Occidente heredó los códigos morales del pueblo judío: honrarás a tu padre y a tu madre..... ¨Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio¨: EINSTEIN Frase de la sabiduría Judía:"No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ningún lado" Proverbio Judío
sábado, 3 de mayo de 2008
103. LA II GUERRA EN EUROPA Y LA MEMORIA
CUANDO UN NÚMERO TIENE UN SÓLO SIGNIFICADO, PARA SIEMPRE
Han pasado muchos años y pasarán muchos más, pero esta guerra será recordada en la historia como diferente, una maquinaria de muerte se implementó para destruir a un pueblo. Hasta el individuo menos informado reacciona de una manera particular cuando se dice: seis millones, nadie puede pensar más que en el holocausto.
Habrá quienes lo negarán, pero no tengo dudas que esa cifra ocupa un lugar en la conciencia de la humanidad, un sentimiento de horror ante tanta locura; esa ideología debía caer por su propio peso. Más de una vez pienso qué pasó por la mente de los que planearon algo tan malvado como estúpido, porque ¿quién podía aceptar ese curso de la historia sin rebelarse? El fracaso era inevitable porque esa barbarie era sólo el principio de lo que podía ocurrir después y cuando uno se ve en el otro, egoístamente, reacciona.
Se empezó por los más indefensos, un pueblo sin hogar, sin una nación propia que los amparara, y siguió con los seres más desprotegidos de la sociedad. No podía triunfar.
Pero seis millones no deja de ser una cifra que abarca tanto que de alguna forma nos impide humanizar uno por uno a cada uno de ellos.
Mi joven amigo Andrés me envió este correo que sirve para ejemplificar lo que quiero expresar, su abuelo perdió mucho, no obstante, tuvo una vida y acá está su nieto recordándolo y transmitiéndome una historia como muchas, para que sepamos que de tanto dolor surge una generación tras otra capaz de construir y vivir con alegría, que también sabe y puede defenderse esta vez, pero que no olvida y nos ayuda a no olvidar; su experiencia es conmovedora.
EL MENSAJE DE ANDRÉS (01/05/08)
En el día de ayer se conmemoró internacionalmente Yom HaShoah, el Día en Recuerdo del Holocausto. A las 10 de la mañana, yo personalmente presencié cómo todo Israel se quedó en silencio y de pie cuando sonó una sirena de dos minutos en recuerdo de los seis millones de judíos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. No estoy seguro de que haya otro país en el mundo donde se haga algo parecido. Pude ver cómo, en el centro de la ciudad de Jerusalem, apenas sonó la sirena la gente dejaba de caminar, la vida cotidiana se interrumpía, la gente se bajaba de sus autos, el tránsito se detenía y el país entero se paraba de pie, erguido, para recordar este día, día de recuerdo que no sólo tenía eco en diarios, radios, televisores, carteles y conmemoraciones oficiales, sino que se sentía entre la gente, se sintió durante esos dos minutos de respeto donde sonó la sirena y todo el pueblo de Israel bajó la cabeza para recordar a aquellos seis millones de judíos asesinados por la barbarie nazi y recordarnos a todos nosotros (sin importar el origen, la religión, el sexo o la nación) que nunca permitirán que semejante horror vuelva a ocurrir. Realmente en ese momento se me puso la piel de gallina y nunca sentí tanto orgullo de ser judío. Y para recordar este día, quiero presentarles un emotivo artículo que escribió mi querido abuelo Pedro Lew el mismo día en que se enteró que su familia entera había sido asesinada en Europa:
Artículo Publicado en el diario “El territorio” de Posadas, Misiones, Argentina, octubre 1953.
"FLORES EN EL AIRE"
Dedicado a mis padres y familiares asesinados en Kobrin, Polonia, en octubre de 1943.
Los pueblos civilizados acostumbran a colocar ofrendas florales sobre las tumbas de sus desaparecidos, venerando los recuerdos de aquellos que les eran queridos en vida.
También se dejan flotar coronas de flores sobre el agua cuando algún buque con pasajeros desaparece en las profundidades del mar o del río.
En tiempos bélicos, aviadores han dejado caer coronas de flores sobre el lugar donde algunos compatriotas, envueltos en llamas, cayeron al ser alcanzados por los cañones enemigos. También quiero proceder en forma análoga.
Al cumplirse el décimo aniversario del aniquilamiento de todos mis familiares, quise ofrendarles el testimonio de mi veneración... Pero una incógnita me deja en la incertidumbre: Dónde…? Dónde colocar esa ofrenda…? Dónde están las tumbas….?
¿Dónde fueron enterrados mi padre, madre, hermana, cuñado, sobrinito, tíos, primos y todos aquellos que me han sido tan queridos y tan cerca de mi corazón?
¿En el llano? ¿En el monte? ¿Fueron echados al río o fueron pasto de las llamas?
Decid vosotros, buena gente ¿no sabéis dónde está la última morada de mis padres y mis familiares? ¿No sabéis cómo se ha producido el fallecimiento de ellos?¿O es que acaso no han tenido siquiera la dicha de ser sepultados como gente? ¿O fueron convertidos en ceniza como la mayoría del pueblo judío que fue arrastrada a los hornos crematorios?
La ceniza vuela por el mundo como almas en pena, llorando por sus vidas truncadas, por sus años no vividos maldiciendo a los archiasesinos nazis que con tanta fiereza los aniquilaron a todos. ¿Puede el cerebro humano concebir algo tan cruel, tan despiadado y tan cobarde? ¿Puede el ser racional convertirse en una fiera hambrienta y sedienta de sangre humana como lo han sido los nazis?
¿Puede el amigo lector imaginarse lo que significa perder en esta forma a toda una vasta familia, a todos, sin excepción, a ancianos de edad otoñal junto con hombres maduros en pleno verano de su vida, acompañados con criaturas que empiezan a dar sus primeros pasos en la primavera de su existencia?
Todos fueron llevados al último camino sin retorno. Ninguno se ha salvado de ese trágico destino. No hay más a quién enviar saludos, ni recibir de ellos noticias, como si uno hubiera nacido de una piedra. ¿Acaso soy realmente nacido de una piedra? ¿Acaso no tuve yo también padre, madre y otros familiares como todos? ¿Acaso soy como un hongo que brota de la nada?
Cuando sopla el viento y escucho un susurro, me parece oír voces humanas y llantos de criaturas inocentes.
¿No serán ELLOS que me hablan? ¿No serán SUS voces que claman justicia y venganza por la sangre vertida?
Hoy es el triste aniversario cuando esos seres humanos, llenos de vida y vigor, fueron convertidos en un santiamén en cenizas. A estas cenizas que simbolizan a quienes han sido mis seres queridos, desparramaré por el viento pétalos de flores, para que les acompañen y les transmitan mi mensaje, exteriorizando al impulso de mi corazón dolorido y decirles: “Que hasta tanto lata un solo corazón judío en el mundo, éste no perderá la esperanza de ver la justicia, que los súper asesinos nazis pagarán con su sangre los crímenes cometidos, que los mares de sangre absorbidos por la tierra retornarán para caer sobre sus propias cabezas que, como torrentes de lava, las cenizas de millones y millones de víctimas arremeterán sobre los asesinos violadores y saqueadores. Entonces no habrá más en el mundo entero esta incertidumbre: ¿DÓNDE?
Vayan mis palabras, conviértanse en pétalos y desparrámense por el mundo para cumplir la misión que les estoy encomendando.
1943-octubre-1953
Pedro Lew
Y para conmemorar a los valientes partisanos judíos que se enfrentaron a la bestial mano nazi con manos peladas y corazón valiente, quiero dedicarles esta hermosa canción, su canción, su HIMNO PARTISANO:
Nunca digas que recorres tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!
Desde el país de las nieves al de las palmeras
aquí estamos con nuestro dolor, con nuestra pena;
y donde cayera una gota de nuestra sangre
brotará nuestro heroísmo, nuestro coraje.
El sol de mañana dorará nuecero hoy
y el enemigo se esfumará con el ayer,
pero si demorara en aparecer el sol
por generaciones vaya como consigna esta canción.
Esta canción ha sido escrita con plomo y sangre;
no es el canto libre de un pájaro salvaje;
entre un desplomarse de muros resquebrajados
la cantó un pueblo con armas en mano.
Nunca digas entonces que recorres tu último camino
aunque los días azules se oculten tras cielos plomizos;
todavía ha de llegar el momento soñado
y resonará nuestro paso: ¡aquí estamos!
http://youtube.com/watch?v=2GQLii0WKrA
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La carta del abuelo de Andrés es conmovedora hasta la médula. Es de un sentimiento que hiere el alma. No hay poesía que llegue tan honda, dile a Andrés, tú que puedes, Ana, que su abuelo no estuvo sólo, ni fueron las piedras las que lo amamantaron, que todos los que amamos a las gentes buenas e inocentes fuimos su familia y aún la seremos, por mucho que él ya no esté, o sí.
ResponderEliminar¡ Cómo expresar tanto dolor con tan pocas palabras..! Me siento como Pedro, al abuelo de Andrés.
Guardaré tu post en sitio aparte. Quiero releerlo con sosiego. Más saludos
ResponderEliminarIojanan:
ResponderEliminarYa le estoy transmitiendo tu tan sentido mensaje a Andrés, no todo se ha escrito y siempre hay algo que nos vuelve a conmover.
Te pregunto: ¿escuchaste la canción de los partisanos?, es hermosa, desde que la escuché sigue resonando en mi cabeza aunque no entienda las palabras, por eso el valor de la traducción.
Un abrazo.