EL DIABLO ESTÁ EN LOS DÍGITOS
Por BERND BEBER y ALEXANDRA SCACCO
(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)
Desde la declaración de la aplastante victoria de Mahmoud Ahmadinejad en la elección presidencial de Irán, han aumentado las acusaciones de fraude. En contra de las expectativas tanto de los encuestadores como de los expertos, Ahmadinejad lo hizo sorprendentemente bien en áreas urbanas, incluyendo Teherán -donde se piensa que él es altamente impopular- e inclusive en Tabriz, capital de la provincia de Azarbaijan Este y ciudad nativa del candidato opositor Mir Hussein Mousavi.
Otros han señalado los sorprendentemente pobres resultados de Mehdi Karroubi, otro candidato reformista, particularmente en su provincia natal de Lorestan, donde les fue mal a los candidatos conservadores en 2005, pero donde supuestamente Ahmadinejad obtuvo el 71 por ciento de los votos. El asombro ha sido mayor por la consistencia relativa del voto para Ahmadinejad, compartido a través de las provincias de Irán, a pesar de la amplia variación provincial en elecciones pasadas.
Estas partes de la historia apuntan seguramente a la dirección de un fraude. Ellas han llevado a los expertos a especular que los resultados de la elección emitidos por el Ministerio del Interior de Irán han sido alterados detrás de puertas cerradas. Pero nosotros no debemos confiar solamente en sugestivas evidencias. Podemos usar las estadísticas más sistemáticamente para demostrar que esto es lo que probablemente pasó. He aquí cómo.
Nos concentraremos en el conteo de los votos -el número de votos recibidos por los diferentes candidatos en diferentes provincias- y en particular en los dos últimos dígitos de estos números. Por ejemplo, si un candidato recibió 14.579 votos en una provincia (el conteo real de los votos del Sr. Karroubi en Isfahan), nos enfocaremos en los dígitos 7 y 9.
Esto puede parecer extraño porque estos dígitos usualmente no cambian el resultado de quien gana. En realidad, los últimos dígitos en una elección limpia no nos dicen nada sobre los candidatos, el maquillaje del electorado o el contexto de la elección. Ellos son números al azar en el sentido en que un conteo de votos limpio probablemente termine en uno (1) lo mismo que puede terminar en 2, 3, 4, o cualquier otro número. Pero eso es exactamente por qué ellos pueden servir como test para un fraude electoral. Por ejemplo, una elección en la que la mayoría del conteo de votos provinciales terminaran en 5 seguramente levantarían una señal de alarma.
¿Por qué los números fraudulentos se verían diferentes? La razón es que los humanos son malos al crear números. Psicólogos cognitivos han encontrado que participantes de estudio en experimentos de laboratorio, a quienes se les pidió que escribieran secuencias de dígitos al azar, tendieron a seleccionar algunos dígitos más frecuentemente que otros.
Entonces ¿qué podemos deducir de los resultados de las elecciones de Irán? Nosotros usamos los resultados emitidos por el Ministerio del Interior y publicados en el sitio web de "Press TV", un canal de noticias financiado por el gobierno de Irán. El ministerio proporcionó los datos de 29 provincias, y nosotros examinamos el número de votos de cada uno de los cuatro candidatos principales -Ahmadinejad, Mousavi, Karroubi y Mohsen Rezai- de los que se informó que habían recibido en cada una de las provincias un total de 116 números.
Los números se ven sospechosos. Encontramos demasiados siete (7) y no suficientes cinco (5) como último dígito. Nosotros esperábamos que cada dígito (0, 1, 2 y así sucesivamente) que aparecieran al final serían el 10 por ciento de la cuenta de votos. Pero en los resultados provinciales de Irán, el dígito 7 aparece 17 por ciento de las veces y en sólo 4 por ciento de los resultados termina en el número 5. Tales desviaciones del término medio -un pico del 17 por ciento o más en un dígito y una caída a 4 por ciento o menos en otro- son extremadamente improbables. Menos de cuatro casos en cien elecciones no fraudulentas producirían tales números.
Como punto de comparación, podemos analizar el conteo de la votación estado-por-estado para John McCain y Barack Obama en la última elección presidencial estadounidense. Las frecuencias de los últimos dígitos en los resultados electorales nunca se elevaron por encima del 14 por ciento ni cayeron por debajo del 6 por ciento, un patrón que nosotros esperaríamos ver en setenta de cada cien elecciones limpias.
Pero eso no es todo. Los psicólogos también han encontrado que los humanos tienen problemas en generar dígitos no adyacentes (tales como 64 o 17, contrariamente a 23) con tanta frecuencia como uno esperaría en una secuencia de números al azar. Para verificar las desviaciones de este tipo examinamos los pares del los dígitos último y penúltimo en el conteo de los votos de Irán. En promedio, si los resultados no fueron manipulados, el 70 por ciento de estos pares consistirían de dígitos distintos, no adyacentes.
No es así en los datos de Irán: sólo el 62 por ciento de estos pares contienen dígitos no adyacentes. Esto puede parecer no tan diferente al 70 por ciento, pero la probabilidad que una elección limpia produzca una diferencia así de grande es menos del 4.2 por ciento. Y mientras que nuestro primer test -variación en las frecuencias de los últimos dígitos- sugiere que el conteo de los votos de Rezai son las más irregulares, la falta de dígitos no adyacentes es de lo más llamativo en los resultados informados por Ahmadinejad.
Cada uno de estos dos tests proporciona una fuerte evidencia que los números emitidos por el Ministerio del Interior de Irán fueron manipulados. Pero tomados en conjunto dejan poco lugar para una duda razonable. La probabilidad que una elección limpia produjera ambos, demasiados pocos dígitos no adyacentes y las sospechosas desviaciones en las frecuencias de los últimos dígitos descritos antes es menos del .005. En otras palabras, apostar a que los números son limpios es uno en 200, una apuesta arriesgada.
Bernd Beber and Alexandra Scacco, Ph.D. candidates in political science at Columbia University, will be assistant professors in New York University's Wilf Family Department of Politics this fall.
FUENTE: THE WASHINGTON POST - 20/06/09
COMENTARIO:
Un análisis diferente, uno al que no estamos acostumbrados pero que disipa muchas dudas. ¿Quién no pensó que era inexplicable tanto descontento si los resultados eran tan grandes a favor de Ahmadinejad? Ese resultado no podía disparar tanta repulsa, pensábamos que de cualquier forma debía tener una mayoría, pero... ¿por qué tanta reacción?
Evidentemente lo que pasó es que la gente sabía que los números debían estar amañados de forma alevosa, que no PODÍAN corresponderse con la realidad, salió a las calles y expuso su vida y su libertad.
Si la diferencia hubiera sido pequeña quizá pasaba más desapercibido a los ojos del pueblo iraní, pero no, lo hicieron demasiado evidente y se dieron cuenta. Ahora la suerte está echada, cuando hay muertos todo cambia y presenciaremos otras manifestaciones.
Lo notable es cómo evalúa el mundo estos resultados, porque este artículo clarifica hasta a los más desinformados. No hay manera de seguir apoyando a un gobierno que tiene algunas otras actitudes además de ésta para estar desprestigiado. ¿O solo nosotros sabemos encontrar la información debida para que no tengamos dudas?
Lamentablemente todos se hacen los desentendidos con tal de seguir apaciguando a quien además de presentarse como una amenaza para el mundo castiga a su propia gente. Esta historia ya se escribió hace muchos años y parece que no se deciden a impedir que se repita.
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