viernes, 25 de noviembre de 2011

951 - QUINTÍN - LA NATURALEZA DE LOS HÉROES


EL OBSTINADO

Por QUINTÍN

Hace diez años invitamos a Jafar Panahi para presentar
"
El círculo" en el Bafici. Su vuelo pasaba por Nueva York y cuando aterrizó –por ser ciudadano iraní– le exigieron imprimir sus huellas digitales para permanecer en el aeropuerto. Como se negó por considerarlo humillante, lo devolvieron a Hong Kong; allí no pudo reingresar y lo deportaron de nuevo. Finalmente, terminó en Teherán después de una semana de permanecer en el limbo aéreo. Recuerdo haber redactado un comunicado de solidaridad con Panahi y también recuerdo que alguien sugirió entonces que el cineasta era demasiado obstinado y que lo de las huellas digitales no era tan terrible como para sufrir a cambio esas penurias.


La segunda vez que escuché decir que Panahi era demasiado obstinado para su propio bien fue en 2005, en Erevan, la capital armenia, en ocasión de otro festival de cine. Quien lo dijo –esta vez lo recuerdo bien– fue su compatriota Abbas Kiarostami, uno de los grandes maestros del cine contemporáneo. Kiarostami me explicó entonces que Panahi, con sus películas que denunciaban la injusticia y la situación de las mujeres, enfrentaba cada vez más frontalmente al régimen sin reparar en el peligro que eso significaba, no sólo para él sino para toda la comunidad cinematográfica, que podía convertirse en blanco de la persecución política.

La tercera vez fue hace un año en Mar del Plata y quien confirmó que Panahi era obstinado –aunque con gran admiración– fue Rafi Pitts, otro cineasta iraní. Pitts vino a la Argentina para presentar "El cazador", una película filmada cuando todo el mundo –hasta los censores– creían que el gobierno de Ahmadinejad perdería las elecciones a manos de la oposición unida en el Movimiento Verde y el sistema oscurantista y autoritario que gobierna Irán tocaría a su fin. Pero eso no ocurrió: el ala conservadora de la Revolución se consolidó en el gobierno y las medidas represivas se intensificaron. A esa altura Pitts (que vive en Francia) ya no podía volver a su país natal. Pero Panahi había sido detenido y acusado de “actividades contra la seguridad nacional y propaganda contra el régimen” por un supuesto intento (del que nunca hubo pruebas) de filmar las protestas contra el fraude en las recientes elecciones.

Si bien la presión internacional hizo que el cineasta saliera de la cárcel, el proceso siguió adelante y hace pocos días se confirmó la sentencia a seis años de cárcel con la pena adicional de no poder dirigir, escribir guiones, salir del país ni dar entrevistas durante veinte años. Unos meses antes, el obstinado Panahi envió una película a Cannes y ésta se proyectó en el Festival de Mar del Plata. Se llama "
Esto no es una película" y es una película extraordinaria. En ella, el cineasta empieza por relatar a cámara su situación mientras juega con una iguana (un verdadero animal cinematográfico). Luego un amigo lo filma mientras lee un guión que no pasó la censura e intenta así hacer cine sin infringir ninguna de las prohibiciones que lo afectan. Finalmente, termina bajando en el ascensor con el portero, que bien puede ser un agente de la policía política. Son setenta y cinco minutos brillantes que mezclan ficción, diario íntimo y teoría cinematográfica.

Por momentos, una nota de desesperación aparece en su cara. En otros, sonríe y hace bromas sobre lo que le ocurre. Varias veces repite que no quiere que sus colegas iraníes se manifiesten públicamente en su favor para que no sufran represalias (a ellos, representados por puntos suspensivos, dedica la película). El obstinado sabe que entre ellos habrá quien se haga el distraído, quien lo acuse de imprudente y quien justifique incluso su condena y tome partido por el régimen. No le importa, porque esa es la naturaleza de los héroes.


FUENTE: PERFIL-QUINTÍN-EL OBSTINADO-12/11/11-


COMENTARIO:

No vi sus películas ni lo conocía hasta que leí este artículo. ¿Cuántos hay como él que desconocemos porque no tienen su talento? De estos hombres aprendemos qué significa la palabra "libertad", aún cuando ello implique la pérdida de la suya a manos de regímenes cuya arma es la fuerza con la que doblegan a la mayoría, que prefiere la humillación para no perder su oportunidad, como sea, de vivir en la libertad que le es permitida.

Estos seres son tildados de "locos", porque sólo un demente se atreve a enfrentar a sus victimarios sabiendo de antemano cuál va ser su calvario. Y creo que de esa locura se nutren los grandes cambios, son los abanderados que permanecen en la memoria a lo largo de la historia. Cuando esos gobiernos sólo serán recordados por sus canalladas, ellos serán rescatados como los verdaderos héroes.

Y surge la pregunta: ¿por qué lo hacen?

No hay una respuesta que me satisfaga, sólo sé que por ellos la palabra dignidad adquiere todo su significado, porque se está dispuesto a pagar un precio por ella. El resto somos simples, temerosos y "cuerdos" seres humanos.

Voy a repetir una poesía que ya publiqué pero que es aplicable a este "obstinado" y a muchos que, como él, son ejemplo.

ANA


INVICTUS

Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses si existen
por mi alma invicta.

Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley

(1849–1903)


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