CÓMO SE PERDIÓ TURQUÍA
Por CAROLINE GLICK
(TRADUCCIÓN LIBRE DE ANA)
La decisión de Turquía de traicionar a Occidente da lecciones generales a Israel y al mundo libre en su conjunto. Estas lecciones deben ser aprendidas y aplicadas desarrollándolas no sólo para Turquía, sino para toda una serie de regímenes y grupos subnacionales de la región y de todo el mundo.
Turquía, la que fue la apoteosis de una democracia musulmana confiable pro-occidental, esta semana dejó oficialmente la alianza occidental y se convirtió en miembro pleno del eje iraní.
No es que el comportamiento de Turquía haya cambiado radicalmente en los últimos días. No hay nada nuevo en su enorme hostilidad hacia Israel y su efusiva solicitud hacia la gente de Siria y Hamas. Desde que el partido islamista del AKP, dirigido por su presidente, Recip Tayyip Erdogan, ganó por primera vez el control del gobierno turco en las elecciones del 2002, los turcos han corrido paulatina e inexorablemente a la democracia musulmana antes pro-occidental hacia el campo islamista radical poblado por gente de Irán, Siria, Hezbollah, Al Qaeda y Hamas. Lo que hizo que el comportamiento de Turquía de esta semana es diferente de su comportamiento en los últimos meses y años es que hubo una concentración de sus ataques, vistos inequívoca e innegablemente por todo el mundo, excepto por los medios de comunicación escandalosamente imbéciles y flagelantes de Israel.
Hasta esta semana, Israel y EE.UU. se apresuraron a poner excusas para Ankara. Cuando en el 2003 el parlamento turco dominado por el AKP prohibió a las fuerzas de EE.UU. invadir a Irak a través de Kurdistán, EE.UU. se culpó a sí mismo. En lugar de enojarse con Turquía, el gobierno de Bush argumentó que sus altos funcionarios habían desempeñado mal el juego diplomático.
En febrero del 2006, cuando Erdogan se convirtió en la primera figura internacional en recibir a los líderes de Hamas en una visita de estado oficial, después que el grupo jihadista ganó las elecciones palestinas, Jerusalén trató de justificar su agresión diplomática. Los dirigentes israelíes afirmaron que el tratamiento de alfombra roja de Erdogan para los asesinos de masas que buscan la destrucción física de Israel, no se debió a una hostilidad intrínseca por parte del régimen del AKP hacia Israel. Por el contrario, se afirmó que Ankara simplemente apoyaba la democracia y que el AKP, como partido islamista que había estado antes fuera de la ley, sentía afinidad hacia Hamas por ser un perdedor musulmán.
Jerusalén tuvo excusas similares para Ankara, cuando durante la guerra del 2006 con Hezbolá, Turquía hizo la vista gorda a los convoyes de armas iraníes para Líbano que atravesaban Turquía; cuando Turquía se puso de parte de Hamas contra Israel durante la operación "Plomo Sólido" y pidió entre otras cosas que Israel fuera expulsado de la ONU y cuando Erdogan causó un incidente diplomático en enero pasado por agredir al presidente Shimon Peres durante una aparición conjunta en la conferencia de Davos. Así también, el abierto apoyo de Turquía para el programa de armas nucleares de Irán y su galopante comercio con Teherán y Damasco, como también la incorporación de los financistas de al-Qaida, han suscitado más quejas en Israel y América.
Inicialmente, Israel trató esta semana de continuar su política de buscar excusas para la agresión turca en su contra. El domingo, después que Turquía des-invitó a la IAF para el ejercicio Águila Anatolia de fuerzas aéreas conjuntas con Turquía y la OTAN, altos funcionarios como el Viceministro de Relaciones Exteriores, Danny Ayalon, y la líder de la oposición, Tzipi Livni, trataron quitarle importancia al incidente afirmando que Turquía sigue siendo aliado estratégico de Israel.
Pero Turquía no perdió tiempo en ponerlos en ridículo. El lunes, once ministros del gobierno turco descendieron a Siria para firmar un montón de acuerdos de cooperación con el lacayo árabe de Irán. El Ministerio de Relaciones Exteriores ni siquiera tuvo oportunidad de disculpar algunos temas, explicando ese descaro, antes que Siria anunciara que iba a entrar en una alianza militar con Turquía y que celebraría un ejercicio militar conjunto con el ejército turco. Sin palabras debido al cambio de Turquía por celebrar maniobras militares con sus enemigos tan sólo dos días después de cancelar el entrenamiento conjunto con Israel, Jerusalén no pudo pensar en ninguna explicación que atenuara tal actitud.
El martes se caracterizó por la escalada de ataques verbales contra el estado judío. Primero Erdogan renovó sus acusaciones difamatorias diciendo que Israel mató deliberadamente a los niños en Gaza. Luego pidió a los turcos que aprendieran a hacer dinero tal como lo hacen los judíos.
Los golpes antisemitas y anti-Israel de Erdogan continuaron el martes por la noche por la red de televisión TRT1, controlada por el gobierno de Turquía, con el lanzamiento de una nueva serie en horario estelar presentando a las fuerzas del ejército israelí como a asesinos de niñas y bebés, que obligan a las mujeres palestinas a dar a luz a bebés muertos en controles de carretera y que alinean a grupos de palestinos contra los muros para su ejecución por un pelotón de fusilamiento.
La emisión de TRT1 forzó la mano de Israel. La noche del martes, el Ministerio de Relaciones Exteriores anunció la emisión de una protesta oficial ante la Embajada de Turquía. Lamentablemente, no estaba claro quién iba a venir al Ministerio de Relaciones Exteriores para recibir la gestión ya que Turquía no ha tenido un embajador en Israel desde hace tres semanas.
La fractura de Turquía con Occidente; su decisiva ruptura con Israel y su oposición a los EE.UU. en Irak e Irán era previsible. El islam militante de la variedad del AKP ha estado disfrutando de creciente popularidad y apoyo en toda Turquía por muchos años. La corrupción endémica de los dirigentes tradicionales seculares de Turquía aumentó la popularidad de los islamistas. Habida cuenta de esta realidad del interior turco, es posible que el ascenso al poder de Erdogan y de sus compañeros islamistas era simplemente una cuestión de tiempo.
Pero inclusive si el ascenso al poder del AKP fue sumamente predecible, su capacidad para consolidar su control sobre casi todos los organismos de gobierno de Turquía, así como lo que alguna vez fue una próspera prensa libre, y el cambio total de la posición estratégica de Turquía en sólo siete años, estaba muy lejos de ser inevitable. Por estos logros el AKP tiene una deuda de gratitud tanto a las administraciones de Bush y Obama como a la UE.
La administración de Bush hizo caso omiso de las advertencias de los líderes seculares de Turquía en los medios de comunicación del país, en los cuerpos militares y diplomáticos, cuando decían que Erdogan era un lobo con piel de oveja. En lugar de prestar atención a sus pasados intentos de socavar el carácter pro-occidental secular de Turquía y de tratarlo con un poco de recelo, tras la victoria electoral del AKP en el 2002, la administración de Bush mantuvo al AKP y a Erdogan como paradigmas de moderación islamista y como positiva prueba de que EE.UU. y Occidente no tienen ningún problema con el islam político. Un islamismo vendido en voz baja pero consolidado sin piedad por Erdogan, fue abrazado por altos oficiales americanos decididos a reducir la democracia a sinónimo de elecciones, en lugar de reconocer que la democracia sólo tiene significado como un sistema de leyes y prácticas que generan el igualitarismo liberal.
En un sentido muy real, la voluntad de la administración Bush para que ella fuera aceptada por Erdogan, abrió el camino para su decisión en el 2005 de presionar a Israel para que permitiera a Hamás participar en las elecciones palestinas y para forzar a Egipto para que permitiera a la Hermandad Musulmana participar en su encuesta parlamentaria.
En la misma Turquía, el entusiasta abrazo de la administración al AKP significó que Erdogan no encontró oposición occidental a sus movimientos para terminar con la libertad de prensa en Turquía, purgar a las fuerzas militares turcas de sus líderes seculares y terminar con su mandato constitucional de preservar el carácter secular de Turquía, intimidar y privar de sus derechos a líderes de negocios seculares y a diplomáticos; y encolumnar a los tribunales turcos con los islamistas. Es decir, en nombre de su apoyo para su suavizada definición de democracia, Estados Unidos facilitó la subversión de Erdogan en todas las instituciones turcas que permitían que se mantuvieran las normas liberales y que se conservara a Turquía en la alianza occidental.
En cuanto a la administración de Obama, desde su entrada en funciones en enero ha abandonado el apoyo de EE.UU. a los activistas de la democracia en todo el mundo, en favor de una política de puro apaciguamiento de los adversarios de EE.UU. a costa de los aliados de EE.UU. En consonancia con esta política, el Presidente Barack Obama, realizó una acicalada visita a Ankara, donde él efectivamente respaldó la islamización de la política exterior turca que ha puesto al miembro de la OTAN dentro de los brazos de los mulás de Teherán. En conjunto, las acciones de las Casas Blancas de Bush y Obama han desmoralizado a los occidentalizados turcos, que ahora creen que su país está condenado a descender a las profundidades del extremismo islamista. Como muchos lo ven, si ellos desean permanecer en Turquía, su único recurso es unirse al bando islámico y sumar sus voces al creciente coro antiamericano y antisemítico que azota al país.
Luego está la política de la UE. Por años, Bruselas ha estado dando falsas esperanzas a Turquía prometiéndole que si promulga suficientes reformas en derechos humanos, le será permitido al fuerte país musulmán de 80 millones unirse a Europa. Pero, lejos de inducir un comportamiento más liberal por parte de Turquía, esas reformas supuestamente progresistas han allanado el camino para el ascenso islamista en el país. Al obligar a Turquía a frenar el rol militar como garante del laicismo en Turquía, la UE llevó a los laicos a la última línea de defensa contra la marea creciente del AKP. Al obligar a Turquía a tratar humanamente a los presos políticos y a cancelar la pena de muerte, la UE desgastó el derecho moral de los laicos al liderazgo y debilitó su capacidad para luchar eficazmente contra los kurdos y el terror islamista.
Al mismo tiempo, por negarse sistemáticamente a permitir el ingreso de Turquía a la UE, a pesar de las movidas de Ankara para aplacar su corrección política, Bruselas desacreditó aún más a los laicos de Turquía. Cuando, después de toda sus reformas auto-destructivas y auto-humillantes, Europa aún los siguió rechazando, los turcos necesitaban encontrar una manera de restaurar su honor herido. La forma más natural de hacerlo en mayor medida para los turcos era dar la espalda a Europa y avanzar hacia sus hermanos musulmanes.
Por su parte, como estado judío solitario que no pertenece a ninguna alianza, Israel no tenía ninguna capacidad para influir en los acontecimientos internos de Turquía. Pero aún así, la decisión de Turquía de traicionar a Occidente da lecciones generales a Israel y al mundo libre en su conjunto. Estas lecciones deben ser aprendidas y aplicadas desarrollándolas no sólo para Turquía, sino para toda una serie de regímenes y grupos subnacionales de la región y de todo el mundo.
En primera instancia, es crucial para los políticos reconocer que el cambio es la única característica permanente de la condición humana. La presencia actual de un país en el campo occidental no es garantía de que permanecerá allí en el futuro. Si un régimen es democrático o autoritario o pertenece a algún lugar en el medio, las condiciones internas y las tendencias juegan un papel importante en la determinación de su postura estratégica a lo largo del tiempo. Esto es tan cierto para Turquía como para los EE.UU, para Irán como lo es también para Suecia y Egipto.
La pérdida de Turquía muestra que los países pueden y realmente cambian. La mejor manera de influir en ese cambio es permanecer fiel a los amigos, inclusive si esos amigos son imperfectos. Sólo mediante el fortalecimiento de aquellos que comparten las normas e intereses de nuestro país -en lugar de sus procedimientos y retórica- los gobiernos pueden ejercer una influencia constructiva sobre los cambios internos en otros estados y sociedades.
Además, sólo si se está dispuesto a reconocer lo que hace de un aliado, un aliado, y de un adversario, un adversario, Occidente adoptará las políticas que lo harán más seguro en el largo plazo. Una democracia turca controlada militarmente que excluía a los islamistas del poder político era más conveniente que un régimen del AKP de elección popular que ha trasladado a Turquía dentro del eje iraní. Así también, un régimen corrupto en Afganistán que depende de occidente es más deseable que un estado de terror de los talibán-Al Qaeda. Del mismo modo, una inestable, debilitada mulocracia en Irán desafiada por una oposición liberal bien financiada, es preferible a una fuerte, estable mulocracia que ha reprimido con éxito a sus rivales liberales aislados internacionalmente.
Turquía se ha perdido y sería mejor que nos calmáramos ante este hecho devastador. Pero si podemos aprender sus lecciones, podemos diseñar las políticas que controlen los peligros de los proyectos de Turquía, y prepararnos para el día en que ella podría decidir volver a los brazos de Occidente.
JWR contributor Caroline B. Glick is the senior Middle East Fellow at the Center for Security Policy in Washington, DC and the deputy managing editor of The Jerusalem Post.
FUENTE: JWR-HOW TURKEY WAS LOST-16/10/09
La decisión de Turquía de traicionar a Occidente da lecciones generales a Israel y al mundo libre en su conjunto. Estas lecciones deben ser aprendidas y aplicadas desarrollándolas no sólo para Turquía, sino para toda una serie de regímenes y grupos subnacionales de la región y de todo el mundo.
Turquía, la que fue la apoteosis de una democracia musulmana confiable pro-occidental, esta semana dejó oficialmente la alianza occidental y se convirtió en miembro pleno del eje iraní.
No es que el comportamiento de Turquía haya cambiado radicalmente en los últimos días. No hay nada nuevo en su enorme hostilidad hacia Israel y su efusiva solicitud hacia la gente de Siria y Hamas. Desde que el partido islamista del AKP, dirigido por su presidente, Recip Tayyip Erdogan, ganó por primera vez el control del gobierno turco en las elecciones del 2002, los turcos han corrido paulatina e inexorablemente a la democracia musulmana antes pro-occidental hacia el campo islamista radical poblado por gente de Irán, Siria, Hezbollah, Al Qaeda y Hamas. Lo que hizo que el comportamiento de Turquía de esta semana es diferente de su comportamiento en los últimos meses y años es que hubo una concentración de sus ataques, vistos inequívoca e innegablemente por todo el mundo, excepto por los medios de comunicación escandalosamente imbéciles y flagelantes de Israel.
Hasta esta semana, Israel y EE.UU. se apresuraron a poner excusas para Ankara. Cuando en el 2003 el parlamento turco dominado por el AKP prohibió a las fuerzas de EE.UU. invadir a Irak a través de Kurdistán, EE.UU. se culpó a sí mismo. En lugar de enojarse con Turquía, el gobierno de Bush argumentó que sus altos funcionarios habían desempeñado mal el juego diplomático.
En febrero del 2006, cuando Erdogan se convirtió en la primera figura internacional en recibir a los líderes de Hamas en una visita de estado oficial, después que el grupo jihadista ganó las elecciones palestinas, Jerusalén trató de justificar su agresión diplomática. Los dirigentes israelíes afirmaron que el tratamiento de alfombra roja de Erdogan para los asesinos de masas que buscan la destrucción física de Israel, no se debió a una hostilidad intrínseca por parte del régimen del AKP hacia Israel. Por el contrario, se afirmó que Ankara simplemente apoyaba la democracia y que el AKP, como partido islamista que había estado antes fuera de la ley, sentía afinidad hacia Hamas por ser un perdedor musulmán.
Jerusalén tuvo excusas similares para Ankara, cuando durante la guerra del 2006 con Hezbolá, Turquía hizo la vista gorda a los convoyes de armas iraníes para Líbano que atravesaban Turquía; cuando Turquía se puso de parte de Hamas contra Israel durante la operación "Plomo Sólido" y pidió entre otras cosas que Israel fuera expulsado de la ONU y cuando Erdogan causó un incidente diplomático en enero pasado por agredir al presidente Shimon Peres durante una aparición conjunta en la conferencia de Davos. Así también, el abierto apoyo de Turquía para el programa de armas nucleares de Irán y su galopante comercio con Teherán y Damasco, como también la incorporación de los financistas de al-Qaida, han suscitado más quejas en Israel y América.
Inicialmente, Israel trató esta semana de continuar su política de buscar excusas para la agresión turca en su contra. El domingo, después que Turquía des-invitó a la IAF para el ejercicio Águila Anatolia de fuerzas aéreas conjuntas con Turquía y la OTAN, altos funcionarios como el Viceministro de Relaciones Exteriores, Danny Ayalon, y la líder de la oposición, Tzipi Livni, trataron quitarle importancia al incidente afirmando que Turquía sigue siendo aliado estratégico de Israel.
Pero Turquía no perdió tiempo en ponerlos en ridículo. El lunes, once ministros del gobierno turco descendieron a Siria para firmar un montón de acuerdos de cooperación con el lacayo árabe de Irán. El Ministerio de Relaciones Exteriores ni siquiera tuvo oportunidad de disculpar algunos temas, explicando ese descaro, antes que Siria anunciara que iba a entrar en una alianza militar con Turquía y que celebraría un ejercicio militar conjunto con el ejército turco. Sin palabras debido al cambio de Turquía por celebrar maniobras militares con sus enemigos tan sólo dos días después de cancelar el entrenamiento conjunto con Israel, Jerusalén no pudo pensar en ninguna explicación que atenuara tal actitud.
El martes se caracterizó por la escalada de ataques verbales contra el estado judío. Primero Erdogan renovó sus acusaciones difamatorias diciendo que Israel mató deliberadamente a los niños en Gaza. Luego pidió a los turcos que aprendieran a hacer dinero tal como lo hacen los judíos.
Los golpes antisemitas y anti-Israel de Erdogan continuaron el martes por la noche por la red de televisión TRT1, controlada por el gobierno de Turquía, con el lanzamiento de una nueva serie en horario estelar presentando a las fuerzas del ejército israelí como a asesinos de niñas y bebés, que obligan a las mujeres palestinas a dar a luz a bebés muertos en controles de carretera y que alinean a grupos de palestinos contra los muros para su ejecución por un pelotón de fusilamiento.
La emisión de TRT1 forzó la mano de Israel. La noche del martes, el Ministerio de Relaciones Exteriores anunció la emisión de una protesta oficial ante la Embajada de Turquía. Lamentablemente, no estaba claro quién iba a venir al Ministerio de Relaciones Exteriores para recibir la gestión ya que Turquía no ha tenido un embajador en Israel desde hace tres semanas.
La fractura de Turquía con Occidente; su decisiva ruptura con Israel y su oposición a los EE.UU. en Irak e Irán era previsible. El islam militante de la variedad del AKP ha estado disfrutando de creciente popularidad y apoyo en toda Turquía por muchos años. La corrupción endémica de los dirigentes tradicionales seculares de Turquía aumentó la popularidad de los islamistas. Habida cuenta de esta realidad del interior turco, es posible que el ascenso al poder de Erdogan y de sus compañeros islamistas era simplemente una cuestión de tiempo.
Pero inclusive si el ascenso al poder del AKP fue sumamente predecible, su capacidad para consolidar su control sobre casi todos los organismos de gobierno de Turquía, así como lo que alguna vez fue una próspera prensa libre, y el cambio total de la posición estratégica de Turquía en sólo siete años, estaba muy lejos de ser inevitable. Por estos logros el AKP tiene una deuda de gratitud tanto a las administraciones de Bush y Obama como a la UE.
La administración de Bush hizo caso omiso de las advertencias de los líderes seculares de Turquía en los medios de comunicación del país, en los cuerpos militares y diplomáticos, cuando decían que Erdogan era un lobo con piel de oveja. En lugar de prestar atención a sus pasados intentos de socavar el carácter pro-occidental secular de Turquía y de tratarlo con un poco de recelo, tras la victoria electoral del AKP en el 2002, la administración de Bush mantuvo al AKP y a Erdogan como paradigmas de moderación islamista y como positiva prueba de que EE.UU. y Occidente no tienen ningún problema con el islam político. Un islamismo vendido en voz baja pero consolidado sin piedad por Erdogan, fue abrazado por altos oficiales americanos decididos a reducir la democracia a sinónimo de elecciones, en lugar de reconocer que la democracia sólo tiene significado como un sistema de leyes y prácticas que generan el igualitarismo liberal.
En un sentido muy real, la voluntad de la administración Bush para que ella fuera aceptada por Erdogan, abrió el camino para su decisión en el 2005 de presionar a Israel para que permitiera a Hamás participar en las elecciones palestinas y para forzar a Egipto para que permitiera a la Hermandad Musulmana participar en su encuesta parlamentaria.
En la misma Turquía, el entusiasta abrazo de la administración al AKP significó que Erdogan no encontró oposición occidental a sus movimientos para terminar con la libertad de prensa en Turquía, purgar a las fuerzas militares turcas de sus líderes seculares y terminar con su mandato constitucional de preservar el carácter secular de Turquía, intimidar y privar de sus derechos a líderes de negocios seculares y a diplomáticos; y encolumnar a los tribunales turcos con los islamistas. Es decir, en nombre de su apoyo para su suavizada definición de democracia, Estados Unidos facilitó la subversión de Erdogan en todas las instituciones turcas que permitían que se mantuvieran las normas liberales y que se conservara a Turquía en la alianza occidental.
En cuanto a la administración de Obama, desde su entrada en funciones en enero ha abandonado el apoyo de EE.UU. a los activistas de la democracia en todo el mundo, en favor de una política de puro apaciguamiento de los adversarios de EE.UU. a costa de los aliados de EE.UU. En consonancia con esta política, el Presidente Barack Obama, realizó una acicalada visita a Ankara, donde él efectivamente respaldó la islamización de la política exterior turca que ha puesto al miembro de la OTAN dentro de los brazos de los mulás de Teherán. En conjunto, las acciones de las Casas Blancas de Bush y Obama han desmoralizado a los occidentalizados turcos, que ahora creen que su país está condenado a descender a las profundidades del extremismo islamista. Como muchos lo ven, si ellos desean permanecer en Turquía, su único recurso es unirse al bando islámico y sumar sus voces al creciente coro antiamericano y antisemítico que azota al país.
Luego está la política de la UE. Por años, Bruselas ha estado dando falsas esperanzas a Turquía prometiéndole que si promulga suficientes reformas en derechos humanos, le será permitido al fuerte país musulmán de 80 millones unirse a Europa. Pero, lejos de inducir un comportamiento más liberal por parte de Turquía, esas reformas supuestamente progresistas han allanado el camino para el ascenso islamista en el país. Al obligar a Turquía a frenar el rol militar como garante del laicismo en Turquía, la UE llevó a los laicos a la última línea de defensa contra la marea creciente del AKP. Al obligar a Turquía a tratar humanamente a los presos políticos y a cancelar la pena de muerte, la UE desgastó el derecho moral de los laicos al liderazgo y debilitó su capacidad para luchar eficazmente contra los kurdos y el terror islamista.
Al mismo tiempo, por negarse sistemáticamente a permitir el ingreso de Turquía a la UE, a pesar de las movidas de Ankara para aplacar su corrección política, Bruselas desacreditó aún más a los laicos de Turquía. Cuando, después de toda sus reformas auto-destructivas y auto-humillantes, Europa aún los siguió rechazando, los turcos necesitaban encontrar una manera de restaurar su honor herido. La forma más natural de hacerlo en mayor medida para los turcos era dar la espalda a Europa y avanzar hacia sus hermanos musulmanes.
Por su parte, como estado judío solitario que no pertenece a ninguna alianza, Israel no tenía ninguna capacidad para influir en los acontecimientos internos de Turquía. Pero aún así, la decisión de Turquía de traicionar a Occidente da lecciones generales a Israel y al mundo libre en su conjunto. Estas lecciones deben ser aprendidas y aplicadas desarrollándolas no sólo para Turquía, sino para toda una serie de regímenes y grupos subnacionales de la región y de todo el mundo.
En primera instancia, es crucial para los políticos reconocer que el cambio es la única característica permanente de la condición humana. La presencia actual de un país en el campo occidental no es garantía de que permanecerá allí en el futuro. Si un régimen es democrático o autoritario o pertenece a algún lugar en el medio, las condiciones internas y las tendencias juegan un papel importante en la determinación de su postura estratégica a lo largo del tiempo. Esto es tan cierto para Turquía como para los EE.UU, para Irán como lo es también para Suecia y Egipto.
La pérdida de Turquía muestra que los países pueden y realmente cambian. La mejor manera de influir en ese cambio es permanecer fiel a los amigos, inclusive si esos amigos son imperfectos. Sólo mediante el fortalecimiento de aquellos que comparten las normas e intereses de nuestro país -en lugar de sus procedimientos y retórica- los gobiernos pueden ejercer una influencia constructiva sobre los cambios internos en otros estados y sociedades.
Además, sólo si se está dispuesto a reconocer lo que hace de un aliado, un aliado, y de un adversario, un adversario, Occidente adoptará las políticas que lo harán más seguro en el largo plazo. Una democracia turca controlada militarmente que excluía a los islamistas del poder político era más conveniente que un régimen del AKP de elección popular que ha trasladado a Turquía dentro del eje iraní. Así también, un régimen corrupto en Afganistán que depende de occidente es más deseable que un estado de terror de los talibán-Al Qaeda. Del mismo modo, una inestable, debilitada mulocracia en Irán desafiada por una oposición liberal bien financiada, es preferible a una fuerte, estable mulocracia que ha reprimido con éxito a sus rivales liberales aislados internacionalmente.
Turquía se ha perdido y sería mejor que nos calmáramos ante este hecho devastador. Pero si podemos aprender sus lecciones, podemos diseñar las políticas que controlen los peligros de los proyectos de Turquía, y prepararnos para el día en que ella podría decidir volver a los brazos de Occidente.
JWR contributor Caroline B. Glick is the senior Middle East Fellow at the Center for Security Policy in Washington, DC and the deputy managing editor of The Jerusalem Post.
FUENTE: JWR-HOW TURKEY WAS LOST-16/10/09
Nº131-TURQUÍA-EL AKP SOBREVIVE POR UN VOTO-03/08/08
COMENTARIO:
Todo lo que se anunciaba finalmente ocurrió. Es muy interesante releer los posts anteriores para comprender cómo para que un país pueda aliarse al progreso de las grandes potencias también es necesario que sea laico. Kemal Ataturk lo tuvo muy claro y mientras Turquía se mantuvo secular progresó como ningún otro país de mayoría musulmana de Medio Oriente, ahora quién sabe qué caminos seguirá. En su momento Estados Unidos se abstuvo de manifestar su posición mientras Europa prefirió que el voto de la mayoría se impusiera aún a costa de que un partido no laico tomara el poder. Los israelíes hasta ahora eligieron a este bello país para sus vacaciones, parecería que ya no lo preferirán. Una historia para aprender y prevenir, porque ahora con seguridad Turquía no entrará en la Unión Europea y los progresos alcanzados gracias a la claridad de miras de Kemal Ataturk serán parte del pasado. Seguramente la imposición en un futuro próximo de la sharía detendrá el proceso evolutivo de Turquía.
COMENTARIO:
Todo lo que se anunciaba finalmente ocurrió. Es muy interesante releer los posts anteriores para comprender cómo para que un país pueda aliarse al progreso de las grandes potencias también es necesario que sea laico. Kemal Ataturk lo tuvo muy claro y mientras Turquía se mantuvo secular progresó como ningún otro país de mayoría musulmana de Medio Oriente, ahora quién sabe qué caminos seguirá. En su momento Estados Unidos se abstuvo de manifestar su posición mientras Europa prefirió que el voto de la mayoría se impusiera aún a costa de que un partido no laico tomara el poder. Los israelíes hasta ahora eligieron a este bello país para sus vacaciones, parecería que ya no lo preferirán. Una historia para aprender y prevenir, porque ahora con seguridad Turquía no entrará en la Unión Europea y los progresos alcanzados gracias a la claridad de miras de Kemal Ataturk serán parte del pasado. Seguramente la imposición en un futuro próximo de la sharía detendrá el proceso evolutivo de Turquía.
Turquía volverá a vivir la era de los años 60.
ResponderEliminarTe sigo.
Hola Anónimo: Interpreto tu comentario como un retroceso en su evolución. Me estimula al trabajo que me sigas, es grato saber que las traducciones clarifican aunque llevan mucho tiempo.
ResponderEliminarUn cordial saludo.