AGUANTE QATAR
Por MOSHÉ ROZÉN (para REFLEXIONES)
Desde el Kibutz Nir-Itzjak, frontera con Rafah y Gaza, Israel
Desilusionado por mis compañeros del Colegio Mitre que, hace medio siglo, me designaron arquero (desconfiados de eventuales aptitudes mayores en el campo de juego), me resigné a abandonar los botines y dedicarme a proyectos de menor envergadura deportiva, como la pesca en la Costanera Sur y los torneos colegiales de ajedrez.
Pero ahora, entrenado con esto de los ataques balísticos de la Yihad y Hamas, vuelvo al balompié y nadie me va detener hasta llegar a Qatar dentro de ocho años.
No es simple este desafío: como hombre de izquierda, no me resulta muy cómodo ir a jugar a Qatar, que para construir estadios para el Mundial, tuvo que utilizar esclavos que trabajan sin descanso, por centavos. Cuando leí esa noticia, me dije: que se escapen estos albañiles, que empiecen a correr (como lo hago yo), pero resulta que los emires les retiraron los documentos y los obreros se quedarán en el lugar hasta finalizar su importante tarea.
Ya estaba preparando las maletas, rumbo a Qatar, cuando me vengo a enterar que mis vecinos de Gaza, que no construyen estadios pero se especializan en túneles para sembrar muerte, secuestro y terror, reciben de Qatar el sustento financiero para su magnífica obra. No lo pude creer: si Qatar acaba de firmar acuerdos militares con el Pentágono, ¿cómo es posible que le banquen al Hamas su red subterránea?
Lo primero que se me ocurrió es llamar a los muchachos de las tendencias populares y revolucionarias en América Latina, para que organicen una protesta. Compañeros, les quise decir, Qatar, colonia de emires -agentes del imperialismo- financia la guerra santa de la Yihad Islámica y el Hamas contra Israel. Pensé contarles, también, a mis camaradas socialistas latinoamericanos, esto de los esclavos que preparan el Mundial del 2022.
Pero, así como mis compañeros estudiantes frustraron mi carrera futbolística hace cinco décadas, también los actuales combatientes por un mundo mejor me desilusionaron esta semana. Estamos muy ocupados, me dijeron. No tenemos tiempo ni paciencia para los judíos, los de aquí ni los de allá.
¿Qué hacen? traté de entender, pensando que marchan para detener las masivas y cotidianas masacres en Siria o en Irak. Estamos manifestando, me dijeron, frente a la Embajada de Israel en Buenos Aires. ¿En la calle Arroyo? indagué. No, me contaron, ese edificio Irán ya lo demolió hace 22 años... los representantes del "ente sionista" están ahora en la Avenida de Mayo: mirá, me contestaron mientras me mandaban la fotito de su aporte a la causa de Qatar.
REFLEXIÓN:
Con su habitual capacidad de síntesis Moshé nos regala esta joyita que, en tan pocas palabras, nos dice más que si hubiera escrito un largo y aburrido texto sobre ideologías, ignorancia y progresismo, todo muy de moda en las calles de Buenos Aires y del resto del mundo.
Para tratar de no ser menos voy a recurrir a un lugar común: izquierdistas eran los de antes...
Los que estudiaban y vivían su ideología, conociendo la diferencia de las que estaban en el mercado de los intelectuales y podían distinguir entre democracia, populismo, capitalismo, socialismo, comunismo y... demagogia, dictaduras y dictablandas. Éstas tan en boga hoy que de ideología no tienen nada, solo se disfrazan de democracia pero sólo la utilizan para eternizarse en el poder con el voto populista y el fraude.
Aquellas inquietas, curiosas mentes, las de los jóvenes ávidos de entender el mundo que no les gustaba y que querían mejorar, se paseaban por los cafés de Buenos Aires desmenuzando ideologías.
Y cuando se manifestaban no les salía tan barato, como a éstos que salen a la calle para denostar a un país que sólo lucha por su supervivencia y aplaude al resto, como quiera que sea, basta que sean sus enemigos. Se rinden ante el espectáculo de las victimas, sin detenerse a pensar un minuto quién es el responsable de tanta desgracia. Aplauden con fervor a quienes representan la antítesis de un pensamiento de izquierda, se tragan el relato sin pensar que mientras esto funcione Hamas seguirá sacrificando a su gente cuando sin ese apoyo no habría víctimas, sino un pueblo libre de dictadores delirantes tras un sueño que nunca se cumplirá. Los israelíes saben defenderse.
Con tanto barullo que hay en plaza, ¿puede alguien decir que es de izquierda u otra cosa que se ofrece en el estante de las ideologías de hoy, con el mismo fundamento y convicción que tenían los que defendían la suya en aquellas épocas?
Tantas izquierdas han fracasado o se han vuelto dictaduras, donde el respeto al individuo y los sueños de un mundo más justo y equitativo se han puesto en el rincón de los trastos inservibles o sólo se los exhibe para engañar a los giles...
El pequeño mensaje de Moshé merece ser releído. Manifestantes a la violeta, traten de no delatarse cuando su estupidez e ignorancia los haga sonrojar de vergüenza.
ANA
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