viernes, 14 de marzo de 2008

77. LINOVESKY ¿CALIFATOS O COLIFATOS?


LOS COLIFATOS DEL CALIFATO

Bien por la lengua castellana, o por el lunfardo

por MARIO LINOVESKY


COMENTARIO:

Notable recreación de la política internacional en clave de humor, que informa, instruye y aclara mucho de lo que no sabemos. El análisis serio puede ser entendido, discutido, rechazado, aprobado, hay idas y vueltas, pero bien se dice que del ridículo nadie vuelve. En fin, relatar la realidad que percibe el autor para explicarla más rápida y contundentemente, no lo hace quien quiere sino quien puede. Desopilante.


Bien por la lengua castellana, o por el lunfardo (habla que originariamente empleaba, en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, la gente de clase baja). Parte de sus vocablos y locuciones se introdujeron posteriormente en la lengua popular y se difundieron en el español de la Argentina y el Uruguay, en este caso, que nos arrima unos parónimos que para qué les voy a contar. Así, en tanto el integrismo islámico, o islamo-fascismo (para no andarnos con denominadores ambiguos), viene avanzando aquí y allá en pos de instalar un Califato Universal, el lunfardo pone a nuestra disposición un término de similar fonética a Califato: “colifato”, que describe radiográfica e indubitablemente a esa tropa enardecida. Califato y colifato, dos palabras que vaya si no suenan parecidas, casi iguales. Y colifato, además, es el calificativo que nos viene en esta ocasión como anillo al dedo, para describir el estado mental de estos deschavetados que propenden a instalar el tal Califato y el de aquellos que por desidia, cobardía o acomodo, les dan pie para que puedan consumarlo. Porque según esa lengua ayer marginal y hoy de uso común, colifato sería uno de esos individuos con las neuronas totalmente desordenadas, con tendencia al caos mental y a hacer barbaridades, sin medir las consecuencias claro; bah, un loco o loquito, si queremos que bien se entienda.

Por tal motivo, me propuse exponer a la consideración pública mi parecer sobre esos colifatos, claro que acotándolo a quienes, en los cinco continentes, tienen puestos sus afanes en la mencionada empresa. Ya que el lunfardo para otros, no menos extraviados, nos presta una diferente palabreja, pero de parecido significado a colifato: “piantado”; que pese a la fuerte analogía que enlaza a ambos términos hace que difieran entre si en su calidad, puesto que mientras el conceptuado como colifato es un caso perdido, el piantado es al menos remediable. Eso por una segunda acepción de piantado, que también permite ser traducido como echado, expulsado o el que por las suyas y sin presión palpable alguna, se va de determinado sitio o cargo. Y conviene discriminar entre uno y otro vocablo y entre uno y otro incriminado, porque existe entre ellos una sutil diferencia. O no tan sutil si se quiere. Ejemplo de ella es George W. Bush, ese monstruo loco y asesino, genocida, torturador, violador de viejitas y otras cuantas yerbas, reputado por el integrismo islámico, el progresismo y los que se dicen de izquierda como el más grande flagelo que haya azotado jamás el planeta; olvidándose quizá por conveniencia de un tipejo llamado Hitler, de sus camaradas (de los de la izquierda) Stalin y Pol Pot y de otros cuantos con o sin barba, que de matar a sus semejantes sabían y algunos todavía saben, un montón. Pero detengámonos en Bush ya que tantos así lo apetecen y veamos donde está la mencionada sutil diferencia. Pues sí, Bush, a quien personalmente no quiero ni un poquito, valga la aclaración, es lo que se llama un piantado, si lo traducimos por loco o extraviado, pero al mismo tiempo es removible; o sea que se lo puede piantar (echar), cosa que sucederá en poco tiempo más y que le da cierta ventaja sobre los colifatos. Encima, ni siquiera es dictador o tirano, al menos con su propio pueblo, caso contrario no asistiríamos al penoso espectáculo que nos brindan los Noam Chomsky y otros de parecida ralea, insultándolo más y mejor y sin que nadie siquiera los calle o amoneste.

Frente a él están los colifatos o colifas de verdad y estos si son de temer, además que difíciles de remover, ya que por nada del mundo piensan deshacerse, ni por un ratito siquiera, de sus lugares privilegiados y del poder. En nuestra América Latina por caso tenemos al desequilibrado Chávez, que a más de desequilibrado resulta ser un sujeto asaz patético. Quienes hayan seguido de cerca sus últimas actuaciones, lo habrán corroborado. Ya que aparte de haber sumido en la miseria a gran parte de los venezolanos, excluidos por supuesto los que lo adulan o le convienen, de haber eliminado a sus opositores a fuerza de palazos y de plomo, de haber coartado la tradicional libertad que Venezuela tenía, de cualquier modo no se priva en sus pretensiones por aparecer simpático y campechano, aún cuando su connatural y característica pose de matón de opereta debería desalentar a cualquiera como él, tan sólo de intentarlo. Porque mientras introdujo a los personeros de Jizbalá en sus selvas para que hagan con los indígenas lo que les venga en antojo, en tanto financia a los narco-terroristas de las FARC y les permite el uso de territorio venezolano para sus malandanzas, al mismo tiempo provoca el disgregue del sur del continente, declarando o haciendo como que declara la guerra a la república soberana de Colombia, que es la que los sufre y combate. Siendo expresión máxima de su patetismo comentado, la bufonada que hizo no sólo insultando soezmente al otro mandatario, encima vecino suyo, sino además ordenando el envío de batallones venezolanos a la frontera que tiene con el país de ese mismo presidente… durante su agobiante y ridículo programa de televisión. Trabajo para Ripley y para los psiquiatras más avezados este tipo.

Bien, por esta geografía amerindia tenemos más, pero por ahora con tamaño personaje nos basta y sobra para representarlos. Crucemos entonces el charco y dejemos en el viaje de lado al África, ya que es un continente destinado para los cachetazos y por tal, dada su mayoría de gente hambreada y sufrida, por el momento inimputable. Sigamos por lo tanto nuestro vuelo, puesto que por comodidad y falta de tiempo hacemos el periplo en avión, e internémonos en Europa, donde tampoco merece demasiado la pena detenerse. Ya que es tal el deterioro moral del Viejo Continente y está tan invadido por la desordenada inmigración musulmana, que, de no haber una rápida y contundente reacción de sus ciudadanos racionales, su destino, más temprano que tarde, será convertirse en la primera hijuela (cosa ajena y subordinada a otra principal; sucursal) del Califato. Siendo que para colmo uno de sus principales mentores (otra vez del susodicho Califato), el español Rodríguez Zapatero, acaba de ser reelegido como presidente ibérico y podrá seguir adelante con su Alianza de Civilizaciones, o sea prosternándose ante los ponebombas que le regalaron su primer mandato, asesinando a mansalva a sus compatriotas. Y antes de él y de Moratinos, a mediados del siglo pasado estuvieron los franceses, quienes en aras de demostrar su inclinación fraternal, democrática y progresista, prohijaron y protegieron al Ayatolláh Khomeini, con los resultados ya conocidos, facilitando así la instalación, en un futuro cercano, del nombrado (otra vez más) Califato. Y hoy lo tienen cerca suyo Inglaterra, Holanda y otros (la mayoría de los países europeos), cuyos territorios están copados por adeptos al Islam y de los que (de esos países) se teme seriamente que pierdan su estabilidad y representación pro-occidental y moderna. Pero son tantos, que más vale abandonar la tentación de nombrarlos, dado el tiempo que ello nos insumiría.

Sigamos viaje entonces y aterricemos en Oriente Medio, sitio que contiene la cuna del tal Califato y donde encontraremos a sus colifatos propulsores en la cantidad que nos venga en ganas. Pero antes que nada analicemos a Israel, el bastión hasta hoy inexpugnable para impedir la creación y expansión de ese Califato. Lugar en el que también (lamentablemente) encontraremos colifatos al por mayor. Aunque en este caso se nos presenta una situación dual, porque si bien los podemos encasillar como colifatos, tampoco les sienta mal el mote de piantados, ya que la mayoría de los ciudadanos los quieren piantar o echar. Y esto es así porque allí trabaja de Premier un tal Ehud Olmert y cohabitan en su gobierno unos tales Jaim Ramon y Ehud Barak. El uno por incapaz, el segundo porque quiere negociar y si se lo exigen mucho dividir Jerusalem y el tercero por irresoluto, aun cuando se oponen al Califato, por esos, sus comportamientos, clasifican tranquilamente para ser considerados colifatos. En mayor grado el Primer Ministro por supuesto, que trató de minimizar el terror de los pobladores de Ashkelon ante el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza y casi les ordenó que se acostumbren a ello y no hagan tanto aspaviento. Desde luego que hay muchísimos más, rabinos, opositores, pacifistas y otros, pero estos tres, por su relevancia, se llevan con justicia las palmas.

Y volvemos a cruzar la frontera, pero esta vez, que espero será la última, para internarnos en un extraño reino, al que llamaré: “la tierra de la permanente involución”. Todo en ese lugar va para atrás, dirigiéndose directamente al establecimiento del Califato, el norte que le impusieron a su feligresía Alá y Mahoma de común acuerdo, esto, según Mahoma. Si aún no lo han conseguido, es porque al lado, hace casi 60 años se ha instalado un país, Israel, uno de los más insignificantes (en territorio) del planeta, que sin embargo les ha plantado cara y, en cada guerra que le declararon, les ha dado unas soberanas palizas. Bien, en esa tierra de la permanente involución, sobrevive malamente, por obra de las conveniencias políticas de sus hermanos islámicos, un pueblo surgido de la inventiva árabe (creadora del álgebra se dice y promotores de la albahaca) y que no puede mostrar evidencias de haber existido antes de 1964: “el palestino”. Aún así, sus engendradores les han dado tantas ínfulas, que esta gente se lo ha tomado en serio y cree que le asisten derechos divinamente otorgados. De tal modo, ante cualquier cosa que se les dio o dé, ellos siempre han exigido o exigirán mucho más, mostrando por último su lunática pretensión: que los israelíes les dejen todo lo que han edificado a través de décadas y se vayan. Para conseguirlo, recurrieron al terrorismo y abrazaron la cultura de la propia muerte, en tanto que al mismo tiempo logren llevarse consigo a muchos judíos. Colifatos totales, en los pasados días se publicaron en un diario español las declaraciones del hermano de Ismail Haniye (que no sé como se apoda ni me interesa saberlo), sobre la lucha irredenta que están llevando ambos a cabo junto a su banda de criminales, llamada Hamás. Y se refirió justamente a esa cultura de la propia muerte, para la que según él están preparados 1.500.000 suicidas o sea toda la población árabe de Gaza. Un tanto exagerado el hombre y sólo por redondear la cifra, porque debió haber declarado como mucho 1.499.998 suicidas, puesto que él y su valiente hermano siguen escondidos, en clara demostración que convertirse en shahids no entra todavía en sus planes. Colifatos sí, pero no tontos los hermanitos.

Concluyendo: en este mundo del Islam podemos encontrar la cantidad de colifatos que queramos, más que en cualquier otro sitio y esto sin llegar a Irán, donde alcanzan un número superlativo. Y si analizamos a su presidente, el tal Ajmadinejad, difícilmente vaya a alcanzarnos para calificarlo el solo apelativo de colifato, sino que deberemos agregarle el de orate, loco, lunático, desequilibrado, ido, chiflado, maniático, tocado, perturbado, trastornado, delirante y un tan desesperanzador, como largo etcétera.

Pero no nos preocupemos nosotros, los normales, porque todo lo antedicho en verdad carece de relevancia. Riámonos de esas amenazas vacuas y permitamos que los integristas se sigan armando hasta los dientes, así se entretienen en algo. Inclusive, quedémonos quietos y dejemos que alcancen poder nuclear. En todo caso, desaparecerá Israel por haberse metido donde no debía, ya que con el resto del mundo no se animarán. ¿No se animarán?, ¿seguro?. Bueno, si vamos a andar temiendo de nuestra propia sombra, habiendo tantas cosas interesantes de las que ocuparse, ahí sí que estamos fregados. Ya que lo único que nos falta, es que perdamos el sueño por lo que nos dicen unos pocos alarmistas. Y menos hoy, vamos, que en la Bombonera juega Boca y hay corrida de toros en Madrid.


FUENTE: EL RELOJ - 14/03/08


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