Por RON BEN YISHAI
¿Será que comienzan a aparecer fisuras en la barrera obstinada del régimen en Irán sobre el tema nuclear? La respuesta es: señales sí. Fisuras, aún, no.
El régimen iraní encabezado por el Líder Supremo y quien determina, Ali Khamenei, aún no se encuentra dispuesto a ceder en el tema del enriquecimiento de uranio. A pesar de las crecientes sanciones y el precio que se cobran, Khamenei y sus hombres rechazan, de plano, las más livianas exigencias que les exhiben sobre el tema los cinco miembros fijos del Consejo de Seguridad y Alemania. Khamenei, tampoco está dispuesto a autorizar la presencia de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU para que visiten y revisen el sitio en el que, según las sospechas, se realizaron experimentos de ensamble de explosivos nucleares. Pero, hace dos semanas, el sitio oficial de Internet de Khamenei hizo una publicación extraña señalando –de hecho, determinando- que la rendición a la presión internacional es legítima si es al servicio de Irán. Khamenei no dice, por supuesto, que se refiere al marco de las presiones puestas en acción hoy contra Irán por el tema nuclear, sino que aleja su testimonio y se refiere a la decisión en disputa, tomada hace 24 años por el Ayatola Khomeini, padre de la Revolución Islámica, patrono de Khamenei y quien lo designara como su heredero. Se trata de la aceptación, por parte de la conducción iraní (17 de julio, 1988) del cese al fuego que puso fin, de hecho con la derrota iraní, a la guerra Irak-Irán. Saddam Hussein fue quien, en 1980, inició una guerra sangrienta que se prolongó ocho años. En su transcurso murieron miles de iraníes (también iraquíes). La economía iraní quedó destruida. Los niños fueron enrolados para cometer acciones suicidas con llaves plásticas del Paraíso colgadas sobre el cuello y territorios estratégicos pasaron de mano en mano. Pero los iraníes se mantuvieron firmes. Finalmente, Saddam Hussein dio señales al Consejo de Seguridad que estaba dispuesto a terminar la guerra. El Ayatola Khomeini se negó declarando que Irán no dejaría de combatir hasta que las fuerzas iraníes llegaran a Bagdad o hasta que Saddam y su régimen no fueran destituidos. Pasaron otros dos años. Con el apoyo de Estados Unidos, el dictador iraquí continuó haciendo estallar, con armas químicas, a las fuerza iraníes y a los kurdos de su país que se rebelaron y hasta dirigió algunos misiles Scud sobre Teherán y sobre otras grandes ciudades.
El ataque con misiles de Noruz (fin de año iraní) fue, en apariencia, la lanza que rompió la espalda de Khomeini. A causa del sufrimiento de los civiles en Irán y de la deteriorada situación económica acordó, el 17 de julio de 1980, el cese al fuego, según las condiciones fijadas por la Resolución 598, del Consejo de Seguridad. Saddam Hussein tomó a su cargo la decisión a pesar de no lograr apropiarse de terrenos ricos en petróleo de Irán tal como lo deseaba. La guerra que iniciara no le trajo nada (ni a él ni a los ciudadanos de Irak) a excepción de un sufrimiento colosal. Pero, quien vio a esa decisión como humillación y derrota fue Khomeini. Se vio obligado a aceptar el cese al fuego tras una terrible guerra sin que las fuerzas iraníes estuviesen ni siquiera cerca de Bagdad y mientras Saddam Hussein se quedaba sentado y seguro en su palacio.
Khomeini no intentó dar vuelta la cara. A sus allegados les dijo que se vio obligado a “tomar el vaso con el veneno” y hasta los autorizó a decirlo en público. Entre los allegados, que escucharon al líder diciendo por su boca semejantes palabras, estaba su heredero Khamenei y muchos de los jefes de gobierno en la actualidad.
Poco tiempo después falleció Khomeini; algunos dicen que con el corazón roto.
En conmemoración del aniversario de esa decisión, hace dos semanas, el sitio de Internet personal del líder supremo publicó partes seleccionadas de la referencia de Khamenei a esa decisión histórica, que el propio Khomeini denominó “vaso con veneno”. Y, milagrosamente, no solo Khamenei no se apena por esa decisión sino que la justifica. Determinó que Khomeini tuvo razón al decidir rendirse y aceptar las condiciones para el cese al fuego que impuso el Consejo de Seguridad. Khamenei explica que Khomeini no se rindió a la presión militar de Irak ni a las amenazas norteamericanas. Decidió lo que decidió por motivos internos iraníes. Es decir, dado que, junto a sus asesores, llegaron a la conclusión que la situación económica de Irán se deterioraba hacia el infierno y sería difícil salvarse; que los enemigos de Irán le imponían el cierre económico total y estaban dispuestos a cometer contra su país ataques más desastrosos por medio de misiles, armas químicas, el ataque a aviones de pasajeros iraníes y porque la aceptación del cese al fuego revelaría la verdadera cara de Saddam y su alianza con las potencias.
Esos dichos toman vigencia en el actual contexto.
Entonces cabe destacar, otra vez, que el líder supremo actual, Khamenei, determina que el deterioro de la situación económica es un motivo justificado y adecuado para un cambio drástico de las posiciones políticas e, incluso, la rendición a las presiones externas en temas de principios. Lo que no es menos interesante es que, a partir de las palabras de Khamenei, se inició en Irán un diálogo mediático, intensivo y abierto, sobre esa decisión. La mayoría de los participantes y, entre ellos, diaria, editora y sitios de Internet de todo el arco de posiciones políticas en Irán, justifican, también ellos, la decisión de Khomeini en su momento y sostienen que la situación económica, que vivía Irán durante la guerra con Irak, fue la principal causa de la rendición del anciano líder.
“EL Centro de Información y Terrorismo, Meir Amit”, informa sobre ese diálogo, con amplitud. El Centro, conocido por su acceso a fuentes confiables publica una nota de Internet semanal, con el nombre de “Foco hacia Irán”. Esa publicación cita las partes del discurso que dirigió hace dos semanas un funcionario de alto rango del régimen ante la Guardia Revolucionaria. Allí el funcionario cuenta, abiertamente, sobre las diferencias que tienen lugar ahora entre dos sectores de la cúpula de la conducción conservadora que rodea a Khamenei; un sector que apoya la “Batalla Firme”, sin concesiones, contra la presión occidental (en apariencia, en el tema del enriquecimiento de uranio) y, por el contrario, el otro sector, alineado con las concesiones. Este funcionario, con claridad identificado al sector de la resistencia obstinada, explica la posición del sector alineado a las concesiones y, del mismo modo, determina que Khomeini tuvo razón en su momento al cambiar su posición y conceder.
El solo hecho de las muchas expresiones en Irán sobre el tema de la decisión del “Vaso con veneno” de Khomeini, constituye un caso excepcional y merece atención. Los optimistas verán en ese fenómeno una prueba de que Khamenei y sus hombres comienzan a preparar la opinión pública iraní para el cambio; es decir, la moderación de las posiciones del régimen frente a las exigencias de Occidente en el tema nuclear. Pero, a mi juicio, no se trata todavía de un cambio verdadero en la posición de la conducción iraní en el tema.
Es mucho más considerable que el diálogo en el tema de la decisión de Khomeini de cuenta que la conducción en Teherán comienza a preparar a la opinión pública iraní a una vuelta en su política en el tema nuclear. Los Ayatolas en el gobierno están muy preocupados del efecto de las sanciones que no solo aumentan y crecen sino que, también, cobran un alto precio que se vuelve muy pesado para los ciudadanos. Es probable incluso que el régimen comience a temer su supervivencia. Una encuesta de opinión, realizada por el sitio de Internet iraní, recientemente, demostró que el 60% del público está dispuesto a ceder al plan nuclear si Occidente les levanta las sanciones.
Pero Khamenei y sus hombres aún no decidieron cómo se ocuparán del problema. Para mayor seguridad, mientras repasan las dos posibilidades, comienzan a preparar a la opinión pública de Irán para posibles concesiones en el tema nuclear.
Escrito por Administrador (CIDIPAL)
FUENTE: CIDIPAL-BEN YISHAI-SÓLO KHOMEINI-02/08/12
REFLEXIÓN:
Difícilmente la historia se repite aún cuando las situaciones parezcan bastante similares, porque con el paso del tiempo los protagonistas son otros.
Empezando con que nadie le teme a un pacifista y Obama lo es. Por esa razón Irán ha seguido jugando con fuego, desoyendo todas las alertas de una comunidad internacional que no acepta a un Irán con capacidad bélica nuclear.
Quizá un factor importante sea la caída Assad, pero el tiempo ha permitido que Irán siguiera protegiendo sus instalaciones y una errónea evaluación de Irán sobre su capacidad de salirse con la suya si Obama fuera reelegido, es lo que los hace dudar y considerar otras alternativas.
Nadie le pide a Irán que no tenga energía nuclear, sólo se le exige que no produzca armas nucleares y que se permita la inspección de sus instalaciones para confirmarlo. Si no tiene nada que ocultar debería permitir una inspección completa, si ni lo hace es porque algo oculta. Es obvio. Nadie se castiga con tantas sanciones sin alguna razón muy buena.
¿Cómo fue posible que se llegara a este punto excepto que los iraníes no creyeron en las amenazas de un pacifista a ultranza y de un mundo que a toda costa no quiere guerra? Y porque Obama cree en el efecto de las palabras y los iraníes en la fuerza de las armas.
¿Y qué cambios hubo hasta ahora?
Para Irán, ninguno significativo que lo hiciera desistir.
Sólo hay tres factores pendientes que pueden modificar la situación:
-La próxima caída de Assad, su aliado más importante.
-La reelección o no de Obama. Si lo fuera, Estados Unidos no atacará. No olvidemos, Obama sólo cree en la diplomacia de las palabras.
-La decisión de Israel de detener ya la carrera nuclear de Irán, para no correr el riesgo que los dos factores anteriores sean desfavorables para su supervivencia.
Considerando estos tres factores lo que tenemos es una carrera contra el tiempo: el que tomará la caída de Assad, el tiempo que se toma Obama y el que se tome Israel para asegurarse que Irán, un enemigo que lo amenaza permanentemente con exterminarlo, cuando crea que ese tiempo que pasa le juega en contra. Irán está también evaluando si le conviene esperar y arriesgarse a ser atacado.
Como suelen decir los israelíes, tienen demasiados profetas en la región como para tener una respuesta sobre lo que sucederá en el corto tiempo que queda. Pero a falta de profetas tienen buena información.
Nada es peor que la guerra, sin embargo, a lo largo de la historia ha sido muchas veces inevitable. No importa que la mayoría de la gente sensata no la desee y trate de acercar posiciones.
Hasta ahora no ha sido posible, Irán se comporta como si fuera sordo. Quizá sólo necesite el estruendo de las armas para escuchar las advertencias. Le queda poco tiempo para recapacitar si decide evitar una catástrofe propia y también regional.
Acordar evitar la violencia no es tomar una copa de veneno, es todo lo contrario para cualquier gobernante sensato. Assad no lo fue, y así le está yendo.
ANA
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