jueves, 23 de junio de 2011

868 - LA "PRIMAVERA ÁRABE" SEGÚN GEORGE CHAYA


PERDIENDO LA PAZ EN ORIENTE MEDIO

"Lo que se está desarrollando en Túnez y Egipto no es una democracia real sino una forma de populismo que se traducirá en más Islamismo radical y mas pobreza". 

Por GEORGE CHAYA
 

El presidente Barack Obama pretende llevar adelante un nuevo compromiso político para pacificar la inquieta población árabe musulmana del Oriente Medio. Según ha trascendido en círculos allegados al primer mandatario, Obama tiene la intención de reformar las políticas estadounidenses para armonizar con las demandas del mundo musulmán y uno de los cambios más importantes que evalúa es asumir posiciones que demuestren un distanciamiento entre EE.UU. e Israel. A cambio, Obama pedirá a los pueblos y gobiernos árabes rechazar el terrorismo islámico y aceptar lo que él cree que será una nueva era de relaciones positivas con los EE.UU. El señor Ben Rhodes, vice asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, dijo al Wall Street Journal: "No debemos tener miedo al papel del Islam en la política de los países árabes y debemos aprovechar la oportunidad de que Osama Ben Laden haya sido muerto, ahora que los países árabes exigen cambios y nuevos modelos políticos que son todo lo contrario del modelo de Ben Laden”.

Esta política de la administración Obama para con los países árabes islámicos no es nueva, fue delineada y dada a conocer en 2009 durante la intervención del presidente en la Universidad Al-Azhar en El Cairo, donde el discurso de Obama enfureció al gobierno del entonces presidente Mubarak al insistir el presidente estadounidense en invitar a los líderes de los Hermanos Musulmanes, una organización sindicada por el ex mandatario egipcio como fuera de la ley. En ese discurso Obama declaró su intención de establecer un reinicio en las relaciones y propuso cambiar el idioma con el que EE.UU. habló durante años de los terroristas islamistas, dejando en claro que su administración no estaba en guerra con el Islam y los musulmanes y declaró su intención de reparar la grieta existente entre Estados Unidos y el mundo musulmán, al hablar de los valores comunes de las dos culturas, llamando a un nuevo comienzo en la relación. Ahora, el presidente Obama está a punto de extender su iniciativa basada en su creencia de que la muerte de Ben Laden representa una oportunidad única para que “los islamistas cambien sus espadas por rejas de arado y abracen la democracia”. Así, Obama cree que llevará la antorcha de la libertad al mundo árabe-islámico y de hecho sus asesores han elegido a los Hermanos Musulmanes como sus socios para la promoción de los intereses estadounidenses en el Oriente Medio. Sin embargo, el presidente Obama no ha reparado que esto último es como “dejar al zorro al cuidado del gallinero”.

La cierto es que la Hermandad Musulmana es una organización yihadista, un primo ideológico de Hamas, Al Qaeda y la Yihad Islámica, es el aliado árabe del Irán de Khomeini y su prioridad estratégica es establecer un califato islámico global bajo la ley de la Sha’ria. Su estatuto político de constitución partidaria proclama que toda la Palestina (incluido lo que hoy en día es Israel) es un Waqf Islámiyye. No creo necesario agregar más ante este “Wishful Thinking”.

Si la Hermandad Musulmana gana las próximas parlamentarias egipcias el resultado será el mismo que en Gaza tras la victoria electoral de Hamas. Aun así, Obama cree que el Islam político y la democracia son compatibles entre sí y que lo que está sucediendo en el mundo árabe es una repetición de las revoluciones democráticas que se extendieron por casi toda Europa del Este en 1989. Él cree que es posible establecer democracias del estilo europeo en los países árabes sin que estos tengan que adoptar la cultura o el pensamiento occidental. Barak Obama esta imbuido de una suerte de realidad virtual que le lleva a comparar la violencia árabe islamista con el desafío de los patriotas de Boston, quienes se negaron a pagar impuestos a un rey en su tiempo. O tal vez el presidente estadounidense piensa que el jeque Qaradawi que animó a casi dos millones de egipcios a reunirse en la plaza Al-Tahrir en El Cairo siga los pasos de Patrick Henry o Martin Luther King.

Contrariamente a lo que se está diciendo en los medios de comunicación, lo que se está desarrollando en Túnez y Egipto no es una democracia real sino una forma de populismo que se traducirá en más Islamismo radical y más pobreza (el periódico árabe Al-Hayat estima que U$S 30 mil millones han salido de Egipto desde el inicio de la "primavera árabe"), y desde luego será mayor y más violento el antisemitismo y anti-americanismo. Y esto es muy sencillo de comprender en la medida que no se puede exportar una revolución basada en los derechos de las personas de culturas que no creen en la supremacía del individuo por sobre el sistema, y aunque Obama no lo entienda, esto es así y seguirá siendo así en el mundo árabe islámico.

Lo que muchos denominan "primavera árabe" no es un despertar contra la represión, por el contrario, es un llamado a la represión que refleja los valores culturales y las afiliaciones tribales de la sociedades árabes islámicas: Las ideas filosóficas europeas sobre los derechos naturales y las virtudes del auto-gobierno no se entiende del mismo modo en aquellas latitudes y Occidente ha olvidado que las naciones se definen por sus ciudadanos. La idea-realidad es bien básica, por ejemplo: “Si se transfiriera a todos los países europeos hombres que creen que las leyes del Corán son absolutas y vinculantes en el todo de lo social y lo político; en breve Europa marcharía abrumadoramente hacia el pasado y el oscurantismo y no habrá diferencia con los países de los que esas personas procedan originariamente y Europa seria similar al lugar de donde vinieron esas personas. Esto es así, sencillamente porque culturas influenciadas por el fundamentalismo no aprueban leyes de igualdad, en su lugar los valores que defenderán serán leyes que perpetúen la desigualdad en el nombre de “la moral religiosa”.

El presidente Obama debería notar que la "primavera árabe” esta condenada a convertirse en breve en un “crudo invierno", que tal “primavera” no tiene padres fundadores, que no hay cambios ni ideas nuevas basadas en el pensamiento modernista, progresista o ilustrado. No hay ninguna elite intelectual o cultural con un programa de reforma realista para dirigir el proceso de cambio hacia un futuro mejor para la región. De hecho, cuando se analiza la llamada "primavera árabe", se hace evidente que las sociedades no rechazan las consignas y los valores que sus regímenes han utilizado a través de la historia para justificar su existencia en el poder. Todo sigue igual. El resultado es que no habrá ningún cambio ideológico o social que impacte positivamente en las sociedades árabes islámicas que otorguen una cosmovisión distinta a la ya conocida por una cultura cívica más amplia y que brinde mayor gobernabilidad en la región.

Los salafistas de Egipto probablemente ganarán las elecciones parlamentarias de septiembre y ellos incluyen sectores yihadistas extremos en sus apreciaciones del Islam, pero este elemento no ha disminuido la creencia mesiánica liberal del presidente Obama que apuesta con fe al evidente fanatismo tribal enemigo de Occidente y desdeña una realidad incontrastable. Ese mundo del imperialismo cultural islamista que el presidente estadounidense se obstina en ignorar, muestra en una reciente encuesta de una Consultora Británica datos por demás elocuentes, indicando que el 85% de los egipcios creen que abandonar el Islam (conducta conocida como apostasía) es una ofensa capital que debe ser castigada con la muerte y sugiere que más del 70% de los egipcios votarán a favor de grupos salafistas en las próximas elecciones. En el mismo estudio, el 62 % dijo que las leyes deben seguir estrictamente las enseñanzas del Corán y una tercera parte simpatiza con los fundamentalistas islámicos. Mientras que el 54 % desea anular el tratado de paz con Israel que lleva ya 30 años, sólo el 36 % cree que a los cristianos y otras minorías religiosas se les debe permitir practicar su fe libremente. Y no quepa duda que habrá de ser éste y no otro el sentimiento de la calle árabe que va a determinar las políticas nacionales árabes con Occidente en los próximos años.

Al hablar de agrupaciones salafistas y yihadistas y sindicarlas como moderadas, Obama está promoviendo con entusiasmo más extremismo e inestabilidad en una región de por sí inestable. Para los islamistas Obama es un idiota útil al igual que Khomeini consideró al presidente Carter (el mayor idiota útil en política exterior estadounidense) cuando éste abandono a su aliado, el Sha de Irán, durante la "democrática" Revolución Iraní de 1979 que acabó instalando a los islamistas al poder.

Si hay una conclusión que puede extraerse de los esfuerzos y el compromiso del presidente estadounidense con el mundo musulmán desde su elección es que Barak Obama ha fracasado miserablemente. Irán, a pesar de todos sus intentos de apaciguar y hacer cumplir las sanciones contra el régimen, sigue agitando el Oriente Medio como sucede en Bahrein, Yemen y Arabia Saudita y está muy cerca de lograr capacidad nuclear que le permita obtener ojivas nucleares. En dirección a esto es que los saudíes han concluido que la administración Obama ha convertido a los Estados Unidos en un "tigre de papel" y están organizando una legión de musulmanes de varios países aliados a Riad para evitar una mayor desestabilización de Irán en el mundo árabe. Turquía se ha alejado de los EE.UU. y se está acercando cada vez más al islamismo. Los palestinos se han vuelto más intransigentes y no están dispuestos a ceder ni reducir su incitación antisemita y se niegan a reconocer el derecho de Israel a existir como estado judío. Líbano ha sido devorado por Hezbollah. Hamas ha sido legitimada por Fatah y Siria sigue facilitando el tránsito de armas y terroristas hacia Irak y estrecha sus relaciones bilaterales con los iraníes mientras que utiliza equipos antimotines y suministros de Teherán y abre su frontera a la fuerza Al-Quds y a Hezbollah para asesinar a los que se oponen a la brutal dictadura de Bachar Al-Assad. Tal vez el Presidente cree, al igual que su asesor Zbigniew Brzezinski, que el Islam político es una fuerza importante que Washington puede controlar a fin de asegurar su suministro de petróleo desde el Oriente Medio, pero si esa es su creencia, la realidad pondrá delante de su rostro una fotografía de su tremenda equivocación.

En el mundo árabe, las concesiones y los esfuerzos por negociar son vistas como características de los débiles. En consecuencia, la política de Obama y su compromiso con los islamistas en Egipto, Libia y otros países gobernados por tiranos y dictadores aumenta peligrosamente la probabilidad de una nueva guerra en Oriente Medio, del mismo modo como las concesiones europeas con el nazismo llevaron a la peor de las guerras conocidas en el pasado. Si los funcionarios estadounidenses no alcanzan a entender esta realidad, el fracaso de la política regional del presidente Obama alcanzará niveles escandalosos. Pero eso lo van a comprender después de haber perdido el Oriente Medio y ser artífices de millones de pérdidas de vidas humanas.


George Chaya es historiador, escritor y analista político experto en Oriente Medio e Íbero América en asuntos relativos a las Relaciones Internacionales y la Seguridad y Prevención del Terrorismo, es autor de “La Yihad Global, el terrorismo del Siglo XXI” y varios libros de pensamiento.(Calle Libre)
 
COMENTARIO:

Un artículo que va contra la corriente de todas las interpretaciones sobre la "primavera árabe", el autor conoce la región como pocos y debe ser escuchado atentamente.

Hay una etiqueta en este blog con varios de sus artículos para conocer su pensamiento, su sitio está en "Recomendados".

ANA

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