LAS HUECAS PROMESAS DE OBAMA
Mientras la credibilidad y la reputación estadounidenses se contraen en la escena mundial, el presidente norteamericano, Barack Obama, y sus secretarios de Estado y Defensa, John Kerry y Chuk Hagel, practican la negación persuasiva.
Por DANIEL PIPES
Por desgracia para ellos, la realidad se impone a las palabras, hasta a las convincentes.
En pasado el Foro Económico Mundial de Davos, donde la menguante influencia de Estados Unidos sobre los acontecimientos de Oriente Medio fue la comidilla, Kerry se declaraba atónito a causa de las acusaciones vertidas de que de alguna forma su país se está zafando de sus obligaciones en el mundo.
«Nada podría alejarse más de la verdad», afirmó. «Entramos en una era de implicación diplomática norteamericana activa igual de amplia y profunda que durante cualquier otro momento de nuestra historia». De igual manera, Hagel instó a «una renovada y avanzada era de asociación con nuestros amigos y aliados».
En esta tónica, Obama hizo múltiples promesas para tranquilizar a aliados.
A Corea del Sur, que depende del reducido destacamento militar norteamericano para disuadir a un dictador perturbado que podría llevarse Seúl por delante a las primeras salvas de una andanada de artillería, Obama prometía que «El compromiso de Estados Unidos con la República de Corea nunca vacilará».
Frente a Japón, que depende de la Séptima Flota norteamericana para repeler las incursiones invasivas chinas cada vez más agresivas en las Islas Senkaku, volvió a afirmar que «los Estados Unidos permanecerán firmes en sus compromisos defensivos con Japón», que el Departamento de Estado indica concretamente que abarcan las Islas Senkaku.
Para Taiwán, cuya integridad frente a la República Popular China depende del disuasivo norteamericano, reafirmó «nuestro compromiso con la Ley de Relaciones con Taiwán», que obliga vinculantemente a Estados Unidos a destacar una presencia «para repeler cualquier uso de fuerza o demás formas de coacción que pusieran en peligro la integridad de la isla.
Para las Filipinas, preocupadas por sus territorios en el Mar de la China Meridional reivindicados por China, Islas Spratly y atolón Scarborough en particular, reafirmaba el compromiso con el Tratado de Defensa Recíproca de 1951 que, en caso de intervención armada, estipula que Estados Unidos «intervendrá para combatir los peligros comunes».
A Arabia Saudita, alarmada por el apaciguamiento de Obama a Irán dentro del Plan Conjunto de Acción, reiteraba «el firme compromiso de Estados Unidos con nuestros amigos y aliados del Golfo».
Y para Israel, aislado en medio de un mar de enemigos, Obama anunció oficialmente «el compromiso resuelto de Estados Unidos con la seguridad de Israel», porque respaldar a Israel «revierte en nuestro interés fundamental en la seguridad nacional».
El problema, en primer lugar, es que los estadounidenses ponen en duda estas refinadas y convencidas palabras:
Cifras récord de norteamericanos están convencidos de que la imagen de su país están de capa caída, según el Pew Research Center. Por primera vez en la serie que se remonta a la década de los '70, «la mayoría -el 53%- afirmó que Estados Unidos interpreta un papel menos importante e influyente como líder del mundo que hace una década», al tiempo que sólo el 17% piensa que la influencia norteamericana mejoró. Una mayoría todavía mayor, el 70%, «afirma que Estados Unidos es menos respetado que en el pasado». Y el 51% dice que Obama «no es lo bastante duro» en cuestiones de política exterior o Interior.
Más de las dos terceras partes de los encuestados albergan una opinión negativa de la gestión del tema de Irán por parte de Obama, concluye la consultora Mellman Group; la mayoría -54-37%- apoya la intervención militar selectiva contra las instalaciones nucleares iraníes antes que permitir que Irán desarrolle arsenales nucleares.
La consultora McLaughlin Associates concluye que el 49% de los encuestados creen que la posición de Estados Unidos se vio menoscabada durante los cinco años de Obama en la administración; el 40% cree que los rivales miran hoy a Obama con desprecio.
En segundo lugar, Pew Research recoge que la mitad de las opiniones públicas de Gran Bretaña, Francia y Alemania, así como la tercera parte en Estados Unidos y Rusia, consideran que China reemplazará eventualmente a Estados Unidos como principal superpotencia mundial. Dos tercios de los israelíes creen que Obama no impedirá procurarse armas nucleares a los iraníes.
En tercero, los líderes mundiales de países tan diversos como Japón, Polonia o Israel perciben «ajenas a la realidad» las promesas de Obama. Hablando por muchos, Josef Joffe, del semanario alemán «Die Zeit», descubre «consistencia y coherencia en los intentos por parte de Obama de evadir los problemas del mundo, de sacar de primera línea a Estados Unidos. «Hablando en plata, quiere convertir a Estados Unidos en una potencia intermedia muy grande».
La «implicación diplomática activa» fructífera -como la llama Kerry- deberá estar respaldada por la consistencia, la influencia y la voluntad, no por palabras agradables, promesas huecas y castillos en el aire.
¿Se dará cuenta de esto la administración Obama antes de causar daños permanentes?
Fuente- Israel en Línea
FUENTE: RADIO JAI-LAS PROMESAS DE OBAMA-31/04/14
REFLEXIÓN:
Si al responder la encuesta se debía tener en cuenta la relación actual de Estados Unidos con cada uno de los países que aquí se nombran, no debería haber dudas sobre su resultado.
Lo cual no implica que si lo pudieran votar una tercera vez, los norteamericanos lo harían. Ya se veía en su primer periodo que internacionalmente era un apaciguador y que creía más en el efecto disuasivo de la palabras que en el poderío militar para mantener la paz en el mundo y proteger sus propios intereses.
Al ciudadano norteamericano medio no le interesa la posición internacional de su país, menos todavía si tiene que arriesgar la vida de sus hijos en tierras ignotas de las que sólo conoce el nombre. Sabe dónde está Inglaterra y los más importantes países europeos, del resto no tiene idea y vota con un criterio sobre su política doméstica, no tiene conciencia de los compromisos que Estados Unidos ha contraído con el mundo y si la Administración que elige los honrará o no. Si lo tuviera, no habría elegido a Obama la primera vez y mucho menos la segunda.
Europa no quiere guerra y Estados Unidos tampoco, esto se entiende. No hay país razonable que la desee, pero, "Si quieres la paz prepárate para la guerra". Y hay montones de líderes que no son racionales, que se los trata en todos los foros como si fueran democráticos y pacíficos, ansiosos por respetar los derechos de los más débiles. Como si los más fuertes o más ambiciosos se fueran a comportar y no trataran, cuando se les permita, patear el tablero.
Obama sigue creyendo en el efecto de las palabras y ya vemos los resultados, ha tratado de conquistar con ellas a los más claros adversarios de EEUU: Irán lo desafía todo el tiempo y Rusia se apoderó de Crimea. Abandonó a Mubarak en Egipto y presiona a Israel; no consiguió el reconocimiento de los árabes y tampoco conserva, con respecto a los israelíes, la misma simpatía de antes.
Pero esta actitud de presionar a sus amigos para hacer amigos a sus enemigos no le dio resultado. Perdió el reconocimiento de los primeros sin ganarse a los segundos. Nadie confía en lo que va a hacer y aparentemente el americano medio lo apoya, por eso lo reeligieron.
Lo dijo Clinton: "Es la economía, estúpido", y parece que allí anda bien, este artículo dice algo sobre el particular desarrollo de los países dominantes. Eso es bueno para los estadounidenses mientras no los toquen de cerca.
Norteamérica siempre fue una isla para sus ciudadanos, en otras épocas eso era posible, hoy no. Los peligros llegan desde lejos y, además, ahora es mucho más difícil proteger sus intereses en el resto del mundo. El terrorismo acecha. No basta con prevenir en su suelo, tienen que ir a derrotarlo afuera.
Y esto es lo que el americano medio no entiende, que no se puede "borrar", que si quiere tener paz y prosperidad adentro tiene que salir a defender a sus aliados afuera. Y no lo conseguirá si cuando vota lo hace como un ciudadano de cualquier país del mundo, sin considerar la política exterior como factor predominante para su seguridad y bienestar. Porque los peces gordos se comerán a los chicos hasta que lleguen al más sabroso, grande pero debilitado, rodeado de enemigos.
Estados Unidos de la mano de Obama ha tratado de ser amado en el exterior, pero nadie ama al poderoso, al poderoso -además de envidiarlo- se lo teme, algo que Obama no consiguió y ya no lo conseguirá. No hay nada más ilógico que enfrentar con palabras a un agresor armado.
Las armas con que se dirime una pelea las determina el agresor, y para EVITAR los enfrentamientos la amenaza creíble de defenderse con las mismas o mejores armas es suficiente para desalentarlo.
Esa es la paz posible y es lo que hace Israel.
Mientras la credibilidad y la reputación estadounidenses se contraen en la escena mundial, el presidente norteamericano, Barack Obama, y sus secretarios de Estado y Defensa, John Kerry y Chuk Hagel, practican la negación persuasiva.
Por DANIEL PIPES
Por desgracia para ellos, la realidad se impone a las palabras, hasta a las convincentes.
En pasado el Foro Económico Mundial de Davos, donde la menguante influencia de Estados Unidos sobre los acontecimientos de Oriente Medio fue la comidilla, Kerry se declaraba atónito a causa de las acusaciones vertidas de que de alguna forma su país se está zafando de sus obligaciones en el mundo.
«Nada podría alejarse más de la verdad», afirmó. «Entramos en una era de implicación diplomática norteamericana activa igual de amplia y profunda que durante cualquier otro momento de nuestra historia». De igual manera, Hagel instó a «una renovada y avanzada era de asociación con nuestros amigos y aliados».
En esta tónica, Obama hizo múltiples promesas para tranquilizar a aliados.
A Corea del Sur, que depende del reducido destacamento militar norteamericano para disuadir a un dictador perturbado que podría llevarse Seúl por delante a las primeras salvas de una andanada de artillería, Obama prometía que «El compromiso de Estados Unidos con la República de Corea nunca vacilará».
Frente a Japón, que depende de la Séptima Flota norteamericana para repeler las incursiones invasivas chinas cada vez más agresivas en las Islas Senkaku, volvió a afirmar que «los Estados Unidos permanecerán firmes en sus compromisos defensivos con Japón», que el Departamento de Estado indica concretamente que abarcan las Islas Senkaku.
Para Taiwán, cuya integridad frente a la República Popular China depende del disuasivo norteamericano, reafirmó «nuestro compromiso con la Ley de Relaciones con Taiwán», que obliga vinculantemente a Estados Unidos a destacar una presencia «para repeler cualquier uso de fuerza o demás formas de coacción que pusieran en peligro la integridad de la isla.
Para las Filipinas, preocupadas por sus territorios en el Mar de la China Meridional reivindicados por China, Islas Spratly y atolón Scarborough en particular, reafirmaba el compromiso con el Tratado de Defensa Recíproca de 1951 que, en caso de intervención armada, estipula que Estados Unidos «intervendrá para combatir los peligros comunes».
A Arabia Saudita, alarmada por el apaciguamiento de Obama a Irán dentro del Plan Conjunto de Acción, reiteraba «el firme compromiso de Estados Unidos con nuestros amigos y aliados del Golfo».
Y para Israel, aislado en medio de un mar de enemigos, Obama anunció oficialmente «el compromiso resuelto de Estados Unidos con la seguridad de Israel», porque respaldar a Israel «revierte en nuestro interés fundamental en la seguridad nacional».
El problema, en primer lugar, es que los estadounidenses ponen en duda estas refinadas y convencidas palabras:
Cifras récord de norteamericanos están convencidos de que la imagen de su país están de capa caída, según el Pew Research Center. Por primera vez en la serie que se remonta a la década de los '70, «la mayoría -el 53%- afirmó que Estados Unidos interpreta un papel menos importante e influyente como líder del mundo que hace una década», al tiempo que sólo el 17% piensa que la influencia norteamericana mejoró. Una mayoría todavía mayor, el 70%, «afirma que Estados Unidos es menos respetado que en el pasado». Y el 51% dice que Obama «no es lo bastante duro» en cuestiones de política exterior o Interior.
Más de las dos terceras partes de los encuestados albergan una opinión negativa de la gestión del tema de Irán por parte de Obama, concluye la consultora Mellman Group; la mayoría -54-37%- apoya la intervención militar selectiva contra las instalaciones nucleares iraníes antes que permitir que Irán desarrolle arsenales nucleares.
La consultora McLaughlin Associates concluye que el 49% de los encuestados creen que la posición de Estados Unidos se vio menoscabada durante los cinco años de Obama en la administración; el 40% cree que los rivales miran hoy a Obama con desprecio.
En segundo lugar, Pew Research recoge que la mitad de las opiniones públicas de Gran Bretaña, Francia y Alemania, así como la tercera parte en Estados Unidos y Rusia, consideran que China reemplazará eventualmente a Estados Unidos como principal superpotencia mundial. Dos tercios de los israelíes creen que Obama no impedirá procurarse armas nucleares a los iraníes.
En tercero, los líderes mundiales de países tan diversos como Japón, Polonia o Israel perciben «ajenas a la realidad» las promesas de Obama. Hablando por muchos, Josef Joffe, del semanario alemán «Die Zeit», descubre «consistencia y coherencia en los intentos por parte de Obama de evadir los problemas del mundo, de sacar de primera línea a Estados Unidos. «Hablando en plata, quiere convertir a Estados Unidos en una potencia intermedia muy grande».
La «implicación diplomática activa» fructífera -como la llama Kerry- deberá estar respaldada por la consistencia, la influencia y la voluntad, no por palabras agradables, promesas huecas y castillos en el aire.
¿Se dará cuenta de esto la administración Obama antes de causar daños permanentes?
Fuente- Israel en Línea
FUENTE: RADIO JAI-LAS PROMESAS DE OBAMA-31/04/14
REFLEXIÓN:
Si al responder la encuesta se debía tener en cuenta la relación actual de Estados Unidos con cada uno de los países que aquí se nombran, no debería haber dudas sobre su resultado.
Lo cual no implica que si lo pudieran votar una tercera vez, los norteamericanos lo harían. Ya se veía en su primer periodo que internacionalmente era un apaciguador y que creía más en el efecto disuasivo de la palabras que en el poderío militar para mantener la paz en el mundo y proteger sus propios intereses.
Al ciudadano norteamericano medio no le interesa la posición internacional de su país, menos todavía si tiene que arriesgar la vida de sus hijos en tierras ignotas de las que sólo conoce el nombre. Sabe dónde está Inglaterra y los más importantes países europeos, del resto no tiene idea y vota con un criterio sobre su política doméstica, no tiene conciencia de los compromisos que Estados Unidos ha contraído con el mundo y si la Administración que elige los honrará o no. Si lo tuviera, no habría elegido a Obama la primera vez y mucho menos la segunda.
Europa no quiere guerra y Estados Unidos tampoco, esto se entiende. No hay país razonable que la desee, pero, "Si quieres la paz prepárate para la guerra". Y hay montones de líderes que no son racionales, que se los trata en todos los foros como si fueran democráticos y pacíficos, ansiosos por respetar los derechos de los más débiles. Como si los más fuertes o más ambiciosos se fueran a comportar y no trataran, cuando se les permita, patear el tablero.
Obama sigue creyendo en el efecto de las palabras y ya vemos los resultados, ha tratado de conquistar con ellas a los más claros adversarios de EEUU: Irán lo desafía todo el tiempo y Rusia se apoderó de Crimea. Abandonó a Mubarak en Egipto y presiona a Israel; no consiguió el reconocimiento de los árabes y tampoco conserva, con respecto a los israelíes, la misma simpatía de antes.
Pero esta actitud de presionar a sus amigos para hacer amigos a sus enemigos no le dio resultado. Perdió el reconocimiento de los primeros sin ganarse a los segundos. Nadie confía en lo que va a hacer y aparentemente el americano medio lo apoya, por eso lo reeligieron.
Lo dijo Clinton: "Es la economía, estúpido", y parece que allí anda bien, este artículo dice algo sobre el particular desarrollo de los países dominantes. Eso es bueno para los estadounidenses mientras no los toquen de cerca.
Norteamérica siempre fue una isla para sus ciudadanos, en otras épocas eso era posible, hoy no. Los peligros llegan desde lejos y, además, ahora es mucho más difícil proteger sus intereses en el resto del mundo. El terrorismo acecha. No basta con prevenir en su suelo, tienen que ir a derrotarlo afuera.
Y esto es lo que el americano medio no entiende, que no se puede "borrar", que si quiere tener paz y prosperidad adentro tiene que salir a defender a sus aliados afuera. Y no lo conseguirá si cuando vota lo hace como un ciudadano de cualquier país del mundo, sin considerar la política exterior como factor predominante para su seguridad y bienestar. Porque los peces gordos se comerán a los chicos hasta que lleguen al más sabroso, grande pero debilitado, rodeado de enemigos.
Estados Unidos de la mano de Obama ha tratado de ser amado en el exterior, pero nadie ama al poderoso, al poderoso -además de envidiarlo- se lo teme, algo que Obama no consiguió y ya no lo conseguirá. No hay nada más ilógico que enfrentar con palabras a un agresor armado.
Las armas con que se dirime una pelea las determina el agresor, y para EVITAR los enfrentamientos la amenaza creíble de defenderse con las mismas o mejores armas es suficiente para desalentarlo.
Esa es la paz posible y es lo que hace Israel.
ANA
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