jueves, 1 de enero de 2009

239 - GAZA ¿QUIÉN FIJA LAS REGLAS EN UN CONFLICTO?


LA VICTORIA DEL TERRORISMO

Por Santiago Kovadloff

Ni Amos Oz ni Daniel Baremboim se equivocan. Israel cae en una trampa al proceder como hoy lo hace. Revela escasa lucidez cuando se enfurece y ataca. La guerra es la trampa que le tienden sus enemigos.


LA NACIÓN.- ¿Qué es un conflicto trágico? Es un conflicto que no tiene solución. ¿Y por qué no la tiene? Porque cada uno de los que en él se enfrentan entiende que la razón, toda la razón, está de su lado y sólo de su lado. Así, los antagonistas que dan vida al hecho trágico están llamados a confrontar sin ceder en nada. Llevarán su intransigencia hasta el final, sea éste el que fuere.

Cuando Israel abandona, por los motivos que se quiera, el escenario del empeño negociador, deja de obrar en consonancia con la razón parcial que lo asiste. Sus argumentos pasan a ser reemplazados por la fuerza bruta. Renuncia a la persuasión verbal y opta por la disuasión armada.

Hamas, en cambio, nunca abandonó el terreno de la negociación porque nunca ingresó en él. Por eso no tiene ninguna razón. Procede, siempre, impulsado por la convicción intransigente de que Israel debe desaparecer del mapa. Exige su exterminio, no su flexibilidad. Su planteo, en consecuencia, no es político, es apocalíptico. Hamas se arroga la representación del pueblo palestino en su conjunto. Miente. Reniega de la evidencia de que el pueblo palestino está integrado por varios millones de personas que aspiran a vivir en paz con Israel, sin que ello implique renunciar a ninguno de sus derechos de constituir una nación.

Ni Amos Oz ni Daniel Baremboim se equivocan. Israel cae en una trampa al proceder como hoy lo hace. Revela escasa lucidez cuando se enfurece y ataca. La guerra es la trampa que le tienden sus enemigos. Ellos sí quieren la guerra. La bendicen. La celebran. El rédito incomparable de la guerra, para el terrorismo, consiste en que Israel masacre en Gaza, o donde fuere, queriéndolo o no, el mayor número posible de civiles palestinos que puedan inclinarse por alcanzar la paz con Israel. De modo que, por propicios que pudieran parecer para Israel, en el corto plazo, los resultados del enfrentamiento bélico, el hecho en sí de recurrir a las armas constituye, para el Estado judío, una derrota moral incalculable. La guerra prueba, en este caso, que Israel da por agotados los recursos civilizados mediante los cuales creyó posible frenar los ataques a su territorio. Se me dirá que, en efecto, es así. Y que sólo hay una forma de desarticular el terrorismo y es aniquilándolo en su propia madriguera. No obstante, al optar por este criterio, se olvida o se reniega del hecho de que Hamas, en Gaza, ha logrado entramar profundamente su acción con la vida de la población civil. Hasta tal punto que, al golpearlo, es imposible no golpear a quienes no coinciden con él, pero se ven forzados a convivir con él.

Esta tragedia no tendrá solución. Ninguna tragedia tiene solución. Sólo tiene desenlace. Un desenlace sangriento, casi siempre. Y provisional, porque las tensiones que lo nutren no desaparecen: se reencarnan, a lo largo del tiempo, en nuevos y sucesivos protagonistas.

Al haber logrado persuadir al Estado judío de que no hay otro camino presuntamente disuasivo que la guerra, Hamas ha conseguido un gran triunfo. Pone de manifiesto que, en Israel, ha podido más la desesperación que la imaginación política.

Es inútil argumentar en forma maniquea. Cuando rehuyen la verdad, los enemigos irreconciliables no hacen otra cosa que decir que se limitan a responder con violencia a la violencia previa que les fue impuesta. Es el camino de la bestialidad recorrido con el presunto estandarte del derecho y la justicia. La violencia no pone fin a la violencia. Y esto lo saben muy bien las dos partes. Cultivándola, unos no tienen nada que perder. Los otros, en cambio, pierden demasiado.

A la convivencia indispensable se debe acceder desde adentro hacia afuera. Si la mayoría del pueblo palestino quiere la paz tendrá que probarlo. Deberá desarticular los movimientos terroristas que se arrogan su representación. Igualmente, si la mayoría israelí quiere la paz tendrá que encontrar el modo de respaldar y fortalecer la acción política y el poder de incidencia social de esa mayoría palestina. No se trata de algo sencillo, pero se trata de algo indispensable. Y lo mismo deberán decidirse a hacer las naciones árabes que guardan silencio cuando Hamas ataca a Israel y claman al cielo cuando Israel contraataca. Las naciones árabes y todas aquellas en las que el discurso cínico se muestra amalgamado con las conductas políticas. Ese cinismo debe ser denunciado. Esconde una escalofriante irresponsabilidad ante lo que sucede en Medio Oriente. Las declaraciones estentóreas hechas desde podios rutilantes de nada sirven a la causa de la paz. Todo lo contrario. Se parecen demasiado a las manos que Pilatos se lavó.


FUENTE: ITON GADOL/LA NACIÓN


COMENTARIO:

Después de leer este artículo, tengo la impresión que Hitler no existió, ni que los motivos y consecuencias de la Segunda Guerra Mundial tampoco fueron reales. Aunque parecería que existieron y sobrevivieron las ideologías que permitieron que el nazismo creciera e intentara avasallar al mundo entero. Millones de personas murieron porque los que debían asumir riesgos pensaron que la diplomacia servía para detener a un mesiánico cuya única arma era la violencia. Esos son los que creyeron que la diplomacia alcanzaba y aquí están otra vez haciéndose oír y confundiendo las cosas.

Algunos intelectuales parecen haberse salteado una parte de la historia reciente, como si hubieran llegado recién desde otro planeta. Creo que Israel debería aplicar un fondo especial para alojarlos en Sderot con su familia y sus hijos, y que tengan la oportunidad de verlos crecer agobiados por los traumas de haber vivido bajo fuego desde su temprana infancia.

Flaco favor les hacen a los palestinos de Gaza que asisten a sus mezquitas colmadas de material bélico, sus casas usadas como plataformas para disparar misiles contra Israel por arriba y por debajo con túneles que alamacenan y transportan material bélico. Esos mismos que trabajaban pacíficamente en Israel, que ahora no pueden hacerlo y a los que les es imposible alimentar a sus familias con su trabajo, sino que dependen de la ayuda humanitaria del mundo que nunca les llega. Los mismos que conocieron lo que es trabajar en un país civilizado, respetuoso de los derechos humanos y que ahora deben soportar la sharía en el propio.

Decir que Israel se enfurece y ataca después de ocho años de soportar lo que NADIE, ningún país hubiera soportado sin reaccionar, suena poco lógico.

Esta guerra no deseada no pretende matar gente, entendámoslo bien, se trata de detener a los violentos para quienes el diálogo no sirve, se trata de eliminar las armas con las que pretenden amedrentar a Israel matando, inequívocamente, a pacíficos civiles israelíes. De esto se trata y no de otra cosa. Israel no quiere apoderarse de Gaza, se está defendiendo de quienes hoy la controlan y usan su suelo como territorio para disparar contra Israel utilizando a su gente como escudos humanos para limitar las acciones defensivas de un estado soberano bajo ataque. Linda dirigencia, un ejemplo a ser imitado de arrojo y amor por sus conciudadanos, tan valientes que ahora han "pasado a la clandestinidad", ocultos y dejando que su gente soporte la reacción que ellos provocaron. Se trata de que huyan como lo que son, irresponsables que no tienen derecho alguno a someter a todos a esta guerra que fue imposible evitar. Se trata de que tengan que hacer como Nasrallah, al que no se lo ve más que por pantallas porque sabe que sus dias están contados en cuanto se atreva a salir de su madriguera. De esto se trata esta guerra, ¡no confundan más a la opinión pública!

Las reglas del conflicto no las fijó el mundo en el pasado, las fijó Hitler, ¿todavía alguien puede creer que ahora es distinto? Se lee claramente en el párrafo subrayado en rojo.

¿La historia no enseña nada?

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