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martes, 27 de septiembre de 2011
923 - GLICK - LO QUE ISRAEL NO PUEDE ESPERAR DE LA ONU
ISRAEL´S PATH TO VICTORY (EN ESPAÑOL)
EL CAMINO DE ISRAEL HACIA LA VICTORIA
Por CAROLINE GLICK
(TRADUCIDO POR ANA)
Hay algo surrealista en la cobertura de los acontecimientos de esta semana en la ONU. El tono general es similar al del enfrentamiento en el OK Corral. Ya sea que los palestinos ganen o no el reconocimiento de la condición de Estado. Si lo consiguen, ganan. Si no lo logran, gana Israel.
El problema con este mensaje es que incluso si los palestinos no consiguen ser miembros de la ONU, aún así pueden ganar. No hay ningún escenario en el que Israel gane en la ONU. La razón es simple. La ONU es profundamente hostil a Israel. Tiene una gran mayoría de miembros, permanente y automática, que siempre apoya dañar a Israel.
En las circunstancias actuales, el mejor escenario para Israel es que los palestinos lleven la resolución de su membresía ante el Consejo de Seguridad y que EE.UU. inmediatamente la vete. Si eso sucede, al menos habremos terminado esta particular lucha.
Pero incluso tal "victoria" tendrá un efecto poco duradero. No hay nada que impida a los palestinos presentar su solicitud de adhesión cuando lo deseen. Y teniendo en cuenta la simpatía que ganó su actual presentación, los palestinos tienen todas las razones para repetir el proceso una y otra vez y otra vez.
El jueves parecía que el resultado más probable de su propuesta para obtener la condición de Estado no será un rápido veto de EE.UU. en el Consejo de Seguridad, sino algo mucho peor para Israel. El miércoles por la mañana habían comenzado las conversaciones en un prolongado período de deliberaciones en el Consejo de Seguridad que podía durar semanas, meses o incluso más tiempo.
La idea es que durante ese lapso, EE.UU. y los europeos ejercerán una presión masiva sobre Israel para que haga más concesiones a los palestinos con el fin de reiniciar las malogradas negociaciones. Y el fantasma de un aval del Consejo de Seguridad para un Estado palestino se cierne sobre la cabeza de Israel todo el tiempo, como una espada de Damocles.
En lugar de lavarse las manos en este juego de perdedores y mudar sus políticas a un campo de batalla diplomático donde tiene una posibilidad real de ganar, el gobierno de Netanyahu está jugando esa mano perdedora, como si con lo que Israel hace pudiera obtener alguna diferencia. Peor aún, el gobierno se niega a considerar la elaboración de una estrategia para la victoria que puede avanzar fuera de los confines de la hostil ONU.
Esto no es simplemente una falta de imaginación. Es una falta de conocimiento. Es el fracaso de tomar nota de la importancia de lo que ya está sucediendo.
Los amigos de Israel en el Congreso de EE.UU. han propuesto dos medidas que allanan el camino de esa estrategia para la victoria. Al fallar en reconocer la oportunidad que representan para Israel, el gobierno está demostrando una lamentable falta de competencia.
El comportamiento del gobierno se debe probablemente a la fuerza del hábito. Desde el inicio del falso proceso de paz con la OLP hace 18 años, en su mejor momento, los gobiernos de Israel han justificado el control del estado judío sobre los territorios que ganó en la Guerra de los Seis Días de 1967, sobre la base de nuestras necesidades de seguridad. Sin el valle del Jordán, Israel es vulnerable a la invasión extranjera desde el este. Sin Gush Etzion al sur de Jerusalén y Gush Adumim al norte, la capital es vulnerable al ataque. Sin el control total de la seguridad israelí en Judea y Samaria, los centros de población de Israel son vulnerables a los ataques terroristas. Y así sucesivamente y siempre.
Todas estas afirmaciones son ciertas. Pero también son defensivas. Mientras que Israel ha estado defendiendo su derecho a la seguridad, los palestinos han estado a la ofensiva, con el argumento de que todo el territorio sobre el que Israel tomó control de Jordania en 1967, les pertenece por derecho ancestral. Y así, durante los últimos 18 años, el conflicto ha sido presentado como un conflicto entre los derechos de los palestinos y los requerimientos de seguridad de Israel.
Lo mismo que su voluntad de ponerse a merced de las Naciones Unidas, la disposición de Israel a aceptar esta caracterización del conflicto palestino con Israel ha condenado a su causa a repetidos y siempre crecientes fracasos. Ya que si la tierra pertenece a los palestinos, entonces que el control o no de su territorio ponga en peligro a Israel es irrelevante.
Esta es la razón por la que el apoyo de Estados Unidos al derecho de Israel a tener fronteras defendibles fue reducido de apoyo permanente al control israelí sobre la Jerusalén unificada y a alrededor del 50 por ciento de Judea y Samaria en 1993, a un apoyo estadounidense de una completa retirada israelí a las líneas de armisticio de 1949 -incluyendo la partición de Jerusalén- en 2011. Se pueden definir "necesidades de defensa". Definir derechos es una tarea mucho más difícil.
La ironía aquí es que los derechos soberanos de Israel a Judea y Samaria son irrefutables, mientras que los de los palestinos son débiles. Como sucesor legal del Mandato para Palestina de la Liga de las Naciones, Israel es el legítimo soberano de Judea y Samaria.
Además, los derechos históricos de Israel a la cuna de la civilización judía son incontrovertibles.
Y sin embargo, debido a que Israel no ha querido impedir la posibilidad de una coexistencia pacífica con los palestinos, durante los últimos 18 años ha evitado mencionar sus derechos y en cambio se centró exclusivamente en sus necesidades de seguridad. Por lo tanto, fuera de las comunidades cristianas que conocen la Biblia, hoy en día la mayor parte de la gente se siente cómoda repitiendo como loros el argumento palestino totalmente falso que los judíos no tienen derecho a Judea, Samaria y Jerusalén. Además, insisten en que los derechos de estas áreas pertenecen exclusivamente a los palestinos, quienes ni siquiera existían como una comunidad nacional diferente en 1967.
En cuanto a los aliados de Israel en el Congreso de EE.UU, han respondido a la táctica de condición de Estado de la OLP en la ONU con dos importantes iniciativas legislativas. La primera representante Ileana Ros-Lehtinen, presidente del Comité de Asuntos Exteriores, presentó un proyecto de ley para que EE.UU. ponga fin a su apoyo financiero a la Autoridad Palestina y para que reduzca drásticamente su apoyo financiero a la ONU si ésta mejora de alguna forma el status de la membresía de la OLP.
El Proyecto de ley de Ros-Lehtinen le muestra a Israel que hay un fuerte apoyo para una ofensiva israelí que hará que los palestinos paguen un precio por su agresión diplomática.
El proyecto de ley de Ros-Lehtinen es constructivo por dos razones.
Primero, hace que los palestinos paguen por su comportamiento no conciliatorio. Esto les hará pensar dos veces antes de volver a la escalada de su guerra diplomática contra Israel. Segundo, se inicia un retrasado proceso de deslegitimación de la causa palestina, la que ya está claro es inseparable de la causa de la destrucción de Israel.
Si Israel siguiera el ejemplo de Ros-Lehtinen e interrumpiera la transferencia de los ingresos fiscales a la AP, y de hecho, dejara de cobrar los impuestos en nombre de la AP, promovería los intereses de Israel de varias formas.
Esto les recordaría a los palestinos que ellos necesitan a Israel más que lo que Israel los necesita a ellos.
Israel les haría pagar un precio por su agresión diplomática.
Israel pondría fin a su política contraproducente de dar a la abiertamente hostil AP un sello de aprobación automática, que no tiene en cuenta el trato dado a Israel.
Israel disminuiría los recursos financieros a disposición de la Autoridad Palestina para el avance de su guerra contra Israel.
Finalmente, Israel allanaría el camino para la disolución de la Autoridad Palestina y su sustitución por otra autoridad en Judea y Samaria.
Y esto nos lleva a la segunda iniciativa del Congreso tomada en anticipación a la táctica para obtener la condición de Estado de la OLP en la ONU. A principios de este mes, el congresista Joe Walsh y 30 co-patrocinadores emitieron una resolución de apoyo a la anexión israelí de Judea y Samaria.
Mientras que la anexión suena como una fórmula radical, el hecho es que Israel ya ha implementado una medida similar dos veces cuando aplicó la ley israelí a Jerusalén y los Altos del Golán. Y en ambos casos los cielos no se desplomaron. De hecho, la situación en el terreno se estabilizó.
Por otra parte, puesto que Israel sigue estando dispuesto a considerar la cesión de estos territorios en el marco de una verdadera paz con sus vecinos, la aplicación de la ley israelí a Judea y Samaria no impediría que estas áreas puedan ser cedidas a otro soberano en el marco de un acuerdo de paz.
Y si bien no elimina las posibilidades de un futuro de paz al aplicar la ley israelí a Judea y Samaria, Israel podría revertir uno de los efectos más perniciosos del falso proceso de paz de 18 años de edad: la continua erosión del reconocimiento internacional de los derechos soberanos de Israel a estas áreas.
Con cada ronda de negociaciones fracasadas, las ofertas que Israel hizo fueron rechazadas aunque no olvidadas, sino que se constituyeron en el punto de partida para la siguiente ronda de negociaciones fallidas. Así, mientras que el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, por ejemplo, afirmó que su oferta de ceder el Monte del Templo estaba supeditada a la firma de un tratado de paz, cuando el llamado Cuarteto para Oriente Medio publicó su plan del mapa de ruta para la paz, la oferta de Barak, que había sido claramente cancelada, fue el punto de partida de negociaciones.
Mediante la aplicación de la ley israelí a Judea y Samaria, Israel cambiaría la línea de base para futuras negociaciones de una manera que mejora su posición para negociar.
Tal vez lo más importante, al aplicar sus leyes a las zonas, Israel demostraría que finalmente interpreta que los derechos deben ser reivindicados con hechos, no sólo con palabras, si se van a tomar seriamente.
El jueves, el diario The New York Times publicó una noticia/análisis que, básicamente, reescribió la historia de los últimos dos años y medio. El documento pasó por alto la abierta admisión del líder palestino, Mahmoud Abbas, que el presidente de EE.UU, Barack Obama, lo obligó a radicalizar su propia política respecto a Israel, cuando Obama le exigió a Israel que derogara los derechos de propiedad judía en Jerusalén, Judea y Samaria, como una condición previa para las negociaciones.
Esta era una precondición que los mismos palestinos nunca habían reclamado. Y al ser una exigencia de EE.UU, Obama puso fin a cualquier posibilidad de reanudar las negociaciones entre palestinos e Israel.
Según la narración del Times, Obama es una víctima de las fuerzas combinadas de un gobierno israelí intransigente y del lobby pro-Israel que domina el Congreso. Estas fuerzas nefastas hicieron imposible que Obama ejerciera el tipo de presión sobre Israel que habría aplacado al mundo árabe y habría allanado el camino para una solución pacífica. Y en ausencia de tal poder presidencial, Israel y sus lobistas arruinaron la reputación de Obama en el mundo árabe.
La lección que Israel debe aprender a partir del dudoso revisionismo histórico antisemita y las teorías conspirativas del Times tiene dos aspectos. En primer lugar, Israel nunca será recompensado por sus concesiones. Al Times y a sus compañeros activistas anti-Israel no les importa que desde el año 2009 -y de hecho desde 1993- Israel ha hecho una concesión tras otra sólo para ser recompensado una y otra vez por más intensas exigencias de concesiones. El Times y sus compañeros hostigadores de Israel tienen una historia para contar de conspiraciones israelíes y de mala fe. Y ellos contarán esa historia independientemente de los hechos objetivos y de la realidad que se percibe.
Esto nos lleva a la segunda lección del artículo del Times, específicamente, y en general a la experiencia en la ONU. Israel no tiene nada que perder y mucho para ganar si pasa a la ofensiva. Nuestros amigos en el Congreso de EE.UU. nos han mostrado un camino a seguir que se abre ante nosotros. Y debemos continuarlo. Puesto que vamos a ser culpados no importa lo que hagamos, no tenemos excusa para no hacer lo que es mejor para nosotros.
FUENTE: GLICK-ISRAEL´S PATH TO VICTORY-22/09/11
Publicado originalmente en The Jerusalem Post.
COMENTARIO:
Más de una vez he leído que se critica a Israel porque se dice que no tiene una propuesta propia para dirimir sus conflictos con la AP. Que su política es siempre una respuesta a las propuestas árabes. Y me parece apropiado señalar que los árabes no tienen propuestas sino exigencias, lo que automáticamente pone a Israel a la defensiva. Finalmente la AP ha decidido que ni siquiera se sentará a la mesa a discutir, directamente impone condiciones.
Llama la atención que Israel podría haber aceptado las presiones del Presidente Obama, según The Times, si no hubiera sido por los amigos de Israel en el Congreso de EE.UU. Israel tiene una larga lucha por su supervivencia como para ser capaz de soportar los embates de un presidente joven que todavía tiene mucho que aprender.
Es difícil saber qué debería hacer Israel para lograr un acuerdo de paz, pero es evidente que con esta dirigencia nunca va a llegar a nada. Mucho menos si participa Hamás, que grita que no quiere paz con Israel, lo dice y lo hace. Entonces, pasar a la ofensiva se torna más difícil cuando en realidad Israel está obligado a defenderse permanentemente.
Los antecedentes históricos sobre la región que Glick explica en este artículo son irrefutables, la Liga de las Naciones decidió una cosa y los británicos hicieron otra. Así es que Israel tiene un pequeño territorio del que no puede ceder ni un centímetro. Pero los árabes quieren más, por eso no se logra un acuerdo.
Este artículo es diferente y diría, revolucionario. Para leerlo con detenimiento. Los israelíes y sus gobiernos sabrán lo que tienen que hacer.
ANA
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Apreciada Ana, coincido plenamente en que el enfoque de este artículo es completamente novedos, diáfano y sobre todo certero y sensato.
ResponderEliminarComparto con su autor todos y cada uno de los puntos expuestos, pareciera que la luz que enciende fuese un nuevo foco al que deberían aproximarse los ignorantes del tema. Es fantástico.
Pero ¿ quien quiere leerlo? ¿ quien quiere entenderlo?¿ quien lo aplica?
Es descorazonador saber que hay mucha gente inteligente que qiuere soluciones pragmáticas y definitivas ¿ pero que es eso ante la cerrazón de un islam que hinca el diente hasta envenenar?.
Saludos cordiales
Iojanan:
ResponderEliminarEsto no sería fácil para Israel, hay que tener consenso y eso es muy difícil de lograr cuando la propaganda le juega en contra. Pero hay que conocer todas las propuestas, estoy harta de escuchar que se intenta un diálogo para la paz, no hay diálogo cuando uno exige y para hablar hay que acatar como si tuviera razón. Este artículo me parece racional, pero racionalidad es lo que falta en esa región del mundo. Cuando se acepta una narrativa falsa durante 18 años en aras de una paz que no se consiguió es muy difícil cambiarla aunque la historia sea otra muy diferente. Gracias por tu mensaje.