sábado, 3 de mayo de 2008

102. UNA RELIGIÓN PARA LAS IDEAS


OCCIDENTE Y SU CULTURA RELIGIOSA JUDEO-CRISTIANA


En este interesantísimo artículo que recomiendo, el autor explica la relación entre la religión judía, la importancia del acceso al conocimiento y el imperativo de justicia en su cultura. No debería sorprendernos que muchas de las grandes ideas hayan surgido de un pueblo que prioriza la educación por sobre todo, lo vemos cuando recorre las figuras de sus pensadores y más claramente se distingue hoy, cuando miramos lo que han logrado de un árido desierto olvidado por todos. Poco sabemos de su cultura y de sus mandatos inherentes a ella, este es un corto artículo con muchos datos históricos y ALGUNOS DETALLES, un deleite.



LAS RAÍCES DE LA IZQUIERDA JUDÍA


Por HILEL RESNIZKY


Una de las acusaciones irrefutables de los antisemitas es que los judíos apoyamos a la izquierda. El número de judíos en los partidos de izquierda es mucho mayor que el que les correspondería proporcionalmente. Lo que es realmente un escándalo para los antisemitas, es que una desproporción similar existe entre los ricos.


Judío es no solamente el Marx de Marx y Engels, sino también el de Marks & Spencer. Realmente insoportable. La alianza entre la plutocracia y el comunismo. Ya que estamos, y en la misma cuenta, pueden agregar la masonería (junto con el general San Martín). Vaya y pase que un judío pobre (si lo hay) sea comunista, ¡pero un judío rico!

Pero condicionar la ideología política con la situación económica, aunque se lo haga teóricamente basándose en el marxismo, no es un error. Es una estupidez. Un fisiólogo ruso, Pavlov, demostró que si se hace sonar un timbre simultáneamente con el suministro de comida, luego de un tiempo el perro segrega saliva cuando solamente escucha el timbre. Es lo que se llama el reflejo condicionado de Pavlov. Una mirada al espejo bastará para convencer al lector de que el hombre no es un perro de Pavlov.

Es decir, el hombre está condicionado, actúa en base a experiencias previas, pero elabora esas experiencias en base a su experiencia anterior (la memoria) y la experiencia de su especie (la historia). No estoy seguro -y no quiero expedirme sobre el tema- pero no creo que los perros, ni siquiera los de Pavlov, tengan súper yo. Los hombres sí. Hay quienes ven en la conciencia una faz del súper yo.

Hay quienes hablan de "conciencia de clase''. Pero ¿qué clase de conciencia? ¿Conciencia de qué clase?

Los obreros del conurbano de Buenos Aires que llegaron el l7 de octubre de 1945 a la Plaza Rosada y devolvieron al poder a Perón, ¿tenían o no "conciencia de clase''? ¿Y los que trajeron al poder a Menajem Beguin en l977, luego de casi cincuenta años (l930-1977) de hegemonía socialista? La respuesta no es necesariamente la misma.

Lo que estos ejemplos -y muchos otros- demuestran es que la conciencia política no se transpira en procesos mecánicos de tipo pavloviano.

Más aún. Sorprendentemente, para ponerse al servicio de los desposeídos, de los oprimidos, es mejor ser parte de la clase privilegiada que haber nacido en su seno.

Me permito una metáfora: quien nació y se crió en un pozo, desconoce otra realidad y supone que su condición es ser renacuajo. Sólo desde afuera del pozo, de afuera de la ciénaga se ve una realidad, o una realidad lejana (= ideal) mejor. Para los habitantes de la ciénaga, no existe otro mundo.

Es más: sólo los privilegiados tienen los recursos económicos que les permiten a ellos y a sus hijos conocer y elaborar un mundo mejor. El saber los hace libres. Incluso para renunciar a su clase y ponerse al servicio de sus enemigos de clase. Como se dijo: la conciencia no es un tipo de transpiración.

Algunos nombres que demuestran la tesis. No si Moisés era hebreo o, como lo argumenta Freud, un príncipe egipcio. Pero incluso de acuerdo al relato bíblico, Moisés nació esclavo pero se crió como príncipe. Esa condición de príncipe es la que le permitió reaccionar con violencia ante la violencia y matar al egipcio (Éxodo 2, 11-12). Es la que le permitió ponerse al frente del pueblo de esclavos para llevarlo a la libertad y a la Ley.

Espartaco, que nació libre y cuyo nombre figura entre reyes tracios, encabezó la rebelión fracasada de los gladiadores en 73 a.e.c.

El príncipe Peter Kropotkin (l842-1921), hijo de un terrateniente noble con tres mil siervos, fue el fundador del anarquismo comunista.

Ernesto "Che'' Guevara de la Serna Lynch (1928-1967) era de una "familia bien''. Lo que lo llevó a sus convicciones revolucionarias no fueron ni la indigencia personal ni fracasos en su carrera. Un viaje en moto con un amigo, a lo largo de la cordillera, lo puso en contacto con una realidad desconocida y lo transformó.

La conciencia social no es una reacción condicionada sino una elaboración, por el súper yo, de la experiencia personal e histórica. La condición sine qua non es el conocimiento, básicamente aquel que desde la trasgresión a la ley del Edén nos permite discernir entre el Bien y el Mal, discernimiento que hasta ese entonces estaba reservado al Creador.

Son las clases altas las que tienen el conocimiento. En esas clases altas hay quien no solamente usufructúa la riqueza, el conocimiento y el poder, sino que se cuestiona los derechos. Son filósofos como Platón en Atenas, políticos como los hermanos Graco en Roma, líderes inspirados como Moisés.

Son líderes sociales revolucionarios no a pesar de su riqueza, sino gracias a la misma.

Sí. Hay ricos o acomodados que son revolucionarios. También judíos acomodados, que son revolucionarios.

Personalmente vi de cerca, ejemplarizado, el fenómeno. En el cuento "La imagen del amado'' (dentro de mi libro "Puentes de Papel''), recuerdo un seminario marxista sionista en el cual participaban jóvenes judíos brasileños de familias de clase alta y rica. Vivían en contradicción entre su identidad económico-social y su ideología política. Contradicción no diferente a la del Che Guevara.

Los judíos fueron el pueblo que desde la antigüedad hizo tradición de la alfabetización (por lo menos de los hijos varones). Cuando en la Edad Media los cristianos limitaron la educación al clero (el varón debe manejar la espada y no la pluma), los judíos mantuvieron el valor de la educación. Am Haaretz (en su acepción de "ignorante") era un insulto, tal vez el peor. Cuando entre los gentiles el origen noble, y luego el dinero, definían la superioridad social, entre los judíos el estudio era una puerta a la movilidad social. Un judío rico, cuyo hijo no demostraba aptitudes para el estudio, aspiraba a tener, por lo menos, un yerno estudioso.

De modo que entre los judíos no hubo solamente ricos, sino también estudiosos. No quiero ser mal entendido. Desde ya que hubo obreros izquierdistas. Pero suponer que la condición económico-social es la única que determina mecánicamente la conciencia social es un error. Tal vez con bases "marxistas'', pero un error.

Sí, sí. Innegablemente hubo muchos judíos en los movimientos de izquierda: socialdemócratas, socialistas, anarquistas.

Mencionamos a Karl Marx, hijo de conversos pero judío de origen. Hasta tal punto alejado del judaísmo que lo hizo, erróneamente, una forma de capitalismo. Pero -sobre todo para los antisemitas- judío.

León Trotzky (el verdadero apellido: Bronstein) secundó a Lenin en la revolución soviética y organizó el Ejército Rojo. Rosa Luxemburgo, líder socialista en la Alemania de la primera posguerra. León Blum, líder del socialismo francés; Emma Goldman, líder de los anarquistas en Estados Unidos.

Hablamos de líderes. Pero no únicamente líderes. Activistas como los dos mil desaparecidos judíos entre las víctimas de la "Guerra Sucia'' en Argentina (1976-82), o los centenares de voluntarios judíos de Palestina en la Guerra Civil española (no hubo voluntarios árabes), así como los otros miles de judíos de todo el mundo en las brigadas internacionales, constituyen pruebas de ello.

Y también mártires judíos. Como Simón Radowitzky. Nació en Ucrania y su padre se trasladó a la ciudad de Ekaterinoslav, hoy Dnuiepopetrovbsk, para que sus hijos tengan educación.

Pero Simón debió comenzar a trabajar en su infancia. En el trabajo se conectó con los anarquistas, lo que lo obligó a abandonar el Imperio Zarista rumbo a Argentina, a donde llegó a los l8 años. Argentina vivía un momento de efervescencia magnetizado por la FORA anarquista. Ramón L. Falcón, jefe de la Policía Federal, se puso al frente de la represión. El primero de mayo, en la manifestación, fueron asesinados ocho obreros. Falcón ordenó la represión de las manifestaciones ulteriores.

Radowitzky, que había llegado como anarquista no violento, resolvió pasar a la acción directa. El 14 de noviembre de 1909 arrojó una bomba de su producción al carruaje del jefe de Policía. Capturado, llegó a la cárcel de Ushuaia, donde fue torturado, humillado y escarnecido. La presión popular logró sacarlo de la cárcel recién en l930. Radowitzky se movilizó para luchar contra el franquismo.

Si Radowitzky fue un mártir de la izquierda, la derecha -los militares- hizo un mártir de Ramón L. Falcón, con estatuas y calles a su nombre, proliferadas entre el 76 y el 82.

Sí, de todas las acusaciones antisemitas, la que nos hace responsables por nuestro desproporcionado papel en la izquierda es la más exacta.

Es cierto. Estamos entre quienes tenemos una situación económico-social que nos permite ver la realidad. Muchos hemos estudiado lo suficiente como para ver que esa realidad no es justa.

Esa es una respuesta parcial. Porque hubo proporcionalmente muchos más judíos que gentiles entre quienes optaron por la versión (hoy diríamos "narrativa'') izquierdista. La que acentúa los derechos del individuo, la autodeterminación de los pueblos y la igualdad.

La respuesta está en la historia. Mejor aun, en la narrativa judía de la historia. Hay quien supone que los hebreos no estuvieron en Egipto. No hay testimonios escritos, fuera de la Biblia, acerca de la esclavitud hebrea.

Y sin embargo, año tras año, las familias judías visten ropas festivas y proclaman "Esclavos fuimos del faraón en Egipto''. Claro que se habla luego de la liberación. Pero por qué ese empeño en recordar y repetir la servidumbre. Los griegos hacían que sus hijos aprendieran la Ilíada y la Odisea, historia de héroes que eran semidioses. Los germanos aprendían "El anillo de los Nibelungos''. Los racistas alemanes hablaban de un pueblo de señores (Herrenvolk).

Los hebreos, en cambio, se empeñan en recordar la servidumbre de la cual fueron liberados.

¿Es esto sólo un detalle?

Hay una similitud demasiado clara entre el Código de Hamurabi, aproximadamente del 1800 a.e.c. y la ley mosaica. Es evidente que hay relación entre ambos códigos y que ambos se inspiran o se basan en un código anterior. Pero entre el Código de Hamurabi y la Ley de Moisés hay varias diferencias.

Hamurabi hace diferencia entre los señores y los miskenu, ciudadanos de categoría inferior. Si un señor hace caer el diente de otro señor, caerá el suyo (ojo por ojo, diente por diente, como en la Biblia). Pero si es el hijo de un miskenu, de un plebeyo, sólo le pagará indemnización (incisos 200 y 201).

El Código de Hamurabi es riguroso con respecto a los esclavos fugitivos a quienes se debe entregar a sus dueños so pena de muerte (incisos 17, 18 y 19). La Ley Mosaica recomienda dar asilo al esclavo fugitivo y permitirle asentarse en el seno de la población (Deuteronomio 23, 15-16).

El Código de Hamurabi es menos riguroso en la moral familiar.

Ninguna de esas diferencias se puede atribuir a la casualidad. Tras la historia del éxodo, tras las leyes de la Biblia, hay una concepción.

No estoy seguro de a quién es atribuible la autoría del Pentateuco. La Biblia relata que en el reinado de Josías, cuando éste tenía 18 años, (allá por el 608 a.e.c.) se hizo una refacción en el templo y allí se halló -¡Oh casualidad!- el quinto libro del Pentateuco, el Deuteronomio, que es una especie de recopilación de la legislación bíblica (II Reyes, 22, 3-20). Si fuese periodista en esa época no habría resistido la tentación de atribuirle a los dignatarios, y no al destino, la autoría del libro.

Un libro que tiene leyes bastante interesantes para un izquierdista. Por ejemplo: "No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra, dentro de tus ciudades. En su día le darás su jornal y no se pondrá el sol sin dárselo, pues es pobre y con él sustenta su vida'' (Deuteronomio 24, 14 y 15). ¿Se aplica esa ley en Israel de hoy?) Más adelante fundamenta el imperativo: "Te acordarás que fuiste siervo en Egipto y que de allí te rescató Jehová, tu dios'' (versículo 18).

La esclavitud y la liberación no son sólo un recuerdo histórico sino también la base para la legislación. Un deseo legítimo de justicia social adecuada a ese tiempo emana de la legislación mosaica.

Debido a nuestra fijación con la paz, repetimos la visión de Isaías. Pasamos por alto que Amos proclama: "Por tres pecados de Israel y por el cuarto no revocaré su castigo: porque vendieron por dinero al justo y al pobre por un par de zapatos. Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos Y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi nombre'' (Amos 2, 6-8). Es decir: justicia social y moral familiar. Los sagaces habremos notado que no se mencionan para nada las mezuzot falladas, origen de todo el mal.

Para evitar el latifundio estipula la Ley Mosaica el año del jubileo (cada cincuenta años) en que serán redistribuidas las tierras. No sé cuándo se cumplió esa ley. La intención es bastante clara. ¿Qué dirían al respecto los estancieros que discutían con mi padre?

Jesús, hijo de María, judío de acuerdo a la ley rabínica, captó claramente el espíritu de los libros sagrados, revelando su animadversión a los ricos y su identificación con los pobres (no precisamente los pobres de espíritu, como se lo corrigieron para quedar bien con el César) que heredarán el Reino de los cielos.

No puedo seguir. El Antiguo Testamento tiene 872 páginas en papel Biblia. Lo trascripto hasta ahora basta para entender que los judíos no necesitábamos leer ni a Marx ni a Kropotkin para detectar la injusticia.

Si los judíos fuimos desproporcionadamente izquierdistas por algo habrá sido. Si los fascistas nos odian tienen sus razones. Somos, desde el Pentateuco, un elemento radical.


FUENTE: AURORA - 14/04/08

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