miércoles, 27 de noviembre de 2013

1219 - FUENSALIDA, SOBRE EL ACUERDO CON IRÁN


IRÁN Y LA FÁBULA DEL ESCORPIÓN Y LA RANA

Todos conocemos la fábula del escorpión y la rana y el triste final de ambos producto de la naturaleza propia del escorpión. Algo parecido se da en el escenario político iraní, como consecuencia de la posición de Teherán respecto a la guerra en Siria, al programa nuclear y a las relaciones con Arabia Saudí y el mundo árabe.

Por el profesor y académico LUIS FUENSALIDA

Desde la instauración de la revolución chiita en Irán en 1979, Siria se constituyó en un aliado estratégico de Teherán. Paso obligado de la ayuda logística al Hizballah, desde su creación en Líbano, en 1982.

El régimen de los ayatollah mantuvo su apoyo a Damasco, cuando EE.UU. y prácticamente toda la comunidad internacional condenó al régimen sirio por el asesinato del 1er. ministro libanés Rafiq Hariri, en agosto del 2005; para Damasco después de la firma de los acuerdos de Camp David, en 1978, Teherán reemplazó como aliado estratégico al Egipto de Anwar al Sadat.

Por su parte, el programa de desarrollo nuclear iraní, cuyo objetivo es lograr su capacidad militar nuclear, ha sido cuestionado por los EE.UU, Israel y algunas potencias occidentales, derivó en las sanciones internacionales de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

El actual presidente iraní, Hassan Rohani, a finales del 2004, como miembro del Consejo Superior de Seguridad, firmó un acta de compromiso con Francia, Gran Bretaña y Alemania, que suspendía el programa de enriquecimiento de uranio, en el marco de la política de distensión del entonces presidente Mohammad Jatami, pero que los EE.UU. rechazó la firma de ese acuerdo preliminar.

Al año siguiente, 2005, Mahmud Ahmadinejad obtiene la presidencia y con su discurso amenazante hacia Israel y Occidente, aumentan las sanciones económicas al régimen iraní, agravando su situación económica-financiera y su aislamiento.

Ahora bien, respecto a las relaciones con el mundo árabe, en particular con el reino saudí, han sido por demás conflictivas, recordemos, en 1987 durante la guerra Irak-Irán, el líder supremo Jomeini, condenó el apoyo saudí al régimen de Bagdad, y proclamó que jamás perdonaría la actitud del reino y nunca se reestablecerían las relaciones con él. También condenaba a los saudíes por ser aliados del Gran Satán, EE.UU. y por el apoyo a grupos salafistas y yihadistas sunníes.

Aún más reciente, tras el golpe que derrocó en julio del presente año al presidente egipcio Mohamed Mursi, el reino saudí apoyó a los militares golpistas y criticó duramente a los Hermanos Musulmanes, mientras que Teherán condenaba el evento y responsabilizaba a Israel y Occidente por la caída del régimen islamista egipcio, en consonancia con el apoyo a las rebeliones producidas en el marco de la llamada Primavera Árabe, que para la visión iraní, la llegada al poder de grupos islamistas, se correspondía con los dichos del líder supremo Alí Jamenei, “…el despertar islámico”.

Sin embargo, los intereses geopolíticos de Irán, propone ahora nuevos métodos y visiones en las tres cuestiones: la guerra de Siria, el programa nuclear y la relación con Arabia Saudí.

Con respecto al conflicto sirio, una prolongación del mismo con suerte indefinida le ocasiona a Teherán un agravamiento de su situación económica (Irán subvenciona los haberes de las FF.AA. sirias), por lo que una Siria sin el clan alawita en el poder, es visto como posible, pero con garantías que la transmisión no acarree el poder salafista en Siria, y en ese sentido han comenzado los contactos con la oposición siria.

En cuanto al programa nuclear, el acercamiento a Washington tras décadas de relaciones rotas, y las reuniones con el Grupo 5+1, en busca de un acuerdo, indican que la postura del actual presidente Rohani, es buscar la distensión con Occidente, como camino para mejorar la situación de su economía que ha sufrido un retroceso de cerca del 6% (u$s. 40.000 millones), y así poder reactivarla.

Por último, en el caso de Arabia Saudí, que no es sólo la confrontación intra-religiosa, sunníes y chiitas, sino que tiene que ver con el balance de poder regional, el presidente Rohani, conocedor de la política exterior, ha iniciado un giro para recomponer las relaciones con Riad, tal como lo hiciera el ex presidente Jatami en 1998, cuando suscribió un acuerdo de Seguridad con el reino saudí.

Evidentemente, un objetivo para Teherán es no perder influencia en el mundo árabe y evitar un escenario de confrontación sunnita-chiita en Oriente Medio.

Sin duda, el objetivo de Irán es constituirse en potencia regional, si para lograrlo debe cambiar ciertas posturas en su política exterior, parece dispuesto a hacerlo, pues al clero chiita le demandó casi trece siglos llegar al poder y no desea perderlo.

Sin embargo, en su interior hay fuerzas encontradas, los que están a favor de una transición siria y quienes apoyan al régimen alawita de Damasco en forma incondicional, están los que buscan el fin del aislamiento y la apertura con Occidente y los que siguen considerando a EE.UU. como el Gran Satán y la destrucción del Estado de Israel, y la consolidación como potencia nuclear militar, y finalmente, los que buscan el acercamiento a Arabia Saudí y la interrelación con los pueblos árabes sunníes, como parte de un todo, el Mundo Islámico, y aquellos que mantienen viva la confrontación confesional desde el asesinato del califa Alí hace más de 1.200 años.

¿Podrá el escorpión llegar a la otra orilla a lomo de la rana, o su naturaleza pérfida lo llevará a su propia muerte al clavar su envenenada cola en quién confió en él?

FUENTE:
RADIO JAI-FUENSALIDA-EL ESCORPIÓN-26/11/13

REFLEXIÓN:

Este artículo nos recuerda las actividades de Irán en la región, más la larga historia del chiísmo que tiene la oportunidad histórica de hacerse más fuerte que nunca. Y los fanáticos no piensan, actúan por instinto y no les importa morir. Si, además, se los ayuda haciendo la vista gorda a todo lo que han hecho recientemente no hay muchas esperanzas que cambien su actitud.

Ya se escuchan las expresiones triunfantes de Rouhani como si no hubiera contraído compromiso alguno con este acuerdo, dice que nada cambiará porque Irán nunca ambicionó tener armas nucleares. Pero, ¿quién puede creerle?

Si dice que todo seguirá igual es porque será fiel a su naturaleza. Como el escorpión.

ANA

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