UNA INDEPENDENCIA LARGA Y VERDADERA (RECOMENDADO)
"A TRUE AND LASTING INDEPENDENCE"
Por DANIEL GREENFIELD
(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)
Sin los sacrificios que se hicieron para preservar la libertad, no habría independencia. Y sin independencia, esos sacrificios no tienen ningún significado. Así esta noche Israel recuerda a sus caídos en Yom HaZikaron, Día de la Memoria. Y mañana, recuerda sus logros, una nación independiente y libre en Yom HaAtzmaut, Día de la Independencia.
Un día después de la declaración de la independencia de Israel, el 14 de mayo de 1948, estaba luchando por su supervivencia contra milicias islamistas locales incluido el Muftí de Jerusalén, Jaysh al-Jihad al-Muqaddas, junto con los ejércitos de siete naciones árabes, Arabia Saudita, Irak, Líbano, Jordania, Egipto, Siria y Yemen. Del lado de los musulmanes estaba la Legión Árabe, en ese momento considerado el mejor ejército de la región, bajo el mando del General Británico Glubb, cuyo hijo más tarde se convirtió al islam y se involucró con grupos terroristas.
Del lado israelí había unidades de frontera en lo que se habían convertido, no mucho tiempo atrás, los guardianes de huertas, ex soldados estadounidenses e ingleses de la SGM, refugiados recién llegados a quienes les habían dado un rifle con o sin municiones, y pequeños grupos de granjeros que resistieron lo mejor que pudieron. Un pequeño grupo de agricultores en la batalla de Gesher, resistió contra varios batallones del ejército irakí, al mando del Príncipe de la Corona de Irak, Abd Al Illah (Esclavo de Alá).
Pero hoy, mientras las sirenas suenan en las ciudades de Israel -el ulular electrónico de los muertos sin voz- los pasillos del poder bajo Obama están llenos de implacables correteando y complotando sobre cómo convencer mejor u obligar a Israel a renunciar a su independencia. Los expertos contribuyen con sus artículos de opinión en el Times y en el Post, debatiendo los puntos más delicados sobre si Obama debería tratar de voltear al gobierno israelí o si debería visitar la Knesset para dar un discurso y exponer el plan que él intenta imponerle a Israel. Sobre cómo hacer que los sacrificios de 1948, sean tan sin valor como los sacrificios de 1967. Sobre cómo cortar a Israel en pedacitos lo suficientemente pequeños como para que sus viejos enemigos puedan tragárselo entero.
Durante un Discurso en el Día de la Memoria en la Colina de las Municiones, Netanyahu recordó el alto precio que Israel había pagado, por partida doble, por Jerusalén.
"Una de las batallas críticas en esta campaña tuvo lugar aquí. Verdaderos héroes cayeron aquí. Ellos y sus amigos cambiaron la forma de vida de nuestro país.
"Dos veces hemos pagado un alto precio para aliviar el asedio sobre Jerusalén, la primera vez durante la Guerra de la Independencia, y la segunda cuando la ciudad fue bombardeada durante la Guerra de los Seis Días. Jerusalén, que entonces era una marchita, dividida ciudad, ha vuelto a ser una ciudad llena de vida."
"La vida que hemos creado aquí es una deuda que pagamos todos los días a nuestros soldados caídos," dijo el primer ministro. "Es un antiguo, íntimo deber, establecer un estado aquí que será el orgullo de generaciones, que justificará el doloroso sacrificio con su existencia y su futuro.".
Hoy Jerusalén está bajo asedio por tercera vez. No por ejércitos con armas en mano, sino por políticos empeñados en forzar un apaciguamiento. Los invasores ya no vienen en uniformes. Llegan vistiendo traje y corbata, trayendo papeles diplomáticos en mano. El nuevo asedio de Jerusalén es uno diplomático a través de hombres que nunca dispararon un tiro, pero que robarían el sacrificio de aquellos que hicieron guardia de noche.
Y la conclusión que tenemos que sacar de este tercer asedio es que Israel no es independiente ni libre. No hasta que los pueda despachar a casa con las manos vacías. No antes que pueda asegurar una independencia larga y verdadera poniendo a su gente adelante y a los diplomáticos que deslizan dinero a los grupos de izquierda para agitar en contra de Israel en casa, los generales retirados, los sucesores del General Glubb, los que trajeron a las milicias terroristas de la OLP a la Ribera Occidental, los Bidens y Clintons y los Obamas, mirando hacia abajo a una tierra verde y que todavía no está lista, como buitres en círculo.
Israel ha resistido el asedio de las armas. Ha pagado muy caro por ello, pero ha sobrevivido y prosperado. Pero ha sucumbido al asedio de los diplomáticos, porque no es independiente ni libre. Y eso es porque ha resistido a sus enemigos en la batalla, pero nunca ha podido zafarse de ese complejo de inferioridad que se manifiesta en buscar su aprobación, en creer que la base de una moral alta proviene de hacer concesiones a aquellos que lo matarán, en lugar de proteger a sus propios ciudadanos en contra de ellos.
Esta insidiosa podredumbre corre por las venas del mundo civilizado. Es una podredumbre que los inmigrantes judíos europeos trajeron con ellos, una que los judíos de Medio Oriente marcadamente no sufren. Y así una y otra vez, los diplomáticos de Israel han abandonado sobre la mesa de negociaciones lo que sus soldados ganaron con un costo altísimo en la guerra. Hoy Israel tiene los mejores soldados y los peores diplomáticos, que van de puerta en puerta, disculpándose por su país y tratando de defenderlo con poco entusiasmo contra el peor de los cargos. Mientras que sus enemigos, que matan a sus propios hijos por honor, construyen ciudades con trabajo esclavo y abiertamente declaran que destruirán a todo país no musulmán en el mundo, se ríen de su propia caída.
Y así, otro gobierno conservador en el poder, Israel es más Chaim Weizmann que Ze'ev Jabotinsky, un estado que constantemente se disculpa, con entusiasmo trata de ganarse el favor de los diplomáticos y políticos extranjeros, y dispuesto a luchar sólo como último recurso. El último recurso fue en 1948. Volvió otra vez en 1967. Apareció una vez más en 1973. Y vendrá otra vez muy pronto. Rusia ha declarado que Irán tendrá un reactor nuclear operando alrededor de agosto. Ese es probablemente el mismo momento en el que Obama intentará imponer un nuevo plan de paz, uno que dividirá a Jerusalén por segunda vez.
Entonces Israel será obligado a luchar otra vez. La cuestión es si estará luchando por su supervivencia o por su independencia. Israel ha pasado las últimas décadas luchando por su supervivencia, y el país está cansado de eso. Porque la diferencia entre luchar por la supervivencia o por la independencia, es lo mismo que cuando un hombre nada para cruzar un canal y otro que trata de estar a flote en aguas abiertas. La diferencia es el propósito.
Los hombres aficionados e inclusive las mujeres, que lucharon en 1948, entendieron por qué estaban luchando. Ellos estaban luchando por su libertad. El soldado israelí promedio de hoy se ve a sí mismo como algo parecido a un oficial de policía, caminando sobre una delgada línea entre no ser baleado y no hacer algo a un potencial terrorista que resulte en un incidente internacional y un tiempo en la cárcel para él, bajo las horribles y derrotistas Reglas de Combate de las FDI.
El soldado de las FDI presta juramento para proteger a su patria, pero ¿qué patria es esa? Ya no es Gaza. ¿Es Judea y Samaria en la Ribera Occidental, y si así fuera, qué partes de ellas? ¿Es Jerusalén o sólo la mitad de Jerusalén? ¿Está su hogar en la parte de Givat Hayovel de esa patria que está defendiendo, o un nuevo gobierno decidirá que en realidad él es un colono, y bajo la presión de la ley internacional, decidirá demoler su casa y sacar a su familia, inclusive después que él murió como un héroe?
El no sabe qué es su patria, porque ella es ahora lo que la comunidad internacional decidirá que sea. Él ni siquiera sabe por qué cosa está luchando. ¿Está luchando contra el terrorismo? Rara vez si alguna se le ha permitido hacer eso. ¿Es para proteger a su país? ¿Pero de quién lo está protegiendo cuando los terroristas que están tratando de matarlo fueron importados al país como parte de las fuerzas policiales de Arafat en el Proceso de Paz, por su propio gobierno y la Administración de Clinton?
Por eso el soldado de las FDI de hoy puede estar mejor armado, mejor entrenado y mejor equipado, pero en realidad es inferior a los voluntarios que lucharon contra los ejércitos árabes de 1948 que estaban mejor armados y entrenados. Es inferior porque ya no sabe por qué cosa está luchando. Él está tratando de mantenerse a flote en aguas abiertas. Para evitar ser involucrado en un incidente a los tiros que resultará en una protesta contra Israel. Está en guardia, sin ofender a nadie. Luchando por la tierra debajo de él que su gobierno ya ha vendido.
Y así luchará de nuevo. Aunque ya no está seguro por qué cosa lucha. El está de pie a la sombra del legado de aquellos que cayeron en defensa de la independencia de Israel. Pero encima de él hay una sombra mucho más grande del Sinaí y Oslo, de Anápolis y del Cuarteto, de Kikar Rabin y de los manifestantes de izquierda que le gritan que es un opresor y un monstruo cada vez que detiene a un musulmán árabe en un retén. Y es esta sombra de apaciguamiento que está sobre él la que hay que levantar si Israel va a sobrevivir.
Cuando el soldado israelí luche otra vez, debe saber por qué cosa estará luchando. No por la supervivencia. Ni de casualidad por los diplomáticos que se sientan otra vez alrededor de una mesa de negociaciones y que desarman el mapa de Israel como chicos rencorosos que juegan con un rompecabezas, sino por la independencia. La de su país y la propia. Israel tiene que tener una larga y verdadera independencia si es que va a sobrevivir. La tiene que tener, o se deteriorará y morirá.
Las tumbas de los muertos se abren el Día de la Memoria y aquellos que murieron se asoman para saber si su sacrificio valió la pena. En Jerusalén y más allá, en tumbas anónimas, enterrados entre escombros, perdidos en tierra enemiga. Una vez, el Profeta Ezequiel se detuvo en el valle de los huesos secos, y Dios le preguntó: "Hijo del hombre, ¿pueden vivir estos huesos?".
En 1948 la Casa de Israel era una casa de huesos secos. Sobrevivientes hambrientos de campos de concentración, niños escondidos en los bosques con ojos atormentados, un puñado de soldados actuando como milicia con rifles checos usados. Judíos viviendo como degradados y oprimidos sirvientes en una docena de naciones musulmanas. Transformando el estiércol de camello en combustible. Sabiendo que no tenían ningún derecho, más que el de inclinarse ante sus superiores musulmanes.
Entonces Él me dijo: "Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel; he aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se han secado, y nuestra esperanza ha perecido; estamos completamente destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así dice el Señor Dios: He aquí, abriré vuestros sepulcros y os haré subir de vuestros sepulcros, oh pueblo Mío, y os llevaré a la tierra de Israel. (Ezequiel 37).
Y así Él lo hizo. Ellos vinieron en botes a través del bloqueo británico. Hombres con delgados brazos como varas con números permanentes, tomaron los fusiles. Huesos secos que de alguna forma se pusieron de pie y lucharon. Los hombres que habían sido obligados a caminar detrás de los musulmanes, inclinarse ante ellos, someterse a ellos, se alzaron en armas y se defendieron de ellos. Y vivieron. Inclusive los que murieron, vivieron. Y vivirán para siempre.
¿Cual es la diferencia entre huesos secos y los vivos? Es el espíritu. Sin espíritu un hombre puede caminar y hablar, pera ya está muerto. Hoy el Estado de Israel tiene tanques y submarinos, aviones jet y reactores nucleares. Pero su espíritu está siendo debilitado. Su pueblo está oprimido otra vez. Una vez más sus antiguos amos los gobiernan. Para que Israel viva nuevamente, debe asegurar una independencia larga y duradera. Debe luchar por ella. Debe abandonar la idea que nadie más que su propio pueblo y su propio Dios puede juzgarlo o imponerle sus fronteras. Porque sólo a través de su independencia, Israel podrá ser siempre libre.
FUENTE: SULTAN KNISH-INDEPENDENCE DAY-18/04/10
COMENTARIO:
Este conmovedor artículo nos hace reflexionar. Porque muchas muertes pudieron evitarse si los interesados directos hubieran podido entenderse por su cuenta sin la intervención de terceros. Desde la misma creación del Estado de Israel, donde se determinó una partición que los árabes palestinos no aceptaron creyendo que saldrían victoriosos si atacaban al nuevo estado judío, hubo períodos de relativa calma y alguna convivencia, hasta que las grandes potencias intervinieron tratando de forzar acuerdos que empeoraron la situación.
Con un simple vistazo a los acuerdos que se hicieron comprobamos que ellos trajeron más muerte y encono. Porque no hay árbitros que puedan comprender la mentalidad de los árabes para con cualquiera que no sea musulmán, menos si están asentados sobre un territorio que creen les pertenece y muchísimo menos si ese no musulmán es judío. Resumiendo, la situación tal como se presenta hoy, no tiene una solución rápida.
Esto lo saben los israelíes que defienden su patria y lo saben los palestinos que no pueden aceptarlos. Cambiar esto llevará mucho tiempo y no se arregla de un plumazo.
Pero ellos se conocen y eso hace la diferencia cuando intervienen quienes no saben de qué se trata el conflicto de la región. Porque cualquier consejo o imposición está condenada al fracaso. Cuesta entender que los que viven allí puedan aspirar a algún tipo de entendimiento entre un país que no puede dejar de protegerse de quienes tienen como única finalidad destruirlo. Así se creó Hamás y la OLP, está escrito, nunca han aceptado al estado de Israel, pretenden el regreso de los desplazados por ellos mismos y algo mucho más delicado, pretenden Jerusalén.
Pero lo más doloroso es comprobar qué difícil ha sido la vida de las comunidades judías en todas partes. Masacrados en Europa, sometidos en los países árabes, discriminados en todo el mundo. Y cuando finalmente regresan a la patria que nunca olvidaron vienen a decirles cómo perderla otra vez si les hicieran caso.
Si a lo largo de toda su historia buscaron libertad y respeto como individuos y su independencia como nación, por las que pagaron y siguen pagando un precio que nadie comparte con ellos, es hora que el mundo deje de darles consejos y/o imposiciones que cada día entorpecen más la paz posible. Una que vendrá de a poco, con cooperación, confianza, entendimiento y la aceptación de que Israel está allí, definitivamente, porque ese es su lugar en el mundo.
El que fue suyo siempre, y por el que tantos murieron rezando, "El año que viene en Jerusalén". Eso no se los quitarán aunque deban enfrentarse solos ante el mundo que aún los discrimina. Y si no fuera por los que están y los que vendrán, será por quienes ya regaron con su sangre el derecho a ser libres en su propia patria.
ANA
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