viernes, 6 de agosto de 2010

641 - ISRAEL - LA DEBILIDAD DE LOS RESPONSABLES


ISRAEL: LA VULNERABILIDAD DETRÁS DE LA FORTALEZA

(MUY RECOMENDADO)

Los israelíes de mi generación nacieron en un Israel independiente pero nunca segura. Siempre fuimos conscientes de que estábamos rodeados por enemigos que desean nuestra desaparición y que tenemos que ser fuertes.

Por LIOR BEN DOR
(*)


Sesenta y dos años han transcurrido desde que nació el Estado de Israel, desde que el pueblo judío logró restablecer su Estado soberano regresando a su tierra ancestral después de 2000 años.

Los israelíes de mi generación nacieron en un Israel independiente pero nunca segura. Siempre fuimos conscientes de que estábamos rodeados por enemigos que desean nuestra desaparición y que tenemos que ser fuertes. Desde niños sabíamos que al cumplir 18 años iríamos al ejército, asumiendo nuestro deber y que el aporte de cada uno de nosotros era imprescindible. Por supuesto, escuchábamos a nuestras madres anhelando la paz para que no tuviéramos que enfrentarnos a una posible situación de guerra.

Esta paz ha llegado pero sólo en parte. Las guerras continúan, las amenazas persisten y la sensación de vulnerabilidad también está presente.

Es verdad que Israel tiene un ejército dotado de tecnología y recursos humanos capacitados, y que la sociedad israelí está logrando avances en todos los campos, ya sea en la economía, en la ciencia, en la cultura, en el deporte y la alta tecnología. Por eso mucha gente sostiene que Israel tiene que dar el primer paso y mostrar generosidad para poner fin al conflicto con los palestinos y con Siria.

Recientemente tuve la oportunidad de mantener un encuentro con un representante de la comunidad árabe en la Argentina, quien criticó el hecho de que se construyera el mal llamado “muro” (de hecho es una cerca casi en su totalidad), y nos aconsejó desmantelarlo argumentando que perjudica a los aldeanos palestinos, y que los israelíes podríamos prescindir de dicha barrera porque, según él, tenemos el ejército más poderoso de la región.

Cuán equivocado está. Esta barrera salva vidas de israelíes. Los aviones no pueden frenar al terrorista que se infiltra desde Ramallah en Tel Aviv y se inmola en el Shopping. La cerca sí. Lamentablemente a veces no se entiende que a pesar de las claras ventajas militares, los israelíes viven constantemente en una sensación de debilidad y vulnerabilidad. ¿En qué se manifiesta? Los aviones, los tanques y los recursos tecnológicos desarrollados no siempre pueden protegernos de los misiles relativamente primitivos o producidos en talleres caseros que caen en Sderot, Ashkelon o Beer-Sheva si se lanzan desde Gaza; o los que impactan en Nahariya, Haifa, Akko y Kiryat Shmona si se lanzan desde el sur de El Líbano.

Y la película se repite: primero se produce la retirada israelí, luego los grupos terroristas toman el control en esos territorios y empiezan a atacarnos con misiles. Al tiempo, cuando ya no queda otra alternativa ante la violencia y luego de tolerar lo intolerable, Israel sale a defenderse. Entonces nuestros enemigos recuerdan el alto precio pagado por haber optado por el camino de la violencia y el terrorismo, y los israelíes recibimos un orgulloso recordatorio de lo poderoso que es nuestro ejército. Así recuperamos nuestra disuasión por algún tiempo, pero los enemigos se rearman y se preparan nuevamente para la siguiente ola de ataques.

Paradójicamente, el problema es que la victoria militar tiene un precio indeseable que incrementa la sensación de vulnerabilidad. La victoria se logra mediante la inevitable operación militar y ante la carencia de opciones, y genera una gran destrucción en los territorios bajo el dominio enemigo. Como consecuencia la imagen generada en el mundo es la de un Israel agresivo, violento, cruel y que usa su fuerza desproporcionadamente. A propósito, y entre paréntesis, reconocemos que la fuerza con la cual nos defendemos es mayor a la fuerza aplicada contra nosotros; pero sostenemos que es justificada. Más que eso, cualquier otro país usaría aún más fuerza viéndose en una situación similar.

Esta imagen que se genera contra Israel se debe a que inevitablemente la guerra puede producir también víctimas civiles. Cabe señalar que, en la medida de lo posible, nos cuidamos de no involucrar a la población civil. Por qué “en la medida de lo posible”? Porque es imposible no causar daño colateral dado que los terroristas se cobijan deliberadamente en escuelas, hospitales y mezquitas y ocultan sus armas y misiles en estos lugares. Así que paradójicamente las victorias militares conllevan derrotas en otro campo de batalla, el de la opinión pública. Este deterioro en la imagen de Israel se manifiesta en la cobertura de los sucesos en el Medio Oriente y en expresiones anti-israelíes con llamamientos a aniquilar a Israel, negando nada menos que nuestro derecho a la existencia.

Retiradas riesgosas

A fines de 2005 en el marco de la retirada de Gaza fueron desmantelados 22 asentamientos judíos y fueron evacuados 9000 ciudadanos israelíes. ¿Cuál fue la reacción de los palestinos ante esta acción israelí? ¿Acaso aprovecharon la oportunidad para mostrar realmente que pueden trabajar por el bienestar de su pueblo luego de la salida de las tropas israelíes? ¿Invirtieron en la construcción de escuelas y hospitales? ¿Trabajaron para mejorar la estabilidad y atraer inversiones internacionales? La respuesta es NO. Los palestinos en Gaza canalizaron todas sus energías y recursos en armamento, contrabando de explosivos, fabricación de misiles y entrenamiento militar, lo cual resultó en la intensificación de los ataques contra Israel. Todo ello contribuyó a la sensación de vulnerabilidad de los israelíes.

Lo que pasó en Gaza fue una remake de lo acontecido luego de la retirada del Sur de El Líbano en mayo de 2000. Vale destacar que la ONU reconoció que Israel cumplió y retrocedió hasta la frontera internacional y desde entonces no ocupa ni un centímetro cuadrado del suelo libanés. Acto seguido, fue la organización terrorista Hezbollah la que tomó el control del Sur de El Líbano y no el Gobierno ni el ejército libanés. A lo largo de los años, Hezbollah se armó con misiles de diferente alcance y explosivos importados de Siria e Irán, y construyó campos de entrenamiento.

Seis años después la población israelí sufrió las consecuencias al ser atacado con una lluvia de misiles en la guerra de 2006. Es verdad que las fuerzas israelíes reaccionaron y destruyeron en tan sólo 48 horas la mayor parte de la infraestructura de Hezbollah, y es verdad que los israelíes volvieron a ser conscientes del poder de su ejército, pero también se dieron cuenta de que el poderío militar no aporta soluciones cuando Hezbollah se rearma. Actualmente posee ya más misiles de los que tenía antes de 2006.

El problema es que algunos sectores de la opinión pública aprovechan estas guerras contra Hamas y Hezbollah para deslegitimar, demonizar y llamar a la desintegración del Estado de Israel. A los que están detrás de esta campaña anti-israelí se les dio lugar en foros internacionales y en los medios de comunicación, lo cual indudablemente provocó un impacto negativo para Israel en la opinión pública en general. El objetivo de estos grupos es debilitar a Israel aspirando a su destrucción. Se equivoca quien piensa que su intención es facilitar una convivencia pacífica entre los pueblos del Medio Oriente.

Un conflicto asimétrico

Nosotros, los israelíes, somos capaces de aceptar una crítica, pero no podemos aceptar que se cuestione el derecho de un país democrático a defenderse contra sus enemigos. Sin embargo, al criticar no se puede ignorar que existen elementos de asimetría en el conflicto entre Israel y sus enemigos. En primer lugar, Israel es un Estado que se enfrenta a entidades no estatales. Es decir, que el ejército de un Estado democrático, miembro de la Organización de las Naciones Unidas y de la comunidad internacional, se rige por los tratados internacionales, mientras que las organizaciones terroristas como Hamas y Hezbollah no se sienten en la obligación de rendir cuentas ante la comunidad internacional.

Tampoco a su población, la cual no puede reclamar ante conductas irresponsables. Cuando los dirigentes de Hamas lanzan misiles contra la población civil israelí y luego Gaza sufre las consecuencias de la reacción de Israel, los pobladores de Gaza no pueden castigar a sus dirigentes mediante elecciones o cualquier otro sistema democrático. Del mismo modo, muchos libaneses que sufrieron por la destrucción y el dolor causados por Hezbollah en El Líbano, no tuvieron la posibilidad de expresar sus opiniones.

En segundo lugar, la asimetría se expresa también en la concepción de los valores humanos. Las organizaciones terroristas glorifican la muerte y la utilizan con fines políticos. No les importa sacrificar vidas de civiles enviándolos al frente como escudos humanos sabiendo que finalmente habrán de recibir el apoyo de la opinión pública mundial. Esto los fortalece y por ende debilita a Israel.

Otro elemento de asimetría es el control del mensaje. Las voces oficiales de las organizaciones terroristas son unánimes a simple vista. Si alguno de ellos se aleja de la línea oficial, conoce el alto precio personal a pagar. En cambio en Israel, como en cualquier otra sociedad democrática, se promueve el pluralismo y la libertad de opinión. A los pocos días de iniciado el conflicto surgen exponentes desde la clase política, intelectuales y columnistas que cuestionan la conducta del Gobierno. Para los israelíes está muy claro que es más importante mantener esta democracia pluralista, aún si nuestros enemigos lo interpretan como una muestra de debilidad.

Un Estado palestino no es imposible

Sin embargo, sí hubo una retirada israelí que dio buenos resultados. En el marco del acuerdo de paz firmado con Egipto, Israel se retiró de todo el territorio del Sinaí, y este acuerdo ha podido prosperar porque Egipto es un país soberano con un único líder, un ejército, una fuerza policial y una voz oficial. Hay una ley que funciona. No hay anarquía ni caos. Además, todo el territorio del Sinaí fue desmilitarizado según lo estipulado en el acuerdo.

Israel no se opone a la idea del establecimiento de un Estado palestino al lado del Estado de Israel, y esto fue confirmado por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu. El punto clave es que este futuro Estado Palestino debería tener un gobierno único bajo el cual las armas existentes puedan estar registradas, y queden en manos de las fuerzas oficiales. Dada la situación actual de la sociedad palestina, es difícil imaginar cómo las autoridades podrán garantizar que serán capaces de confiscar todas las armas ilegales, explosivos y misiles que están hoy en día en manos de sectores opositores al líder palestino Mahmoud Abbas. Es por esta razón que Israel pone como condición la desmilitarización del Estado palestino. Ningún israelí querría arriesgarse a que los palestinos de Ramalla o de Nablus bombardeen el aeropuerto de Ben Gurión o la ciudad de Tel Aviv.

Incluso la mayoría de los israelíes que apoyan la idea de un Estado palestino, no aceptarían resignar parte de Jerusalén. Ésta siempre ha sido la Capital del pueblo judío y del Estado de Israel; nunca ha sido la Capital de ningún país árabe, ni siquiera cuando tuvieron la oportunidad de establecerla como tal. Durante casi trece siglos los árabes y los musulmanes controlaron y reinaron en la zona de Jerusalén, pero ningún Califa estableció a Jerusalén como su Capital. Al Quds, que significa Jerusalén en árabe, no está mencionado en el Corán, el libro sagrado para los musulmanes. En cambio en la Biblia, el nombre de Jerusalén aparece centenares de veces. Es conocido el fragmento en el cual el rey David la establece como la Capital de su reino, o en el cual su hijo, el rey Salomón, funda el Templo del cual hoy permanece el muro occidental, conocido como Muro de los Lamentos.

En el siglo XX al formarse los países árabes en el marco de la descolonización del Medio Oriente, a nadie se le ocurrió tampoco crear un Estado palestino. Palestina era el nombre de uno de los distritos del Imperio otomano. Cuando en 1882 en Europa Oriental Moishe le dice a Jane: “Prepará las valijas que nos vamos a Palestina”, no tuvo inconveniente en pronunciar ese nombre. Entonces Palestina estaba salpicada por distintos grupos étnicos y religiosos sin un denominador común nacional. Sólo con el inicio del Sionismo y sobre todo luego del nacimiento del Estado de Israel comenzaron a definirse como palestinos.

Probablemente es por eso que hoy en día mucha gente confunde los términos. Un diplomático argentino de alto rango me preguntó una vez: “Por qué ustedes no pueden convivir con los palestinos? Si yo recuerdo que en el ’39 vino a la Argentina el ajedrecista Moshé Czerniak representando al equipo de Palestina en las Olimpiadas de ajedrez…” Él diplomático no sabía que la Palestina de aquella época no significaba lo que significa hoy.

Aclaro que el hecho de que los palestinos se hayan definido como tales relativamente tarde, no significa que Israel se oponga al concepto de la autodeterminación de los palestinos y a la idea de un Estado palestino soberano, siempre y cuando sea capaz de vivir en paz con sus vecinos.

Es importante para nosotros que la gente sepa y entienda la historia. La mayoría de los israelíes (estamos hablando de 7 millones de israelíes rodeados por mil millones de musulmanes, viviendo en un territorio menor que el de la provincia de Tucumán) se muestran favorables a la idea de entregar algunos territorios a los palestinos siempre y cuando se garantice la convivencia pacífica.

Los verdaderos enemigos de los árabes

Ante este clima hostil recordamos las palabras de nuestros sabios: “Si yo no me defiendo, quién lo hará?” Y también la actitud de la ex Primer Ministro Golda Meir que prefería ser la victoriosa y sufrir un título negativo en el diario que ser la víctima y “gozar” de un lindo aviso fúnebre. Y éste es el problema: Israel no puede permitirse perder en ninguna guerra porque sería la última.

El músico Charly García en su reciente visita a Israel se sorprendió por la diferencia abismal que notó entre la realidad que estaba observando y la que se percibe desde la Argentina en relación a Israel. Dijo al ser entrevistado por un diario argentino: “Por televisión se ve sólo lo malo (…) y después cuando mirás más de cerca te das cuenta de que no es tan así”.

Apelamos al pueblo argentino a que comprenda que hoy los paradigmas han cambiado, que es posible apoyar a Israel sin que ello signifique traicionar a los palestinos, y que atacar indiscriminadamente a Israel implica fortalecer a Hamas y debilitar a los palestinos moderados. Cuestionar el derecho de Israel a lanzar una operación militar contra sus enemigos en Gaza, debilita al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas más que a Israel. Abbas, aún con todas sus divergencias con Israel, se opone públicamente a las acciones de Hamas contra el pueblo palestino, ya que con sus atentados y su violencia empuja a Israel a reaccionar en perjuicio de los palestinos. El líder palestino sigue exigiendo a Hamas que le devuelva el control sobre Gaza, critica su posición y su enfrentamiento con los métodos más terribles contra los propios palestinos seguidores de Al Fatah.

En el marco de los nuevos paradigmas en el Medio Oriente, uno puede notar que muchos países árabes, tanto los que firmaron acuerdos con Israel como los que aún no lo han hecho, perciben que quien constituye una amenaza contra sus regímenes y sociedades es el eje creado por Irán, Hamas y Hezbollah. Eso no significa que no critiquen la política israelí, pero saben bien que no es la principal amenaza. No por casualidad en el último conflicto armado entre Israel y Hamas en diciembre de 2008 y enero de 2009, ningún país árabe envió sus tropas a luchar con Hamas contra Israel.

Irán es otro enemigo de algunos países árabes aunque a simple vista parecería que Israel es el único país amenazado por este régimen de ayatollas. Está claro que para los israelíes la amenaza de una bomba nuclear iraní pone en peligro su existencia, sobre todo cuando viene acompañada por declaraciones reiteradas de hacerlo desaparecer del mapa. Irán no sólo niega el Holocausto en el cual fueron exterminados seis millones de judíos, sino que promete generar un nuevo Holocausto.

A pesar de todo ello, los israelíes no renunciaremos al anhelo de vivir en paz con nuestros vecinos. Sabemos muy bien que los desafíos son muy grandes y que debemos evitar caer en un pesimismo destructivo. Conservando la esperanza y el optimismo no debemos perder el contacto con nuestra compleja realidad, la que nos obliga a ser cautelosos.

(*) Ministro Consejero de la Embajada de Israel en Argentina

FUENTE: RADIO JAI-LIOR BEN DOR-VULNERABILIDAD-06/08/10

COMENTARIO:

Es difícil lograr transmitir en un artículo la situación de Israel, creo que este texto es una excelente aproximación a un tema muy complejo para el lector que sólo se nutre de la información que está en los periódicos y, sobre todo, de sus titulares.

¿Qué función tiene la tecnología armamentista nuclear de las grandes potencias que apretando un botón harían saltar al mundo entero en pedazos? Desde ya, los obliga a ser responsables y los fanáticos no pueden tener acceso a ella, ¿está claro?, el fanatismo no suele aprender a ser responsable.

Las armas de destrucción masiva, la alta tecnología para la guerra sólo sirve para hacer que quienes la tengan respeten y sean respetados por sus adversarios.

Esa es su única fortaleza que en la práctica los vuelve débiles, la suposición del hombre común es que quienes tienen armamento nuclear lo pueden todo, aunque sabemos que Rusia se retiró de Afganistán y que sigue con sus problemas con Chechenia; que Estados Unidos se retirará de Irak y Afganistán sin haber logrado lo que quería, democracia y pacificación. Con la diferencia que Israel tiene a sus enemigos rodeándolo, al revés de todas las grandes potencias.

Es decir, cuanto más fuerte se es más responsable se vuelve. Eso es lo que ocurre con Israel, porque toda su fortaleza tecnológica tiene poder disuasorio pero no le garantiza que sus enemigos no lo dañen con un (1) sólo hombre, mujer, o niño, portando un cinturón cargado de explosivos, capaz de volar un local lleno de gente, un ómnibus o un puesto de control. De allí que no tuvo más remedio que construir una valla que impida el ingreso a su territorio de los terroristas, educados para ser mártires desde el jardín de infantes.

La guerra de hoy se libra primero en los medios de comunicación masivos que conocen bien cómo son las cosas, pero son dóciles ante el terror de la amenaza de esos mismos fanáticos que pueden volar sus redacciones ante el más mínimo titular que diga la verdad. De ahí que ante la amenaza por cualquier información que no sea del agrado de los enemigos de Israel, ofrecen disculpas, si no es que directamente ejercen una clara autocensura.

Habrá también antisemitismo, 2000 años de mala prensa no se borran de la memoria colectiva, pero hoy sigue habiendo propaganda en contra porque el miedo no es tonto. Hasta el Papa debió disculparse -y lo hizo varias veces- y otros muchos dicen cualquier cosa con tal de no provocar represalias.

Los enemigos de los enemigos de Israel no gozan de libertad, si hablan tienen que esconderse y su suerte está echada si no se protegen. Y ni vale hacer un listado de cuántos son, pero los hay y sus palabras se oyen aunque no estén en los medios masivos. Y ellos no tienen bombas nucleares que los protejan ni disuadan a quienes denuncian.

Entonces volvemos al comienzo, ellos, los más débiles, son paradójicamente los más fuertes, porque la guerra se gana hoy con la información que llega a la opinión pública. Lo hacen de a poco, pero cada vez más se los oye.

Entonces, ¿quién es verdaderamente fuerte hoy? ¿Quien tiene armas o quien logra que se pongan titulares a su favor en los medios? ¿El que tiene armas pero responsablemente no las usa o quien pregona su debilidad y pone en jaque a un estado responsable pero con la prensa en contra?

No importa la respuesta, mientras, Israel sigue su camino armándose sólo para disuadir, aunque todavía la opinión pública no lo acompañe. Considerando sus 3500 años de historia, creo que el pueblo judío nunca estuvo mejor que ahora, aunque la batalla de hoy, la de la información pública, sea una materia pendiente que aún no ha logrado superar exitosamente.

ANA


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