sábado, 13 de julio de 2013

1148 - KEDAR SOBRE EGIPTO (ANTES DEL GOLPE)

MORDECHAI KEDAR: EGIPTO - EL PAÍS DE LA "DESTRUCCIÓN TOTAL" DE LA HERMANDAD

MORDECHAI KEDAR - EGYPT - THE LAND OF THE "TOTAL LOSS" BROTHERWOOD (EN ESPAÑOL)

Por MORDECHAI KEDAR

Todo el mundo sabe lo que es "destrucción total": la pérdida total del valor de un vehículo como consecuencia de un accidente, cuando el vehículo no puede ser reparado o no es práctico hacerlo y se descarta como chatarra. Parece que en Egipto la situación actual se parece mucho a una "destrucción total". Tras una serie de accidentes y desgracias que ha experimentado en los últimos dos años, desde que Mubarak fue enviado a una celda como acusado. Mientras estaba en el poder, el país era funcional. Y aunque no funcionaba bien, había una especie de estabilidad dictatorial. Pero desde que fue derrocado nada funciona bien en este triste país, cuya población actual es de noventa millones. Egipto es como un coche con noventa millones de problemas, y describirlo como una "destrucción total" es subestimar la situación.

Los problemas comenzaron el 11 de noviembre de 2011 con la renuncia del Presidente Mubarak después que las manifestaciones en su contra degeneraron en un estado de caos general, lo que llevó al Ministro de Defensa, General Tantawi, a que le exigiera la renuncia a Mubarak con el fin de calmar a una calle en estado de furia. Tantawi tomó las riendas del poder durante medio año para estabilizar el sistema de gobierno y luego transferirlo a la rama civil; la estabilidad de la era dictatorial de Mubarak se convirtió en un caos con características públicas cada vez más anarquistas, a pesar de que el grupo en el poder había ganado el derecho a gobernar democráticamente. Parece que la posición del Gobierno en Egipto se convertirá en un nuevo concepto en el campo de la Ciencia Política: "anarquía democrática" o "democracia anárquica".

A pesar de tener Egipto un presidente, un ejército, la policía y el sistema judicial, parece que no todos estos componentes del Gobierno funcionan como un sistema, sino más bien que cada uno se comporta de acuerdo con su propia agenda privada, como si cada uno existiera como un país independiente: la gente elige al Parlamento y la Corte lo dispersa; el Presidente emite decretos ignorando las leyes del Parlamento y la Corte cancela sus edictos; la mayoría de la gente elige al Presidente pero amplios sectores quieren deshacerse de él; fue elegido un presidente islamista pero éste se ve obligado a administrar al Estado de acuerdo con las leyes que contradicen la Sharía; los beduinos del Sinaí son ciudadanos de Egipto pero se comportan como si Egipto fuera su enemigo.

La gota que colmó el vaso fue cuando siete soldados fueron secuestrados en el Sinaí. Los beduinos los capturaron con el fin de presionar al gobierno para que liberara a beduinos encarcelados y Mursi se encontró entre la espada y la pared: si hubiera cedido a sus demandas entonces la liberación de los soldados habría sido interpretada -y con razón- como una rendición ante un grupo de criminales violentos y esa rendición los habría animado a ellos, así como a otros grupos, a adoptar medidas similares para alcanzar sus fines. En tal situación, cuando cualquier violador de la ley puede presionar al Gobierno para que se someta a sus demandas, no hay estado. Entonces, ¿qué se puede hacer? ¿Atacar a los beduinos con una gran fuerza militar? Esto es problemático, porque el actual gobierno afirma tener una base religiosa y ¿cómo tal régimen podría matar a musulmanes?

El miércoles de esta semana, los siete soldados fueron liberados sanos y salvos después que los representantes del ejército se reunieron con los jefes de las tribus Jabal Halal y les advirtieron que el ejército destruiría todo lo que se moviera en la zona. Lo que se prometió a los jefes de las tribus, a cambio de la liberación de los soldados, no fue divulgado, pero el hecho de que el Gobierno se vio obligado a apaciguar a los jefes de las tribus prueba quién está a cargo en el Sinaí. El Gobierno tuvo que volver a jugar de acuerdo con las leyes del desierto, donde cualquiera que recibe una petición debe cerrar el trato con los jefes tribales. La lucha entre el Estado y los beduinos continuará en la siguiente ronda, lo que es sólo una cuestión de tiempo, debido a que el Estado no ha liberado aún a los prisioneros beduinos acusados de actividad terrorista, y su liberación fue la razón original para el secuestro de los siete soldados.

Y ésta no fue la primera vez que los beduinos han desafiado al gobierno de Mursi: en agosto pasado ellos asesinaron a 16 soldados, y el año pasado atacaron a una estación de policía, a patrullas de seguridad y sabotearon el conducto que provee de gas a Egipto. Los beduinos colaboran con Hamás y hubo rumores de que los soldados secuestrados ya estaban en Gaza. Las familias de los soldados capturados aparecieron en los medios de comunicación y ejercieron presión sobre el Gobierno para que se sometiera a las demandas de los secuestradores pero Mursi ya había solicitado y recibido el permiso religioso del Muftí de Egipto para luchar contra los beduinos. El ejército quería sellar los túneles que conectan el Sinaí con la Franja de Gaza, pero Mursi temía la propaganda negativa de Hamás y también al Hermano Mayor de Hamás, el Emir de Qatar.

El secuestro de lo siete soldados hace más de una semana en el Sinaí fue sólo un eslabón más de una larga cadena de actos que traicionan una básica falta de ley y orden en la Península del Sinaí, pero sus implicancias en cómo funciona el Estado son grandes, se extienden más allá del Sinaí e influyen sobre los acontecimientos en todo Egipto. El ejército, cuyos soldados viven en peligro, no está interesado en iniciar una guerra total contra los beduinos porque en tal guerra el ejército está en desventaja: casi no tiene información de inteligencia sobre los muchos escondites dispersos en las montañas de la Península y, además, porque es muy difícil infiltrar agentes en este tipo de grupos yihadistas familiares e ideológicos, y también porque estos grupos casi no utilizan operadores de medios electrónicos que pueden ser escuchados y ubicados. Debido al difícil terreno en las montañas de la Península del Sinaí, el ejército no puede usar tanques sino sólo soldados comandos de infantería que no tienen ninguna ventaja sobre los beduinos, hijos del desierto, que conocen todos los pliegues de la tierra, cada roca y cada cueva y arbusto.

Y si en algún momento estallaran batallas en el Sinaí contra los beduinos y los yihadistas, ¿de qué forma el ejército les va a explicar a los familiares de los soldados cómo y por qué los mataron? ¿El ejército realmente quiere sacrificar la sangre de sus soldados para consolidar la ley de la Hermandad Musulmana en el Estado? ¿Cómo el ejército va a enfrentar las críticas de los salafistas, quienes ya afirman que el ejército es un agente de Mubarak y que espera sacarlo de la celda en que está como acusado y llevarlo de regreso al palacio presidencial? Y en el futuro, cuando de nuevo secuestren a soldados, si al ejército no le fuera posible liberarlos y los beduinos los mataran frente a cámara, ¿cómo aparecería a los ojos de los soldados y de los ciudadanos del estado cuando vieran en Youtube que los beduinos matan a sangre fría a los soldados del ejército más grande de Medio Oriente y el impotente ejército no puede hacer nada para salvarlos? ¿Es esto un ejército? ¿Es éste un estado?

Confusión ideológica

Fahmi Hawadi, uno de los escritores más destacados del moderno Egipto, afirma que los beduinos no han secuestrado sólo a soldados egipcios sino a toda la Península del Sinaí y tal vez todo el país fue tomado como rehén por anarquistas de variada gama, desde beduinos fuera de la ley hasta estudiantes desempleados, desde salafistas que no creen en las leyes de los hombres hasta laicos que no quieren que Alá rija sus vidas.

Lo interesante es que todos los egipcios, sin dudarlo, claman que la revolución les fue robada: los incansables jóvenes manifestantes de la Plaza Tahrir, que provocaron la caída de Mubarak, gritan que la Hermandad Musulmana les arrebató su revolución. La HM, que ganó las elecciones, se queja de que quienes las perdieron están tratando de robar la revolución del Gobierno que la HM está intentando liderar después de haberlas ganado limpiamente. Muchos acusan a lo que quedó del régimen de Mubarak de actuar detrás de escena a fin de arrebatarles la revolución a todos los demás y todos los egipcios están convencidos que la miserable y desesperanzada condición de Egipto es el resultado de una conspiración de Occidente y los sionistas que quieren robarle Egipto a los egipcios.

Mursi está atrapado en el medio de una lucha por el poder y cada parte tira de él hacia una dirección diferente: sus camaradas; la gente de la Hermandad Musulmana y el público que se identifica con ella quiere que el Estado tenga un carácter islámico pero que no sea radical en la aplicación de la Sharía, como cortarles las manos a los ladrones. Los salafistas -los más sujetos a Alá y sus mandamientos- amenazan con declarar que Mursi es un infiel si se comporta de una forma que es contraria al islam, según su criterio. El ejército se preocupa ante todo de sus propios intereses y no en los del estado, y la calle está dividida en grupos violentos con puntos de vista enfrentados: religiosos versus laicos, tradicionalistas versus modernos y los seguidores de Mubarak en contra de todos los demás.

¿Es Mursi un criminal fugado?

Últimamente la opinión generalizada es que el Presidente Mursi no es más que un criminal fugado. El fundamento de esta posición comenzó después de las manifestaciones del 25 de enero de 2011, cuando la policía egipcia -todavía bajo el régimen de Mubarak- arrestó a cientos de partidarios de la HM y otros grupos de oposición, quienes fueron puestos en la cárcel con órdenes de captura que se emitieron según la Ley de Emergencia, que entonces todavía estaba vigente. En ese momento Mursi estaba entre ellos y permaneció varios días en la prisión de Wadi Natrun. El 29 de enero, cuando las manifestaciones se intensificaron y los policías y carceleros fueron enviados a las calles, los amigos de los detenidos -entre los que había gente de Hamás y beduinos del Sinaí- tomaron ventaja de la debilidad de los guardias e irrumpieron por la fuerza en la cárcel liberando a casi tres mil detenidos y prisioneros, incluyendo a miembros de Hezbollah y de al-Qaeda. Hasta el día de hoy, ninguno de ellos se ha entregado a las autoridades y todos son todavía considerados presos y detenidos fugados. Por tal razón, siendo Mursi uno de ellos, es que comienza el embrollo legal en este asunto. Porque si él es un criminal fugitivo ¿cómo puede ser Presidente, ya que alguien que evade la ley ni siquiera puede ser candidato?

Los partidarios de Mursi afirman que no hay documento alguno que mencione su nombre entre los detenidos. Esta afirmación es problemática porque el hecho es que él y muchos de sus compañeros estaban en la cárcel, entonces ¿quién escondió los papeles de su caso? O sea, Mursi también está involucrado en la ocultación de esos documentos, no sólo por haberse escapado de la prisión. Sus partidarios afirman que la Ley de Emergencia, que daba conformidad al arresto de Mursi y sus amigos, había sido anulada después, por consiguiente, la detención no fue legal y no debe ser considerado como un fugitivo. Sus detractores afirman que cuando él se escapó, la Ley de Emergencia todavía estaba en vigor, por lo que de hecho él es un prisionero fugitivo.

Mientras tanto, se presentó una demanda en la Corte exigiendo el despido y sanción a Mursi con estos fundamentos, ya sea porque él es un prisionero fugado que no se ha entregado o porque ayudó a otros a escapar de la prisión. Otro problema es que algunos de los fugitivos fueron asesinados mientras huían, por lo que cualquiera que los hubiera ayudado a fugarse -es decir, Mursi- podría tener una causa accesoria para acusarlo de ocasionar una muerte. Hay una demanda adicional, ya que Mursi sería responsable por el gran daño material que hubo en las cárceles durante la irrupción. Los cargos de evasión, ayudar a las fugas causando muertes y daños a la cárcel, podrían llevar al Tribunal que juzga al Presidente de Egipto, que fue elegido democráticamente, a sentenciarlo a cadena perpetua... así que, ¿cómo puede Mursi funcionar en su posición?

La situación económica también se ha deteriorado completamente. El turismo -que solía ser un medio de vida para muchos ciudadanos egipcios hasta los disturbios que estallaron el 25 de marzo de 2011- ha desaparecido casi totalmente, y el accidente del globo de hace unos meses donde se mataron varios turistas, agravó la sensación entre los turistas del mundo, que por el momento consideran que es mejor buscar un lugar más estable y seguro donde tomar sus vacaciones anuales. Las inversiones extranjeras en plantas industriales han desaparecido casi por completo porque los inversores razonables no llevan su dinero a lugares donde aparentemente no hay futuro económico. A Egipto le resulta difícil obtener préstamos de fuentes extranjeras, ya sea debido a la crisis económica que sufren Europa y Estados Unidos, que provoca una falta de efectivo disponible ("los pobres de su propia ciudad primero"), o porque Egipto no puede ofrecer garantías para pagar un préstamo, incluso si le fuera otorgado.

Mursi visita a menudo Arabia Saudita y Qatar para pedir limosna. Estos fondos le permiten mantener el excesivamente subvencionado precio del pan, de modo que las masas hambrientas no se lanzarán a las calles protestando porque no pueden darse el lujo de pagar un precio realista por una lonja de pan subsidiado. Y aunque el precio del pan ha aumentado constantemente en los últimos años, su peso no ha dejado de disminuir.

Hay informes de que Irán ha ofrecido a Egipto una generosa ayuda económica si Mursi permitiera a Irán administrar las mezquitas egipcias que se construyeron en la época de la dinastía chiíta Fatimid, que gobernó Egipto hace unos mil años. Este requisito iraní suena lógico, pero Mursi lo rechazó con firmeza por dos razones: una es que no quiere permitir que un Irán chiíta tenga efecto alguno en la vida pública egipcia, lo que podría permitir que Irán llevara a hambrientos egipcios hacia el chiísmo por un puñado de dólares, y la segunda razón es que una de las mezquitas que se construyeron en la época Fatimid es la mezquita al-Azhar, la más alta institución del islam sunita.

Curiosamente, muchos funcionarios que fueron nombrados en la época de Mubarak todavía operan en Egipto, y permanecen en sus empleos a causa de los sobornos que pagan a sus superiores y que, a su vez, ellos toman de los ciudadanos que necesitan de sus servicios, como en los días de Mubarak. Debido a las terribles condiciones económicas actuales es peligroso circular por las calles de Egipto, ya sea a pie o en un vehículo. Los peatones son robados en la calle por grupos hambrientos que se abalanzan sobre la gente que parezca que tiene dinero en sus bolsillos o comida en sus bolsos. Otros grupos atacan a conductores que se detienen en un embotellamiento de tránsito o ante un semáforo rojo (un fenómeno poco común en Egipto, donde las señales de tránsito son consideradas sólo como sugerencias), sacan por la fuerza al conductor del auto y huyen con él para venderlo por unas pocas liras para comprar un poco de comida.

Como resultado de la situación económica, política y jurídica hay una sensación general de profunda decepción con la revolución, en la mayoría del pueblo. Tan altas como eran sus esperanzas hace dos años, así de profunda es la decepción y la frustración que existe en la actualidad, y el precio por la miserable situación es pagado por los sectores débiles de la sociedad: las mujeres, los niños, las personas sin hogar, los muchos que viven en las calles y los millones de coptos. El gobierno afirma que los coptos son una décima parte de la población, pero los coptos afirman que la verdadera proporción es al menos el doble, que ellos son alrededor de una quinta parte de la ciudadanía. Es de interés del gobierno subestimar la proporción de coptos dentro de la población para que no verse obligado a darles la parte que les corresponde en el gobierno y que merecerían de acuerdo con su cantidad real.

No hay día que no se reporten suicidios de personas que han perdido toda esperanza de ganarse la vida decentemente para mantener a sus familias y que prefieren la muerte antes que soportar la mirada hambrienta en los rostros de quienes dependen de ellos. El espacio público está inundado de cantidad de casos de abuso a los desvalidos, y muchos musulmanes descargan su furia sobre los cristianos coptos, los habitantes originales de la tierra. Sus monasterios son asaltados y sus iglesias quemadas, sus casas son atacadas y sus tiendas saqueadas, sus hijos son golpeados y sus hijas humilladas. Muchos coptos han perdido la esperanza de que la patria nunca volverá a ser suya una vez que fue islamizada por los beduinos que salieron de la Península Arábiga en el siglo VII y forzaron a los residentes agrícolas indígenas a tomar la religión del desierto. Cuando se observa la posición del Egipto actual se llega a la conclusión que cuando la Hermandad Musulmana obtuvo el control en Egipto, llevó a cabo el peor trato posible que cualquier persona puede hacer: intentó comprar un coche que básicamente era una "pérdida total" y luego lo condujo con sus pasajeros, como si en realidad pudiera llegar a algún lado más que a un montón de basura, el basurero de la historia. "Êl, Quien mora en el cielo se ríe, el Señor se burla de ellos". (Salmos, Capítulo 2, Versículo 4).

El Dr. Mordechai Kedar (Mordechai.Kedar@biu.ac.il) es un académico israelí de la lengua árabe y el Islam, profesor de la Universidad Bar-Ilan, y director del Centro de Estudios de Oriente Medio y el Islam (en formación), en la Universidad Bar-Ilan, Israel. Se especializa en ideología y movimientos islámicos, el discurso político de los países árabes, los medios de comunicación árabes, y en los temas nacionales sirios.

Traducido del hebreo por Sally Zahav con permiso del autor.

FUENTE: El artículo se publica en el marco del Centro para Estudios del Medio Oriente y el Islam (en formación), Universidadl Bar-Ilan, Israel. También ha publicado en Makor Rishon, un semanario hebreo.

FUENTE: ME&T-KEDAR-TOTAL LOSS-MAYO 2013

http://israelagainstterror.blogspot.com.ar/2013/05/mordechai-kedar-egypt-land-of-total.html

TRADUCIDO AL ESPAÑOL POR ANA

REFLEXIÓN:

Este artículo fue escrito hace más de dos meses y explica lo que está pasando hoy en Egipto y por qué, un país que no tiene paz interna aunque haya un presidente interino y esté bajo control militar. Los enfrentamientos entre miembros de la Hermandad Musulmana y los que no lo son -y entre distintas facciones- no cejan, hay muertos y heridos diariamente sin que se pueda detener la lucha.

El derrocado Presidente Mursi pertenecía a la HM y estaba obligado a renunciar a ella para poder aspirar a ser elegido, porque la HM había declarado que no presentaría un candidato. Así, su candidatura tuvo el apoyo de Obama, acertando, como siempre... No es banal que necesitara el pláceme de Estados Unidos, que sostiene a Egipto económicamente, sólo que cuando se disfrazan las cosas los resultados son negativos.

Mursi renunció a la Hermandad Musulmana y los ciudadanos lo eligieron, pero en la realidad no dejó de ser un miembro de ella, lo que significó darle más poder a la misma y dejar de lado a todos los que no la querían gobernando su vida según el criterio de la HM.

Entonces, todo a vuelto a fojas cero, las distintas facciones que no la querían gobernando los destinos de todos los egipcios, se rebelaron exigiendo más libertad de conciencia para todos y buena administración. Los militares que sostuvieron a Mubarak emplazaron a Mursi a que en 48 horas calmara las protestas o lo desplazarían del poder. Así se produjo este golpe militar que puso a cargo del Gobierno al Presidente de la Corte Suprema, Mansour, inclusive acusado de ser judío. Además, la calle cree que Estados Unidos y el sionismo quieren apoderarse de Egipto. Nada menos.

Era muy poco probable que la HM pudiera tener a su favor a los militares, éstos, formados durante décadas bajo el control de Mubarak que persiguió y encarceló a miembros de la HM difícilmente tenían entre sus filas a algún simpatizante de ella. Los militares aceptaron a Mursi -elegido democráticamente- y encarcelaron a los revoltosos que protestaban, inclusive le dio vuelo a la HM, pero finalmente tuvieron que poner el orden que Mursi no logró mantener.

Así son las cosas en los países árabes, sólo las dictaduras mantienen la paz interna, no hay más alternativa que usar la fuerza para sostener a cualquiera que haya ganado elecciones amañadas por el poder de turno. Y uno se pregunta por qué la modernidad no llega a sus tierras, por qué no hay respeto por las minorías que no ganaron, por qué no hay verdaderas democracias.

La respuesta está en que los enfrentamientos entre las distintas facciones religiosas son muy antiguos y la única solución es que las más débiles deben someterse al poder de la más fuerte. Si hay alguna posibilidad de rebelarse la lucha recomenzará. Sólo una dictadura militar, religiosa, familiar o tribal al estilo árabe, mantiene la paz interna.

Cada una de estas posibilidades impide el desarrollo de los más débiles que estarán siempre en un estadio más bajo que los que detentan el poder. Por eso las "primaveras árabes", cuando los jóvenes de Facebook y los descontentos se unieron aunque con objetivos diferentes, se convirtieron en verdaderos inviernos. Los más modernizados querían libertad y democracia, los demás querían alcanzar el poder con su propia agenda, el resultado no fue más democracia sino anarquía y lucha civil.

Aparentemente la paz sólo puede mantenerse con dictaduras, de cualquier tipo, pero dictaduras. La democracia es una aspiración que está muy lejos de ser entendida y alcanzada cuando la disidencia política y particularmente, religiosa, implica el dominio de los más fuertes y el sometimiento de los menos numerosos y débiles.

ANA

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