domingo, 28 de marzo de 2010

552 - SPYER - FRAGMENTACIÓN DE OCCIDENTE


LA NUEVA PRESENTACIÓN DE UNA ILUSIÓN

RE-PACKAGING ILLUSION

Por JONATHAN SPYER
(*)

(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)

El enfoque de la administración de Obama con respecto a Oriente Medio se caracteriza por un aparente deseo de revivir las "alegres" ilusiones del proceso de paz de 1990, en una época en que es mucho más incierto y peligroso. Esto es particularmente notorio en el ámbito palestino-israelí, en el que Estados Unidos, la potencia mundial dominante, establece los parámetros del debate. Como resultado, la discusión internacional sobre el conflicto está ahora más alejada de la realidad que en cualquier otro momento de los últimos 40 años.

Hay dos niveles para la construcción de esta irrealidad en que está teniendo lugar ahora el debate general sobre la cuestión palestino-israelí. El primero y más obvio se refiere al enclave de Hamás en Gaza. Ya son más de cuatro años desde la victoria del movimiento en las elecciones para el Consejo Legislativo de Palestina, y casi tres desde el golpe de Hamás en Gaza. Por lo tanto, se ha superado el tiempo necesario para reconocer que un solo y unido movimiento nacional palestino ya no existe.

Dado que se trata, al parecer, de una realidad demasiado terrible para ser admitida, EE.UU. y los europeos han elegido, al menos en público, ignorarla. La ficción de que la Autoridad Palestina del West Bank habla en nombre de todos los palestinos se mantiene educadamente. Detrás de la escena, sin embargo, la realidad es ampliamente reconocida. Los formas destinadas a hacerle frente constituyen el segundo nivel de ilusión.

Inclusive la incapacidad de la corriente principal del nacionalismo palestino al estilo Fatah para aceptar la partición como el resultado final del conflicto ha impedido dos veces su resolución, en el 2000 y en 2008. Este tipo de nacionalismo entiende el conflicto como uno que contrapone un proyecto colonial contra un nacionalismo nativo auténtico.

Desde tal perspectiva, la partición de la tierra significa admitir la derrota. Pero el nacionalismo palestino no se siente derrotado. Más bien se caracteriza por un optimismo estratégico profundo. Por lo tanto, desde su punto de vista, no es imperativo terminar la lucha inmediatamente, sino que está prohibido terminarla. De ahí las infinitas razones por las que el acuerdo de partición de alguna manera nunca puede ser firmado.

La solución a este obstáculo, según lo ha decidido ahora Occidente, es que un nuevo liderazgo palestino, libre de esta perspectiva, debe ser creado y defendido. La manifestación de este enfoque es la meteórica carrera de Salam Fayyad, que fue impuesto por primera vez en la política palestina como ministro de Finanzas en el 2002, por la entonces Secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y que hoy es primer ministro de la Autoridad Palestina.

Fayyad, está trabajando estrechamente con los representantes occidentales para crear instituciones y prosperidad económica que supuestamente van a transformar la cultura política palestina del estancamiento de todo o nada, que ha impedido la resolución del conflicto hasta ahora, en algo con lo que el mundo pueda hacer negocios.

La lógica esencial de esto es la misma ilusión que condenó el proceso de paz de los 90, a saber, la idea de que la creación de instituciones y el progreso económico tendrá -y deberá tener- finalmente, un efecto transformador sobre las perspectivas políticas. Esta idea, la experiencia lo ha demostrado, es fundamentalmente errónea.

Algunos comparan a Fayyad con Konrad Adenauer, el canciller alemán que presidió la transformación de la cultura política y el surgimiento de la democracia en su país después de 1945. Pero Adenauer funcionó para una época en que el elemento anti-moderno, anti-occidental de la cultura política alemana había experimentado un final, un aplastante Ocaso de los Dioses, y Alemania estaba viviendo bajo una ocupación masiva y permanente.

En los territorios palestinos, por el contrario, el elemento anti-moderno y anti-occidental está floreciendo, y tiene estados que lo apoyan como Irán y Siria. Es probable que eso rápidamente consuma a Fayyad una vez que deje de ser acunado por los brazos de Occidente.

Al igual que los agradables, bien vestidos líderes del movimiento 14 de marzo en Líbano -que ya han sido devorados por Siria y Hezbolá- Fayyad y compañía son producto de una ilusión occidental. Y como los del 14 de marzo, sobrevivirán tanto tiempo como occidente esté dispuesto a sostenerlos. Pero no por más tiempo.

Esto estaría bien. El desarrollo económico que Fayyad está promoviendo en el West Bank es totalmente positivo. El problema es que esta fantasiosa versión de la política palestina está siendo vista ahora como real en Bruselas y Washington. Hay algunos en occidente, que parece se han convencido que su creación puede andar por sí misma.

La figura agradable de Fayyad permite suponer a los observadores de afuera que la realidad subyacente de la política palestina no existe. A partir de ahí, hay un pequeño paso para convencerse de que la única razón por la que no hay paz en Medio Oriente se debe a que el ministro del Interior, Eli Yishai, quiere construir casas para familias ultra-ortodoxas en la parte norte-central de Jerusalén.

En el caso de la administración estadounidense, no está del todo claro si esta opinión es pura ingenuidad, o una razón calculada. Hay quienes sospechan que el presidente Obama encontrará una manera de hacer a Israel responsable de la falta de paz, independientemente de la verdad de la situación, debido a consideraciones más amplias que en su opinión exigen el alejamiento de Washington de Jerusalén.

De cualquier modo, es difícil discernir qué ventajas traerá a los intereses de occidente y al buen gobierno en la región el enfoque de la administración. La impresión principal que se obtiene es que occidente y sus aliados están confundidos, desunidos y fragmentados. Un motivo de celebración para sus enemigos, sin duda, pero difícilmente sea una impresión que uno podría esperar que Washington desea promover.-




(*) Dr. Jonathan Spyer is a senior research fellow at the Global Research in International Affairs (GLORIA) Center, Herzliya, Israel.-

FUENTE:
GLORIA-SPYER-ILLUSION-28/03/10

COMENTARIO:

Si algo le faltara al optimismo palestino, ya que le sobra cuando considera a un fracaso de más de 60 años frente al exitoso Israel, como una lucha que no se ha perdido, es lograr la desunión de occidente ante el conflicto que mantiene con Israel. Cada condena que recibe Israel por defender su soberanía y la vida de su gente lo entiende como un logro. No importa si la brecha cada vez es más grande ni tampoco importa cuanta gente propia debe sacrificar, su éxito no es el progreso sino cuanto daño puede hacerle a su enemigo. Y occidente ayuda, les da dinero, los apaña y también comprende las razones de todos sus males. Eso es éxito para la dirigencia palestina.

Sin embargo, occidente debería darse cuenta del por qué países tan atrasados en su cultura, usos y costumbres lo tienen en jaque. No debería ser difícil comprender que ellos están fuertemente unidos contra el infiel. Ellos no se asimilan cuando son aceptados por occidente sino que más se apartan y cohesionan, se imponen y exigen. Ya lo entenderán con el tiempo, ya lo empiezan a entender.

Es Israel quien no tiene a ese tiempo de su parte porque el ataque es hoy, desde hace tiempo y, quien sabe, nunca cesará.

Lo que sorprende es que se insista con las mismas viejas recetas que no dieron resultado esperando el éxito, no es inteligente... por eso mismo...

Todo lo que haga Israel para defenderse, proteger su cultura, su pequeño territorio, debe ser entendido como el escudo de occidente, un occidente que actúa muy preocupado tratando de desentrañar la cuadratura del círculo, con un ojo se mira el ombligo y con el otro critica a Israel. El resto de los desgraciados de este mundo, los infieles azotados por la furia de una cultura cruel y dominante, sufren.

No es lo que Israel está dispuesto a ofrecerles, sigue luchando como si en este combate no sufriera, ante la indiferencia de quienes deberían acompañarlo. Poderosos aliados lo presionan, no han aprendido todavía lo que Israel sabe desde hace mucho tiempo...

La consigna que a algunos más que a otros no les interesa recordar es defender los valores de occidente. Ni más ni menos.-

ANA

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