jueves, 6 de marzo de 2014

1254 - UCRANIA - AL BORDE DEL ABISMO


FUENTE DEL MAPA: LA SEGUNDA GUERRA.COM


PUTIN Y OCCIDENTE: LA PUGNA EUROASIÁTICA

Si este mar de fondo estuviese confinado al mundillo diplomático, no tendría la carga de peligro que tiene. El problema es que se está gestando una respuesta nacionalista en la calle que puede empujar a los líderes a una guerra.

Por ÁLVARO VARGAS LLOSA

Está claro que Putin le va a hacer pagar muy caro a Occidente el respaldo a la insurrección popular contra la dictadura de Víctor Yanukóvich en Ucrania. Y Occidente lo sabe bien, de allí el delicado equilibrio que Obama y sus homólogos europeos intentan mantener mientras caminan al borde del abismo euroasiático.

Para Putin, la pérdida de Ucrania es la pérdida de una pieza clave de su rompecabezas hegemónico en las zonas que formaron parte del imperio soviético (y buena parte de ellas también del imperio zarista). Su ubicación geográfica, su importancia económica, su tamaño físico e histórico y su parentesco étnico con Rusia hacen de Ucrania algo que Moscú no puede dejar gravitar hacia Europa sin renunciar a su proyecto nacionalista. ¿Cuál proyecto? La reconstrucción de una vasta zona de influencia política. Hasta tiene un nombre: Unión Euroasiática.

Además de este esquema nacionalista con vocación hegemónica, por no decir imperial, Putin tiene miedo. ¿A qué? A que el alejamiento de Ucrania con respecto a Moscú despierte sentimientos separatistas -siempre latentes- en varias repúblicas rusas. Es decir: a que se desmadeje no ya el sueño de la reconstrucción imperial, sino la propia Rusia, donde anidan fuerzas centrífugas considerables.

Por eso Putin ha denunciado como ilegítimo al gobierno ucraniano interino presidido por Olesandre Turchinov, cuyo primer ministro recién designado, Arseni Yatsenick, es un aliado de la pro europea Yulia Timoshenko. Por eso ordenó a su ministro de Defensa poner en alerta a las tropas rusas en los distritos militares Occidente (colindante con Ucrania) y Centro (pegado al distrito en el que está la base rusa en Crimea). Por eso ha respaldado el levantamiento de los ucranianos de origen ruso en Crimea, la provincia en la que tiene una base naval Rusia desde el siglo 18, y por eso ha suspendido el rescate financiero que había ofrecido a Yanukóvich.

Para Obama y la Unión Europea, todo esto es un desafío serio. En lo inmediato, no están seguros de poder rescatar a Ucrania, que necesita unos 35 mil millones de dólares en dos años. Las reservas del país han caído a 12 mil millones de dólares y Ucrania afronta pagos de deuda importantes, para no hablar de la situación fiscal agónica que hace difícil cumplir con los salarios del Estado. Washington y Bruselas (mejor sería decir: Berlín) saben que si dejan hundirse a Ucrania las consecuencias se sentirán en todo el mundo y que serán culpados de lo que pueda pasar: una guerra civil o el regreso de una dictadura pro rusa.

A mediano y largo plazo, el asunto es aún más complicado porque Obama y Europa saben que Rusia se vengará infligiéndoles un duro castigo en todos los asuntos donde la cooperación moscovita es indispensable. Eso abarca desde Irán (donde las negociaciones a propósito del programa nuclear han avanzado con respaldo de Putin) hasta Siria (donde Putin no ha colaborado, pero donde tampoco ha boicoteado los más recientes esfuerzos por negociar una salida). Además, Europa teme el chantaje energético: depende de Rusia para el suministro de un 30 por ciento del gas natural que consume y más de una quinta parte del petróleo que importa. Putin ha demostrado muchas veces estar dispuesto a utilizar esa baza para presionar a Occidente.

Todo esto explica que el Presidente Obama haya insistido en estos días en que su país “no está abocado a un juego de ajedrez guerra fría” con Putin y en que el respaldo a lo sucedido en Ucrania no es “un juego de suma zero con Rusia”. Las mismas consideraciones están detrás del hecho de que Angela Merkel haya extremado los gestos con Putin en estos días y Catherine Ashton, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, haya hablado de “apoyo, no interferencia”.

Hasta tal punto ha llegado el ejercicio diplomático tendiente a aplacar a Putin que dentro del Congreso de los Estados Unidos se han empezado a elevar voces de protesta. Entre ellas, la del senador John McCain, que ha acusado al mandatario estadounidense de “ser un ingenuo” con respecto a Moscú.

Si este mar de fondo estuviese confinado al mundillo diplomático, no tendría la carga de peligro que tiene. El problema es que se está gestando una respuesta nacionalista en la calle que puede empujar a los líderes a una guerra. En Rusia, alentada en parte por el gobierno, ha surgido una ola de rencor nacionalista contra las fuerzas que tumbaron a Yanucóvich en el país vecino. Si Putin, temiendo ser desbordado, la suprime, el nacionalismo que él ha encarnado y administrado hasta ahora con frío cálculo podría volverse en su contra. La presión para intervenir militarmente irá aumentando a medida que esa corriente crezca. Hay, después de todo, precedentes históricos, el más reciente de los cuales fue la invasión a Georgia en 2008.

Aunque Rusia buscó pretextos de diverso tipo, aquella operación militar tuvo que ver con el acercamiento entre la OTAN y las repúblicas ex soviéticas, particularmente Ucrania y Georgia. Se hablaba intensamente de que la OTAN invitaría a ambos países a ser miembros de la Alianza, algo que nunca sucedió pero que exacerbó los ánimos lo bastante como para que Putin decidiera actuar. Primero amenazó con apuntar los misiles contra esos dos países; luego atacó Georgia, donde el entonces Presidente, Mijeíl Saakashvili, cometió muchas torpezas.

Ucrania tiene para Putin mucha más importancia que Georgia. Con ese precedente, está claro cuánto riesgo se corre. Precisamente por eso, la OTAN ha sido cuidadosa. Nunca hizo la invitación formal para iniciar el Plan de Acción que corresponde cuando se pretende incorporar a un nuevo miembro. De hecho, la relación que tiene Ucrania con la OTAN desde los años 90 no es tan distinta en lo formal como la que tiene la propia Rusia, a través de un mecanismo llamado Asociación para la Paz. Es cierto que la Comisión OTAN-Ucrania (surgida como paso posterior a la Asociación) ha llevado a cabo distintas formas de cooperación pero no ha habido nada que pueda leerse como un salto cualitativo equivalente al inicio de la incorporación de Ucrania a la Alianza Atántica.

Ganas, desde luego, no faltan. O faltaban: algunos líderes occidentales lo propusieron explícitamente y la propia Ucrania, cuando Timoshenko era primera ministra, dio señales, en 2008, de estar interesada. Putin sospecha que en estas nuevas circunstancias, con los pro europeos controlando todo el poder en Kiev, puede surgir nuevamente la tentación de estrechar -o de llevar hasta las últimas consecuencias- el nexo con la OTAN. Después de todo, ello tendría no poca lógica tratándose de un país bajo amenaza de intervención militar rusa.

Lo cierto, sin embargo, es que nadie en Europa tiene ánimo de provocar a Putin llevando las cosas tan lejos. Ya el propio secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha emitido palabras conciliadoras destinadas a aplacar a Moscú.

El dilema es monumental: hay una mayoría de ucranianos felices de haber tumbado a una dictadura y deseosos de acercarse cada vez más a Europa (por lo tanto, temerosos de acabar en la órbita de Putin otra vez). Pero hay un porcentaje considerable de rusos en Ucrania (17 por ciento tiene ese origen étnico pero 30 por ciento se ha criado en esa lengua) y las regiones del este y el sur profesan un entusiasmo bastante menor con lo que está sucediendo que las situadas en la parte occidental. Si esas tensiones no se manejan con mucho cuidado, se puede venir todo abajo, como un castillo de naipes.

La relación histórica y cultural entre Rusia y Ucrania se remonta a las tribus de eslavos orientales que emigraron hacia Europa en la baja Edad Media. Kiev fue el centro de su primer Estado, la Rus de Kiev. Una vez destruida por los mongoles y convertida en un montón de feudos inconexos, surgió Moscú como heredera de aquel Estado. Desde entonces, los ucranianos tienen dos almas, una que mira hacia el Este y otra que mira hacia el Oeste. Esta fatalidad forma, nos guste o no, parte del problema. Deberá por tanto formar parte también de la solución.

Artículo publicado originalmente en La Tercera

FUENTE: DIARIO EXTERIOR-VARGAS LLOSA-UCRANIA-02/03/14

REFLEXIÓN:

Se lee en Wikipedia:

"Según la ley sobre las bases de la política lingüística estatal, el idioma ruso, bielorruso, búlgaro, armenio, gagauzo, yidis, tártaro de Crimea, moldavo, alemán, griego, polaco, romaní, rumano, eslovaco, húngaro, rusino, karaim y krymchak se reconocen como idiomas regionales o de una minoría, (¡SORPRENDENTE!) y obtienen algunas funciones a nivel estatal y el estatus de idioma regional en las regiones o localidades donde son el idioma materno para al menos un 10% de la población con la correspondiente decisión de las autoridades locales. El idioma ruso obtuvo este estatus en varias regiones y localidades. El idioma húngaro obtuvo este estatus en la ciudad de Béregovo.

El antiguo estado de la Rus de Kiev se creó en 882 en el territorio de la Ucrania moderna (Ale Valentín). Desde el punto de vista historiográfico, el Estado de la Rus de Kiev es considerado por varios historiadores como el primer antecesor de la nación ucraniana.

Un referéndum sobre la independencia de la URSS se llevó a cabo el 1 de diciembre, después del cual la independencia ucraniana finalizó el 26 de diciembre. La constitución actual fue adoptada el 28 de junio de 1996.

............

La historia moderna de Ucrania comenzó con los eslavos orientales, ya que desde el siglo IX, Ucrania fue el centro del área habitada por este grupo. Este Estado, conocido como Rus de Kiev, se convirtió en la nación más grande y poderosa de Europa, pero se desintegró en el siglo XII. En el siglo XVI y XVII, Ucrania fue el hogar de la primera democracia moderna (polaco-lituano República de las Dos Naciones) durante la rebelión de Jmelnytsky. Después de la Gran Guerra del Norte, Ucrania fue dividida entre varios de los poderes regionales y en el siglo XIX, la mayor parte de Ucrania se integró al Imperio ruso, con el resto bajo el control del Imperio austrohúngaro. Tras un período caótico de guerras incesantes y varios intentos de independencia, en 1922 Ucrania surgió como una de las repúblicas fundadoras de la Unión Soviética. El territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania fue ampliado hacia el oeste poco antes y después de la Segunda Guerra Mundial y nuevamente en 1954 con la transferencia de Crimea. En 1945, la RSS de Ucrania se convirtió en uno de los miembros fundadores de la ONU. Ucrania alcanzó su independencia tras la disolución de la Unión Soviética en 1991. Esto comenzó un periodo de transición hacia una economía de mercado, durante el cual Ucrania fue afectada por una recesión que duró ocho años.12 Sin embargo, en el siglo XXI la economía ha experimentado un aumento estable con un crecimiento promedio del PIB del 7% anual.

Desde el colapso de la Unión Soviética, Ucrania sigue manteniendo el segundo ejército más grande en Europa, después de Rusia. El país tiene 46,2 millones de habitantes, 77,8% de los cuales son ucranianos étnicos, con minorías considerables de rusos, bielorrusos y rumanos. El ucraniano es el único idioma oficial, aunque el ruso también es ampliamente hablado. La religión dominante en el país es el cristianismo ortodoxo, que ha influido en gran medida la arquitectura, la literatura y la música del país."

Si se analiza esta información vemos que si bien Ucrania fue parte de la URSS y de su antiguo origen eslavo, hay una inclinación mayoritaria de la ciudadanía hacia Occidente por eso de las luchas incesantes por su independencia y por su economía de mercado. No son mayoría los rusos, 77,8 son ucranianos étnicos. Parece evidente que costó su incorporación a la ex URSS. Pero la República Autónoma de Crimea, donde está ubicada la minoría rusa, es un bastión importante para Rusia que no está dispuesta a perder. Por eso actualmente Putin la ocupó militarmente, según él, para "proteger" a esa minoría rusa o de origen ruso, cuando el ex presidente pro-Rusia -donde se supone que está actualmente- fue destituido por el parlamento y en el cargo fue designado un presidente pro-Europa.

En realidad las manifestaciones fueron en contra de la corrupción y de la salvaje represión del gobierno depuesto, no contra una minoría rusa.

Putin declaró que por ahora no avanzará sobre el resto de Ucrania aunque tiene el control militar de Crimea, y el secretario Kerry (EEUU) está reuniéndose con su par ruso.

Hoy la situación ha cambiado mucho en Ucrania, un presidente pro-occidental y Crimea en manos de Rusia.

Con seguridad el ex-presidente no volverá, ¿se retirará Rusia de Crimea o será anexada? No hay buenas nuevas:

La noticia de este momento, 06/03/14:

Conflicto en Ucrania: el Parlamento de Crimea votó de forma unánime su incorporación a Rusia

El futuro de Ucrania se está jugando en estas conversaciones, y esperemos que las palabras sean suficientes para que se garantice la unidad del país en un goberno ucranio y, como lo fue hasta ahora, la República Autónoma de Crimea lo siga siendo.

ANA





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