domingo, 26 de diciembre de 2010

741 - ADOLESCENCIA EN POLÍTICA INTERNACIONAL


FOR THE PRICE OF A BARREL OF OIL (ESPAÑOL)

POR EL PRECIO DE UN BARRIL DE PETRÓLEO

Por DANIEL GREENFIELD


(TRADUCIDO POR ANA)

Siguiendo los pasos de Chávez y Castro, los regímenes de Brasil y Argentina han declarado que reconocen a la Autoridad Palestina de Abbas, "como un estado libre e independiente dentro de las fronteras definidas en 1967". La Autoridad Palestina, por supuesto, no es ni libre ni independiente. Es una dictadura que se niega a celebrar elecciones libres. Ni ningún otro tipo de elecciones. No tiene libertad de expresión ni libertad de religión. Ni ningún otro tipo de libertad.

Tampoco es independiente. La
Autoridad Palestina está financiada por Estados Unidos y la UE. No tiene ninguna economía. Los únicos empleadores significativos son la misma Autoridad Palestina (totalmente subvencionada por donantes extranjeros), la UNRWA (totalmente subvencionada por donantes extranjeros) e Israel. Si Brasil y Argentina hubieran declarado que el Bronx es ahora un estado libre e independiente, tendría más credibilidad, porque el Bronx tiene más de una economía local y un mayor estándar de derechos humanos que los que tienen los viejos gángsters de Fatah de Arafat.

Aunque todos, desde la Administración Obama hasta Thomas Friedman, le gritan a Israel que le den a esos seniles terroristas su propio estado, tercamente se niegan a ver que Abbas, Fayad y el resto de la banda, ni siquiera pueden gobernar el territorio que ya tienen.
Abbas se quejó la semana pasada, "No puedo ser el presidente de una Autoridad que no existe en tanto continúa la ocupación israelí en Cisjordania."

Pero cuando Israel se retiró de Gaza, entregó el territorio a Abbas y a la Autoridad Palestina. Abbas y la Autoridad Palestina no pudieron controlarlo ni vigilarlo con la policía. Como resultado, Hamas tomó el control de Gaza. Así, mientras Abbas se disculpa por "ocupación", no hay israelíes en Gaza, pero tampoco la puede gobernar. A pesar del entrenamiento y las armas estadounidenses, las milicias de la AP (sus salarios son pagados por los contribuyentes estadounidenses) huían como ratas de Hamas.

Israel tuvo que lanzar operaciones de rescate de emergencia para salvar a los matones de Abbas, incluyendo a un tal
Jamal Abu Al-Rub, que quería que la gente lo llamara 'Hitler´, Jamal "Hitler" fue un asesino y terrorista que ganó una elección al Parlamento de la Autoridad Palestina. Pero cuando Hamás desfiló, 'Hitler' y todos los pequeños Hitlers salieron corriendo. Israel tuvo que salvar a muchos de los pequeños Hitlers de Abbas, quien habló a lo grande a la hora de matar judíos, pero que no pudo resistir y luchar.

Zakaria Zubeidi, el jefe de Jenin de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa de la Autoridad Palestina,
dijo que la pérdida de Gaza fue el resultado de la incompetencia y la corrupción, o peor aún, una estrategia alternativa de Abbas para poder desalojar a Hamas del Parlamento de la AP. Eso significa que tanto Abbas como su gente eran tan incompetentes que no podían vigilar a una región de la que Israel se retiró completamente. O que Abbas eligió deshacerse de Gaza para impedir que Hamas lo desafiara políticamente.

Ahora bien, si Abbas y la Autoridad Palestina no pudieron mantenerse en Gaza, ¿serán capaces de aferrarse a cualquier otro territorio del que Israel se retire? Y antes que Abbas exija una parte de Jerusalén o de cualquier otro territorio, ¿no se le debería pedir que tomara primero el control de Gaza?

Si se le dio el control de una región y lo perdió, ¿no sería un prerrequisito restablecer el control sobre ella para que pueda exigir más territorio?

Bajo el gobierno de la Autoridad Palestina, Gaza tuvo una inundación de aguas residuales que mató a casi una docena de Personas. Los terroristas que hace pocos años no pudieron administrar el sistema del alcantarillado de una sola aldea beduina ahora insisten en que están listos y capaces de gobernar la mitad de una de las más grandes ciudades del mundo. Y con el visto bueno de los diplomáticos y de los columnistas de los periódicos, sostienen que ellos pueden tener a Jerusalén inmediatamente. ¿Por qué esperar? Las inundaciones de aguas residuales de mañana comienzan con las rendiciones de hoy.

¿Y cuál es la base moral para pretender la mitad de Jerusalén? Porque en 1948 los ejércitos de siete naciones árabes-musulmanas invadieron Israel para tratar de destruirla. La Legión Árabe, supervisada por oficiales británicos, logró apoderarse de Jerusalén Este y expulsó a su población judía. Jordania anexó Jerusalén Este. Gran Bretaña reconoció su acto de limpieza étnica. Ahora Israel está siendo condenado por deshacer esa limpieza étnica con la liberación y reunificación de Jerusalén de 1967. Los judíos que viven en Jerusalén oriental son denunciados como "colonos", mientras que los árabes que destruyeron el barrio judío y se apoderaron de los hogares judíos son tratados como legítimos residentes.

Las cleptocracias de Lula da Silva de Brasil y de Cristina Fernández, de Argentina, han reconocido oficialmente un estado palestino en esas fronteras con limpieza étnica. Su apoyo a la cleptocracia de Abbas no es sorprendente. Entre el afecto Lula da Silva por el monstruoso dictador de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, y el endeudamiento de Cristina Fernández con el dictador de izquierda venezolano, Chávez, así como el papel clave en la política exterior que desempeña el muy zalamero Héctor Timerman, que estaba tan cómodo apoyando a las juntas mientras trabajaba para Human Rights Watch; éste es un caso en que pájaros del mismo plumaje vuelan juntos.

Estas decisiones no se motivaron por los derechos humanos, sino por la sombra creciente del islam sobre América Latina.

Los lazos de amistad entre Israel y los países de América Latina se basaban en las relaciones comerciales y en la anterior considerable población judía en algunas partes de Latinoamérica. Desde entonces el caos político y económico, en particular por las dictaduras de izquierda y de derecha, han logrado reducir significativamente la población judía de América Latina. Mientras tanto, la población árabe y musulmana de Latinoamérica ha continuado creciendo. A diferencia de Europa, los musulmanes no son propensos a tomar el control sólo a través de la demografía, sino que se han apoderado de muchas empresas comerciales y han llegado a jugar un papel muy destacado en la política, con
numerosos presidentes árabes en países latinoamericanos. El comercio con el mundo musulmán ha eclipsado el comercio con Israel. Y la última ola de gobiernos latinoamericanos de izquierda han tomado el liderazgo de Chávez en la formación de vínculos estrechos con dictaduras musulmanas.

Pero tan despreciables como Lula Da Silva y Fernández pueden ser, su comportamiento no es fundamentalmente nada diferente a los de Norteamérica y Europa. El apoyo de Occidente para un Estado palestino no se basa en la justicia histórica, porque contrariamente a las nauseabundas descargas vertidas por cada medio de comunicación, no hay tal cosa como un pueblo palestino. El nombre fue utilizado como una denominación geográfica por los romanos y los griegos. Nunca fue el nombre de una nación o un grupo étnico. Tampoco afirma ninguna singularidad cultural, porque, una vez más, no hay tal cosa. Los "árabes palestinos" son parte de una red regional de familias y tribus. Por último, no están preparados para un autogobierno. Ellos no tienen ninguna economía, ley u orden. Tampoco tienen derechos civiles ni ningún sistema de justicia. Sólo son una pequeña camarilla de terroristas que se convirtieron en funcionarios que viven del dinero robado a Norteamérica y la Unión Europea, que dirigen todo y hacen todas las reglas.

Así que, ¿cuál es entonces la base de esta urgente necesidad irrefrenable de crear un estado palestino? Porque el mundo musulmán lo quiere. El mundo musulmán lo exige. No porque sea de alguna utilidad para ellos. Kuwait limpió étnicamente a cientos de miles de árabes palestinos con la aprobación de la Administración Bush después de la Guerra del Golfo. A pesar de ser en sí mismo y en su mayoría, palestino, el gobierno jordano está tratando de deshacerse de la mayor cantidad posible de ellos. Pero no se trata de la paz o del nacionalismo de un pueblo de ficción dirigido por una organización terrorista que se acostumbró a insistir en que Palestina es realmente el sur de Siria, se trata de llevar a cabo una guerra contra Israel. Un Estado palestino sólo tiene un propósito. La destrucción de un estado de la región, y único, no musulmán y no árabe.

Los gobiernos occidentales no piensan de esa manera. O por lo menos no abiertamente. Pero ellos están siguiendo las órdenes en marcha de los reyes, jeques y príncipes que sí lo piensan. Ellos no pueden andar a los besos con Ahmadinejad de la forma en que lo hace Lula Da Silva, pero si lo hacen con la familia real saudita, que en realidad no es mejor. Después que los terroristas saudíes asesinaron a 3.000 norteamericanos, el gobierno de Estados Unidos sigue insistiendo en seguir las órdenes de Arabia Saudita para hacer cumplir su "proceso de paz" con Israel. Y el cómplice saudí, el Tío Tom Friedman, grita con furia indignado contra Israel porque se niega a prohibir a los judíos que construyan sus viviendas en una zona que es el equivalente israelí de California, Texas y Nuevo México.

Detrás de todas las mentiras y la ira, está la oscura mano del Islam. El viejísimo apriete de la intolerancia musulmana y la furia genocida dirigida a una minoría antigua que se atrevió a proclamar su independencia. El mundo musulmán está en camino a la destrucción de la diversidad religiosa del Líbano. Todo el proyecto del estado palestino casi acabó con los cristianos de Israel. Pero su verdadero objetivo son los judíos. Y de Norte a Sudamérica, y del otro lado del Atlántico, la mayor parte del mundo está demasiado ansiosa por ayudar los objetivos genocidas de esa política. Lo que el mundo musulmán no pudo ganar mediante la guerra, intenta ganarlo a través de las sucias manos de los políticos infieles que venderán su civilización y sus almas por el precio de un grasiento barril de petróleo.

FUENTE:
SULTAN KNISH-FOR THE PRICE-14/12/10

COMENTARIO:

Lo que pasa con los gobiernos "progresistas" latinoamericanos actuales, tan defensores de los Derechos Humanos, de las democracias representativas y enemigos acérrimos de los golpes de estado, es incoherente con el apoyo que están dando, poco a poco, todos ellos, a la creación de un Estado Palestino de forma ilegal y no consensuada con los Organismos Internacionales.

Hay que aplaudir al lobby árabe que los ha convencido que el actual gobierno del territorio de Cisjordania es un igual, "progresista", defensor de los derechos humanos, democrático, y enemigo de los golpes de estado, como lo han logrado los latinoamericanos. Porque la AP no tiene ninguna de esas características que tanto le costó obtener a Latinoamérica.

Un gobierno progresista es aquel que enseña los valores de la libertad, ejerce la plena vigencia de la democracia en elecciones libres, rechaza la limpieza étnica, defiende los derechos humanos, se ocupa por el bienestar de su pueblo, repudia los golpes de estado y aboga por la paz y el entendimiento entre las naciones. No es esto lo que hace la Autoridad Palestina y mucho menos los grupos con los que está asociada. Y con los que intenta seguir asociándose, como el Hamás de Gaza, que no da un paso atrás en su camino hacia el pasado y la implementación de la Sharía para todos, aunque no sean musulmanes. Créase o no todavía hay no musulmanes en Gaza.

Los palestinos son obligados a no comprar productos israelíes (no tienen libertad para elegir qué les conviene más y hasta se les ha quemado lo que habían comprado sin reponerles lo perdido), no hay elecciones, su gente no puede trabajar libremente con quien le paga mejor que su gobierno (en este caso los israelíes), no permiten que en un futuro estado haya un sólo judío en su territorio, conserva atávicas costumbres que no respetan los derechos humanos modernos (aún se comportan como tribus donde una se pelea brutalmente con la otra por problemas insignificantes), y enseña a su pueblo a odiar al Estado de Israel manteniendo una guerra eterna que no cesará con la creación de su estado, de forma tal que demuestra que no tiene el menor interés en una paz y entendimiento con su vecino.

Todo esto es ignorado no sólo por los gobiernos latinoamericanos que uno a uno están apoyando la creación de un Estado Palestino sin ningún sustento legal, como ha sido acordado desde siempre, sino que Europa y Estados Unidos lo sigue manteniendo, una forma de darle la razón a la vez que deslegitima a Israel, aunque adolezca de todas estas fallas que no pueden admitirse en un estado moderno.

Los gobiernos latinoamericanos están tan encantados con su nueva posición internacional de países progresistas y democráticos, que no pueden distinguir la diferencia entre Israel y sus vecinos y las razones que ambos tienen para no llegar a nada después de tantos años. Eligen a quien parece ser el más pobre y aparentemente desamparado (aunque sea todo lo contrario), no se preguntan por qué habiendo recibido tanto dinero de todo el mundo (muchas más veces que cualquier otro grupo de desplazados por guerras) su población es pobre, en lugar de averiguar y saber por qué permanece en esa situación y quién es responsable. Gobiernos políticamente adolescentes que creen saberlo todo, en lugar de mirar qué hacen sus mayores y por qué.

Para que esto esté sucediendo debe haber una falla muy grande en el supuesto exitoso lobby judío, la mayor es que el mundo entero esté convencido que es exitoso.

ANA


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