antisemita genocida está omnipresente. Y como el profesor Robert Wistrich ha escrito: "La ubicuidad del odio y el prejuicio ejemplificado por este núcleo duro de antisemitismo, sin duda excede a la demonización de los períodos históricos anteriores, ya sea el cristiano de la Edad Media, la Inquisición española, el caso Dreyfus en Francia, o la judeofobia de la Rusia zarista. El único ejemplo comparable sería el de la Alemania nazi en la que también se puede hablar de un ´antisemitismo eliminacionista' de dimensiones genocidas, que finalmente culminó en el Holocausto."

Es por eso que para la mayoría de los israelíes, la cuestión de cómo los árabes se rigen es tan irrelevante como los resultados de las elecciones presidenciales de EE.UU. en 1852 fueron para los negros estadounidenses. Dado que ambas partes los excluían, ellos eran indiferentes con respecto a quién estaba en el poder.

Lo que estos números y el comportamiento antisemita de los árabes muestran a los israelíes es que no importa que régimen los gobierna. En la medida que los pueblos árabes odien a los judíos, no habrá paz entre sus países e Israel. Ninguno será mejor para Israel que Mubarak. Sólo pueden ser iguales o peores.

Es por eso que nadie esperó que el gobierno democráticamente electo de Irak fuera a firmar un tratado de paz con Israel, o incluso que finalizaría el estado oficial de guerra de Irak con el estado judío. De hecho, Irak se mantiene en un estado oficial de guerra con Israel. Y después que el legislador independiente Mithal al-Alusi visitó Israel en 2008, dos de sus hijos fueron asesinados. La vida de Alusi sigue estando bajo constante amenaza.

Uno de los aspectos más preocupantes de la cobertura de los medios de comunicación occidentales del tumulto en Egipto en las últimas dos semanas, fue la actitud de los medios en quitar toda evidencia de antisemitismo por parte de los manifestantes.

Como John Rosenthal señaló esta semana en "The Weekly Standard", el "Die Welt" de Alemania publicó una foto de portada donde aparece un cartel de Mubarak con una Estrella de David en la frente. El pie de foto no hacía mención de la imagen antisemita. Y en su edición en línea no se publicó la imagen.

Y como el autor Bruce Bawer señaló en el sitio web de "Pajamas Media", Jeanne Moos de CNN escaneó las pancartas de los manifestantes, haciendo notar lo auténtico y conmovedor de sus mensajes en un inglés mal escrito, sin embargo, no mencionó que en uno de los que ella mostró estaba Mubarak retratado como judío.

Teniendo en cuenta la obsesiva cobertura de los medios de comunicación occidentales sobre el conflicto árabe-israelí, a primera vista parece extraño que ignoraran la prevalencia del antisemitismo entre los manifestantes supuestamente a favor de la democracia. Pero pensándolo bien, no es tan sorprendente.

Si los medios de comunicación informaran sobre el odio abrumador al judío en el mundo árabe en general y en Egipto en particular, se arruinaría la narrativa del conflicto árabe con Israel. Ella explica que las raíces del conflicto son el frustrado nacionalismo árabe-palestino. Su narrativa niega rotundamente cualquier otra antipatía más profundamente arraigada hacia los judíos que la que se proyecta sobre el Estado judío. El hecho de que el Estado judío se encuentra solo contra 23 estados árabes y 57 estados musulmanes cuyas poblaciones están unidas en su odio a los judíos necesariamente requiere una revisión de su narrativa. Y por eso se ignora su odio.

Pero los israelíes no necesitamos que la CNN nos diga qué sienten nuestros vecinos sobre nosotros. Ya lo sabemos. Y porque lo sabemos, mientras les deseamos la mejor de las suertes con sus movimientos hacia la democracia, y acogeríamos con beneplácito el advenimiento de una sociedad tolerante en Egipto, reconocemos que esa tolerancia se termina cuando se trata de los judíos. De modo tal, que así sean demócratas o autócratas, nosotros tenemos la certeza de que ellos seguirán odiándonos.

FUENTE:
JPOST-GLICK-ISRAEL-ARABS-04/02/11

COMENTARIO:

Es triste comprobar que no hay un futuro de libertad cuando importa más a quien se odia que a quien se ama. El resultado es que ese odio captura al individuo y lo esclaviza para la destrucción de un enemigo elegido en lugar de ser libre para la construcción de su propio país. Eso es lo que se hace en Medio Oriente, armarse guiando a la gente y dándole un escape a su propia frustración y carencia de futuro.

La libertad a la que todos aspiramos no podemos saber para quien será en Egipto, si para los jóvenes que anhelan trabajo y progreso, lo que hasta ahora les fue negado, o si la tomarán quienes eran controlados por un régimen dictatorial que pretendía eternizarse.

La realidad es que Mubarak mantuvo la paz en la región y continuó el legado de Sadat, a quien un acuerdo con Israel le costó la vida. Resulta difícil predecir qué puede ocurrir en el futuro, pero la inestabilidad en un país árabe es motivo para que cualquier judío que lo habite esté obligado a tomar decisiones porque no estará seguro.

Espanta pensar que la visita a Israel haya condenado a muerte a dos hijos, pero eso indica la gravedad de la situación que se vive en los países árabes, el terror es la forma de ejercer control, provenga del estado o de los grupos fanatizados. Por eso el deseo de la gente de tener la libertad de elegir no es algo que se conseguirá fácilmente.

Esto no es simple retórica, basta ver qué pasó en Gaza cuando pudieron elegir democráticamente, sólo fue posible una vez, después un grupo dominó al otro. Vemos qué está pasando en Líbano, allí los atentados, inclusive magnicidios son moneda corriente. En Medio Oriente y otros países árabes la democracia está en el comienzo de un proceso que llevará mucho tiempo, no es el respeto por el otro lo que cuenta sino vencer al adversario, al que se considera un enemigo y si es necesario, matarlo.

Esto no lo entiende Occidente que pretende de Israel que actúe como si no supiera cuál es el mundo que lo rodea, uno que ni lo ama ni lo respeta, que lo usa como blanco para disfrazar lo que su dirigencia no es capaz de darle a su gente, que conduce la frustración que genera contra un Israel que sabe que todas son dictaduras, algunas menos peligrosas.

Pero todas son, tarde o temprano, dictaduras de las que debe defenderse. Lo que pasa en esos países no depende de la simpatía que pueda sentir Israel por la democracia, sino la que ellos sean capaces de construir dialogando entre sí en lugar de vivir en permanente lucha interna entre facciones. De esa cultura surgen los dictadores.

Esto lo sabe Israel pero aparentemente lo ignora Occidente. Ojalá fuera desconocimiento, pero es muy difícil de creer, la impresión que finalmente se tiene es que también Occidente ha apoyado al caballo fuerte y el efecto de esa actitud no se cambia fácilmente.

Sería más justo que Occidente mirara qué es lo que ellos mismos provocan en lugar de juzgar por qué Israel no puede ser más que un espectador alerta ante cada cambio que se produce a su alrededor y actuar para que sea más fácil sostener a la única democracia de Medio Oriente.

Para entender a Israel antes hay que conocer la idiosincrasia árabe.

ANA

¡BIENVENIDO GASTÓN!


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