HOW EUROPEAN TOLERANCE ISLAMIZED TURKEY (ESPAÑOL)
CÓMO LA TOLERANCIA EUROPEA ISLAMIZÓ A TURQUÍA
Por DANIEL GREENFIELD
(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)
Hubo un momento en que Turquía fue un ejemplo moderno para el resto del mundo musulmán. Y había una razón fundamental para eso. Fue porque Turquía se dio cuenta que o bien podía ser una colonia musulmana atrasada de Europa o podía poner al islam en su lugar y reformarse a fin de tratar de estar al día con Europa. Y también hay una razón fundamental por la que ese tipo de reforma no ha ocurrido en el resto del mundo musulmán. Es porque ellos nunca tuvieron que aprender la misma lección.
Aunque el Imperio Otomano alguna vez había amenazado a Europa, ambos debían arreglárselas con los restos de las habilidades y conocimientos de la época romana pero, mientras Europa progresó, los conquistadores de Bizancio no pudieron mantener el mismo ritmo. Y así el Imperio Otomano se convirtió en el Hombre Enfermo de Europa, y las naciones de Europa libraron guerras importantes sobre quién tendría los primeros derechos al cortar en pedacitos su territorio. El último de estos conflictos fue la PGM y así Turquía tuvo que tomar una decisión. Tratar y competir con Europa para llegar a ser como los europeos o simplemente convertirse en otra colonia.
Pero mientras Turquía se modernizaba, las naciones musulmanas de Medio Oriente, en cambio, siguieron un paradigma completamente diferente. Y tuvieron éxito por dos razones. Petróleo. Y por la buena disposición para complacerlos de los poderes de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Mientras Turquía tuvo que aprender a hacer las cosas de la manera difícil, separando la mezquita del estado y tratando de crear instituciones modernas, un grupo de atrasados jeques del desierto tuvieron la suerte de tomar el control de regiones áridas donde los geólogos infieles encontraron petróleo. Esos jeques también tuvieron bastante suerte al tropezar en una época perfecta de luchas internas entre los infieles, que les permitió hacer competir a los americanos contra los europeos y contra los rusos. No mucho después los jeques tenían más dinero del que podían contar, lo que significó que no necesitaban modernizarse, en cambio ellos podían comprar toda la tecnología americana y europea que quisieran e inclusive importar a los mismos americanos y europeos para hacer el trabajo por ellos.
Por supuesto la manera de los sauditas, emiratíes o kuwaitíes no era muy factible para los países musulmanes que no tuvieran muchísimo petróleo bajo sus pies, pero eso no importaba. Porque el dinero les compró muchísima guerra cultural. Mientras las tropas de Estados Unidos cuidaban a los gordos jeques de los vecinos que estaban invirtiendo su dinero en la construcción de una fuerza militar, los sauditas gastaron su dinero en inversiones extranjeras y en fortalecer la toma del poder islámico en Europa y América. Donde el terrorismo musulmán de la post guerra había comenzado a atacar a británicos, americanos e israelíes, como agente soviético, descartó su coraza exterior marxista para revelar su interior islamista verde. No mucho después que la URSS cayera, el terrorismo de Medio Oriente fue adquiriendo rápidamente una coloración totalmente islamista. Una coloración fuertemente financiada por el dinero del petróleo.
El modelo saudí mostró que la modernización no requería un pensamiento moderno. Mostró que los países musulmanes podían aún ser islamistas, y tener todavía todos los beneficios de la vida moderna. Sólo hacía falta dinero. Mientras Turquía estaba ocupada siendo el primo atrasado de Europa, los sauditas se estaban atiborrando con delicias occidentales, importando arquitectos extranjeros y planificadores de paisajes, modelos, animadores y un gran número de esclavos del Sudeste de Asia. Al hacerlo, lograron su objetivo más grande, que la civilización occidental era una mercancía que podía ser comprada y que era posible tenerlo todo, la carne cruda del islam y los frutos de occidente en un plato. La civilización occidental estaba en venta.
Turquía se había reformado porque la civilización había demostrado ser el caballo fuerte y el islam el caballo débil. Cuando cambió el equilibrio, la civilización se reveló como la fuerza débil, y el Islam como la fuerza fuerte. Y no sólo nosotros no tratamos de cambiar el rumbo, nuestros gobiernos confirmaron esto con todo lo que hicieron, tanto en sus políticas internas hacia los inmigrantes musulmanes, como en su política exterior hacia las naciones musulmanas. Llámelo apaciguamiento o dhimmitud, lo que ellos hicieron no sólo los devaluó individual y nacionalmente, sino que devaluaron la idea de que la civilización era superior a la barbarie medieval, y destruyeron a las mismas fuerzas que podrían haber modernizado al mundo musulmán.
Una generación más tarde, la marea de inmigrantes musulmanes en Europa aprendió también la misma lección. Después de un alboroto inicial sobre la integración, ellos también pudieron combinar el islamismo y la civilización occidental. Era posible para ellos que fueran médicos, dentistas, ingenieros y señores, y al mismo tiempo, creer que tenían el deber de obligar a sus nuevos anfitriones a inclinarse ante el dios del islam, visto por primera vez por Mahoma en una borrachera de tres días en el desierto. Y si tenían algún reparo con respecto a ello, sus mezquitas locales de petrodólares estaban seguras de poder arreglarlo. Y si no a ellos, entonces a sus hijos.
Los trabajadores turcos invitados vieron esto desde un principio. Lo que hizo que la idea de que Turquía debía ser laica para que los turcos se beneficiaran del mundo moderno parece aún más absurdo. Ese tipo de pensamiento podría haber tenido sentido allá en los tiempos en que los ejércitos de Su Majestad estaban administrando un imperio, pero no cuando los predicadores islamistas estaban intimidando a las masas y burlándose de los soldados que regresaban al corazón de su reino.
La civilización occidental no sólo había demostrado estar a la venta, sino que su laicismo y modernidad más bien se revelaron como débiles. Cualquier musulmán en Europa no podía dejar de darse cuenta de que era la misma falta de principios la que la hizo tan madura para ser arrancada. La manera de Ataturk había dejado de tener sentido. La manera de la Casa de Saud en cambio se veía bastante bien. O incluso la Manera de Bin Laden.
La tolerancia europea para el Islam eliminó cualquier motivo real para que Turquía no se convirtiera en islamista. Como lo ha demostrado Erdogan, es posible gobernar un país que sigue negando el genocidio, oprime a las minorías y tiene cárceles llenas de presos políticos. Esto apoya abiertamente al terrorismo y al islamismo y sin embargo está en vías de asociarse a la Unión Europea. Erdogan no necesita exhumar a Ataturk y darlo vuelta, los Grandes Tolerantes de Europa ya lo estaban haciendo por él.
Ataturk supo que Turquía tenía que modernizarse, el islamista cree que la modernidad es una farsa. Que la ciencia islámica ya ha descubierto todo lo que vale la pena descubrir y que lo que occidente llama modernidad no es más que una excusa para la inmoralidad desenfrenada y la carencia de principios. El musulmán europeo moderno cada vez más tiene esa forma de pensar. Y aunque pensar de esa manera puede ser un engaño, es un éxito razonable, porque la misma Europa está apuntalando sus supuestos subyacentes.
Cuando el Hombre Enfermo de Europa tuvo que elegir entre la modernidad y el Islam, el musulmán moderno no necesita hacer tales elecciones. Él puede escuchar a los predicadores islamistas despotricar en YouTube, obligar a los pacientes en su consultorio médico para que cumplan con las leyes islámicas y hacer que su esposa se cubra el rostro cuando sale a la calle.
El progreso surge de los desafíos. Los desafíos exigen superar los obstáculos que impiden avanzar. El mundo musulmán ya no tiene desafíos. En cambio, la puerta ha sido fácilmente abierta para ellos, sin exigencias ni expectativas. Al islam no se lo considera responsable de la misma forma en que se trata a otras religiones. A los musulmanes no se los considera responsables por una de las matanzas desenfrenadas más grandes y largas en curso en el mundo. A los países musulmanes no se los considera responsables de nada, desde el genocidio de millones a actos bárbaros de tortura y mutilación.
Esta es la suave intolerancia de bajas expectativas. Nada se espera de los musulmanes, lo que sólo ayuda a que los islamistas tengan buenas razones para creer que la civilización occidental es irremediablemente decadente y débil, y que imitarla sería un error. Todos los zalameros elogios dirigidos a la "La religión de la Paz" alimenta ese ciclo al reafirmar la arrogancia de los islamistas y su sentido del destino, puesto que los que ellos consideran enemigos tontamente les ceden el paso a ellos. Esa es la actitud que tuvo Hitler al darse cuenta que las naciones que parecían abrumadoramente poderosas no iban a detenerlo. Es la misma actitud que se puede ver fácilmente entre los islamistas, cuyo sentido de invulnerabilidad cultural está en su punto histórico más alto.
Construyen una mezquita cerca de la Zona Cero y se demuestra que Occidente ni siquiera valora las tumbas de sus muertos martirizados. Detonan una bomba en un café lleno de gente y se ríen por lo bajo cuando los gobiernos de los muertos corren a asegurar que no tienen ninguna mala voluntad hacia la misma ideología que es responsable. Cubren a su esposa de pies a cabeza so pena de muerte y miren a las organizaciones feministas asegurar al público que es la actitud feminista que hay que tener. Para los musulmanes, la civilización occidental ha pasado de ser un cuco a ser una broma patética. Lo que significó que la islamización de los países musulmanes que habían hecho alguna concesión a la civilización occidental era previsible.
Paradójicamente fue la tolerancia europea la que ayudó a islamizar a Turquía, ya que ha ayudado a islamizar a sus propios residentes musulmanes. Su tolerancia sólo ha alimentado la intolerancia. Al actuar como conquistados, sólo han atraído a los conquistadores. Al fallar en desafiar al Islam, ellos desacreditaron a sus naciones y su forma de vida a los ojos de los hombres ante la disyuntiva entre la barbarie honorable y el acomodamiento deshonroso a las cargas de la civilización. Y los hijos de esos hombres los están matando hoy en las calles de sus propias ciudades.
FUENTE: SULTAN KNISH-EUROPEAN TOLERANCE-14/06/10
COMENTARIO:
La actitud de occidente de minimizar el problema del fanatismo islámico, que le resulta difícil de resolver, sólo ayuda a que ese problema se agrande. No hay duda de esto, sin embargo, es lo que una sociedad satisfecha sigue haciendo. Porque al no enfrentarlo y buscar una solución, sólo está dejando un conflicto que heredarán las próximas generaciones y, al mismo tiempo, no ayuda a quienes padecen la barbarie de una ideología que no tiene piedad con propios y ajenos.
Basta ver las fotos, las declaraciones, los castigos crueles por leves desvíos de su doctrina que en occidente no se tendrían en cuenta, para ver la gravedad del momento que estamos viviendo. Da verdadera pena ver cómo se señalan los errores de occidente, que son muchos, pero se minimizan, se ignoran y hasta se aceptan, los de una cultura que avanza sobre nosotros y que ahoga a su propia gente. Lo llaman "diversidad" y "multiculturalismo", simplemente por su incapacidad de enfrentarlo.
Esas voces que se levantan exigiendo tanto a nuestra cultura, que ha hecho tantos progresos, no se oyen cuando se trata de estos fanáticos, todo lo contrario, se evita nombrarlos y se los considera crímenes individuales cuando son producto de costumbres de una cultura empeñada en volver al pasado. Y su propia gente es la primera que la padece, porque no conoce que hay otra forma de vivir, que la libertad y el respeto por los derechos humanos no es una prerrogativa de los iluminados, sino un derecho de todos.
Un país no puede tener una ley diferente para cada comunidad, la ley debe ser igual para todos, ese es el gran progreso del hombre civilizado y todos debemos obedecerla.
Está en nosotros cambiar esta historia donde el terror está paralizando a occidente, y se debe empezar por reconocer el problema para ayudar a resolverlo. Una sociedad civilizada debe apelar a la ley para impedir que avancen sobre nosotros, no hacerlo es el camino que nos puede llevar algún día a un enfrentamiento violento que debe ser evitado a toda costa.
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