Occidente heredó los códigos morales del pueblo judío: honrarás a tu padre y a tu madre..... ¨Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio¨: EINSTEIN Frase de la sabiduría Judía:"No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ningún lado" Proverbio Judío
jueves, 6 de mayo de 2010
573 - RAHOLA - CONFERENCIA EN JERUSALÉN
¿POR QUÉ ARAFAT ES UN HÉROE Y SHARON UN MONSTRUO?
PILAR RAHOLA, CONFERENCIA EN JERUSALÉN
¿Por qué todo es reducido a una simple masa de imperialistas asesinos? ¿Por qué las razones de Israel nunca existen? ¿Por qué nunca existen culpas palestinas? ¿Por qué Arafat es un héroe, y Sharón un monstruo?
Por PILAR RAHOLA
Pilar Rahola es una periodista y escritora española que ha causado revuelto en su país por su enconada defensa de Israel. Pero, como ella misma lo dice en el siguiente texto, no se trata de defender a un país solamente sino de enfrentarse a un pensamiento único en España que condena a priori a un “pequeño país que lucha por su supervivencia”.
Rahola escribe: “¿Por qué todo es reducido a una simple masa de imperialistas asesinos? ¿Por qué las razones de Israel nunca existen? ¿Por qué nunca existen culpas palestinas? ¿Por qué Arafat es un héroe, y Sharón un monstruo?”
A continuación el texto de la conferencia ofrecida en el Global Forum for Combating Antisemitism que se celebró días atrás en Jerusalén.
PALABRAS DE PILAR RAHOLA:
Lunes por la noche, en Barcelona. En el restaurante, un centenar de abogados y jueces. Se han reunido para oír mis opiniones sobre el conflicto de Oriente Medio. Saben que soy un barco heterodoxo, en el naufragio del pensamiento único que impera en mi país, sobre Israel. Quieren escucharme. Alguien razonable como yo, dicen, ¿por qué se arriesga a perder la credibilidad, defendiendo a los malos, a los culpables? Les digo que la verdad es un espejo roto, y que todos tenemos algún fragmento. Y provoco su reacción: “Todos ustedes se creen expertos en política internacional cuando hablan de Israel, pero en realidad no saben nada”.
¿Se atreverían a hablar del conflicto de Ruanda, de Cachemira, de Chechenia? No. Son juristas; su terreno no es la geopolítica. Pero con Israel se atreven. Se atreve todo el mundo. ¿Por qué? Porque Israel está bajo la permanente lupa mediática y su imagen distorsionada, contamina los cerebros del mundo. Y porque forma parte de lo políticamente correcto, porque parece solidario, porque sale gratis hablar contra Israel. Y así, personas cultas, cuando leen sobre Israel están dispuestas a creerse que los judíos tienen seis brazos, como en la Edad Media creían todo tipo de barbaridades. Sobre los judíos de antaño y los israelíes de hoy, todo vale. La primera pregunta, pues, es por qué tanta gente inteligente, cuando habla sobre Israel, se vuelve idiota.
El problema que tenemos quienes no demonizamos a Israel, es que no existe el debate sobre el conflicto, existe la pancarta; no nos cruzamos ideas, nos pegamos con consignas; no gozamos de informaciones serias, sufrimos periodismo de hamburguesa, fast food, lleno de prejuicios, propaganda y simplismo.
El pensamiento intelectual y el periodismo internacional, ha dimitido en Israel. No existe. Es por ello que cuando se intenta ir más allá del pensamiento único pasa a ser sospechoso y reaccionario, y es inmediatamente segregado. ¿Por qué? Hace años que intento responder a esta pregunta: ¿por qué? ¿Por qué de todos los conflictos del mundo, sólo interesa éste? ¿Por qué se criminaliza a un pequeño país, que lucha por su supervivencia? ¿Por qué triunfa la mentira y la manipulación informativa, con tanta facilidad? ¿Por qué todo es reducido a una simple masa de imperialistas asesinos? ¿Por qué las razones de Israel nunca existen? ¿Por qué nunca existen culpas palestinas? ¿Por qué Arafat es un héroe, y Sharón un monstruo? En definitiva, ¿por qué, siendo el único país del mundo amenazado con la destrucción, es el único al que nadie considera víctima? No creo que exista una única respuesta a estas preguntas. Al igual que es imposible explicar completamente la maldad histórica del antisemitismo, tampoco resulta posible explicar la imbecilidad actual del anti israelismo. Ambas beben de las fuentes de la intolerancia, la mentira y el prejuicio. Si, además, aceptamos que el anti israelismo es la nueva forma de antisemitismo, concluimos que han cambiado las contingencias, pero se mantienen intactos los mitos más profundos, tanto del antisemitismo cristiano medieval, como del antisemitismo político moderno.
Y esos mitos han desembocado en el relato sobre Israel. Por ejemplo, el judío medieval que mataba niños cristianos para beber su sangre, conecta directamente con el judío israelí que mata niños palestinos, para quedarse sus tierras. Siempre son niños inocentes y judíos oscuros. Por ejemplo, los banqueros judíos que querían dominar el mudo a través de la banca europea, según el mito de los Protocolos, conecta directamente con la idea de que los judíos de Wall Street dominan el mundo a través de la Casa Blanca.
El dominio de la prensa, el dominio de las finanzas, la conspiración universal, todo aquello que configuró el odio histórico contra los judíos, desemboca hoy en el odio a los israelíes. En el subconsciente, pues, late el ADN antisemita occidental, que crea un eficaz caldo de cultivo. Pero, ¿qué late en el consciente? ¿Por qué hoy surge con tanta virulencia una renovada intolerancia, ahora centrada, no en el pueblo judío, sino en el Estado judío?
Desde mi punto de vista, ello tiene motivos históricos y geopolíticos, entre otros el cruento papel soviético durante décadas, los intereses árabes, el anti americanismo europeo, la dependencia energética de Occidente y el creciente fenómeno islámico. Pero también surge de un conjunto de derrotas que sufrimos como sociedades libres y que desemboca en un fuerte relativismo ético. Derrota moral de la izquierda. Durante décadas, la izquierda levantó la bandera de la libertad allí donde existía la injusticia, y fue la depositaria de las esperanzas utópicas de la sociedad. Fue la gran constructora de futuro.
A pesar de que la maldad asesina del estalinismo hundió esas utopías y dejó a la izquierda como el rey desnudo, despojada de atuendos, ha conservado intacta su aureola de lucha, y aún marca las pautas de los buenos y los malos del mundo. Incluso aquellos que nunca votarían posiciones de la izquierda, otorgan un gran prestigio a los intelectuales de izquierda, y permiten que sean ellos los que monopolicen el concepto de solidaridad.
Esa traición histórica a la libertad se reproduce, en el momento actual, con precisión matemática. También hoy, como ayer, esa izquierda perdona ideologías totalitarias, se enamora de dictadores y, en su ofensiva contra Israel, ignora la destrucción de derechos fundamentales. Odia a los rabinos, pero se enamora de los imanes; grita contra Tzáhal, pero aplaude a los terroristas de Hamás; llora por las víctimas palestinas, pero desprecia a las víctimas judías; y cuando se conmueve por los niños palestinos, solamente lo hace si puede culpar a los israelíes. Nunca denunciará la cultura del odio, o su preparación para la muerte, o la esclavitud que sufren sus madres.
Y mientras alza la bandera de Palestina, quema la bandera de Israel. Hace un año, en el Congreso de AIPAC en Washington, hice las siguientes preguntas: “¿Qué patologías profundas alejan a la izquierda de su compromiso moral? ¿Por qué no vemos manifestaciones en París, o en Barcelona en contra de las dictaduras islámicas? ¿Por qué no hay manifestaciones en contra de la esclavitud de millones de mujeres musulmanas? ¿Por qué no manifiestan en contra del uso de niños bombas, en los conflictos donde el Islam está implicado? ¿Por qué la izquierda sólo está obsesionada en luchar contra dos de las democracias más sólidas del planeta, y las que han sufrido atentados más sangrantes: Estados Unidos e Israel?”.
Porque la izquierda que soñó utopías ha dejado de soñar, quebrada en el Muro de Berlín de su propio fracaso. Ya no tiene ideas, sino consignas. Ya no defiende derechos, sino prejuicios. Y el mayor prejuicio de todos es el que tiene contra Israel. Acuso, pues, de forma clara: que la principal responsabilidad del nuevo odio antisemita, disfrazado de anti israelismo, proviene de aquellos que tendrían que defender la libertad, la solidaridad y el progreso. Lejos de ello, defienden a déspotas, olvidan a sus víctimas y callan ante las ideologías medievales que quieren destruir la civilización.
La traición de la izquierda es una auténtica traición a la modernidad. Derrota del periodismo. Tenemos un mundo más informado que nunca, pero no tenemos un mundo mejor informado. Al contrario, las autopistas de la información nos conectan con cualquier punto del planeta, pero no nos conectan ni con la verdad, ni con los hechos.
Los periodistas actuales no necesitan mapas porque tienen Google Earth, no necesitan saber historia porque tienen Wikipedia. Los históricos periodistas que conocían las raíces de un conflicto aún existen, pero son una especie en vías de extinción, devorados por este periodismo de hamburguesa que ofrece noticias fast-food, a lectores que desean información fast-food.
Israel es el lugar del mundo más vigilado y, sin embargo, el lugar del mundo menos comprendido. Por supuesto, también influye la presión de los grandes lobbys del petrodólar, cuya influencia en el periodismo es sutil pero profunda.
Cualquier mass media sabe que si habla contra Israel, no tendrá problemas. Pero ¿qué ocurrirá si critica a un país islámico? Sin duda, entonces, se complicará la vida. No nos confundamos. Parte de la prensa que escribe contra Israel, se vería reflejada en una aguda frase de Goethe: “Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre, sin serlo”. O también en otra, más cínica, de Mark Twain: “Conoce primero los hechos y luego distorsiónalos cuanto quieras”. El Código Penal Romano. Y la Carta de Derechos Humanos. Y con estos tres textos, volveríamos a empezar. Estos principios, que nos avalan como sociedad, son relativizados, incluso por aquellos que dicen defenderlos. “No matarás”…, depende de quien sea el objetivo…, piensan aquellos que, por ejemplo en Barcelona, se manifestaron con gritos a favor de Hamás. “Vivan los derechos humanos”…, depende de a quien se aplican, y por ello no preocupan a millones de mujeres esclavas. “No mentirás”…, depende de si la información es un arma de guerra a favor de una causa. La masa crítica social se ha adelgazado y, al mismo tiempo, ha engordado el dogmatismo ideológico. En ese doble viraje, los valores fuertes de la modernidad han sido sustituidos por un pensamiento débil, vulnerable a la manipulación y al maniqueísmo.
La ONU sólo sirve para que islamofascistas como Ahmadineyad, o demagogos peligrosos como Hugo Chávez, tengan un altavoz planetario desde donde escupir su odio. Y, por supuesto, para atacar sistemáticamente a Israel. También contra Israel, la ONU vive mejor.
Finalmente, derrota del Islam. El Islam de las luces sufre hoy el violento ataque de un virus totalitario que intenta frenar su desarrollo ético. Este virus usa el nombre de Dios para perpetrar los horrores más inimaginables: lapidar mujeres, esclavizarlas, usar embarazadas y jóvenes con retraso mental como bombas humanas, adiestrar en el odio, y declarar la guerra a la libertad. No olvidemos, por ejemplo, que nos matan con móviles vía satélite conectados… con la Edad Media.
Si el estalinismo destruyó a la izquierda, y el nazismo destruyó a Europa, el fundamentalismo islámico está destruyendo al Islam. Y también tiene, como las otras ideologías totalitarias, un ADN antisemita. Quizás el anti antisemitismo islámico es el fenómeno intolerante más serio de la actualidad, no en vano afecta a más de 1.300 millones de personas educadas, masivamente, en el odio al judío.
En la encrucijada de estas derrotas, se encuentra Israel. Huérfano de una izquierda razonable, huérfano de un periodismo serio y de una ONU digna, y huérfano de un Islam tolerante, Israel sufre el violento paradigma del siglo XXI: la falta de compromiso sólido con los valores de la libertad. Nada resulta extraño. La cultura judía encarna, como ninguna, la metáfora de un concepto de civilización que hoy sufre ataques por todos los flancos. Ustedes son el termómetro de la salud del mundo. Siempre que el mundo ha tenido fiebre totalitaria, ustedes han sufrido. En la Edad Media española, en las persecuciones cristianas, en los pogromos rusos, en el fascismo europeo, en el fundamentalismo islámico.
Siempre, el primer enemigo del totalitarismo ha sido el judío. Y en estos tiempos de dependencia energética y desconcierto social, Israel encarna, en propia carne, al judío de siempre. Una nación paria entre las naciones, para un pueblo paria entre los pueblos. Es por ello que el antisemitismo del siglo XXI se ha vestido con el eficaz disfraz del anti israelismo.
¿Toda la crítica contra Israel es antisemita? No. Pero, todo el antisemitismo actual se ha volcado en el prejuicio y la demonización contra el Estado judío. Un nuevo vestido para un viejo odio. Dijo Benjamin Franklin: “Donde mora la libertad, allí está mi patria”. Y añadió Albert Einstein: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Este es el doble compromiso aquí y hoy: no sentarse nunca a ver pasar el mal y defender siempre las patrias de la libertad.
FUENTE: RADIO JAI-RAHOLA-CONFERENCIA-06/05/10
FUENTE: CAIV COMENTARIO:
Una gran oradora que simplifica en una conferencia la complejidad de la realidad que hoy vivimos cuando parece que ya no hay nadie que se apunte en la lista para atacar a Israel. Ella defiende las razones de Israel como nadie, desenmascara y expone a la luz las miserias de quienes deberían ser capaces de separar la paja del trigo: los intelectuales, los artistas, la gente que parece que es capaz de pensar independientemente pero que cuando toma posiciones se ha vuelto irracional, pero que también es ignorante y también perversa. Que no sabe pero opina como si supiera, esos a quienes se los escucha con atención, que tienen prensa porque cantan bien, son bonitos y la gente cree que sus opiniones valen para interpretar la tragedia del pequeño estado que lucha por su supervivencia desde el día de su independencia. Esa gente que debería tener la responsabilidad que se les acredita a los intelectuales porque se supone que cuando opinan lo hacen basados en el estudio profundo de los temas y por eso se les cree. Esa izquierda que ha perdido el rumbo, que hace alianzas inexplicables porque supone que son buenos compañeros de ruta cuando en realidad ellos mismos serían los primeros en caer si triunfaran en sus propósitos. Esos que con tal de denostar al imperio moderno son capaces de ver a cualquiera: "alto, rubio y de ojos azules", para dar una imagen que todos entendemos.
Sin embargo, no es una novedad, es la misma izquierda que cerraba los ojos a los desmanes de Stalin y que le parece muy natural que Castro esté 50 años en el poder porque el pueblo no sabría elegir mejores líderes para continuar la "revolución" prometida. La misma para quien cada opositor político es en realidad un delincuente que merece la cárcel o un loco que debe ser hospitalizado para su propia protección. Todo para no reconocer que hay gente que todavía es capaz de arriesgarse a morir por ejercer el derecho de todo ser libre de gritar lo que piensa, aunque el precio sea tan alto.
Así es Pilar y nos expresa a quienes no tenemos voz.
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