sábado, 1 de enero de 2011

747 - AGUINIS - PALESTINOS: HISTORIA Y MITOLOGÍA


INVENCIÓN DEL PUEBLO PALESTINO

Por MARCOS AGUINIS

Hace unos años, el primer embajador "palestino" ante Argentina, -elevado a esa dignidad por el gobierno de Menem, puesto que no representaba a un Estado soberano- dijo que Jerusalén fue fundada por los palestinos quinientos años antes de que naciera el patriarca Abraham. Si uno confía en la narración bíblica, que es el único texto que se refiere a esa remota personalidad, entonces existía una localidad llamada Salem, perteneciente a los nabateos, cuyo jefe se llamaba Melquisedec. Abraham y Melquisedec, según esa narración, intercambiaron gestos de recíproco respeto. Aún no se llamaba ese lugar Jerusalén ni asomaba la menor referencia a los palestinos. Salem no volvió a ser mencionada hasta los días de David quien, un milenio antes de la era cristiana la conquistó, rebautizó Jerusalén y convirtió en capital de su reino. A partir de entonces adquirió una relevancia que no pudo ser destruida por ningún invasor de la Tierra. Según diversos testimonios arqueológicos, el enclave era muy antiguo, en efecto, y había pertenecido a diferentes y olvidadas comunidades antes de David. Pero ninguna de ellas se llamó palestina.
El embajador mintió olímpicamente.

Si acudimos a la etimología de la palabra, "Palestina" deriva de "Philistea". Fue el territorio costero conquistado por invasores provenientes de Creta. La Biblia narra los enfrentamientos que mantuvieron con los hebreos durante varios siglos, dando lugar a narraciones de profundo impacto como el romance de Sansón y Dalila, los combates del rey Saúl y la desigual pelea entre David y el gigante Goliat. Los filisteos, sin embargo, nunca pudieron llegar a la profundidad del territorio que controlaban los hebreos y es lógico suponer que terminaron asimilándose a estos, porque nadie jamás volvió a mencionarlos. Las palabras "Philistea" y "filisteo" quedaban muertas, junto a los nombres de otros pueblos que habitaron el Sinaí, Tierra Santa y sus alrededores.

No existe ninguna mención al "pueblo palestino" en toda la Antigüedad. Ninguna. Sólo cabría homologarlo con los filisteos llegados desde Creta -como dijimos- y que desaparecieron por completo. En contraste, resulta muy fuerte y reiterativa en esa época la expresión "pueblo de Israel".

Recién luego de la segunda gran rebelión judía contra el imperio romano resucitan los filisteos (sólo como palabra, no como pueblo). Adriano, iracundo por una lucha que no parecía tener fin, decidió borrar los lazos judíos con ese agitado territorio. A Jerusalén le cambio su nombre por el de "Aelia Capitolina" y a todo el país ordenó quitarle la conocida denominación de "Judea". Con el pícaro propósito de convertirlo en un espacio ajeno a los judíos, escogió el nombre de quienes mil años antes habían sido sus enemigos: los filisteos. "Judea" se convirtió en "Philistina". Es paradójico que siempre quedaron viviendo allí judíos, pese a las matanzas, expulsiones y conversión de muchos en esclavos. No existía un solo filisteo (palestino).

La decisión calenturienta y arbitraria de Adriano tuvo poca suerte durante centurias, porque los judíos siguieron llamando Eretz Israel (Tierra de Israel) a ese país y los cristianos la bautizaron "Tierra Santa".

La invasión árabe en el siglo VII se realizó en medio de la sistemática islamización que se hacía del legado hebreo. Esa tendencia comenzó con el profeta Mahoma, quien dictó el Corán, libro en el que no sólo se reproducen nombres y episodios bíblicos, sino que se transfieren asuntos importantes, como el sacrificio de Isaac a Ismael. No pretendo caer en un debate teológico, sino señalar que Tierra Santa fue importante para la emergente religión porque allí sucedieron hechos que refiere el Corán, pero protagonizados por el pueblo de Israel. En ningún versículo asoma palestino alguno, ni por casualidad.

Durante las Cruzadas murieron muchos judíos y musulmanes a manos de los invasores. Tampoco en ese tiempo los musulmanes fueron identificados como palestinos. Esa denominación hubiera parecido absurda.

Más adelante el Imperio Otomano redujo el país a "Vilayato de Jerusalén", porción de una extensa provincia llamada Siria.
Recién a fines del siglo XIX volvió a renacer la palabra Palestina, con el objeto de diferenciar su espacio del resto de Siria. Es interesante consignar que tuvo más éxito entre los judíos que entre los árabes y musulmanes en general. ¡Cuando a principios del siglo XX surgió el nacionalismo árabe, manifestó su enojo y ¡acusó al sionismo de haber inventado Palestina! No había "pueblo palestino", sino un territorio que se empezaba a llamar Palestina, y donde todos sus habitantes cristianos, judíos, musulmanes, drusos, eran identificados como palestinos. Los judíos se reconocían a sí mismos como "judíos palestinos". Hasta el diario sionista Jerusalem Post se llamaba entonces Palestine Post.

El mapa demográfico había empezado a modificarse a partir del siglo XIX. Según referencias de viajeros célebres, -entre los cuales podemos mencionar a Mark Twain- el país estaba casi totalmente desierto y abandonado. Se podía viajar días enteros sin ver un alma. Había pequeñas comunidades judías arraigadas en Jerusalén, Iafo, Hebrón, Tiberias y Safed, que convivían con una escasa población árabe (jamás llamada pueblo palestino, es necesario insistir). Antes del primer Congreso Sionista (1897) ya se fundaron granjas y empezó la sistemática inmigración judía. La actual geografía que comprende a Israel, Jordania y los llamados Territorios Palestinos, se identificaba en todo el mundo como Palestina, en especial gracias a la energía del movimiento nacional judío, que creció de forma exponencial durante el imperio otomano.
Antes de la Primera Guerra Mundial inventó los kibutzim, construyó carreteras, fundó grandes ciudades (Tel Aviv en 1909), forestó colinas desiertas, habilitó granjas, levantó escuelas, amplió Jerusalén fuera de las murallas y hasta organizó una fuerza de autodefensa. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, la comunidad judía prestó un heroico apoyo a las fuerzas aliadas. Antes de terminar la conflagración, en reconocimiento a su desempeño, fue lanzada la Declaración Balfour que reconocía el derecho a levantar en Palestina un Hogar Nacional para el pueblo judío.

Llegada la paz, las potencias victoriosas se distribuyeron con mentalidad colonial toda la región. De ese modo Palestina e Irak quedaron bajo hegemonía inglesa, mientras Siria y el Líbano (segregada de Siria) pasaron al dominio francés.

Inglaterra, para agradecer el apoyo de la dinastía hashemita, designó a Feisal rey de Irak y amputó dos tercios de Palestina para crear el reino hashemita de Transjordania con Abdullah en su trono. Gran Bretaña tenía un proyecto que no coincidía con la Declaración Balfour y, a poco andar, empezó a obstruir el crecimiento del Hogar Nacional Judío. Pero en ningún momento se hablaba de otro "pueblo palestino" que la totalidad de sus habitantes, en especial los judíos, empeñados en conseguir la independencia. Los árabes no manifestaron la misma ambición y ciertos grupos reaccionarios, dirigidos por el filo-nazi Mufti de Jerusalén, escogieron como objetivo de su lucha exterminar a los judíos que traían el progreso y la obscena secularización.

El resto de la historia es muy cercana. La ONU decidió la Partición de Palestina en dos Estados, uno Árabe y otro Judío. El Judío voceó su independencia apenas Gran Bretaña arrió el pabellón. Los árabes, en cambio, no proclamaron ningún Estado, sino que se lanzaron a una guerra de intenciones genocidas: "arrojar todos los judíos al mar". Cerradas las hostilidades, tampoco proclamaron un Estado árabe en las tierras que retuvieron.
En 1949 Transjordania cambió su nombre por el de Jordania para consolidar la apropiación de un espacio que jamás le había pertenecido. Durante casi dos décadas no hubo ningún intento de erigir un Estado árabe en los territorios bajo el poder de Egipto y Jordania. Recién poco antes de la Guerra de los Seis Días, el presidente Nasser fundó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) con el propósito de destruir a Israel y, recién sobre sus ruinas, erigir un Estado árabe, quizás sin la Cisjordania entonces en poder del reino hashemita (¡vaya paradoja, porque ahora Cisjordania es el núcleo de la Autoridad Palestina!).

Las palabras "Palestina" y "palestinos" fueron perdiendo su sentido original. Se ha impuesto uno nuevo, producto de una invención que adquirió rápida potencia y se fue revistiendo de mitología, como atribuirle una existencia anterior al patriarca Abraham. Ahora se habla del "pueblo palestino" con una identidad excluyente y que es, además, el pueblo aborigen de ese país (con absoluto desprecio de la historia): ya no son los judíos, sino sólo los árabes de Tierra Santa o la histórica Eretz Israel quienes lo integran. Se lo reconoce como un pueblo sacrificado que merece desarrollar su compleja identidad, por supuesto, pero con una identidad sujeta a complejos avatares. Por un lado muchos de sus miembros viven en el exterior, muchos son mantenidos como rehenes en campos de refugiados (¡los más crónicos del mundo!), muchos son buenos ciudadanos del Estado de Israel y muchísimos son la mayoría absoluta de toda Jordania. Intuyo que una gruesa porción anhela paz y progreso, pero esa porción racional es saboteada por fanáticos que sólo apuestan a la violencia y no aceptan convivir con Israel. Mientras ese sabotaje continúe firme, y se atribuyan las dificultades sólo a la "maldad de Israel", el futuro del muy joven pueblo palestino, -duele manifestarlo- continuará neblinoso.

FUENTE:
CJL-AGUINIS-INVENCIÓN PALESTINOS-28/12/10

COMENTARIO:

En esta versión de la verdadera historia de Palestina, Marcos Aguinis hace gala de su poder de síntesis para que nos enteremos cómo se fue gestando esta nueva identidad, "palestinos" para los árabes que eligieron convivir con un pueblo mucho mas antiguo -como lo revela la arqueología- más los detalles de las distintas etapas de una política que fue cambiando con el tiempo y los compromisos.

Pero la historia no puede volver atrás, esto es lo que hay desde hace 44 años, árabes que se autodenominan "pueblo palestino" como si tuvieran algo que los diferenciara de cualquier otra nación árabe de la región.

Esto nos confirma, una vez más, las limitaciones que se les imponen a los judíos también en su tierra ancestral; tuvieron que aceptar no lo prometido sino lo que se dignaban a darles o no habrían podido declarar su estado aún cuando fue en un territorio acotado e indefendible. Sin embargo, pudieron conservarlo cuando fue atacado apenas fue declarado el estado y en sucesivas guerras que soportaron cuando sus enemigos creyeron que la victoria les pertenecía.

No ha sido así y la lucha continuará porque la fantasía puede más que la realidad cuando esta historia se sigue enseñando a las nuevas generaciones, Israel es el invasor, el territorio del Estado Judío de Israel es una "ocupación" y la "resistencia" del "pueblo palestino" es legitimada por el resto del mundo.

Esto no se podrá cambiar y la lucha se eterniza, las posibilidades de un acuerdo y la aceptación de Israel por los "palestinos" como un estado legítimo resultará muy difícil. Con esto tendrá que lidiar Israel durante muchísimo tiempo, quien sabe hasta cuando.

Pero Israel es un ejemplo para ellos, cuando los judíos declararon su estado todo estaba listo para tenerlo, las organizaciones de cultura judía estaban preparadas para que el estado tuviera una identidad propia. Ese es el camino a seguir por los palestinos, en lugar de hacer atentados y educar para odiar y derrotar al otro sino construir su propia identidad que no sea la que conocemos: odio y violencia.

No será por medio del reconocimiento de quienes no conocen la historia de estos pueblos, (¿Menem engañado? ¿Qué clase de estadista puede definir políticas sin conocer la verdadera historia? Menem también era de origen árabe, ¿quería creerlo?). Esos reconocimientos no ayudan, entorpecen los acuerdos a los que tendrán que llegar si es que quieren terminar con la estrategia de la violencia y empezar una nueva historia de cooperación y paz.

Lo que podrían conseguir sería la envidia de todos, de hecho, los árabes israelíes no tienen ningún interés en perder su ciudadanía, ellos conocen bien la diferencia entre democracia israelí y dictadura árabe. El resto del mundo cree que el pueblo desea otra cosa porque no todos se atreven a decir lo que prefieren, les va la vida en ello.

Esa es la diferencia entre la dirigencia palestina que hace lobby y el pueblo que, aún mal enseñado y sometido, no quiere verse en el espejo de los países árabes sino en el de los democráticos y progresistas israelíes.

ANA

Árabes en apoyo de Israel - 1 -



Árabes en apoyo de Israel - 2 -



Este es un amigo árabe que vive en Israel. En pocas palabras explica el porque apoya a Israel. Este video demuestra otra cara de Israel que no estamos acostumbrados a ver. Poca gente sabe que hay miles de árabes viviendo en Israel, y menos saben que ellos viven bien, con más libertad que en cualquier otro país del medio oriente. Este video es un testimonio de esa población casi anónima que necesita ser escuchada.
Israel es la luz en una región consumida por la obscuridad.

FUENTE:
AMIGOS DE ISRAEL

4 comentarios:

  1. SHALOM !
    ACABAS DE RECIBIR UN PREMIO.
    FELICITACIONES Y FELIZ AÑO NUEVO !

    ResponderEliminar
  2. Empezar el año con un premio es gratificante pero lo es mucho más que un amigo, un compañero de lucha, nos recuerda.

    Gracias Bajur, un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Me extraña,ahora que puedo leerte, apreciada Ana, que no haya ningún comentario relativo al completísimo artículo que nos aportas. Es historia y la historia suelen ocultarla los que tienen malos empeños. Palestina tiene la suya y es la que es, por mucho que se la reinventen de mil maneras los islamistas que tienen al fascismo como base de pensamiento. Y a la historia también me remito.
    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Iojanan: Lo que escribe Aguinis es bien sabido por los expertos, sólo que él lo supo expresar en este corto artículo que debería ser leído por todos para comprender cómo la historia va construyéndose sobre pilares falsos que a la larga no pueden sostener los acuerdos de hoy. Por ejemplo, los derechos judíos sobre sitios sagrados que son el alma de ese pueblo. "Ni un sólo judío en territorio del futuro estado palestino" dijo Abbas, y la historia -la verdadera- dice claramente, porque ellos dejaron huellas tangibles, que fue tierra judía desde el comienzo de su historia, como los nombres judíos de los antiguos pueblos que luego fueron tomados y cambiados por nombres árabes. Las tumbas de los patriarcas en Hebrón es la más clara prueba, sitios que en manos árabes no podían ser visitados libremente por sus descendientes judíos. Los que allí permanecieron fueron masacrados en 1929. (http://es.wikipedia.org/wiki/Matanza_de_Hebr%C3%B3n_de_1929). Éste es sólo UNO de los problemas que deben resolverse, por qué se discute tanto sobre los asentamientos para llegar a un acuerdo. Será difícil reconstruir un futuro en paz si ni se reconoce dónde la historia comenzó a tergiversarse. Para que haya acuerdos debe respetarse la verdad, ninguna como ésta tan evidente. Un saludo afectuoso.

    ResponderEliminar

Deja tu comentario