jueves, 20 de marzo de 2008

83. EN CONTRA DEL ISLAMOFASCISMO


LOS CAMPAMENTOS DE ENTRENAMIENTO DE OSAMA BIN LONDON


Por ROBERT SPENCER



"52. Esos me los desayuno todas las mañanas". Son palabras del predicador islámico de Gran Bretaña Mohammed Hamid, al que le gustaba llamarse "Osama bin London". Hamid se refería a las 52 personas víctimas de jihadistas islámicos en los atentados de Londres de julio del 2005.


Estaba presumiendo de sus propios planes para, presumiblemente, desayunar, comer y cenar, muchos más muertos. Un funcionario de policía, hablando de las grabaciones de vigilancia realizadas de conversaciones en el interior de la residencia de Hamid, decía, "Hay conversaciones constantes de encontrar y matar infieles".

Hamid era un integrante de "los siete de Londres", una banda jihadista que estableció campamentos de entrenamiento en el campo británico en los que se preparaban para ataques a gran escala contra los británicos no musulmanes y que incluso se preparaban para abrir campamentos de entrenamiento también en Estados Unidos. Dos integrantes de la banda se declaraban culpables de los cargos de terrorismo este martes, pero el caso está lejos de haber terminado. Sus implicaciones tendrían que estudiarse escrupulosamente por parte de funcionarios del gobierno y de las fuerzas del orden.

La creación de campamentos de entrenamiento jihadistas en el campo rústico británico plantea cuestiones inquietantes sin respuesta fácil: ¿cuántos más hay? ¿Cómo se pueden detectar? Preguntas como estas deberían conducir a consideraciones de la sensatez de la presente política de inmigración sin consideración, y de la lealtad de la comunidad musulmana en general en Gran Bretaña, preguntas que nunca han sido respondidas satisfactoriamente. La denuncia de la ideología supremacista islámica jihadista, afirma el autoproclamado "ex-islamista" británico Ed Husain, "ese radicalismo, ese extremismo, esa mentalidad `nosotros-y-ellos´ empieza aquí, en nuestras calles en Gran Bretaña".


¿Por qué empieza en las calles de Gran Bretaña, y qué se puede hacer al respecto? Según Associated Press, "Hamid, natural de Tanzania, seleccionaba reclutas de las principales mezquitas invitándoles a reuniones fundamentalistas en su casa y después realizando una criba que asistía a los campamentos, afirma la policía". Aun así, donde quiera que los funcionarios de las fuerzas del orden se han aventurado en el asunto de monitorizar las actividades que tienen lugar dentro de las mezquitas, se encuentran con un bombardeo de indignación y críticas. El problema central es que, con todas sus rimbombantes condenas del terrorismo, los musulmanes pacíficos de Gran Bretaña y América no han hecho acto de aparición en gran número para denunciar a aquellos que ostentan sentimientos jihadistas, y mucho menos para desvincularse de ellos y expulsarles de sus mezquitas. No hay barrera de separación en la comunidad musulmana británica o americana entre los musulmanes que aceptan el pluralismo occidental y que simplemente desean llevar vidas comunes, y aquellos que ostentan la misma ideología de la jihad y la destrucción o la subyugación de los infieles a la que "Osama bin London" había dedicado su vida. No existe una manera fácil o fiable de distinguir a un musulmán que pudiera estar trabajando para rematar la muerte de los atentados de julio del 2005 en Londres de uno que aborrezca la idea misma.

En un entorno así se necesitan métodos nuevos. Pero tanto en Gran Bretaña como en América, los legisladores y los jueces siguen trabajando contra las iniciativas legítimas y legales anti-terror. A mediados de febrero en Gran Bretaña, un juez revocaba la condena de cinco musulmanes que se bajaban material pro-jihad de Internet. Y en América, después de que la Cámara Demócrata dejase expirar una ley de seguimiento la pasada semana, si las compañías de comunicaciones registran las llamadas telefónicas de jihadistas mientras planean ataques terroristas, los jihadistas pueden demandar a las compañías y llevarlas a los tribunales. El Director de Inteligencia Nacional Mike McConnell y el fiscal general Michael B. Mukasey se dirigían la pasada semana al Comité de Inteligencia de la Cámara: "Hemos perdido información de Inteligencia esta pasada semana como resultado directo de la incertidumbre generada por la no aprobación de la ley por parte del Congreso. A causa de esta incertidumbre, algunos socios han reducido la cooperación".

Por supuesto, no todo musulmán de Gran Bretaña o Estados Unidos caerá presa de "Osama bin London" o similares. Pero el caso de los siete de Londres manifiesta una vez más que contra más funcionarios de las fuerzas del orden se basan en la premisa políticamente correcta de que entre los musulmanes de Occidente hay poca o ninguna simpatía hacia la jihad global, más riesgo corremos los demás. Esta semana, la cadena ABC enviaba a dos actrices -una vestida de mujer musulmana con velo y la otra interpretando el papel de una Secretaría "islamófoba" que la trataba de manera grosera- a una tienda de Waco, Texas, con el fin de recoger pruebas de la xenofobia y el racismo americano. Un documental mucho más dramático se podría realizar a partir del caso de los siete de Londres, jóvenes musulmanes de Gran Bretaña que trabajan realmente para la muerte violenta de sus conciudadanos no musulmanes. Y a nadie de la ABC se le pasó por la cabeza al parecer que el hecho de que demasiados musulmanes se sometan a formación así -Incluso en Occidente- puede ser responsable de parte de la frustración y el resentimiento que surgía de algunas personas desagradables en su documental de "islamofobia".

Los musulmanes de Gran Bretaña y Estados Unidos se han retratado con destreza durante años ya como las víctimas de un recelo injustificado. El caso de los siete de Londres es simplemente el más reciente en indicar que mucha más claridad, mucha más honestidad y mucha más transparencia deberían surgir por su parte si de verdad quieren desactivar tal recelo. De lo contrario, algún "Osama bin London" nuevo rematará finalmente el recuento de muertos de julio de 2005 y su espantoso logro ejemplificará para siempre el ataque contra inocentes que puede y debe ser evitado, y un paso más en el camino a la desintegración de Occidente frente al ataque jihadista. Esto se puede evitar, pero cada vez es más tarde.

FUENTE: DIARIO EXTERIOR - 20/03/08



COMENTARIO:

El autor ejemplifica cómo está vigente en occidente la vieja frase "tapar el cielo con las manos". El islamofascismo es un hecho indiscutible, los atentados terroristas y amenazas así lo evidencian; si no se lo quiere ver no significa que no exista. Es comprensible que muchos musulmanes de cualquier parte del mundo que no comparten sus propósitos, no puedan denunciarlo o apartarse públicamente de él, bajo pena de caer víctima de los que lo practican tanto en occidente o en sus países de origen; los fanáticos no discriminan entre propios y ajenos. Es deber y obligación de cada país controlar y neutralizar la acción del islamismo fanático, si occidente y su democracia suicida lo impiden, no sólo desprotege a los que son considerados "infieles", sino que permiten que estén en la misma bolsa los musulmanes que no pueden diferenciarse de estos lunáticos. ¿Acaso no se investiga y controla a cualquier organización terrorista que no tiene un contenido religioso como argumento? Esta es una discriminación absurda que no tiene justificación. De este error nace inevitablemente la penosa, injusta y criticable "islamofobia".


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