CIVILIZACIONES, NACIONES E IMPERIOS QUE TRATARON DE DESTRUIR AL PUEBLO JUDÍO.
La más pequeña de las naciones pero con un amigo en el más alto lugar.
ENTONCES... SEA AMABLE.
La más pequeña de las naciones pero con un amigo en el más alto lugar.
ENTONCES... SEA AMABLE.
LA CONFRONTACIÓN EN GAZA PRESENTA AL NUEVO BLOQUE SUNITA
Israel versus Hamás
Por JONATHAN SPYER
La operación Pilar Defensivo y los medios usados para lograr su conclusión muestran la aparición de un nuevo actor en la estrategia y en la diplomacia del Oriente Medio: una alianza de estados y movimientos islámicos sunitas, incluyendo a Hamas, en la que Egipto desempeña un papel central. El nacimiento de este bloque sunita es el producto principal de las transformaciones que sacudieron al mundo árabe en 2011.
Si los datos que se han filtrado sobre el acuerdo de alto el fuego -mediado por Egipto- que puso fin a la operación son correctos, entonces no se resuelve nada. Al parecer, en esencia, un cese del fuego será puesto en práctica. El compromiso israelí de cesar las incursiones en Gaza y los asesinatos selectivos dependerá de la implementación por parte de Hamás, en un cien por ciento, de terminar con todos los ataques con cohetes.
Esto, puede decirse casi con certeza, que no va a suceder.
Por lo tanto, el acuerdo es un pistoletazo de arranque para la reanudación del conflicto de baja intensidad que ha existido entre Israel y Gaza, controlada por Hamas, desde que este último grupo tomó el poder en 2007.
Sólo queda por verse si las acciones militares de Israel, en la última escalada, han constituido una experiencia de aprendizaje suficientemente dura como para que el movimiento adopte una política más cautelosa en cuanto a permitir el lanzamiento de cohetes hacia Israel, como el que siguió inmediatamente a la operación Plomo Fundido, que se desarrolló entre 2008 y 2009.
Las relaciones entre Israel y las dos entidades controladas por los islamistas que han surgido en sus fronteras (el Líbano hegemonizado por Hezbollah y Gaza, dominado por Hamas) son, por su propia naturaleza, relaciones de beligerancia: algunas veces de guerra fría, otras de conflagración caliente.
Pero los acontecimientos de las últimas semanas también muestran una diferencia significativa. Hezbollah está ligado a una alianza regional liderada por Irán, ninguno de cuyos miembros tienen algo que se parezca a relaciones normales con Israel u Occidente.
Hamas, por el contrario, es ahora un miembro subordinado en una alianza liderada por Egipto -un país que tiene relaciones con Israel- y que es económicamente dependiente de Occidente.
El conflicto de la semana pasada se transformó en una necesidad porque, durante el transcurso de 2012, Hamas dejó de ejercer todo tipo de control sobre las organizaciones que lanzaban cohetes contra Israel y comenzó a perpetrar abiertamente ataques propios. Esto culminó en el atentado contra una patrulla del Ejército de Defensa de Israel, el 10 de noviembre, que inició el deterioro de la situación hasta desencadenar el conflicto.
La pregunta clave en ese punto era cómo reaccionaría Egipto, controlado por los Hermanos Musulmanes. Este fue un caso testigo, la primera confrontación entre Israel y Hamas en Gaza desde la caída del régimen de Mubarak.
Las preferencias ideológicas del nuevo régimen egipcio eran evidentes. Estas saltaron claramente a la vista cuando el primer ministro egipcio, Hisham Kandil, visitó Gaza durante los combates. El lenguaje, el estilo y la apariencia de Kandil eran básicamente indistinguibles de sus anfitriones de Hamas. El primer ministro egipcio besó a un bebé muerto junto a Ismail Haniyeh y con lágrimas en los ojos declaró su apoyo a un Estado palestino con su capital en Jerusalén.
Pero cualesquiera sean sus inclinaciones naturales, los líderes de la Hermandad Musulmana de Egipto no estaban en posición de respaldar a sus hermanos ideológicos de Gaza.
El presidente Mohamed Morsi se limitó a calificar las acciones de Israel como una “agresión inaceptable” y retirar a su embajador de Tel Aviv. Al mismo tiempo, reclutó la ayuda de los líderes de Turquía y Qatar para que el conflicto terminara rápidamente. El líder de Hamas en el exterior, Khaled Mashaal, también fue llevado a El Cairo para que representara a su movimiento.
El ascenso de los Hermanos Musulmanes al poder en Egipto le dio un enorme impulso a Hamas. Como resultado, el movimiento fue capaz de zafarse de su posición imposible como huésped de un régimen sirio involucrado en la masacre de los Hermanos Musulmanes, correligionarios de Hamás. Los esfuerzos del movimiento de redefinir las reglas del conflicto de Gaza con Israel proceden de este aumento de confianza. Hamas, según los reportes, no consultó con Egipto antes de su escalada. Parece que esperó mayor militancia por parte de su hermano más poderoso.
Pero mientras que los gobernantes de Egipto comparten la ideología de Hamás; también necesitan el apoyo de Occidente. Morsi gobierna sobre más de 85 millones de egipcios con una economía destrozada y disfuncional.
La ausencia de este apoyo significaría la posibilidad real del hambre para los sectores más pobres de la población.
Una subvención próxima de la Unión Europea (EU) de 6.300 millones de dólares y un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 4.500 millones de dólares, junto con el permanente apoyo financiero de Estados Unidos (EE.UU.), le impidió el respaldo abierto a los esfuerzos militares de Hamás, lo que hubiera sido la preferencia natural de El Cairo.
Como el analista saudita Tariq al-Homayed expresó en el Sharq al-Awsat, “ningún frente militar fue abierto, ni las relaciones con Tel Aviv fueron suspendidas; más bien, los esfuerzos y las soluciones de Egipto han sido políticos. Esto se debe a que el presidente egipcio, Mohamed Morsi no tiene muchas opciones; realmente quiere un alto el fuego”.
El resultado es un cese del fuego, con garantías egipcias, de que regresa al status quo anterior, en el que la decisión de escalar por parte de Hamás, daría lugar a una escalada correspondiente por parte de Israel.
Mientras tanto, Israel demostró que podía infligir un daño significativo a las infraestructuras físicas y humanas de Hamás, con un costo relativamente bajo.
Por lo tanto, mientras que el alto el fuego no resuelve nada entre Israel y Hamás, se acuerda un punto importante: al menos por el momento, y sólo por razones pragmáticas, Egipto -controlado por la Hermandad Musulmana- está dispuesto a desempeñar el papel de mediador, en cooperación con Occidente.
En retrospectiva, podría decirse que el golpe de estado de Hamás en Gaza, en 2007, ha sido el primer anuncio de la “Primavera Islamista”, que ha llevado a los islamistas sunitas al poder en Egipto y Túnez, y quizás pronto también en Siria.
En todos los casos, los regímenes nacionalistas decrépitos -de Fatah, Zine el-Abidine Ben Ali, Hosni Mubarak y Bashar Asad- fueron desafiados por movimientos populares fundamentalistas islámicos.
El resultado principal de la operación del Pilar Defensivo fue poner de relieve que las relaciones entre Israel y el representante palestino de este nuevo bloque -Hamas- constituyen el frente más importante del conflicto israelí-palestino. La Autoridad Palestina de Cisjordania, liderada por Ramallah, fue prácticamente invisible e irrelevante en las últimas semanas.
Las relaciones naturales entre Israel y el bloque sunita son de conflicto. La evidencia que resulta de la operación Pilar Defensivo sugiere, sin embargo, que al menos por el momento, este conflicto puede ser manejado todo el tiempo que Israel siga siendo la parte militarmente dominante y Egipto continúe siendo económicamente dependiente de la ayuda occidental.
FUENTE: AURORA-SPYER-CONFRONTACIÓN-29/11/12
REFLEXIÓN:
Este artículo describe bien los entretelones del conflicto entre Hamas e Israel que, por ahora, quedó congelado.
Irresponsablemente Hamás se encolumnó con la Yihad y otros grupos islámicos que disparaban contra Israel y también decidió aportar lo suyo a los ataques. Hamás no es un aliado natural de Irán (chiítas y persas) porque son sunitas y árabes, como Egipto y el resto de las naciones de la región. Es decir, mientras gobernaba Mubarak en Egipto -muy comprometido con Occidente- su mejor apuesta era Irán, porque de él recibía armamento, ahora que allí gobierna Morsi, de la Hermandad Musulmana, creyó que sería ayudado.
Se equivocó, Egipto no puede más que hacer declaraciones, necesita de Estados Unidos y de Occidente para sobrevivir y, además, Irán es un enemigo de todos los estados árabes. Todos le temen, ninguno más que Arabia Saudita, fuerte aliado de Estados Unidos y donde está La Meca y Medina.
A pesar del dolor que pueden sentir por las pérdidas de los suyos, aunque lloren a sus niños, sacrificados en una lucha eterna, su peor enemigo es Irán, para todos ellos, todos árabes sunitas contra un Estado persa y chiíta. Ésta es la realidad de la región. Y para vencerlo necesitan de Estados Unidos... y también de Israel...
Estos son los conflictos que se entrecruzan según la situación de cada país. El gobierno de Asad (alawita-chiíta) en Siria, es ayudado por Irán pero, los países árabes y Turquía arman a los rebeldes y finalmente caerá, entonces la primavera árabe será, como se debe esperar que sea, una primavera sunita.
Un artículo muy interesante es éste de Debka (en inglés), que nos hace dar cuenta qué poco sabemos sobre los planes que hay para la región.
¿E Israel qué tiene que ver con todo esto? Israel es judío, entonces de una forma u otra, en la región todos estarán siempre contra él. Occidente no puede ignorarlo y, sin embargo, le pide que ceda el terreno que de alguna forma lo protege, y que Siria y los países árabes arriesgaron en guerras que emprendieron y perdieron.
¿Qué puede esperar la Comunidad Internacional sobre la posibilidad de un acuerdo entre judíos y musulmanes en la región? Obviamente, cualquiera puede dar la respuesta.
ANA
Israel versus Hamás
Por JONATHAN SPYER
La operación Pilar Defensivo y los medios usados para lograr su conclusión muestran la aparición de un nuevo actor en la estrategia y en la diplomacia del Oriente Medio: una alianza de estados y movimientos islámicos sunitas, incluyendo a Hamas, en la que Egipto desempeña un papel central. El nacimiento de este bloque sunita es el producto principal de las transformaciones que sacudieron al mundo árabe en 2011.
Si los datos que se han filtrado sobre el acuerdo de alto el fuego -mediado por Egipto- que puso fin a la operación son correctos, entonces no se resuelve nada. Al parecer, en esencia, un cese del fuego será puesto en práctica. El compromiso israelí de cesar las incursiones en Gaza y los asesinatos selectivos dependerá de la implementación por parte de Hamás, en un cien por ciento, de terminar con todos los ataques con cohetes.
Esto, puede decirse casi con certeza, que no va a suceder.
Por lo tanto, el acuerdo es un pistoletazo de arranque para la reanudación del conflicto de baja intensidad que ha existido entre Israel y Gaza, controlada por Hamas, desde que este último grupo tomó el poder en 2007.
Sólo queda por verse si las acciones militares de Israel, en la última escalada, han constituido una experiencia de aprendizaje suficientemente dura como para que el movimiento adopte una política más cautelosa en cuanto a permitir el lanzamiento de cohetes hacia Israel, como el que siguió inmediatamente a la operación Plomo Fundido, que se desarrolló entre 2008 y 2009.
Las relaciones entre Israel y las dos entidades controladas por los islamistas que han surgido en sus fronteras (el Líbano hegemonizado por Hezbollah y Gaza, dominado por Hamas) son, por su propia naturaleza, relaciones de beligerancia: algunas veces de guerra fría, otras de conflagración caliente.
Pero los acontecimientos de las últimas semanas también muestran una diferencia significativa. Hezbollah está ligado a una alianza regional liderada por Irán, ninguno de cuyos miembros tienen algo que se parezca a relaciones normales con Israel u Occidente.
Hamas, por el contrario, es ahora un miembro subordinado en una alianza liderada por Egipto -un país que tiene relaciones con Israel- y que es económicamente dependiente de Occidente.
El conflicto de la semana pasada se transformó en una necesidad porque, durante el transcurso de 2012, Hamas dejó de ejercer todo tipo de control sobre las organizaciones que lanzaban cohetes contra Israel y comenzó a perpetrar abiertamente ataques propios. Esto culminó en el atentado contra una patrulla del Ejército de Defensa de Israel, el 10 de noviembre, que inició el deterioro de la situación hasta desencadenar el conflicto.
La pregunta clave en ese punto era cómo reaccionaría Egipto, controlado por los Hermanos Musulmanes. Este fue un caso testigo, la primera confrontación entre Israel y Hamas en Gaza desde la caída del régimen de Mubarak.
Las preferencias ideológicas del nuevo régimen egipcio eran evidentes. Estas saltaron claramente a la vista cuando el primer ministro egipcio, Hisham Kandil, visitó Gaza durante los combates. El lenguaje, el estilo y la apariencia de Kandil eran básicamente indistinguibles de sus anfitriones de Hamas. El primer ministro egipcio besó a un bebé muerto junto a Ismail Haniyeh y con lágrimas en los ojos declaró su apoyo a un Estado palestino con su capital en Jerusalén.
Pero cualesquiera sean sus inclinaciones naturales, los líderes de la Hermandad Musulmana de Egipto no estaban en posición de respaldar a sus hermanos ideológicos de Gaza.
El presidente Mohamed Morsi se limitó a calificar las acciones de Israel como una “agresión inaceptable” y retirar a su embajador de Tel Aviv. Al mismo tiempo, reclutó la ayuda de los líderes de Turquía y Qatar para que el conflicto terminara rápidamente. El líder de Hamas en el exterior, Khaled Mashaal, también fue llevado a El Cairo para que representara a su movimiento.
El ascenso de los Hermanos Musulmanes al poder en Egipto le dio un enorme impulso a Hamas. Como resultado, el movimiento fue capaz de zafarse de su posición imposible como huésped de un régimen sirio involucrado en la masacre de los Hermanos Musulmanes, correligionarios de Hamás. Los esfuerzos del movimiento de redefinir las reglas del conflicto de Gaza con Israel proceden de este aumento de confianza. Hamas, según los reportes, no consultó con Egipto antes de su escalada. Parece que esperó mayor militancia por parte de su hermano más poderoso.
Pero mientras que los gobernantes de Egipto comparten la ideología de Hamás; también necesitan el apoyo de Occidente. Morsi gobierna sobre más de 85 millones de egipcios con una economía destrozada y disfuncional.
La ausencia de este apoyo significaría la posibilidad real del hambre para los sectores más pobres de la población.
Una subvención próxima de la Unión Europea (EU) de 6.300 millones de dólares y un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 4.500 millones de dólares, junto con el permanente apoyo financiero de Estados Unidos (EE.UU.), le impidió el respaldo abierto a los esfuerzos militares de Hamás, lo que hubiera sido la preferencia natural de El Cairo.
Como el analista saudita Tariq al-Homayed expresó en el Sharq al-Awsat, “ningún frente militar fue abierto, ni las relaciones con Tel Aviv fueron suspendidas; más bien, los esfuerzos y las soluciones de Egipto han sido políticos. Esto se debe a que el presidente egipcio, Mohamed Morsi no tiene muchas opciones; realmente quiere un alto el fuego”.
El resultado es un cese del fuego, con garantías egipcias, de que regresa al status quo anterior, en el que la decisión de escalar por parte de Hamás, daría lugar a una escalada correspondiente por parte de Israel.
Mientras tanto, Israel demostró que podía infligir un daño significativo a las infraestructuras físicas y humanas de Hamás, con un costo relativamente bajo.
Por lo tanto, mientras que el alto el fuego no resuelve nada entre Israel y Hamás, se acuerda un punto importante: al menos por el momento, y sólo por razones pragmáticas, Egipto -controlado por la Hermandad Musulmana- está dispuesto a desempeñar el papel de mediador, en cooperación con Occidente.
En retrospectiva, podría decirse que el golpe de estado de Hamás en Gaza, en 2007, ha sido el primer anuncio de la “Primavera Islamista”, que ha llevado a los islamistas sunitas al poder en Egipto y Túnez, y quizás pronto también en Siria.
En todos los casos, los regímenes nacionalistas decrépitos -de Fatah, Zine el-Abidine Ben Ali, Hosni Mubarak y Bashar Asad- fueron desafiados por movimientos populares fundamentalistas islámicos.
El resultado principal de la operación del Pilar Defensivo fue poner de relieve que las relaciones entre Israel y el representante palestino de este nuevo bloque -Hamas- constituyen el frente más importante del conflicto israelí-palestino. La Autoridad Palestina de Cisjordania, liderada por Ramallah, fue prácticamente invisible e irrelevante en las últimas semanas.
Las relaciones naturales entre Israel y el bloque sunita son de conflicto. La evidencia que resulta de la operación Pilar Defensivo sugiere, sin embargo, que al menos por el momento, este conflicto puede ser manejado todo el tiempo que Israel siga siendo la parte militarmente dominante y Egipto continúe siendo económicamente dependiente de la ayuda occidental.
FUENTE: AURORA-SPYER-CONFRONTACIÓN-29/11/12
REFLEXIÓN:
Este artículo describe bien los entretelones del conflicto entre Hamas e Israel que, por ahora, quedó congelado.
Irresponsablemente Hamás se encolumnó con la Yihad y otros grupos islámicos que disparaban contra Israel y también decidió aportar lo suyo a los ataques. Hamás no es un aliado natural de Irán (chiítas y persas) porque son sunitas y árabes, como Egipto y el resto de las naciones de la región. Es decir, mientras gobernaba Mubarak en Egipto -muy comprometido con Occidente- su mejor apuesta era Irán, porque de él recibía armamento, ahora que allí gobierna Morsi, de la Hermandad Musulmana, creyó que sería ayudado.
Se equivocó, Egipto no puede más que hacer declaraciones, necesita de Estados Unidos y de Occidente para sobrevivir y, además, Irán es un enemigo de todos los estados árabes. Todos le temen, ninguno más que Arabia Saudita, fuerte aliado de Estados Unidos y donde está La Meca y Medina.
A pesar del dolor que pueden sentir por las pérdidas de los suyos, aunque lloren a sus niños, sacrificados en una lucha eterna, su peor enemigo es Irán, para todos ellos, todos árabes sunitas contra un Estado persa y chiíta. Ésta es la realidad de la región. Y para vencerlo necesitan de Estados Unidos... y también de Israel...
Estos son los conflictos que se entrecruzan según la situación de cada país. El gobierno de Asad (alawita-chiíta) en Siria, es ayudado por Irán pero, los países árabes y Turquía arman a los rebeldes y finalmente caerá, entonces la primavera árabe será, como se debe esperar que sea, una primavera sunita.
Un artículo muy interesante es éste de Debka (en inglés), que nos hace dar cuenta qué poco sabemos sobre los planes que hay para la región.
¿E Israel qué tiene que ver con todo esto? Israel es judío, entonces de una forma u otra, en la región todos estarán siempre contra él. Occidente no puede ignorarlo y, sin embargo, le pide que ceda el terreno que de alguna forma lo protege, y que Siria y los países árabes arriesgaron en guerras que emprendieron y perdieron.
¿Qué puede esperar la Comunidad Internacional sobre la posibilidad de un acuerdo entre judíos y musulmanes en la región? Obviamente, cualquiera puede dar la respuesta.
ANA
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