jueves, 26 de abril de 2012

1031 - ISRAEL - "EL DÍA DEL RECUERDO" - UN NÚMERO: 22.993


IOM AZIKARON: ISRAEL RECUERDA A SUS MUERTOS

Cada año, el 4 de Iyar, el día anterior de la fiesta de la Independencia, la nación entera observa "el Día del Recuerdo" (Iom Hazikaron), en homenaje a los que cayeron en el campo de batalla para que nosotros podamos vivir libres e independientes en nuestra patria. Tal día se inicia con una transmisión radial de "Kol Israel" que incluye una alocución del Jefe del Estado Mayor, el "kadish" dicho por uno de los padres que perdieron a sus hijos en la lucha, y la lectura de trozos escogidos escritos por algunos de los caídos.

Al día siguiente, a las 8 de la mañana, se paraliza el tránsito en las calles para guardar un minuto de silencio, que se llena con el resonar de las sirenas en tierra y mar, cuyos toques son un grito de dolor que penetra y conmueve los corazones.

Más tarde se procede a las ceremonias oficiales en todos los cementerios militares del país, en presencia de padres enlutados, parientes, amigos, representantes del gobierno, de las autoridades locales, altos oficiales de la armada, delegaciones de instituciones públicas y alumnos. Son ceremonias muy sencillas pero conmovedoras, y en ellas halla expresión el dolor siempre vivo por la pérdida de nuestros seres queridos y el orgullo al evocar el heroísmo demostrado en la lucha contra el enemigo. Una vez colocadas las ofrendas florales y dichas las oraciones por el reposo de sus almas, y palabras alusivas que son el relato de hechos históricos, los asistentes se dispersan por el cementerio para dar rienda suelta a su dolor. Hay quienes permanecen de pie ante la tumba, mudos e inmóviles, incapaces de hallar la palabra adecuada para expresar el hondo dolor, y hay quienes no pudiendo dominarse caen de rodillas deshechos en llanto amargo para abrazar y acariciar la piedra fría que cubre a sus seres queridos.

Poco a poco los llantos se apagan, los arrodillados se levantan y enjugan sus lágrimas y lanzan una última ojeada a la tumba en son de despedida.

Iom Hazikaron además de servir de desahogo colectivo permite, a los familiares en duelo, ver que la memoria de sus seres queridos es dignamente honrada y que el sacrificio se va transformando en patrimonio de la nación. El cuidado y el amor que se invierte en cada una de las tumbas de los cementerios militares del país, son testimonios vivos del afecto que la nación prodiga a sus caídos.

Por ley, en cada cementerio hay una parcela reservada a los que caen en cumplimiento de su deber, cuyas tumbas y disposición son uniformes y siguen la línea dada en el Cementerio Militar de Jerusalem por una comisión especial de arquitectos, escultores y planificadores. Todas las tumbas de los soldados son iguales, sin distinción de grado.

Están hechas de piedras talladas en cuyo centro se ha dejado un poco de tierra donde crecen flores de la estación. Por cabecera tienen una piedra pulida de forma rectangular en la que están gradados el nombre del caído, el de sus padres, lugar de nacimiento, fecha de llegada al país, lugar y día de su muerte y al final, la edad. Sólo en muy pocas tumbas faltan datos, pues en los primeros días de la Guerra de Liberación, algunos de los soldados que cayeron eran conocidos solamente por sus nombres o sobrenombres y nadie sabía de dónde provenían, dónde habían nacido, quiénes eran sus padres, ni cuando habían llegado al país. Los soldados caídos en lugar desconocido cuentan con su parcela especial en el Cementerio Militar de Jerusalem en el monte Herzl. Allí cada soldado tiene su piedra recordatoria con la palabra "Izkor" (RECORDAR) y sus datos personales. En dicho cementerio se ha sepultado, en tumbas colectivas, a los caídos que no pudieron ser identificados, así como a aquéllos que cayeron en circunstancias especiales. Por ejemplo, el monumento a los que cayeron en defensa de la Ciudad Vieja de Jerusalem y que están enterrados en Jordania; el monumento a los 140 soldados judíos de Eretz Israel que sirvieron en el ejército inglés, en la Segunda Guerra Mundial y que se hundieron junto con la nave que los transportaba, en una operación contra el enemigo. Este último monumento merece una mención especial debido a su forma particular y simbólica. Se asemeja al puente de una nave en cuyo centro hay un rectángulo lleno de agua que recubre las 140 placas recordatorias con los nombres y la edad de los caídos, ordenados sobre el piso mismo.

Estos monumentos; las tumbas colectivas; las placas recordatorias; la rotonda con los siete paracaidistas judíos que cayeron en tierra extraña en su afán por alentar a las juderías que agonizaban en Europa, bajo la bota nazi; los defensores de la Ciudad Vieja; los 35 que encontraron la muerte al acudir a defender las colonias del Gush Etzion, los 28 que se lanzaron en un barquichuelo a Trípoli para oponer resistencia a Alemania; los que cayeron en la Campaña de Sinaí, son los que hacen del Cementerio Militar de Jerusalem, el Panteón de la Nación.

Ningún lugar más apropiado para el reposo eterno que este cementerio cuya belleza natural, el buen gusto con que fue planeado cada uno de sus rincones, sus jardines, los geranios colgantes, el indescriptible panorama de Jerusalem y las colinas circundantes se aúnan todos para crear un ambiente de hermosura y magnificencia, paz y serenidad únicas. Este cementerio, como las parcelas hechas a su semejanza y dispersas por los cementerios del país son un ejemplo de amor, y dedicación que se advierte en cada uno de los detalles de las tumbas y en todo lo que las rodea, prueba auténtica, fidedigna del amor que la nación dispensa a los que dieron su vida por ella.

Al terminar la Guerra de Independencia, el Primer Ministro decidió enviar a cada una de las familias enlutadas, un pergamino de condolencias firmado de su puño y letra. Esta costumbre continúa.

El ministerio de Defensa se encarga también de dar condecoraciones a las familias de aquellos que, de estar con vida, las hubiesen merecido.

22.993 personas murieron defendiendo a Eretz Israel desde 1948 o en atentados terroristas. Israel no los ha olvidado.


FUENTE:
EL RELOJ-ISRAEL RECUERDA-24/04/12

REFLEXIÓN DE ANA:

Una hermosa descripción del sitio donde reposan los restos de los que perdieron su vida en las guerras que libró Israel. También tienen un lugar especial los que no han podido ser identificados ni llevados a este lugar que, sin tenerlos, están.

Una vez un amigo me preguntó: ¿Son tan pocos?

La pregunta corresponde, porque sorprende que luego de tantas guerras y atentados, no hayan sido muchos más. Podemos pensar que cada uno de ellos luchó como si lo fueran, no había alternativa si querían conservar al único estado judío para su pueblo. Creo que esa es la respuesta más lógica. El único lugar donde, finalmente, pueden ser una mayoría después de haber sido una minoría -y tratada como tal- a lo largo de toda su historia.

Quizá los primeros no sabían si su sacrificio tendría la recompensa de recuperar la tierra de su antiguo pueblo, sin embargo, lucharon como si lo supieran. Quizá muchos de ellos habían perdido a todos sus seres queridos pero pelearon para quienes gozarían en ella como si fueran su propia descendencia, un pueblo donde todos son uno.

Hoy, los israelíes saben con certeza qué tienen y seguirán luchando con la misma convicción, aquel fervor sigue transmitiéndose de generación en generación, trabajarán mucho y siempre, pero que nunca bajarán los brazos.-




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