jueves, 29 de marzo de 2012

1019 - CORRADINI - TERRORISMO, UN FLAGELO DE NUESTRA ÉPOCA


DE LOCOS, ASESINOS Y TERRORISTAS

Por LUISA CORRADINI (LA NACIÓN-PARÍS)

Primero fue la sorpresa: el asesino de Toulouse era un terrorista. Mohamed Merah no era un desequilibrado, ni un despreciable neonazi de extrema derecha, sino un terrorista islámico. Uno de esos individuos -igual de detestables- que emplean la violencia para alcanzar un objetivo político.

Después del asombro, vino la falsa explicación: "De todas maneras, para matar así, tenía que ser obligadamente un loco". ¿Por qué alguien que mata a quemarropa niños, blancos, negros, musulmanes y judíos a sangre fría mientras se filma no puede ser otra cosa que loco?

Los psiquiatras y criminólogos afirman que es más fácil encontrar trastornos mentales en cualquier empleado de banco, cajera de supermercado, maestra o miembro de la clase política que en alguien que está convencido de que tiene una misión superior -religiosa, laica o política- para cumplir.

Hasta que los fulminó la revelación, esos individuos fueron buenos alumnos, excelentes padres y gentiles maridos que se morían de aburrimiento en medio de una existencia banal. Un día, gracias a ese rayo que les cayó en la cabeza, dejaron todo. Hipnotizados, felices, poseídos por el ideal sublime, se ponen a las órdenes de un jefe venerado, un gurú, un filósofo o un militar capaces de galvanizarlos, mientras sigue el proceso de transformación.

Recién después de esa primera etapa, aprenden la profesión de las armas y la teoría en nombre de la cual querrán matar o morir. Entonces, todo se vuelve extraordinario: los candidatos a terrorista viajan, conocen a otros aventureros admirables y aprenden teorías maravillosas que terminan recitando con inquebrantable convicción. Con mucha virtud revolucionaria y algunos eslóganes es posible hacer carrera. El simple hecho de codearse con la muerte da una intensa sensación de existir, mientras que, antes, era como estar muerto, antes del verdadero fin.

Al comienzo de esa transformación hay siempre un puñado de hombres. Gente con ideas claras, fáciles de pensar, pues la duda y los matices alteran el éxtasis amoroso. Esos hombres son capaces de construir una estructura dialéctica, un relato excitante que provoca la indignación. La repetida invocación a la moral ayuda a pasar al acto. Hay que agregar un poco de dinero para hacer vivir a los candidatos, reclutar algunos soldados para enseñar a manipular bombas y algunos profesores para hacer recitar los lemas.

Una vez lanzado el proceso, los pueblos siguen. En los movimientos de masa inducidos por el terrorismo existe la misma proporción de trastornos mentales que en la población en general. Se establecen lazos, se repiten gestos, se recitan las mismas palabras, se viste la misma ropa, se adquiere el mismo look?

Así nació el Ku Klux Klan. Así la Inquisición quiso imponer la virtud en Occidente. Así el nazismo pretendía aportar mil años de felicidad a la condición del hombre.

Considerar que todos sus iniciadores eran locos, sería hacerle un muy magro servicio al futuro de la humanidad.


FUENTE:
LA NACIÓN-CORRADINI-LOCOS-25/03/12

COMENTARIO:

Seguramente casi todos creemos que este mundo está loco, pero es difícil determinar quién realmente lo está. En un documental de la televisión norteamericana que vi, diez personas se prestaron a una experiencia para que tres expertos psiquiatras determinaran quienes no eran "normales". Entre ellos había tres que no lo eran, uno de ellos, en alto grado. Todos debían someterse a un interrogatorio durante varias sesiones y ninguno fue detectado. Los que fueron señalados como padeciendo una enfermedad psiquiátrica eran normales. Un fracaso...

Y este artículo nos hace pensar. Porque lo que vemos es que los ejecutores son siempre jóvenes, se fotografían sonrientes, se diría que felices. Son captados por ideólogos, gente mayor, que los convencen que su vida puede tener un sentido que ellos aún no han encontrado. Puede ser por vía de la política o de una religión, pero a la postre les inculcan que ellos tienen la misión de hacer "algo" por una idea superior. No sería trágico si no fuera que les ordenan matar muriendo.

Estos son individuos que han recibido una educación más elevada, pertenecen a familias de buen nivel económico, pero han perdido toda esperanza sobre la posibilidad de cambiar una realidad que perciben con una mirada escéptica, con la exigencia que su aporte al cambio debe ser inmediato y por su propia mano. Los jóvenes pobres de bajo nivel intelectual sólo piensan en cómo sobrevivir y ayudar a su familia, no piensan en "todos", ni en la historia de la humanidad, ni en sus injusticias, sólo se prestan a sacrificarse si con ello proveen de los bienes prometidos a los suyos.

Los que los llevan a tomar decisiones que cambiarán sus vidas para siempre tienen muchas motivaciones, pero reservan para sí su propia vida y bienes para poder continuar su guerra. Para morir están los peones, a los que están dispuestos a sacrificar en cada "batalla".

Por eso se suele decir que de jóvenes son incendiarios y de viejos bomberos, los que han sobrevivido aprenden con los años que cada generación es parte de la larguísima historia del hombre, que el sacrificio de sus vidas no la cambia sino que cada generación hace su aporte según la circunstancia y sus características personales.

Hoy no podría existir un Napoleón, ni aquellos grandes guerreros que a caballo invadían países para engrandecer al propio. Eran generales, reyes o emperadores a la vez que políticos, pensaban y actuaban. En nuestros días, la determinación de dominar a otros y someterlos, una particularidad de los mesiánicos de cualquier tipo, sean políticos o religiosos, debe utilizar otros medios.

Y así aparece el terrorismo como arma letal de nuestra época, con él se atemoriza al mundo. No son necesarios ejércitos -que como vemos, suelen fracasar- sólo un grupo o un pequeño y desorientado individuo a quienes se los provee de los medios para cumplir una misión destructiva de la sociedad, a la que aborrecen, o de individuos que por razones muy diferentes, profundamente odian.

Creo que todo terrorista es un asesino con un alma vacía, no siente empatía por el "otro", pero que matando al supuesto "enemigo" ha encontrado la forma de justificarse, apreciarse y amarse a sí mismo.

ANA



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