LOS TERRORISTAS ISLÁMICOS HAN GANADO NUESTROS CORAZONES Y NUESTRAS MENTES
Nuestros gobiernos políticamente pusilánimes, seguidos en parte por los medios de comunicación, han empezado ahora a prohibir el uso del término "terrorista islámico" o "militante islámico," insistiendo en que simplemente se les llame "extremistas" o "militantes."
por Steve Emerson
Este último sábado, el New York Times publicaba una columna editorial titulada "Lo que odian de Bombay," centrada específicamente en los pecados del libre mercado cometidos en esa gran ciudad. Con neutralidad superficial, la columna lograba achacar la culpa a extremistas musulmanes e hindúes por igual, sin culpar a ninguna de las dos partes de los criminales atentados.
Siguiendo la mejor tradición de “La jihad para tontos,” ¿por qué no hacemos un año entero de columnas editoriales en serie, estilo coleccionable, y las titulamos "Por qué odian..." con Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, España, Alemania, Holanda, Marruecos, Argelia, Túnez, Israel, Jordania, Irak, Egipto, Kenia y los 74 países que faltan en donde el Islam radical ha levantado su violenta cabeza?
Contemplar y leer los últimos cinco días de información acerca de los atentados de Bombay ha sido una experiencia propia de Alicia en el País de las Maravillas. Incluso después de que un grupo terrorista islámico reivindicara la autoría, periodistas y presentadores de informativos evitaban a cualquier precio el término terrorista islámico.
El miércoles, incluso si todo el mundo sabía a estas alturas que los autores materiales son jihadistas, la CNN se refería constantemente a los terroristas como "extremistas" sin más detalles. A continuación, el presentador de la CNN preguntaba con total inocencia a su invitado, "¿Por qué un grupo terrorista pondría sus miras en un templo judío de oración?" Porque, mi querido presentador políticamente correcto, se trataba de un grupo terrorista islamista.
La mayor parte de los funcionarios públicos llegaron a dar nombres como Al-Qaeda o Laskar-e-Taiba como sospechosos potenciales. Pero incluso en estos casos, las conversaciones no tenían sentido. Un tertuliano decía que no podía tratarse de Al Qaeda, porque el comportamiento de Al Qaeda consiste en explosiones masivas simultáneas (como si Al-Qaeda siguiera un guión programado). Otro experto decía que la Laskar carecía de los recursos para perpetrarlo, olvidando como siempre que todos los grupos terroristas islámicos comparten recursos, a los reclutas de los demás grupos, que se entrenan entre sí, que proporcionan a los demás equipo y, lo más importante de todo, todos quieren destruir a "sus enemigos”.
En Estados Unidos, tras el 11 de Septiembre, un grupo de varones americanos (conversos en su mayoría) se declararon culpables o fueron declarados culpables de entrenarse con la Laskar o intentar "emprender la guerra" contra los Estados Unidos. Las pruebas presentadas en el proceso demostraron que la página web del grupo -antes de ser clausurada- se centraba de manera desproporcionada en dos enemigos: los estadounidenses, y los judíos. En el 2004, Ismail Royer, un empleado del Consejo de Relaciones Americano-Islámicas (CAIR) que se había entrenado con los Talibanes, se declaraba culpable de tenencia de armas y explosivos. Fue condenado a 20 años de cárcel. En testimonio posterior ante el gran jurado, Royer admitía que el principal objetivo de la célula era luchar junto a los Talibanes contra las fuerzas estadounidenses en Afganistán.
Nuestros gobiernos políticamente pusilánimes, seguidos en parte por los medios de comunicación, han empezado ahora a prohibir el uso del término "terrorista islámico" o "militante islámico," insistiendo en que simplemente se les llame "extremistas" o "militantes." Es hora de dejar de capitular al colectivo políticamente correcto. Si nos negamos a utilizar el término terrorista islámico, convenientemente absolvemos a todos los grupos islámicos de la obligación de detener la ideología criminal que propagan.
Incluso después de la sentencia condenatoria con 108 cargos en el caso de la Fundación Tierra Santa-Hamas esta pasada semana, el New York Times no centraba su información en las condenas por fomentar el terrorismo y colaborar en incontables muertes de civiles, sino en relatos destinados a dar pena acerca de esposas e hijas de los condenados que (vaya sorpresa) afirman que sus padres y maridos son inocentes. ¿Puede usted imaginar al New York Times centrando su cobertura en las familias de condenados del KKK o de grupos neonazis?
Todo va en el mismo paquete. Tras más de siete años del 11 de Septiembre, podemos ya establecer un veredicto: los terroristas islámicos han ganado nuestros corazones y nuestras mentes.
Es hora de dejar de claudicar o de sentirse intimidados por colectivos islámicos fachada que se hacen pasar por grupos de derechos civiles. En 2007, la perversión quedaba en evidencia cuando el FBI difundía su informe anual 2007 de crímenes de odio. De las 1.628 víctimas de crímenes de odio religioso, el 69,2% eran judíos y el 8,7% eran musulmanes. Aun así, hubo 40 veces más noticias el año pasado sobre islamofobia que sobre antisemitismo.
La masacre de Bombay fue un complot planeado al milímetro y perpetrado por grupos terroristas islámicos. Punto. Y mensaje a Obama: hasta que el peso de la responsabilidad no caiga sobre los grupos islámicos "de derechos civiles" que quieren prohibir la libertad de expresión y que afirman que cualquiera que utilice el término terrorista islámico es racista, no habrá ninguna esperanza de ganar esta batalla.
FUENTE: EL RELOJ - 04/12/08
http://www.elreloj.com/article.php?id=26746
COMENTARIO:
Las ciencias -que están obligadas a ser precisas- han creado palabras propias para referirse a algo muy particular de su especialidad, para evitar explicaciones si se emplea la terminología adecuada, y que se usa para ser entendida por sus pares.
El periodismo, que no tiene tal exigencia porque está dirigido al común de la gente, debería poder expresarse sencillamente con las palabras que definen la realidad que tienen la obligación de transmitir. No vale en este caso evitar el uso de palabras que definen claramente de qué se está hablando cuando sólo se dice "terrorismo" a secas, "militantes" o "extremistas", eso es sencillamente ocultar el origen para desinformar.
No es una cuestión de derechos humanos, porque si lo fuera lo primero que habría que proteger son los de las posibles víctimas. ¿Qué puede pensar el hombre común? ¿Que son militantes, extremistas o terroristas de dónde? Cuando no hay claridad la gente puede pensar cualquier cosa, lo que más conoce o lo que más conviene a sus preconceptos.
El terrorismo que estamos viviendo en la mayor parte del mundo es islámico, no le demos más vueltas. Que sea una parte pequeña o grande de su religión es otra cuestión, pero de allí viene. Si no lo destacamos tampoco tendrán la obligación de defenderse y tratar de cambiar dentro de su religión lo que la hace temible. El problema es de ellos no nuestro, ayudémoslos a desembarazarse de quienes han hecho de esta religión un símbolo de terror y denunciémoslo para que corrijan lo que deben para que sea la religión de paz que debe ser. De lo contrario, es como aceptar que sus líderes no tienen la obligación de cambiar nada, porque no se les hace notar que es su responsabilidad dar vuelta esta historia.
Si no se hace dentro de la propia religión, por adoctrinamiento, lo que se conseguirá es pagar un precio mucho más alto porque se están poniendo a todo el mundo en contra, el que no tendrá más remedio que defenderse por medios tan dolorosos como el que ellos infligen a gente, que somos la mayoría, cuyo único pecado es ser considerada "infiel" por una banda de deschavetados.
Así de eficiente es el lobby árabe... no el lobby judío, parece....
ANA
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