EL DILEMA A RESOLVER EN EL ORIENTE MEDIO
(Democracia sectaria o democracia ciudadana)
Los principales líderes políticos libaneses, convocados por su presidente, Michel Sleiman, buscarán esta semana un arreglo definitivo a la crisis nacional. Aunque es muy probable que el encuentro a realizarse en el Palacio de Baabda derive en una nueva desilusión.
El estado del Líbano y Hezbolá -armado y constituido en un estado paralelo dentro del estado legal- no pueden coexistir.
Por GEORGE CHAYA
Los principales líderes políticos libaneses, convocados por su presidente, Michel Sleiman, buscarán esta semana un arreglo definitivo a la crisis nacional. Aunque es muy probable que el encuentro a realizarse en el Palacio de Baabda derive en una nueva desilusión.
Algunas partes insisten en conservar sus armas argumentando que el Estado no es fuerte ni capaz. Lo cierto es que mientras las armas estén en manos de una parte libanesa será muy difícil el logro de un estado fuerte y una democracia plena y moderna.
Se trata de la primera ronda de diálogos sobre la reconciliación nacional, una de las condiciones del pacto de Doha destinado a "implantar la autoridad del Estado libanés en todo el territorio del país", de allí que los principales puntos a tratar refieran a la seguridad interior y la estrategia de defensa nacional, es decir, la relación que habrá en el futuro entre Hezbolá, el principal grupo armado y el Ejército libanés.
Hezbolá ha puesto tres condiciones para que el diálogo alcance el éxito:
a) “Que los participantes admitan que el Líbano sólo tiene un enemigo: Israel";
b) Que coincidan en que "hay que construir un Estado fuerte, justo y capaz", y
c) Que "se aseguren los recursos necesarios para la liberación de la tierra y la defensa del Líbano mediante una estrategia nacional de defensa", en lo que configura una alusión directa a la preservación de las armas de Hezbolá, cuya necesidad es justificada por los líderes chi'ítas como resistencia a la ocupación israelí de territorios.
Al mismo tiempo el máximo líder del partido de Dios, sheikh Hassan Nasrallah, ratificó que el grupo no se desarmará aun en el caso de que Israel se retire de las Granjas de Shebaa, algo que hace dudar de las posibilidades de éxito del diálogo en cuestión, dado que la mayoría parlamentaria insiste en que el grupo chiíta entregue sus armas de forma definitiva.
Mientras tanto, el Ministro de Exteriores español Miguel Ángel Moratinos aplaude el diálogo nacional, culpando duramente a Israel de incumplir y violar la Resolución 1701 CSONU y se regocija por el papel que vuelve a jugar Siria en la “pacificación” del Líbano. Al tiempo, la economía del país no es de lo más favorable para ayudar al pretendido diálogo nacional. Los alimentos y productos básicos por nombrar uno, el litro de leche, cotiza a 30 dólares estadounidenses para la población que percibe un salario base de unos 300 dólares mensuales.
Volviendo a lo político, el coordinador especial de las Naciones Unidas para Líbano, Johan Verbeke, ha sido “trasladado del país” la semana pasada debido a amenazas contra su seguridad personal, así informó el pasado viernes el diario local Daily Star. Una fuente de seguridad cercana a las Naciones Unidas me confirmó desde Chipre que Verbeke "salió por razones de seguridad". De acuerdo con esta misma fuente, "se halló una amenaza en un website islamista Al-Ikhles (cuyo servidor es Piradius.net en Malasia) que proclama la extensión de la revolución islámica en Líbano, Jordania y Egipto, ante lo cual Naciones Unidas decidió tomar en serio tales amenazas". El diplomático belga había sido nombrado coordinador especial para Líbano el 16 de abril. Ahora fue trasladado y designado nuevamente representante especial y jefe de la misión de observadores de la ONU en Georgia tras estallar el conflicto entre Georgia y Rusia a finales de agosto. El periódico belga Le Soir publicó el jueves que Verbeke se fue de Líbano debido a "reiteradas amenazas de fundamentalistas islámicos extremistas" y a un requerimiento urgente de traslado emitido por la Secretaría General de la ONU.
Si bien estas anomalías están llevándose a cabo abiertamente y sin rodeos contra el Líbano y el pueblo libanés, los países árabes llamados moderados, la Unión Europea, el Estado de Israel, los EE.UU., las Naciones Unidas y el resto del mundo libre continúan observando con indiferencia estos hechos desde los últimos 3 años y han limitado sus posturas a la mera retórica y al contexto de vacíos comunicados de prensa y declaraciones de condena.
La mayoría de las naciones europeas, así como muchos otros países influyentes se engañaron a sí mismos en el pasado al creer falsamente que Hitler podía ser apaciguado y controlado, los hechos y la historia demostraron posteriormente la magnitud del error y el costo en millones de vidas humanas de esas políticas apaciguadoras. Algo similar se observa en el presente con los movimientos islamistas.
La realidad indica que “el estado del Líbano y Hezbolá -armado y constituido en un estado paralelo dentro del estado legal- no pueden coexistir” así lo ha señalado la diputada y parlamentaria libanesa Nayla Mouawad en una valiente declaración días pasados al Diario An Nahar y pareciera que sus declaraciones son razonables y realistas.
El argumento de la resistencia va perdiendo vigencia, y se asemeja más a una excusa inconsistente que a un postulado inteligente. La influencia occidental y su presencia militar en el mundo árabe “ha sido ininterrumpida en el devenir de la historia” y ello no cambiará. Siempre ha existido de una manera u otra. Durante la Guerra Fría hubo movimientos islamistas aliados con Occidente para confrontar la expansión comunista de la ex Unión Soviética. En general y con algunas excepciones, estos grupos han focalizado sus acciones en liberar las tierras árabes de cualquier presencia extranjera, pero todo el mundo conoce que tales grupos se aliaron a occidente cuando les resultó funcional y el claro ejemplo de ello es cuando antepusieron intereses económicos a los postulados de sus movimientos de liberación en favor de un programa pan-árabe nacional y popular durante el liderazgo de Abdel Nasser en los años 50, 60 y hasta entrados los 70. En ese período, es cierto que hubo una victoria parcial de los panarabistas, aunque no fue una victoria total. La presencia militar y económica extranjera permaneció en varios estados árabes que no estaban sojuzgados precisamente por occidente, sino que buscaban a occidente para hacer negocios y solicitaron su ayuda militar para sostener sus gobiernos, en muchos casos conducidos por dictadores.
En el caso de Afganistán, hubo una abierta y amistosa alianza en lo militar entre fuerzas occidentales-islámicas con la meta de combatir a la ex Unión Soviética. Por consiguiente, carece de sustentación argumental lo que se sostiene respecto de la presencia militar extranjera y que ella sea una causa directa del surgimiento y el avance del islamismo yihadista. Es por tanto un error considerar que las operaciones llevadas a cabo por los movimientos yihadistas o los sucesos en Argelia, Sudán, Afganistán, Pakistán, Irak, Líbano o Gaza tengan que ver con la presencia militar extrajera en la región.
La ideología es el “leit motiv” y el elemento de mayor relevancia en la conducta de estos movimientos. Los islamistas radicales sostienen que es necesario regresar el mandato del Islam a los estados árabes y musulmanes, tal como fue en la antigüedad. Una vez cumplido esto, quieren extender el mandato islámico más allá de la geografía árabe. Este es el objetivo y la mayor y más firme motivación de esos grupos, más aun que la existencia o no de bases militares españolas, británicas, alemanas o estadounidenses en el mundo árabe. Los yihadistas mantienen la idea del retorno al Siglo VII y la instauración del califato universal. Si occidente contrapone a ello sentido común y respeto por la libertad y la democracia, los postulados de los yihadistas tendrán tantas posibilidades de prosperar como que la Rusia actual vuelva a ser gobernada por los Zares. Aunque tal y como van las cosas, no estaría tan seguro del sentido común de occidente.
La cosmovisión de los islamistas en implementar la sharía básicamente no dista de lo que se conoce en occidente como la ley marcial. Cuando los sucesivos gobiernos militares han tomado un gobierno en occidente lo usual era que instauraran el “estado de sitio y la ley marcial”. Cuando los islamistas llegan al poder declaran la aplicación de la sharía, estas conductas autoritarias no distan una de las otras.
Dicho de otro modo, “la formación de movimientos generados sobre una base sectaria en el mundo árabe no es menos peligroso que formar un partido sobre una base racial en occidente y ello no difiere de una suerte de retorno al nazismo”, pues lo que se destaca como más importante y donde ambas corrientes confluyen es en aterrorizar a la personas y atacar la libertad y los cimientos mismos de las democracias.
Probablemente estén en lo cierto aquellos que sostienen que los movimientos religiosos son una manifestación de reacción a la incapacidad de muchos gobiernos árabes en tratar de establecer un estado basado en la ciudadanía. Un estado basado en la ciudadanía es la manifestación de un proceso histórico, es haber transitado un “destino de pueblo” con iguales y sólidos lazos en común, y desde luego, el deseo de mantener y cultivar esos lazos de cara al futuro. En su ideología y proyectando a largo plazo, los yihadistas no quieren un estado basado en la ciudadanía pues sencillamente los dhimmis serían iguales a los musulmanes sunníes en los estados árabes, o iguales a los musulmanes chi'itas en Irán, dónde si no se es chi'ita seguramente no se lo considerara un ciudadano de primera clase.
La disputa ante la incapacidad de los regímenes árabes para establecer un estado basado en la ciudadanía ha sido de gran aporte al crecimiento de los yihadistas. En cualquier caso, la cuestión de ciudadanía no es importante para los movimientos de la yihad global.
Estos aspectos ante mencionados, se relacionan de manera relevante y juegan un papel fundamental en el pretendido diálogo y la reconciliación nacional del liderazgo político libanés donde se observa de manera recurrente por los últimos tres años que hablan del fortalecimiento del Estado “sobre la base de la ciudadanía” careciendo de soluciones. Y esto es así porque todos y cada uno de los partidos están construidos sobre “una base sectaria” y por consiguiente están limitados siendo sunníes, chi'itas, drusos o cristianos.
En otras palabras, la idea y la formación de partidos políticos sobre una base sectaria o religiosa confronta, colisiona e indefectiblemente hace naufragar la idea de construir un estado fuerte a partir de la ciudadanía. La democracia es un proceso que marca el curso histórico común y la sumatoria de un pueblo a partir de las acciones del estado que lo define y lo representa, y es allí donde se fortalecen las instituciones del propio estado, nunca habrá fortalecimiento en el poder que emane de lo sectario. Quienes psicológicamente no pueden apartarse de su cosmovisión tribal y son obviamente tribales, no tendrán otra alternativa que ser gobernados como tribus. Si son retrógrados, serán gobernados por retrógrados; si su predisposición es ser cerrados, serán gobernados por clanes; y si son sectarios, serán gobernados por sectas. Y así sucesivamente. Esto es estar inmersos en un círculo vicioso de donde no hay escapatoria ni solución a la vista.
La democracia libanesa es sectaria, es un sistema que solo garantiza cuotas de poder (presidente, cristiano maronita; primer ministro, musulmán sunnita; presidente del parlamento; chiíta y reparto de bancas en equivalencias a los drusos y sectas menores), y no una democracia basada en la ciudadanía. El régimen político en el Líbano, es cierto que previene una dictadura a través de equilibrios sectarios, pero no ha logrado -y lejos está de hacerlo- una verdadera democracia basada en la ciudadanía y tal como se ven las cosas ella esta muy lejos de ser alcanzada.
COMENTARIO:
¿Qué tipo de diálogo entre distintos sectores puede haber en un estado democrático cuando contiene dentro de sí a una fuerza armada que actúa por su cuenta como el Hezbolá? Tan independiente que ocasionó una guerra contra Israel sin que fuera el estado quien la provocara.
Esto sólo invalida lo que se pretende llamar democracia, donde las fuerzas armadas del estado deben tener la exclusividad del poder defensivo a las órdenes de un gobierno elegido por el pueblo para que lo represente. Sorprende entonces que el Ministro de Exteriores de España, Moratinos, se concentre en qué hace Israel y no en lo que se hace en Líbano, como si no supiera sobre qué pilares se sustenta una democracia verdadera. Creo que su posición es evidentemente muy parcial y hace pensar a qué se debe tal posición del representante de un país democrático ¿qué razones tendrá?
Es muy interesante el concepto que vierte Chaya sobre qué es una democracia sectaria y la verdadera basada en la ciudadanía, no es este el camino, no es este diálogo el que permitirá a Líbano avanzar hacia la concordia y la igualdad de derechos de todos sus ciudadanos, seguirá estando a medio camino entre una democracia real y los demás países islámicos de Medio Oriente.
ANA
FUENTE: GEORGE CHAYA.ORG - 06/10/08
http://www.georgechaya.org/eldilema.htm
FUENTE: DIARIO DE AMERICA - 06/10/2008
http://diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=4625
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