viernes, 8 de abril de 2011

812 - RADIO JAI - LIOR BEN DOR - SOBRE FRONTERAS ISRAEL


¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DEL RECONOCIMIENTO DEL ESTADO PALESTINO?

Se preguntarán por qué los israelíes estamos inquietos con el reconocimiento del Estado palestino por parte del gobierno argentino. Se preguntarán, seguramente, cómo puede ser que la comunidad internacional en su totalidad quiera la creación de un Estado para el pueblo palestino, y los israelíes no.

Por LIOR BEN DOR, Ministro Consejero de la Embajada de Israel en Argentina

Este artículo es largo pero dada su importancia lo recomiendo especialmente. Es una síntesis muy bien articulada de un tema que está permanentemente en los medios y aclara la verdad sobre el tema en cuestión. Al final verán un video en inglés, aunque no se entienda todo, podrán ver lo que ocurre en las universidades de Estados Unidos donde se insiste erróneamente sobre el tema que este trabajo explica. ANA


Comenzaré, entonces, por aclarar que los israelíes no estamos en contra de la idea del establecimiento de un Estado palestino que viva en buena vecindad con Israel. De hecho, se ha llegado a la conclusión en el público israelí, que es de interés nacional llegar a tener una convivencia pacífica con los palestinos y que nuestros vecinos palestinos también se encuentren satisfechos. El mismo Netanyahu, primer Ministro israelí, en su discurso en la Universidad de Bar Ilán en junio de 2009, expresó muy claramente esa idea: “Queremos vivir con ustedes en paz, calma y en buenas relaciones de vecindad. Queremos que nuestros hijos y sus hijos no sufran más guerras…”, y luego siguió: “Si recibimos garantías sobre la desmilitarización y si los palestinos reconocen a Israel como el Estado del pueblo judío, estamos dispuestos a aceptar un acuerdo de paz verdadera, un Estado palestino desmilitarizado al lado del Estado judío".

De esta manera el Primer Ministro Netanyahu siguió la línea de aquellos que lo antecedieron, marcada desde que Israel ingresó en el proceso de paz con los palestinos en 1993 (Acuerdo de Oslo) con el objetivo de poner fin a este conflicto. Era claro, también, que la fundación de un Estado palestino iba a ser el resultado de ese proceso de paz, siempre y cuando el nuevo Estado garantizase la convivencia pacífica con Israel y diese lugar a un único gobierno, sin espacio de acción para organizaciones terroristas.

Lo que nos ha inquietado es que la declaración realizada por la Argentina, no es un mero apoyo a la idea de la creación de un Estado palestino sino que es un intento inapropiado de predeterminar los resultados de las negociaciones antes de que fuesen reanudadas. En el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto se especifica que el “Gobierno argentino reconoce a Palestina como un Estado libre e independiente, dentro de las fronteras existentes en 1967”.

Algunos dirán que la posición de Argentina no debe sorprendernos porque recordamos que ya había votado a favor del informe Goldstone en dos oportunidades: una vez en Ginebra en la Comisión de Derechos Humanos y luego en Nueva York en la Asamblea General de la ONU. Ese apoyo al informe Goldstone demuestra la falta de comprensión de la complejidad de la realidad de Medio Oriente y, en especial, del conflicto árabe-israelí y, además, significa justificar lo que hizo la organización terrorista Hamas contra un Estado soberano y quitarle, a su vez, el derecho al Estado de Israel de proteger a sus ciudadanos de la amenaza terrorista.

Uno puede imaginar que al público argentino le cueste entender la decepción israelí por el anuncio de la Cancillería argentina y sobre todo teniendo en cuenta que ya varios países latinoamericanos (Cuba, Nicaragua, Costa Rica, Venezuela, Brasil y Bolivia) se han pronunciado de igual modo. Seguramente se preguntarán: si los israelíes ya tienen un Estado, ¿por qué no los palestinos?

Aquí, entonces, esperamos que entiendan que el tema de Medio Oriente es mucho más complejo de lo que aparenta. Existen términos que implican, tanto a palestinos como a israelíes, una carga emocional, histórica y religiosa y no deben ser utilizados con liviandad.

De este modo, poner énfasis en la fundación de un Estado palestino sobre las “fronteras del ´67” representa un error tanto textual como conceptual.

Como todos sabemos, las fronteras son el confín de un Estado (según la definición de la Real Academia Española). Considerando que nunca ha existido un Estado palestino, tampoco puede hablarse de fronteras. Las llamadas “fronteras del ´67” son, en realidad, líneas de armisticio. Cabe recordar que en aquellos años, los palestinos aún deseaban establecer su Estado sobre todo el territorio comprendido entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, significando la desaparición del Estado de Israel.

Debe recordarse, además, que los mal llamados “territorios ocupados” fueron de hecho capturados en el ´67 por Israel en una guerra en la cual fue atacado por tres países árabes: Egipto, Jordania y Siria. Estos países no sólo no lograron la destrucción de Israel, sino que perdieron el control sobre estos territorios.

A pesar de la victoria, en ese momento Israel estuvo dispuesto a entregarlos a cambio de paz y seguridad. Pero ¿a quién hubiesen sido entregados? Los territorios capturados pertenecían a Jordania y a Egipto, no a los palestinos, quienes abogaban por la obtención de todo el territorio comprendido entre el Mar Mediterráneo y el Río Jordán, no solo por Judea, Samaria y Gaza. Recordemos que la OLP - cuyas siglas responden a la Organización para la Liberación de Palestina - nacida tres años antes de esa guerra, tenía como objetivo liberar todo el territorio que se encontraba entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, sin dar lugar a la existencia de Israel.

Siguiendo con la reflexión anterior y teniendo en cuenta la historia, podemos suponer que si Israel hubiese decidido otorgar esa zona, ello no hubiese significado la creación de un Estado palestino porque lo que en aquellos días deseaban los palestinos era establecer su Estado sobre las ruinas del Estado de Israel. Además, durante los 19 años entre la creación del Estado de Israel (en 1948) hasta la guerra de 1967, los territorios -que Argentina sugiere que Israel entregue a los palestinos para establecer su Estado- eran administrados por Jordania y Egipto, por lo cual si hubiese existido voluntad de establecer un Estado palestino al lado del Estado de Israel, se podría haber hecho con facilidad, incluso sin pedir permiso a Israel. Todos sabemos que no fue establecido un Estado palestino en esos territorios, porque lo que los palestinos querían era aniquilar a Israel. Sólo unos veinte años después, en 1988, se vislumbra la primera señal de reconocimiento del Estado de Israel por parte de los palestinos. Aunque no se habla de un reconocimiento explícito, es la primera vez que se habla de negociación con el Estado de Israel, lo que implicaría su reconocimiento. Esta es la primera señal que deja en claro que se comienza a aceptar la idea de establecer un Estado independiente vecino del Estado de Israel y no sobre sus ruinas.

A pesar de que ni Egipto, ni Jordania, ni ningún país árabe han ayudado a la creación de un Estado palestino, Israel anhela esta solución siempre y cuando se logre mediante una negociación, garantizando la seguridad a los ciudadanos israelíes. Esa modalidad debe ser acordada entre ambas partes.

A nuestro modo de entender la situación, la declaración de Argentina en lugar de contribuir al proceso de paz, lo entorpece. Paradójicamente da la sensación errónea a los palestinos de que no es necesario negociar con Israel, sino que es suficiente esperar unos meses a que la mayoría de los países del mundo arrinconen a Israel y lo obliguen a retroceder a las “fronteras del ´67”. Con esta posición, Argentina tiene que saber que no promueve el proceso de paz en Medio Oriente, sino que lo demora. Debe quedar claro que el fin del conflicto debe alcanzarse de manera acordada y que nadie podrá obligar a Israel a tomar medidas que signifiquen correr tremendos riesgos para su existencia.

A modo de hipótesis: Israel retrocede a las “fronteras del 67”

Tomemos la hipótesis que Israel acepta el llamado y retrocede a las “fronteras del ´67” estableciéndose un Estado palestino. ¿Qué pasará al día siguiente? ¿Quién tomará los territorios evacuados por Israel?

Me temo que no serán necesariamente las fuerzas policiales de Mahmoud Abbas, sino los activistas de Hamas y la Jihad islámica. De hecho, la historia reciente demuestra que fueron las organizaciones terroristas las que tomaron el control de Gaza en 2005 luego de la retirada unilateral de Israel.

Siguiendo esta hipótesis, ¿quién garantizará que desde las ciudades palestinas de Nablus o Ramallah no se lanzarán misiles contra el aeropuerto de Israel Ben Gurión, contra el cuartel del Ministerio de Defensa israelí en Tel Aviv o incluso contra la Knesset -Parlamento israelí- en Jerusalem?

¿Y qué pasará con Gaza? Suponemos que los que llaman al establecimiento de un Estado palestino en “las fronteras del ‘67” toman en cuenta que Israel ya se retiró de Gaza en 2005, y seguramente recuerdan que quien ejerce el poder en esa región es la organización terrorista Hamas. Por lo tanto, me imagino que la comunidad internacional no estará dispuesta a reconocer el régimen de esa organización terrorista en Gaza.

Esta hipótesis también significa que Israel debe entregar parte de Jerusalem, su capital, incluyendo el Muro Occidental, situación que significaría que los judíos de Israel y del mundo correrán el riesgo de no tener acceso a este lugar sagrado, símbolo religioso nacional. Cabe señalar que mientras el Muro Occidental estuvo bajo administración jordana (hasta 1967) los judíos tenían prohibido acercarse al lugar.

Esta hipótesis también implicará resolver otro elemento complejo que falta negociar, que es el traslado de los palestinos y de productos entre las dos partes de su Estado futuro, ya que pasarán inevitablemente por territorios israelíes.

El interlocutor: Mahmoud Abbas

Mahmoud Abbas es un líder pragmático y realista que representa al público palestino que supuestamente quiere la reconciliación y la convivencia pacífica con el Estado de Israel. Abbas, quien ejerce el gobierno únicamente en Cisjordania, se pronuncia ocasionalmente contra el terrorismo y en contra de una tercera Intifada. Además considera que el lanzamiento de misiles por parte de Hamas contra Israel es una política contraproducente. Abbas no le perdona a esa organización terrorista el golpe de estado cruel y brutal que realizó contra sus fuerzas en Gaza en el 2007, casi un año y medio después de la retirada israelí.

El pragmatismo y la moderación de Mahmoud Abbas lo convierten en un interlocutor válido. Eso no significa que no haya divergencias, ya que todavía hay que limar asperezas en el camino hacia la paz. Aparentemente, Abbas tiene exigencias inaceptables para Israel y parecería que las negociaciones serán arduas y largas. Durante las mismas, además de determinar si las fronteras seguirán las líneas de armisticio de 1967 con alguna que otra modificación, hay otros temas sensibles e importantes que tratar:

a) La desmilitarización del futuro Estado palestino

La desmilitarización constituye la base fundamental en el proceso de las negociaciones entre israelíes y palestinos, siendo una de las garantías que requiere el Estado de Israel en favor de preservar la seguridad de sus ciudadanos. La lógica indica que el Estado palestino no necesitará contar con un ejército ya que vivirá en paz con sus vecinos. Eso no significa que no habrá de contar con una fuerza policial profesional, eficiente y organizada que garantice el cumplimiento de la ley y el orden, capaz de confiscar las armas ilegales (en manos de activistas terroristas) y de neutralizar los talleres donde se fabrican explosivos. En caso de llegar a firmar un Acuerdo de Paz, las fuerzas del Ejército de Israel no se retirarán de Cisjordania de modo unilateral, sino que lo harán en forma coordinada con las fuerzas de seguridad de Abbas, quienes tomarán el control sin dar lugar a los enemigos de la paz a hacerlo. La presencia activa de la organización terrorista Hamas en el futuro Estado significará aceptar a Irán en Ramallah, localidad situada a tan solo diez minutos de la oficina del Primer Ministro israelí en Jerusalem.

b) Solución satisfactoria para el problema de los refugiados palestinos

Israel se ocupó de integrar a los judíos refugiados de los Estados árabes, brindándoles residencia, trabajo y educación, mientras que los países árabes hicieron todo lo posible para mantener a los refugiados palestinos en situación de precariedad.

Mahmoud Abbas aún exige el retorno de los refugiados palestinos a Israel, lo que significa que al mismo tiempo quiere ser el primer presidente del Estado palestino y a su vez, enviar a millones de sus compatriotas a vivir en otro Estado, en vez de absorberlos para que puedan participar activamente de la construcción del naciente Estado.

¿Podría, acaso, ser la aspiración oculta de los palestinos infiltrar millones de refugiados a Israel para que - alterando la demografía - se vea afectada consecuentemente la identidad del único Estado judío?

Sería absurdo pensar que los refugiados palestinos, en lugar de querer ser ciudadanos de su propio Estado, prefieran radicarse en el Estado judío, pagando impuestos, enviando a sus hijos a estudiar en escuelas israelíes y realizando el servicio militar obligatorio. A menos que Abbas tenga una agenda en la cual esté planificando la destrucción del Estado de Israel, los palestinos deberán aceptar la idea de su integración al futuro Estado palestino.

Para nosotros, el problema de los refugiados muere con el nacimiento del Estado palestino. Es claro que será necesario encontrar una solución para ellos, pero no dentro de las fronteras de Israel.

Los refugiados palestinos podrán conservar las oxidadas llaves de sus antiguas casas al mismo tiempo que derribarán sus campamentos y construirán viviendas dignas, para acabar con su condición precaria y convertirse en ciudadanos de su propio Estado.

c) El reconocimiento de Israel como Estado de los judíos

No es que Israel necesite que los palestinos definan su identidad como Estado. Simplemente sostenemos que así como el futuro Estado palestino será el Estado de los palestinos, el Estado de Israel es el Estado de los judíos.

El tema del Estado de Israel como Estado de los judíos es un asunto existencial. Todos sabemos que el Estado de Israel fue creado con el propósito de constituirse como el hogar nacional del pueblo judío, refugio seguro para todos los judíos del mundo después de 2000 años de diáspora y persecución, pogroms y luego de ocurrido el Holocausto.

Resulta inaceptable para Israel sumar millones de palestinos a la población israelí de siete millones ya que significaría la destrucción de Israel como Estado de los judíos. Es por esta razón que se exige a Abbas que acepte que la solución a los refugiados palestinos se alcanzará dentro de las fronteras del Estado palestino.

Hay 53 países musulmanes, entre los cuales hay 22 países árabes a los cuales se sumará el Estado palestino. Y hay un solo Estado judío.

En estos días leímos en la prensa que Al Jazeera, el canal de TV más importante del mundo árabe, lanzó una campaña señalando que Mahmoud Abbas hizo demasiadas concesiones a Israel tildándolo de traidor. Con esta campaña mediática, ese canal qatarí fortalece a Hamas y a los que se oponen a cualquier acuerdo con Israel. Quien conoce el Medio Oriente y el mundo árabe, sabe que no es la primera vez que un líder árabe que quiere vivir en paz con Israel se enfrenta a una fuerte oposición y pierde popularidad.

Tanto Mahmoud Abbas y el pueblo palestino, como Netanyahu y el pueblo israelí conocen la complejidad del Medio Oriente y saben que la solución no será inmediata ni fácil.

Esperamos que nuestros amigos en Argentina también lo entiendan.


VIDEO: El Muro de la Mentira Palestino por David Horowitz - EN ESPAÑOL

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