miércoles, 26 de octubre de 2011

938 - ARENS - "NEGOCIACIÓN", SEGÚN LOS PALESTINOS


EN EL BARRIO DE LOS DICTADORES

Los diamantes bien pueden ser eternos, pero los tratados de paz firmados por Israel con dictaduras, no: su duración es limitada; persisten tanto como la dictadura misma, y en esta época precisa, eso está muy por debajo de lo que suele considerarse eterno.

Por MOSHÉ ARENS



John Maynard Keynes, el gran economista, dijo una vez en un debate: "Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión; ¿qué hace usted, señor?".

Bueno, guste o no, los hechos están cambiando. Desde el Sinaí, en Egipto -país que ha firmado un tratado de paz con Israel- los terroristas están ingresando a Israel para matar ciudadanos israelíes. Y el gobierno egipcio, es decir, la junta militar que ha sustituido a la dictadura de Hosni Mubarak no tiene intención o, en todo caso, no tiene capacidad suficiente para asegurar la paz en la frontera entre ambos países. Es probable que haya todavía más actos terroristas provenientes del Sinaí.

Los diamantes bien pueden ser eternos, pero los tratados suscriptos con dictaduras, no: su duración es limitada; persisten tanto como la dictadura misma, y en esta época precisa, eso está muy por debajo de lo que suele considerarse eterno.

Hace ya 34 años desde que Israel acordó la cesión de la península del Sinaí a Egipto como parte del tratado de paz firmado por Menajem Begin y Anwar Sadat. Aunque a muchos les moleste recordarlo, Sadat era un dictador. El tratado de paz logró sobrevivir a su asesinato cuatro años después, cuando fue reemplazado por Mubarak. No queda claro por el momento si podrá sobrevivir también a la caída de Mubarak.

Cuando se firmó, se creía que las dictaduras árabes habrían de ser por siempre una característica distintiva de Oriente Medio. Parecía evidente que Israel debía hacer la paz con los dictadores árabes, y que la fórmula adecuada para lograrlo era "territorios a cambio de paz", cediendo activos territoriales estratégicos para obtener tratados de paz con un dictador.

Que la paz equivale a seguridad era considerado una tautología. Los dictadores eran famosos por su capacidad para imponer su voluntad sobre el pueblo. Cuando firmaban un tratado de paz, se podía confiar plenamente en ellos.

Podría esperarse que Israel, una democracia, saludara calurosamente la caída de las dictaduras en los países vecinos, y viera cómo la "primavera árabe" trae libertad al mundo árabe. Pero en los últimos meses hemos aprendido con gran consternación que la caída de esos dictadores puede provocar a su paso el caos y la anarquía, además de la amenazante prevalencia de los Hermanos Musulmanes.

En varias ocasiones, sucesivos gobiernos israelíes estuvieron cerca de lograr un acuerdo con el dictador sirio Hafez al-Assad, dispuestos a entregar los Altos del Golán a cambio de un tratado de paz con él. Hoy en día podemos considerarnos afortunados de que tal pacto no haya sido firmado nunca. Lo que está ocurriendo en el Sinaí bien podría estar sucediendo ahora en las Alturas del Golán.

No tenemos más remedio que prepararnos para la prolongación de un escenario desagradable, y esperar que quien quiera que gobierne Egipto en los años venideros se adhiera al tratado de paz con Israel, y además sea capaz de comprender que la conclusión del caos en el Sinaí es de común interés para ambos países.

Pero más importante aún es el hecho de que tenemos que ser nosotros quienes debemos darnos cuenta de que el estado de cosas que nos rodea está cambiando en la práctica, y de que probablemente ocurran más cambios todavía. Es tiempo de revaluar las ideas preconcebidas.

No es momento de actuar sin preocuparse por las consecuencias. No es momento para retirarse a las fronteras de 1949. No es tiempo para "iniciativas políticas audaces". Éste es un tiempo para observar y esperar a ver cómo resultan las cosas; para pensar en cómo garantizaremos la seguridad de los ciudadanos israelíes del sur del país que deben protegerse diariamente de los misiles, y en cómo asegurarnos de que quienes residen en el norte y el centro no acaben compartiendo ese destino.

El sistema "Cúpula de Hierro" es ciertamente un gran logro tecnológico pero no puede hacer todo el trabajo por sí solo.

(Haaretz / Semanario Co.Il)


FUENTE: RADIO JAI-ARENS-DICTADORES-28/08/11

COMENTARIO:

Más de una vez leí que Israel no tenía una política propia, que no ofrecía propuestas que allanaran el camino hacia una paz con sus vecinos; siempre me pareció una crítica injusta. Los estados que lo rodean no quieren acuerdos que permitan que Israel permanezca fuerte, en capacidad para afrontar los cambios de gobiernos de los países vecinos. Puede hacer acuerdos según quienes estén gobernando, pero nunca, jamás, debe perder de vista que ninguno de ellos preparan a su gente para aceptarlo allí. Este es el punto.

Lo estamos viendo ahora, los gobiernos cambian pero la animosidad de sus pueblos hacia Israel no se modifica. Si los gobiernos consideran que es conveniente mantener un diálogo pacífico con Israel la región estará en calma, porque son dictadores, ellos imponen su voluntad; si apareciera un candidato amigable con Israel no tendría apoyo popular. Cambian los jefes pero no la idiosincrasia de su gente.

No ocurre con los israelíes solamente, ellos no quieren judíos, cristianos ni nada que no sean ellos mismos dentro de su territorio y, dentro de su propia religión están los que dominan y los dominados, esto es propio de los musulmanes. No sólo en países árabes, en todos lados donde una secta sea mayoría.

No es difícil darse cuenta, basta leer los titulares de los diarios, todos los días mueren de a cientos por atentados, en Irak particularmente, pero siempre encontramos noticias de este tipo en todas partes. En los únicos países donde no se conocen atentados es donde las dictaduras son muy fuertes y hay una mayoría popular del signo de sus gobiernos, como en Arabia Saudita.

Sin embargo, los que mandan mantienen a veces una buena relación con Israel, porque si bien no pueden ni quieren modificar el encono de sus pueblos hacia los judíos -entre otros- hay una paz relativa. Jordania, por ejemplo, prefiere mantener una buena relación con Israel porque teme a Siria, pero no hay un solo judío en su territorio y necesita mucho de lo que Israel le ofrece.

Para que haya paz y mucho más, acuerdos de paz, se necesita aceptación y reconocimiento entre los pueblos, no sólo entre sus líderes, cuando éstos camban todo se viene abajo. Así está pasando con Turquía y Egipto. Con ellos hay actualmente una relación cambiante, pero no hay dudas que en esos pueblos no se ha modificado la actitud de desprecio, encono y odio hacia Israel. Y no cambiarán así Israel tomara la iniciativa y les ofreciera cualquier cosa excepto aceptar que les entregue su seguridad y supervivencia como estado judío.

Por eso Israel debe estar en espera -sobre todo fuerte- y listo para afrontar las propuestas que serán más o menos como ésta:
"
Negociador palestino: Israel debe aceptar nuestros términos o no habrá negociaciones de paz".

Los palestinos creen que esto es "negociar" y me parece que los que incitan, promueven y, si pudieran, intentaran presionar a que Israel lo aceptara, están tan equivocados como ellos.

ANA


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario