EL MOMENTO DE LIEBERMAN
Por MARK SILVERBERG
Un Mº de Relaciones Exteriores con bastante chutzpah (*)
(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)
A principios de abril, el recién juramentado Mº de Relaciones Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, hizo olas durante su primer discurso como ministro cuando anunció que Israel no está obligado por los acuerdos alcanzados en la Conferencia de Anápolis. Israel sólo está obligado, dijo, a cumplir la Hoja de Ruta, y sus términos deben seguirse con precisión y en orden. Si bien estos dos planes de paz entre israelíes y palestinos tienen el mismo objetivo de una solución de dos Estados, el logro de esos objetivos por parte de ambos será través de métodos muy diferentes.
La Hoja de Ruta fue presentada por el Presidente George Bush al Primer Ministro Ariel Sharon y al Presidente Yasser Arafat de la OLP en abril de 2003, y posteriormente el gobierno israelí aprobó el documento con una serie de reservas. La propuesta de paz respaldada por Estados Unidos estableció una serie de pruebas diseñadas para hacer que israelíes y palestinos, durante un período de tres años, lograran la creación de un estado palestino que existiría en paz con Israel.
Básicamente, el documento preveía la ejecución ascendente de una serie de medidas que fomentaran la confianza, y que debían ser llevadas a cabo paso a paso en tres fases.
Primero y principal, el documento requería que se debían cumplir las demandas de seguridad israelíes. Ello implicaba que los palestinos pusieran fin al terrorismo y a la incitación en contra de Israel, el desmantelamiento de las organizaciones terroristas, la realización completa de las reformas políticas para la preparación de un estado responsable, y el reconocimiento del derecho de Israel a existir en paz y seguridad. Por su parte, Israel debía aliviar las restricciones para el movimiento de gente y mercancías, retirarse de las áreas ocupadas después del 28 de septiembre de 2000, congelar la construcción de asentamientos y desmantelar los asentamientos de los "puestos de avanzada" erigidos después de marzo de 2001.
La segunda etapa consistía en establecer un estado palestino dentro de fronteras temporales, y la tercera implicaba las negociaciones finales del status sobre las "cuestiones centrales" de las fronteras permanentes de un estado palestino, refugiados, asentamientos, la determinación del status de Jerusalén y el reconocimiento internacional de Palestina e Israel.
En una serie de cartas intercambiadas en abril de 2004 entre Bush y Sharon, Bush confirmó que "los palestinos deben emprender de inmediato el cese de actividades armadas y todo acto de violencia contra los israelíes en cualquier lugar, y todas las instituciones oficiales palestinas deben poner fin a la incitación contra Israel." También confirmó que los palestinos "tienen que actuar con decisión contra el terror desmantelando las capacidades e infraestructuras terroristas" y emprender "reformas políticas fundamentales". En la carta Bush reconoció también que la existencia de importantes centros de población israelí en Cisjordania impidieron "un pleno y definitivo retorno a la línea de armisticio de 1949", lo que significa que no se puede descartar un futuro intercambio de tierra entre Israel y Palestina. Las difíciles "cuestiones centrales" en la fase 3, sin embargo, se dejarían para la fase final del arreglo. Es decir, los palestinos primero tenían que demostrar, por sus acciones y de conformidad con los puntos de referencia establecidos, que aceptaban el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad como una condición previa para hacer frente a las "cuestiones relativas al status definitivo".
Sin embargo, la Declaración de Anápolis de noviembre de 2007, dio vuelta la Hoja de Ruta. La primera preveía un proceso de arriba hacia abajo, principalmente porque los palestinos no estaban dispuestos a cumplir con las responsabilidades en materia de terrorismo de la Fase 1 de la Hoja de Ruta. Anápolis intentó revertir el proceso al exigir que la Fase 3, "cuestiones relativas al status definitivo" de la Hoja de Ruta, se negociara de inmediato.
El presidente Bush dijo una vez que "un estado palestino nunca será creado por medio del terror", sin embargo, en Anápolis insistió en que un Estado palestino debería ser creado independientemente del terror. El problema es que los años de la Intifada que siguieron al fracaso en Camp David en julio de 2000, para no hablar de décadas de engaño y terror palestino, han profundizado el abismo de desacuerdo con respecto a estas cuestiones de la Fase 3.
Si los israelíes se muestran reacios a una solución de dos estados, su duda se basa en la razonable suposición de que tal Estado, al final, será controlado por terroristas y que representará una amenaza existencial. Mientras que los EE.UU. nunca tolerarían un estado terrorista contiguo al sector continental de Estados Unidos, en Anápolis no tuvo reparos en exigir a Israel que aceptara esa amenaza.
Al cambiar el énfasis de abajo hacia arriba, que eran los términos del rendimiento en el que se basaba la Hoja de Ruta, al proceso de arriba hacia abajo de Anápolis, se pone de manifiesto la esencia del conflicto palestino-israelí. Una solución de dos Estados no puede llegar a ocurrir a menos y hasta que el mundo árabe se reconcilie con la idea de un estado judío en el Oriente Medio. Ya que ni Hamas ni Fatah han mostrado ninguna inclinación a hacerlo, su fracaso debe excluir cualquier debate sobre las otras "cuestiones relativas al status definitivo" enunciados en la Hoja de Ruta.
Más todavía, ambas organizaciones palestinas se han comprometido ideológicamente para la aniquilación del estado judío. Y no están solas. Según una reciente encuesta noruega tomada por el Instituto Fafo para Estudios Internacionales Aplicados, el 33 por ciento de los palestinos buscan la aniquilación del Estado de Israel -ya sea por medios políticos o por la fuerza de las armas- a ser reemplazado por una única república islámica, y otro 20 por ciento favorece un estado palestino-israelí unido, el que será finalmente sumergido por esta última población. Reconocer el derecho de Israel a existir como un estado soberano en el Oriente Medio significaría la aceptación de los lazos judíos históricos y bíblicos con la tierra, y tal aceptación por parte de los palestinos, hoy, es una ilusión.
En este combate llega un Ministro de Relaciones Exteriores israelí que tiene la "chutzpah" de decirle al mundo su intención de presionar a los palestinos insistiendo para que cumplan exactamente con la Fase 1 de la Hoja de Ruta (poner fin al terrorismo, desmantelar las infraestructuras terroristas y terminar con la incitación al terrorismo, algo que la mayoría de los palestinos ve como una "resistencia" legítima contra un estado ilegal).
Por su posición con respecto a la Hoja de Ruta, Lieberman ha sido condenado como un hombre con una posición inaceptable, un "halcón nacionalista", un "ultranacionalista" y, en buena medida, un "racista". Pero, ¿sus demandas son tan irrazonables? ¿Qué pasó con la premisa que los terroristas debían ser derrotados y que los pantanos donde se reproducen debían ser eliminados? La vuelta a Anápolis significaría que la política consagrada en la Hoja de Ruta ya no importa y que debe ser reemplazada por una centrada menos en el logro de la paz que en el mantenimiento de la apariencia de un "proceso de paz".
En un futuro próximo, Israel debe esperar la creciente presión de los EE.UU. para que "acepte" una solución de dos Estados de inmediato -es decir, un retorno a la Declaración de Anápolis- aunque la mayoría de los palestinos y los israelíes, por razones completamente diferentes, la han rechazado. Quizás Avigdor Lieberman no fue lo suficientemente lejos al explicar la posición de su gobierno. Hubiera sido mucho mejor si hubiera aclarado la posición israelí a los palestinos, a los europeos y al Presidente Obama en términos todavía menos diplomáticos. Tal vez algo como esto:
"Les diré qué, si ustedes reconocen a Israel como un estado soberano en el Oriente Medio, demuestran que están desmantelando su infraestructura terrorista, detienen el envío de terroristas suicidas a nuestras ciudades, pueblos y mercados, dejan de incitar al odio y a difundir libelos de sangre a través de los medios de comunicación, sus mezquitas, su sistema educativo y a través de toda su sociedad, detengan el lavado de cerebro de sus hijos para que crean que el camino rápido a las vírgenes en el Paraíso los obliga a convertirse en granadas humanas y a asesinar a tantos judíos como les sea posible, dejen de disparar misiles contra nosotros y terminen de comportarse como un estado fracasado, terrorista, entonces vamos a ir a la mesa con una oferta de acuerdo que traerá a nuestras sociedades paz y prosperidad".
¿Suena razonable? Absolutamente. ¿Es que va a pasar en un futuro próximo? No sostenga la respiración.
FUENTE: ARUTZ SHEVA
(*) Chutzpah: Es la cualidad de audacia para bien o para mal. Puede significar insolencia e impertinencia. Deriva del hebreo para describir a alguien que ha sobrepasado los límites del comportamiento aceptado sin vergüenza. Pero en yiddish e inglés tiene connotaciones ambivalentes e inclusive positivas. Puede expresar admiración por una audacia no conformista, por tener coraje.
COMENTARIO:
Avigdor Lieberman no tiene una personalidad convencional, lo que en la lucha política significa que presenta más flancos débiles que la mayoría. Sin embargo, se convirtió en la tercera fuerza política en Israel con tanto poder como para haber accedido al cargo de Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Netaniahu, algo que nadie hubiera podido imaginar. De él se han dicho muchas cosas, que está más a la derecha que ningún político de peso, que está siendo investigado por la justicia y que no se destaca por ser diplomático en sus declaraciones.
No obstante, leyendo la posición de Israel que él explicita sin eufemismos, no veo que sea nada disparatado, más bien me parece que es frontal, que no se anda con vueltas, hasta un alto dirigente palestino dijo que lo prefería a Livni argumentando que "por lo menos él dice lo que piensa". Quizá no sea el más adecuado para ese cargo, pero hasta ahora los que lo fueron no pudieron avanzar hacia un entendimiento claro de cómo relacionarse con los palestinos, cómo plantear la posición de Israel, él ofrece otra forma de comunicación. En cuanto a los cargos que se le imputan, lo están investigando desde hace nueve años, tal parece que hasta el presente no han encontrado razones para enjuiciarlo.
Sólo el tiempo dirá si hablar claro y no ser políticamente correcto era lo que se necesitaba para avanzar hacia un entendimiento que conduzca a una relación más concreta y positiva que lo que se ha alcanzado hasta ahora.
Buenas noches Ana.
ResponderEliminarComo siempre, nos proporcionas unas interesantes informaciones sobre la política israelí. Yo lo agradezco en especial ya que, salvo pocas excepciones, los medios de prensa españoles no han cesado de tachar al nuevo gobierno de Netanyahu como de "ultraderechista" y "opuesto a la paz". Y, la verdad, estoy muy cansado de que me den las opiniones digeridas en vez de explicarme los hechos, los planteamientos. Muy cansado.
Un saludo y gracias de nuevo.
Hola Rogelio:
ResponderEliminarMuchas gracias por dejar este mensaje, me alegra saber que me visitas y te sirve la información que doy. Es difícil encontrar los artículos que esclarecen algunas verdades pero hay y este es uno de ellos. Un saludo cordial.