viernes, 10 de abril de 2015

1450 - SPYER - IMPORTANTE: ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN YEMEN?



UN NUEVO CAPÍTULO EN LA GUERRA ENTRE SUNITAS Y CHIÍES

La intervención de la coalición saudita en el Yemen

Por JONATHAN SPYER

La coalición organizada por Arabia Saudita en el Yemen y el anuncio de una fuerza regional árabe muestran que los países sunitas han recogido finalmente el guante arrojado por los iraníes.

El montaje de una alianza suní creada para desafiar el avance de un socio menor (proxy) de Irán en Yemen, y el subsecuente anuncio en Sharm el Sheik de la formación de una fuerza de reacción rápida árabe de 40 mil hombres, son los últimos movimientos en una guerra que ya se había puesto en marcha en el Oriente Medio desde hace algún tiempo.

Se trata de una guerra entre fuerzas sunitas y chiís por las ruinas del orden regional. Estamos hablando de una guerra que improbablemente terminará con la victoria total de uno de los bandos. Más bien, finalizará cuando ambas fuerzas se agoten. Es una incógnita cómo se verá la región cuando pase esta tormenta.

Los dos bandos de esta guerra difieren de forma significativa.

Los anuncios de Arabia Saudita y de la Liga Árabe constituyen un intento de los sunitas de reducir la brecha de unidad y eficacia entre ellos y sus rivales chiís.

El bando chií constituye un bloque unido, centrado en torno a la República Islámica de Irán. Los iraníes son una fuerza abiertamente anti-occidental y anti-status quo, en busca de un nuevo orden en Oriente Medio con ellos mismos a la cabeza. En su propaganda, se caracterizan a sí mismos como una alianza de fuerzas musulmanas auténticas, organizadas contra Occidente y sus mercenarios.

En realidad, son una congregación de agrupaciones casi exclusivamente chiís, pero cohesionada y unida.

Es posible que las tradiciones de clandestinidad y la comunicación transfronteriza de una minoría regional largamente subalterna le brinde a los chiís una ventaja en este sentido.

En el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria (CGRI) y su Fuerza Quds, los iraníes poseen un instrumento perfectamente diseñado para el momento actual en la región. Un ejército de revolucionarios profesionales cuyo trabajo específico es la movilización y la dirección de las organizaciones político-militares satélites.

El contexto de la guerra actual es uno en la que los estados han colapsado y se fraccionan en sus componentes sectarios. En Yemen, Irak, Siria y de una manera menos cinética en el Líbano, los aspirantes a "sucesores" de un estado organizado sobre una base sectaria o étnica están combatiendo entre sí.

En tal contexto, la existencia de una agencia estatal cuyo campo específico de especialización es la creación y el mantenimiento de las organizaciones político-militares sectarias es de una ventaja enorme. Los sunitas no tienen un equivalente al CGRI.

Su existencia y sus habilidades están detrás de la dominación de Hezbollah sobre el Líbano, la supervivencia del régimen de Assad en Siria, la actual movilización de la milicia chií contra el Estado Islámico en Irak y la ofensiva hutí en el Yemen. El bando suní en esta guerra ha sido, desde sus inicios, un asunto mucho más dispar, confuso y engorroso.

Hay una serie de razones para ello. No existe el equivalente suní de Irán, ningún estado poderoso único que pueda reunir y dirigir a todas las fuerzas bajo su ala.

Durante los últimos cuarenta años, los países árabes sunitas más poderosos formaron los componentes claves de la alianza regional encabezada por EEUU. Si Irán era la mano "que guiaba" o movía los hilos detrás del desafío chií al statu quo regional; entonces la fuerza organizadora detrás de los países sunitas pro-status quo era EEUU.

Pero en la última media década de guerra sectaria emergente en la región, Estados Unidos ha estado ausente y totalmente inadvertido de la dinámica de los acontecimientos. Por lo que los sunitas han estado a la deriva.

EEUU ha tratado de apaciguar tanto a los iraníes como al elemento radical y antioccidental entre los sunitas -los Hermanos Musulmanes-. Todo esto, al parecer, como parte de un esfuerzo para retirarse de la región y dejarle las llaves al que parezca más inclinado a apoderarse de ellas.

Lo que los acontecimientos recientes confirman, sin embargo, es que las potencias sunitas del "status quo", otrora aliadas de EEUU, están ahora decididas a organizarse independientemente dado la ausencia de la mano norteamericana guiadora.

El compromiso de los nueve países de mayoría sunita hacia la alianza organizada por los sauditas es el fruto de un ambicioso intento de Riad de crear un nuevo contra-bloque para enfrentar a los iraníes. Marruecos, Egipto, Jordania, Sudán, Pakistán, Qatar, Kuwait, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos están a bordo. La campaña para frenar el avance de los hutíes apoyados por Irán es la primera prueba de esta nueva y rara coalición.

El éxito sigue siendo incierto. Barcos egipcios han sido despachados a la zona. Los ataques aéreos han comenzado.

Pero las guerras actuales del Oriente Medio no son asuntos de alta tecnología. El poder aéreo sin duda juega un papel importante, pero al final, estas son contiendas desgastantes, luchadas en el terreno.

En una guerra tal, los islamistas chiís, los guerrilleros tribales de los hutíes y sus guías del CGRI probablemente gocen de cierta ventaja.

Es probable que el terreno difícil del Yemen exacerbe todo esto.

Esto plantea una dificultad adicional para los sunitas.

Hasta el momento, la experiencia de Irak y Siria indica que las únicas fuerzas suníes que le han hecho un mano a mano al elemento respaldado por Irán y se mantuvieron firmes son los islamistas.

Tengamos en cuenta la reciente conquista de Idlib, en el noroeste de Siria, por parte de una fuerza liderada por el Frente Nusra, la filial de Al Qaeda (y cliente de Qatar).

Idlib es la segunda capital de la provincia que cae en manos de las fuerzas anti-Assad en cuatro años de guerra civil. La primera fue Raqqa, más al este. Está ahora controlada por el Estado Islámico.

Lo que significa esto es que la reacción contra los iraníes, tal como es conducida por los árabes suníes, probablemente implique la participación de jihadistas sunitas y los Hermanos Musulmanes (también Hamás declaró recientemente su apoyo a la iniciativa saudita).

Pero la iniciativa saudita no ha terminado con las divisiones entre los sunitas. La división entre las fuerzas pro y anti Hermandad Musulmana ha sido sólo disimulada. El mes pasado, Qatar y Turquía, los principales países sunitas que apoyan a la Hermandad, firmaron un acuerdo militar independiente.

Esta movilización no contiene nada en ella de reforma regional. Es una alianza sectaria por excelencia.

Pero con todos los avisos y advertencias, el surgimiento de la coalición organizada por Arabia Saudita para el Yemen y el anuncio de la nueva fuerza de despliegue árabe en la región son acontecimientos de gran importancia, tal vez histórica.

Representan que los sunitas recogen el guante arrojado hace un tiempo atrás por los iraníes. Esta guerra estuvo viniendo desde hace tiempo.

Surgió en etapas. Ha estado aquí presente desde hace algún un tiempo.

Con el anuncio de la alianza dirigida por los sauditas, su magnitud se ha vuelto claramente visible. Un nuevo capítulo comienza en la región.

* Jonathan Spyer es director del Global Research in International Affairs Center (GLORIA) en el Centro Interdisciplinario de Herzliya y miembro del Middle East Forum.

Fuente: Jpost.com

FUENTE: AURORA-SPYER-SUNITAS Y CHIÍTAS-05/04/15

REFLEXIÓN:

La guerra del Irán chiíta y sus socios contra el mundo árabe sería desproporcionada en otras épocas. Los chiítas son sólo el 15% de los musulmanes, casi todo el resto son sunitas, en su mayoría árabes y, como dice el autor, anteriormente guiados por Estados Unidos.

La diferencia es que a Irán nadie le disputa el liderazgo y entre los árabes todos se lo disputan. En estos días Erdogan de Turquía criticó a Irán pero ahora irá a visitarlo. Parecería que está tratando de sacar alguna ventaja, él quiere ser el califa de estos tiempos.

¿Por qué es diferente esta lucha entre estas dos versiones del islam? Porque en otras épocas la cantidad hacía la diferencia, los chiítas eran pocos y hoy eso no es importante. La guerra se libra palmo a palmo, hay gente de una y otra secta en cada país y el surgimiento del terrorismo hace la diferencia.

¿Es que Irán representa la revolución contra el statu quo de los árabes? ¿Le da a su gente otra versión de la cultura islámica más moderna y progresista ante la versión sunita o todo lo contrario?

¿Cómo es que el Hamas sunita de Gaza recibe ayuda del Irán chiíta? ¿Y cómo es que Egipto (sunita) persigue a los Hermanos Musulmanes (sunitas) y a su rama de los Hermanos en Gaza?

Las alianzas se hacen por razones no solamente religiosas sino políticas, todos y cada uno de estos protagonistas luchan por la hegemonía en la región. Los árabes discuten entre ellos mientras los iraníes y sus adeptos atacan.

Con Estados Unidos cohesionando al mundo árabe sunita se emparejaba la lucha entre los contendientes, sin Estados Unidos la situación cambia. Con un Irán con poder nuclear todo se alteraría y los países árabes claman porque no se le permita tener la bomba. Si no se le impidiera no podría detenerse la carrera por el poder nuclear de todos y cada uno de los países de la región.

La pregunta es quién de los países árabes está en condiciones de lograrlo y ser el líder del mundo árabe, porque tener la bomba haría la diferencia.

Con bomba o sin ella, el liderazgo entre los países árabes es lo que se seguirá debatiendo. Un aspecto de este problema que a Irán nadie le discute.

En conclusión, se trata de quién logra la hegemonía en la región y los países árabes no están dispuestos a aceptar que sea irán quien los condicione y domine con amenazas.

ANA

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