miércoles, 12 de mayo de 2010

577 - GREENFIELD - SOBRE TERRORISMO - II -


"TERRORISM DOESN´T GO AWAY WHEN YOU IGNORE IT"

EL TERRORISMO NO DESAPARECE CUANDO SE LO IGNORA

Por DANIEL GREENFIELD


THE SULTAN KNISH BLOG

(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)

El terrorismo no desaparece cuando se lo ignora. Como un masivo derrame de petróleo, no desaparece sólo porque usted desea jugar al golf o tomar sol, cuando debe atender a una venerable prensa en una Cena de Corresponsales que parece tener más celebridades de Hollywood y de los Grandes Medios, en lugar de honestos y muy trabajadores periodistas. El terrorismo no se toma un día libre o vacaciones. Ni siquiera para las fiestas musulmanas. Ni para Ramadan. El terrorismo no desaparece hasta que se lo derrota. Es así de simple.

El terrorismo islámico es una de esas cosas que no se supone que todavía exista en el ámbito de los asuntos humanos. El juego de suma cero. La lucha en la que sólo puede haber dos resultados. Una inequívoca victoria de un lado o del otro. Ninguna negociación, ni programas de acercamiento, discursos, concesiones, becas y libros cambiará eso. Y eso es una pena porque en el siglo pasado nuestra cultura abrazó la idea que cada problema que involucra a los asuntos humanos puede ser arreglado si todos nos sentamos y lo hablamos. Y la ingenua idea de la violencia en los asuntos humanos por una falta de concesiones es exactamente la clase de cosas que a nuestros enemigos les gustaría que creyéramos. Nada mejor para que ellos nos corten la garganta.

La falacia de la negociación depende de la suposición que cada jugador preferirá hablar antes que luchar, que se conformará con el 33 por ciento de la torta, en lugar del 100 por ciento de ella. La misma historia humana es testigo del hecho que tales jugadores no sólo existen, sino que tienden a marcharse con toda la torta, lo que no sorprende puesto que la historia suele ser escrita por aquellos que juegan para ganar, más que por los juegan para empatar. Un verdad inconveniente para los apóstoles del poder blando, que piensan que los imperios de tigres de papel son todo lo que se necesita para comenzar un nuevo orden mundial.

Desafortunadamente para ellos, las guerras con frecuencia recaen sobre quien quiere más la victoria. En la SGM, la Alemania nazi arrasó el campo porque sus soldados la querían más, mientras que inicialmente los aliados e inclusive los rusos querían repartir la diferencia, para mantener a raya a Fritz, hasta que todos tuvieran la chance de hablar y tomar tanto como pudieran de la nueva situación. Sólo cuando Inglaterra y Rusia vieron el abismo comenzaron a quererla más. Sólo entonces empezaron a hacer sacrificios y desesperados esfuerzos oponiendo la resistencia que les permitió sobrevivir lo suficiente para agotar las capacidades bélicas de Alemania y alinear a Estados Unidos en la guerra.

Hoy no somos nosotros los que quieren más la victoria. Nuestros enemigos sí la desean. Y ellos lo destacan cada vez que un terrorista suicida entra en una multitud. Su muerte es su forma de comunicarnos su carácter implacable y su determinación de estar en la lucha hasta que el último infiel esté muerto o en cadenas. El atentado suicida no es una estrategia, es una propaganda hecha por quienes reconcilian su falta de sagacidad militar y estratégica, con su desprecio por el "enemigo decadente y blando" a quien ven como alguien que no desea más que una vida confortable rodeado por los bienes de consumo. Una evaluación del mundo moderno que los islamistas compartieron con Kruschev y Hitler, sin mencionar la crítica progresista promedio del consumismo norteamericano.

Los terroristas islámicos no pueden derrotar militarmente a un pueblo que caminó sobre la luna. Pero no tienen que hacerlo. Su estrategia no depende de jugar con nuestras fortalezas sino de aprovechar nuestras debilidades. Su blanco está claramente delineado en nuestro sentido del juego limpio, en nuestro anhelo de acercarnos al Otro y conocer su punto de vista, en nuestro deseo de estar en paz, y en nuestra voluntad de olvidar el pasado y abrazar el futuro. Ellos saben que aunque es posible que tengamos los bombarderos B2 y ojivas nucleares, no les haremos a ellos lo que ellos nos harían a nosotros. Que no deseamos matarlos a ellos como ellos desean matarnos a nosotros.

Y así su estrategia es muy dolorosamente simple. Ellos seguirán matándonos. Día a día. Semana a semana y año a año. Los atraparemos, disolveremos sus células, les daremos juicios justos con abogados de ACLU (American Civil Liberties Union) y ellos se reirán de nosotros y nos maldecirán. Y aquellas células que no podamos atrapar tendrán éxito. Si no es hoy, mañana. Si no es mañana, la próxima semana, en tanto los musulmanes continúen emigrando a Norteamérica y consigan nuevos conversos, ellos nunca tendrán un faltante de potenciales terroristas. Y ellos lo saben. Y lo que es más, ellos saben que nosotros no vamos a hacer nada sobre el particular.

Ellos no tienen que tener éxito con cada atentado automovilístico o aéreo. Con cada tiroteo o cada ataque de un francotirador. Sólo tienen que tener éxito de vez en cuando. Lo suficiente como para mantener el motor del terrorismo en marcha, aceitado con nuestra sangre. Lo bastante como para convencernos de que no podemos vencerlos y que necesitamos sentarnos a esa mesa de negociación y discutir cuánto más de la torta ellos van a obtener a cambio de una tregua temporaria. Y cuando ella expire, por supuesto querrán más de la torta. Y nosotros se la daremos. Porque el apaciguamiento es un comportamiento aprendido. Y una vez que usted ha renunciado a su dignidad y patriotismo, y a su negativa de ceder a la maldad, entonces no hay ninguna profundidad en la cual no se pueda hundir. Si usted lo duda, mire hacia el este de Europa o hacia el sudeste de Israel. Y entonces dígame si eso no puede pasar aquí.

No, el terrorismo islámico no desaparece cuando se lo ignora. Él conspira y hace proyectos. Se va de boca y finalmente mata otra vez. Porque puede que esté en contra de los hijos del los hombres que caminaron sobre la luna, pero tiene tiempo y cantidad de su lado. Y el sentimentalismo de un enemigo que no los decapitará, ni los empujará adentro de un pozo y les tirará una granada. Quien mirará con horror si una de sus bombas cayera sobre una escuela, donde los ocupantes de esa misma escuela habrían estado saltando de alegría si una de sus bombas hubiera caído en una escuela llena de infieles. Quien tratará de negociar. Siempre tratando de ver su punto de vista. Quien ignorará las duras verdades que el frío y estéril desierto enseña al bandido y al comerciante en la noche. Que los que prosperan deben aprender a ser implacables en defensa de sus propias vidas y las de su casa.

El islam surgió de la misma escuela del desierto. Su aula fue la arena amplia, caliente durante el día y fría por la noche. Su libro de escrituras fue el Corán. Su lápiz la cimitarra. Y su examen de graduación la supervivencia. Y mientras occidente cambió, no lo hizo el islam. La caída del Imperio Otomano y la partida del Imperio Británico retrotrajo al Medio Oriente a las viejas costumbres, la tribu y la familia, el credo fanático y el escaso desecho con el cual avanzar. La misericordia es el asesinato. La muerte una bendición. Y todas las ideas caen ante la espada.

Y así de esa terrible aula sólo una idea ha sobrevivido. No, no la álgebra prestada de la India o los rollos de pergamino robados de los griegos. Es esa idea de la supremacía del poder. El poder de Alá como encarnado en los ejércitos victoriosos del islam. Porque el triunfo del poder despiadado es el único mensaje verdadero del Corán. Los hombres y mujeres de occidente pueden sentarse a las mesas de negociación, pero en oriente ellos aún creen que las mesas son buenas principalmente para esconder cuchillos debajo de ellas. Y los hombres que desean sentarse a la mesa con usted, o bien están escondiendo un cuchillo por su cuenta, o son demasiado blandos y echados a perder como para saber qué pasará con ellos.

Donde occidente está lleno de palabras, oriente está lleno de hechos. No grandes hazañas. Ni hazañas. Ni siquiera hechos nobles o virtuosos. Sólo hechos. Y eso que se ve es el tema. Es mejor hacer algo que no hacer nada. Y en una guerra entre combatientes y habladores, los combatientes seguramente ganarán. Porque la libertad de la pluma debe ser defendida por la espada, o ella seguramente caerá frente a la espada. Oriente entiende eso. Mahoma entendió eso. Pero occidente lo ha olvidado. Y ya está pagando un terrible precio por eso.

Los socialistas de occidente creen que ellos mismos están construyendo un reino de los cielos en la tierra a través de la justicia social de un gobierno centralizado. Los musulmanes creen que ellos están construyendo un reino de los cielos en la tierra a través del asesinato y del genocidio. Y mientras los socialistas aprueban proyectos de leyes, debaten en sus legislaturas, pronuncian discursos y hacen concesiones, los musulmanes matan. Los socialistas han construido su Torre de Babel desde la burocracia del gobierno. El islam ha construido su torre con cadáveres y diariamente agregan nuevos a la pila.

Ahora estas dos torres eclipsan al mundo. La Torre del Socialismo y la Torre de los Muertos. Cada vez que la segunda torre crece la primera torre tiembla. Y a menos que pronto se levante una tercera torre, la Torre de la Determinación, habrá sólo una torre colgando sobre el mundo. La Torre de los Muertos. La torre del Islam.

El terrorismo no desaparece cuando usted lo ignora. Los pueblos del mundo libre desaparecen. Uno por uno. En la negra noche.

FUENTE:
SULTAN-TERRORISM II-02/05/10


COMENTARIO:

Mientras el mundo civilizado trata de avanzar hacia estadios donde el respeto por el Otro es una meta preciada que rige su cultura, hay otras culturas que se resisten al cambio y prefieren imponer sus costumbres por medio de la violencia contra su propia gente y, peor, se infiltra en nuestras sociedades y hasta logran imponer sus hábitos. Y esto debe ser conocido para evitar que nuestra civilización retroceda. Nada más apropiado que mejorar las leyes para impedirlo, y mucho más importante es alertar del peligro y presentar batalla.

Porque esta guerra existe, el terrorismo no es sólo derribar aviones, matar gente en atentados colectivos o ejecutar a individuos por supuestas ofensas a su religión. Es terrorismo dominar a cualquier persona por medio del terror, amedrentarla hasta obligarla a ser lo que se le impone por la fuerza. Castigar a los indefensos, mujeres, niños, opositores políticos, quienes tengan otra religión o pertenezcan a sectas más pequeñas. Toda violencia es terror y lo es mucho más cuando el poder está en manos del estado, porque el individuo no tiene quien lo defienda.

Creo que hay fundamentalismos de muchos tipos, políticos y religiosos, pero lo que está ocurriendo en el mundo con el islam fanático es algo tan notorio que es imposible ignorarlo. Y todavía no hay conciencia de esta amenaza que se está generalizando en todo el mundo. En Europa ya está ocasionando fuertes reclamos de quienes están siendo invadidos por multitudes sin que se haya logrado todavía encontrar la forma de detenerlos. Están allí y la situación empeora. Si en sus países ejercen el terror por las convicciones religiosas de su cultura, no pueden imponerlas fuera de sus países, como la cruel Ley de la Sharía.

Pero que el presidente del país más poderoso de la tierra quiera convencer sobre las bondades de una religión ignorando la ideología supremacista que conlleva, es verdaderamente alarmante. Hay autocensura en Estados Unidos y los grandes medios han optado por no llamar a las cosas por su nombre, siguiendo pautas que ocultan una realidad que seguirá golpeando a una sociedad aún desinformada.

Sin embargo, ellos se hacen sentir porque exigen y será imposible dejar de verlos tal como son. Los que atacan exactamente lo que el mundo civilizado defiende y por lo que tanto ha luchado, la libertad.

ANA


MÁS INFORMACIÓN:

558 - ISLAM: RELIGIÓN MÁS IDEOLOGÍA

MAPA DE LA PAZ
VUELA VIAJES-LOS MEJORES LUGARES DEL MUNDO PARA VIAJAR

2 comentarios:

  1. lamentablemente, no existe paz, la paz nunca se lograra con acciones, sino con palabras............

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  2. Anónimo, transcribo de este artículo:

    "Donde occidente está lleno de palabras, oriente está lleno de hechos. No grandes hazañas. Ni hazañas. Ni siquiera hechos nobles o virtuosos. Sólo hechos. Y eso que se ve es el tema. Es mejor hacer algo que no hacer nada. Y en una guerra entre combatientes y habladores, los combatientes seguramente ganarán. Porque la libertad de la pluma debe ser defendida por la espada, o ella seguramente caerá frente a la espada. Oriente entiende eso. Mahoma entendió eso. Pero occidente lo ha olvidado. Y ya está pagando un terrible precio por eso."

    Lamentablemente no existe la paz, es cierto, pero si aspiramos a ella, debemos ser capaces de luchar para defenderla, aunque nos repugne y esté contra nuestra naturaleza. Las palabras no sirven para detener las balas.

    Un saludo.

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