Occidente heredó los códigos morales del pueblo judío: honrarás a tu padre y a tu madre..... ¨Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio¨: EINSTEIN Frase de la sabiduría Judía:"No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ningún lado" Proverbio Judío
miércoles, 20 de febrero de 2008
45. DEMOCRACIA EN OCCIDENTE
LA IRRELEVANCIA DEL COLOR DE OBAMA
Por JEFF JACOBY (*)
Acerca del Mes de Historia Negra, coincido con Morgan Freeman, que hace tantos años lo describía como "ridículo", por el excelente motivo de que "la historia negra es historia americana", no algún anexo segregado de ella. La única manera de superar las divisiones raciales, decía a Mike Wallace, de 60 Minutos, es "dejar de hablar de ello. Yo dejaré de llamarle a usted blanco, y voy a pedirle que deje de llamarme negro".
Amén en eso. Cuanto antes decidamos prescindir de las etiquetas "negro" y "blanco", antes nos encontraremos en una sociedad en la que tales clasificaciones raciales son irrelevantes. Y qué mejor momento para tomar tal decisión que este, cuando americanos blancos están demostrando por millones que el color de piel de una persona ya no es un impedimento para nada en este país, ni siquiera la presidencia.
Independientemente de si la apuesta de Barack Obama por la Casa Blanca tiene éxito finalmente, ya ha demolido la sentencia de que América no va a elegir a un presidente negro. Su impresionante victoria sobre Hillary Clinton en los comités de Iowa podría quizá desecharse como una minucia, pero después del Súper Martes ya no queda mucho que discutir. Obama se llevaba 13 estados la semana pasada, y contra más blanco que era el estado, más imponente fue su victoria.
Ganó en Utah con el 57% de los votos. Dakota del Norte con el 61%. Kansas, 74%. Alaska: 75%. Idaho, el presunto reducto de los supremacistas militantes blancos, elegía a Obama antes que a Clinton por un margen del 80% frente al 17%.
Lejos de ser un obstáculo fatal en su contra, el color de Obama es manifiestamente una ventaja política. No solamente porque los electores negros le votan con entusiasmo, sino porque decenas de millones de electores blancos también lo hacen. Incontables americanos simplemente disfrutan de la oportunidad de demostrar a través de su voto que no están marcados por prejuicios raciales. "Confieso que planeo mostrarme conmovido" ha escrito el editor de estilo de The New Republic, Leon Wieseltier, "el día que vote a un negro para la presidencia de este manchado y revuelto país".
No son solamente los progresistas y los Demócratas los que encuentran atractivo a Obama. Entre sus partidarios se encuentra Jeffrey Hart , el antiguo redactor de discursos de Richard Nixon y Ronald Reagan. Peter Wehner, ex ayudante del Presidente Bush, escribe en el Washington Post que Obama es "una figura atractiva para muchos Republicanos" porque, entre otras cosas, su campaña no se basa en agravios raciales. Cita a Joe Scarborough, de la MSNBC y congresista Republicano de un solo mandato que se ha visto inundado con los correos procedentes de Republicanos que elogian los discursos de Obama. "Más que ninguna otra figura de América, Obama", sugiere Wehner, "puede ayudar a cicatrizar las heridas raciales de América".
Obama es infinitamente preferible a candidatos negros anteriores como Jesse Jackson o Al Sharpton, activistas raciales profesionales cuya divisa es la explotación de la victimología negra y la culpa blanca. En calidad de primer candidato presidencial negro con posibilidades realistas de ganar la Casa Blanca, Obama está atrayendo comprensiblemente niveles récord de apoyo negro. Pero lo que hace tan plausible su candidatura es precisamente su atractivo para los blancos, un atractivo que se esfumaría si Obama hiciera de la identidad racial que el eje de su campaña. Esta es la interesante paradoja en el centro de una campaña que con tanta frecuencia se describe como "trascendente" o "que va más allá" de la raza.
Pero la verdadera trascendencia racial no se logra cuando la raza de un candidato negro no es ningún obstáculo para su elección, sino cuando ni siquiera es un punto de su elección. Cuando el estándar de Morgan Freeman se convierta en la norma -- solamente cuando ya no haya más candidatos "negros" ni candidatos "blancos" porque todos los americanos serán indiferentes a tales etiquetas -- nuestra política habrá superado realmente la raza.
¿Es el ideal de indiferencia a la raza tan sólo un sueño? No necesariamente.
Hubo un tiempo en la historia de los Estados Unidos en que los prejuicios anti-italianos eran tan intensos que la perspectiva de un presidente ítaloamericano habría sido impensable. Cuando 11 inmigrantes italianos eran linchados en Nueva Orleans en 1891, el New York Times describía a las víctimas como "sicilianos escurridizos y cobardes descendientes de bandidos y asesinos... una plaga sin solución". Durante la Segunda Guerra Mundial, miles de ítaloamericanos fueron expulsados de sus casas, y cientos de inmigrantes fueron internados en campamentos militares.
Pero se prestó escasa atención, por decir alguna, a la etnia de Rudy Giuliani durante su reciente campaña a presidente. Nadie achacó al racismo anti-italianos que su esfuerzo quedase en agua de borrajas. A todos los efectos y fines, su ascendencia italiana simplemente no fue un punto de la agenda.
El color de la piel de Obama es irrelevante para los rasgos de su carácter o su aptitud para el cargo. Eso no significa que su importancia para su campaña también sea nula. No, no hemos llegado a ese punto aún. Pero hasta que lleguemos, haremos bien en recordar que no hay camino más rápido a una sociedad en la que la raza no importe que dejar de hablar y actuar como si importase.
(*) Jeff Jacoby es columnista de The Boston Globe.
FUENTE: EL DIARIO EXTERIOR - 20/02/08
COMENTARIO:
Miro este acontecimiento con admiración, no importa quién sea nuestro candidato preferido, pero nos deslumbra porque apenas 50 años atrás la gente de color debía ceder su asiento a un blanco y sólo podía ocupar los últimos lugares de un transporte público. Imaginarlo o verlo en una película producía una rebelión interna, algo muy difícil de dejar de sentir. Recuerdo cuando yo era muy chica y veía las películas de Tarzán donde los negros morían a montones, aunque no tenían nada que ver con las tropelías de los blancos, y los blancos "malos", iban presos, ELLOS NUNCA MORÍAN! En ese entonces para mí había "algo" que no "andaba", no lo podía entender, con el tiempo pude comprender de qué se trata la discriminación, cómo se la enseña subliminalmente, ¡la vida de un negro no tenía valor!
Que antes ganara Kennedy, un católico, fue el primer avance, pero que ahora un negro, una mujer y un descendiente italiano sean candidatos, es decir, ni credo, ni raza, ni género están siendo tenidos en cuenta para elegir a un candidato, significa que el tiempo en Occidente no pasa en vano . Y así debe ser, el que se queda atrapado en el pasado, ¿para que vivió? Algo que Medio Oriente todavía no ha podido comprender ni superar...
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